Contracorriente

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Blas Piñar Recuerda a Franco

10 miércoles Abr 2013

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20 de Mayo de 1939, 21 de Mayo de 1939, 6 de Junio de 1939, acepta complacido el esfuerzo de este pueblo, acto solemne, altar de plata repujada, amorosa Providencia, Arca Santa de Oviedo, arrodillado, así como al pueblo cuyo régimen te ha sido confiado. Prenda de ello sea la bendición que te doy en nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, batalla de lepanto, cadenas históricas de Navarra, Cardenal Gomá, carta al Caudillo, catedra de Barcelona, Catedral Primada, Colegiata pirenaica, Cristo de Lepanto, crucifijo, cruzada, de quien procede todo Derecho y todo Poder, diario ABC, don Juan de Austria, El Señor sea siempre contigo. Él, en cu­yas manos están todo Derecho y todo Poder, entregara, España, espada vencedora, espada victoriosa, excelentísimo cabildo, Franco rezó, Gonzalo Redondo, guerra de España, ha vencido con heroísmo al enemigo de la Verdad en este siglo. Señor Dios, Hijo de Dios vivo, hijo ilustre y fidelísimo, honor, Iglesia, Isabel II, Navas de Tolosa, Nuestra Señora de Atocha, para gloria Tuya y de Tu Iglesia: Señor, por tu nombre, préstame Tu asistencia para conducir a este pueblo a la plena libertad y el imperio, que conmigo, que todos los hombres conozcan que Jesús es el Cristo, Roncesvalles, Santa Bárbara de Madrid, Santa Iglesia, Señor, siempre tuyo, te bendiga y con amorosa providencia siga protegiéndote, tributo de gratitud a Dios, y bajo cuyo imperio están todas las cosas

Para mí —lo repito— es evidente que la guerra de España fue una Cruzada, y siéndolo se blas-pic3b1ar-2comprende que el general que la acaudi­lló y la concluyó con la victoria entregara su espada victoriosa, el 20 de mayo de 1939, en un acto solemne en la iglesia de Santa Bárbara de Madrid. Así cuenta dicho acto Gonzalo Redondo: «Arrodillado ante el crucifijo que se alzó en la nave de don Juan de Austria, du­rante la famosa batalla de Lepanto, traído de la catedral de Barce­lona, estando a la izquierda del crucifijo la imagen madrileña de Nuestra Señora de Atocha, con el manto con que la obsequió Isabel II y a la derecha, sobre el altar de plata repujada, el Arca Santa de Oviedo. El presbiterio se encontraba enmarcado por las cade­nas históricas de Navarra, ganadas en las Navas de Tolosa y traídas desde la Colegiata pirenaica de Roncesvalles»

Según recoge el diario ABC, del 21 de mayo de 1939, Fran­cisco Franco rezó así: «Señor, acepta complacido el esfuerzo de este pueblo, siempre tuyo, que conmigo, por tu nombre, ha vencido con heroísmo al enemigo de la Verdad en este siglo. Señor Dios, en cu­yas manos están todo Derecho y todo Poder, préstame Tu asistencia para conducir a este pueblo a la plena libertad y el imperio, para gloria Tuya y de Tu Iglesia: Señor, que todos los hombres conozcan que Jesús es el Cristo, Hijo de Dios vivo».

Franco colocó su espada a los pies del Cristo de Lepanto y el cardenal Gomá, dirigiéndose al Caudillo, le habló así: «El Señor sea siempre contigo. Él, de quien procede todo Derecho y todo Poder, y bajo cuyo imperio están todas las cosas, te bendiga y con amorosa providencia siga protegiéndote, así como al pueblo cuyo régimen te ha sido confiado. Prenda de ello sea la bendición que te doy en nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo».

El cardenal Gomá, que en nombre de la Santa Iglesia bendijo a Franco de todo corazón y se hizo cargo de la espada, en escrito de 6 de junio de 1939 escribió esta carta al Caudillo: «Excmo. Sr.: Juzgo mi deber dar el mayor relieve y permanencia al gesto nobilí­simo y de cristiana edificación de entregarme V.E., en mi calidad de representante de la Iglesia, su espada vencedora, como tributo de gratitud a Dios que, con amorosa Providencia, ayudó a los que lucharon por su honor y por el de España, y como prueba de ve­neración a la Santa Iglesia Católica, de la que VE. es hijo ilustre y fidelísimo. A ese fin he hecho entrega de la histórica espada al Ex­celentísimo Cabildo de nuestra Catedral Primada, para su custodia en el tesoro de dicha iglesia, como puede ver en la copia, que me honro en remitirle, del escrito de entrega que dirigí a la mencionada Corporación. Pido a Dios, del fondo de mi alma, que le premie con la máxima largueza el ejemplo de religiosidad que dio V.E. a España y al mundo, y especialmente que le infunda luz y fortaleza para que triunfe en las arduas tareas de la paz como triunfó en los días heroi­cos de la guerra. Dios guarde a V.E. muchos años»

 

 

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Para la Historia VIII: Respuesta a la Carta Colectiva del Episcopado Español

10 miércoles Abr 2013

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Mensaje del Episcopado Austriaco

A Vuestra Eminencia Reverendísima, Señor Cardenal Primado de España, y a Vosotros todos, Reverendísimos Obispos de España, nosotros, Obispos de Austria, reunidos en la Conferencia anual, enviamos saludo y bendición.

