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Pedro: La partitocracia atea, impuesta por la casta política actual, que desprecia La ley de Dios y la doctrina de la Iglesia, sólo se preocupa de los intereses particulares de la clase política. “El bien común de la sociedad que es elemento esencial de la sociedad humana” (León Xlll). Le importa un pimiento.
Salomé: Es verdad que el “mundo político” ha dado la espalda a Dios y sólo le preocupa la economía y los bienes materiales, en lo que está fracasando día a día. Pero el “mundo político” no agota la realidad humana, más bien es un grupito de presión que manipula a las masas. Nosotros debemos luchar ininterrumpidamente para establecer el orden social cristiano.
Santiago: San Pio X condenó a la democracia que llega al grado de perversidad de afirmar la soberanía del pueblo. El catolicismo liberal del siglo XIX llegó al grado de perversidad de identificar la democracia con el evangelio.
Judit: Es indiscutible que todos tenemos derecho a la vida. Que no es un derecho otorgado por la democracia. La vida es un don divino que debemos cuidar religiosamente. La democracia asesina a niños y niñas inocentes e indefensos. También a deficientes mentales, enfermos, etcétera.
Pablo: Vuelvo a la “soberanía del pueblo”. Si todo poder viene de Dios, como Cristo dijo a Pilato, no hay soberanía del pueblo, ni leyes democráticas. Sólo son leyes auténticas que obligan en conciencia, las leyes positivas conformes con las leyes divinas: La ley eterna, la ley natural y la ley divino positiva.
Rut: No se puede conciliar la “dictadura del relativismo”, condenada por Benedicto XVI, como verdadero cáncer de nuestras culturas, con la verdad absoluta, que enseña la Iglesia y que fundamenta toda verdad objetiva moral o política.
Andrés: Está visto que la nueva religión del Hombre sin Dios, la democracia, impone su ideología agnóstica y materialista a los individuos y a las sociedades. Hasta la Iglesia católica debe someterse a las leyes civiles del Estado.
María: Los católicos no deben buscar los bienes temporales por ellos mismos sino, en tanto en cuanto, les sirven para santificarse en esta vida terrena y alcanzar la eterna felicidad del Cielo.
Mateo: La ley natural, que es la ley divina, debe ordenar la vida de toda sociedad humana en cualquier parte del mundo; sin olvidar que ese orden social debe ser perfeccionado por el orden sobrenatural de la gracia de Dios; si no la sociedad se hará pagana.
Sara: En una sociedad cristiana la ley natural se perfecciona con el Reinado social temporal de Nuestro Señor Jesucristo. Las sociedades políticas, y no sólo las personas individualmente, deben obediencia y culto a Cristo “porque la realeza de Cristo exige que todo el Estado se ajuste a los mandamientos divinos y a los principios cristianos” (Pio XI, Quas Primas, 1925,20).
José: Pienso exactamente lo mismo, y no soy de la opinión reinante en nuestros días, de que el protagonista de la vida social y política es el hombre. Porque el verdadero protagonista de la historia es Cristo, Rey de los individuos y de las naciones.
Magdalena: Sí, porque es verdad que el hombre necesita ser ordenado por la política al bien común; pero por encima de cualquier orden temporal, el hombre está llamado por la moral a vivir virtuosamente y, por la religión, a vivir su filiación divina sobrenaturalmente.
Magdalena Presidenta


