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Como os dije la semana pasada, di los puntos de meditación de los ejercicios de san Ignacio a monjas de vida contemplativa. Suele decirse de ellas, que son la retaguardia de la Iglesia. Yo pienso lo contrario. Las monjas y monjes, son la vanguardia de la Iglesia. Desde que se levantan, hasta que se acuestan, están combatiendo los nobles combates de la fe, contra los espíritus malignos y sus secuaces. Me lo dijo hace años un cartujo: “Yo estoy luchando cada momento contra los demonios, cumpliendo fielmente con mis obligaciones de monje. No quiero que el demonio engañe a ninguno de mis hermanos seglares que viven en el mundo”.
Indiscutiblemente, el peor enemigo de la Iglesia de Cristo es el diablo. Contra él, debemos combatir, cuerpo a cuerpo, con una vida santa: oración, sacrificio, limosna, fe, esperanza, caridad… El Santo Padre Francisco, no ha dicho que debemos: “defender a la Iglesia, protegerla del príncipe de este mundo y en lo que el diablo quiere que la Iglesia se convierta: En más y más mundana… ¡Este es el mayor peligro! Cuando la Iglesia se vuelve mundana, cuando tiene dentro de si el espíritu del mundo”.
No olviden los seglares, hombres y mujeres bautizados que son tan Iglesia como los eclesiásticos. Y que tanto eclesiásticos, como seglares, vivimos en el mundo pero no somos del mundo. Somos hijos de Dios y de María santísima; somos miembros del Cuerpo Místico de Cristo y, como tales debemos vivir santamente. Los hombres y mujeres que visten mundanamente, como los mundanos, como mandan las modas, son mundanos, visten como los mundanos, sin modestia cristiana. La beata Jacinta de Fátima, dijo que vendrían unas modas que ofendería mucho al Señor. Y los eclesiásticos que visten como seglares, también son mundanos. Y desobedientes, porque no quieren cumplir el Derecho canónico que les manda vestir como sacerdotes y religiosos. Los obispos y superiores religiosos deben urgir el cumplimiento de los cánones sagrados.
El Papa, dijo el 2 de mayo a los polacos: “Que vuestra vida sea permeada por la fe, la caridad y el coraje apostólico de Juan Pablo II”. Y a los árabes cristianos los exhortó a ser valientes: “¡No tengáis miedo del compromiso, del sacrificio y del futuro. Mantened viva la esperanza, porque siempre hay una luz en horizonte”. Y no será la primera vez en la historia que sea la reacción valiente de los seglares la que cambie la historia de la Iglesia para que obispos, sacerdotes, diáconos, religiosos y religiosas caminemos por la senda estrecha que conduce a la santidad y a la vida de eterna felicidad del Cielo ¡Todos debemos ser la vanguardia de la Iglesia!.
Julio y Agosto, lo tenemos repleto de actividades apostólicas: colonia con niños, campamento con jóvenes, tres tandas de Ejercicios Espirituales ¡Ven con nosotros!
P. Manuel Martínez cano, mCR