Cuando se desencadenó sobre vosotros la más cruel de las persecuciones, os acompañó nuestra compasión, y unimos nuestras plegarias a las de muchos otros, especialmente del pueblo creyente, para que Dios Nuestro Señor, en su infinita bondad y misericordia, abreviase el tiempo de aflicción, os diese consuelo y auxilio, haciendo surgir abundantes gracias a tan grandes dolores.

Con el mismo fin ordenamos también oraciones públicas en las distintas diócesis. Y al compás que se extendía la persecución de la Iglesia en España aumentaba nuestra admiración ante el espíritu de sacrificio, firmeza, heroísmo y valor en la fe que se han manifestado en vuestro pueblo.

Centenares de sacerdotes y religiosos y seglares católicos españoles han soportado valerosamente y con gran espíritu de sacrificio las más graves posibilidades. De igual manera ahora nos congratulamos con Vosotros, al ver que tantos horrores terminan en bien, de que la victoria del derecho y de la justicia, la victoria del cristianismo, de la fe católica, adelanta cada vez más vuestro país. Así como antes nos condolíamos, ahora nos alegramos del cambio felicísimo obrado en vuestra patria. Así cumplimos las palabras del Apóstol de las Gentes: “Si padece un miembro, todos los otros miembros padecen también. Se honra y enaltece a uno de los miembros, se alegran todos los demás” (1Cor. 12, 26). Tampoco ahora os ha de faltar el concurso de nuestras oraciones para que la victoria definitiva sea expandida. Lo sucedido en estos duros tiempos y lo que actualmente vemos justifica la esperanza de que, como hace siglos a la gran lucha entre el cristianismo y el islamismo sucedió en España brillante floración de nueva cultura cristiana, también ahora se reconfortara la fe y se abrirá en esplendorosa civilización según Cristo.

¡Que la sangre de tantos heroicos mártires ensalce la Iglesia de España a gloria tan sublime y perdurable que no alcance a oscurecerla la persecución pasada, más cruel que las antiguas persecuciones de los cristianos! ¡Que la sangre de tantos heroicos mártires sirva, en esta época de incredulidad y de odio a Dios, para poner de manifiesto el esplendor de la Iglesia de Cristo, para honra de la Santísima Trinidad, para exaltación del Reino de Cristo y el triunfo incontestable de la Santa Iglesia. Ello será, además, dentro de la Iglesia católica, especialmente donde la religión de Cristo es asimismo duramente amenazada y perseguida, consuelo y aliento, despertando renovada esperanza en la gran victoria de la Fe cristiana católica.

Viena, noviembre 1937.

† S. Waitz, Arzobispo de Salzburgo; † Teodoro, Cardenal Innitzer, Arzobispo de Viena.

Tratado de la Verdadera Devoción a la Santísima Virgen María IV

23 miércoles Ene 2013

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10, altísimo, Dios Espíritu Santo, Dios hijo, Dios Padre, dispensadora de gracias, encarnación, espíritu santo, Esposa, excelencia y necesidad de la devoción a la santísima virgen, Exodo 32, fecundidad, fiel Esposa, generala de sus ejércitos, ira de Dios, Israel, israelitas, jesucristo, Moisés, Santa Iglesia, santísima virgen maría, soberana del cielo y de la tierra, tratado de la verdadera devoción

TRATADO DE LA VERDADERA DEVOCIÓN A LA SANTÍSIMA VIRGEN (4)

Parte Primera

DE LA DEVOCIÓN A LA SANTÍSIMA VIRGEN
EN GENERAL

Excelencia y necesidad de la devoción a la Santísima Virgen

20. El Espíritu Santo, que no produce otra persona divina, se ha hecho fecundo por María, con quien se ha desposado. Con Ella, en Ella y de Ella ha producido su obra maestra, que es un Dios hecho hombre; produce todos los días y producirá hasta el fin del mundo los predestinados, que son los miembros del cuerpo de esa cabeza adorable; por eso cuanto más encuentra a María su cara e indisoluble Esposa, en una alma, tanto más deseoso y decidido se muestra a producir a Jesucristo en esa alma, y a esa alma en Jesucristo.

maria

21. No se quiere por esto decir que la Santísima Virgen da fecundidad al Espíritu Santo, cual si de ella careciese, puesto que, siendo Dios, posee la fecundidad infinita; sino que el Espíritu Santo, por la mediación de la Santísima Virgen, de la que tiene a bien valerse, aunque no la necesite absolutamente, pone por obra su fecundidad, produciendo en Ella y por Ella a Jesucristo y sus miembros; misterio de gracia desconocido hasta de los cristianos más sabios y espirituales.

22. Y la conducta que las tres Personas de la Santísima Trinidad han observado en la Encarnación y en la primera venida de Jesucristo, la siguen todos los días, de una manera invisible, en la Santa Iglesia, y la observarán hasta la consumación de los siglos, aun en la última venida del Señor.

23. Dios Padre, que ha hecho un conjunto de todas las aguas, que ha llamado mar, ha hecho un conjunto de todas sus gracias, que ha llamado María. Este gran Dios tiene un tesoro o un depósito muy rico, en el que ha encerrado cuanto hay de hermoso, de radiante, de raro y de precioso, hasta su mismo Hijo; y este inmenso tesoro no es otra cosa sino María, que los Santos llaman el tesoro del Señor, y de cuya plenitud se enriquecen los hombres.

24. Dios Hijo ha comunicado a su Madre cuanto ha adquirido por su vida y su muerte, sus méritos infinitos y sus virtudes admirables, y la ha hecho tesorera de todo lo que su Padre le ha dado en herencia; por Ella aplica sus méritos a sus miembros; por Ella comunica sus virtudes y distribuye sus gracias; es su canal misterioso, es su acueducto de oro por el que hace pasar suave y abundantemente sus misericordias.

25. Dios Espíritu Santo ha comunicado a María, su fiel Esposa, sus dones inefables, y la ha escogido como dispensadora de todo lo que posee; de manera que Ella distribuye a quien quiere, cuanto quiere, como quiere y cuando quiere, todos sus dones y sus gracias, y ningún don celestial se hace a los hombres sin que pase por sus manos virginales, pues tal ha sido la voluntad de Dios, que ha querido que lo tengamos todo por María; así será enriquecida, enaltecida y honrada por el Altísimo, la que se ha empobrecido, humillado y ocultado hasta el fondo de la nada por su profunda humildad durante toda su vida. He aquí los sentimientos de la Iglesia y de los Santos Padres.

26. Si hablase con los espíritus fuertes de estos tiempos, todo lo que sencillamente manifiesto, lo probaría más extensamente por las Santas Escrituras y por los Santos Padres, cuyos pasajes en latín citaría; probaría todo esto con razones que pueden verse citadas por el Rdo. P. Poiré, de la Compañía de Jesús, en su Triple corona de la Santísima Virgen; pero como hablo particularmente con los sencillos, que siendo gentes de buena voluntad y que tienen más fe que la generalidad de los sabios, creen con más sencillez y con más mérito, me contento con declararles simplemente la verdad sin detenerme a citarles los pasajes latinos que no entienden. Prosigamos.

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27. Perfeccionando la gracia a la naturaleza, y perfeccionando la gloria a la gracia, es cierto que Nuestro Señor, hasta en el cielo, es tan Hijo de María como lo era en la tierra, y que, por consiguiente, ha conservado la sumisión y la obediencia más perfecta de todas las criaturas hacia la mejor de todas las madres. Pero conviene no ver en esta dependencia la menor humillación o imperfección en Jesucristo, pues encontrándose María muy por debajo de su Hijo, que es Dios, no le manda como una madre de la tierra mandaría a su hijo, que es inferior a ella; María, transformada toda en Dios por la gracia y por la gloria que transforma a todos los Santos en El, no pide, no quiere ni hace cosa alguna que sea contraria a la eterna e inmutable voluntad de Dios. Así, cuando se lee en los escritos de los Santos Bernardo, Buenaventura, Bernardino, etc., que en el cielo y en la tierra, todo, incluso el mismo Dios, está sometido a la Santísima Virgen, se entiende que la autoridad que Dios ha tenido a bien confiarle es tan grande, que parece que posee el mismo poder que Dios, y que sus ruegos y peticiones tienen tanto poder para con Dios, que siempre pasan como mandatos de un Dios que nunca desoye el ruego de su querida Madre, porque siempre respeta y se conforma con su voluntad.

Si Moisés, por la fuerza de su ruego contuvo la ira de Dios sobre los israelitas de un modo tan poderoso, que no pudiendo el Altísimo y misericordioso Señor desestimarlo, le dijo que le dejase encolerizarse y castigar a ese pueblo rebelde, ¿qué debemos pensar nosotros, con más motivo, de las súplicas de la humilde María y digna Madre de Dios, que tiene más influencia para con su Majestad que las oraciones e intercesiones de los ángeles y de los Santos todos del cielo y de la tierra? (Exodo 32,10).

28. María manda en el cielo a los ángeles y a los bienaventurados. Como recompensa de su profunda humildad, Dios le ha dado el poder y el encargo de llenar de Santos los tronos vacíos de los ángeles apóstatas caídos por el orgullo. Tal es la voluntad del Altísimo, que engrandece a los humildes, que el cielo, la tierra y el infierno se sujetan de bueno o de mal grado a los mandatos de la humilde María, a quien ha hecho Soberana del cielo y de la tierra, generala de sus ejércitos, tesorera de su hacienda, dispensadora de sus gracias, obradora de sus grandes maravillas, reparadora del género humano, mediadora de los hombres, exterminadora de los enemigos de Dios y fiel compañera de sus grandezas y de sus triunfos.

 

 

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