Unos cincuenta jóvenes de 15, 16 y 17 años, asaltaron el colegio Salesiano María Auxiliadora de Mérida (Badajoz). Gritaban: dónde están los curas, que los vamos a quemar. Más educación pública y menos crucifijos. Los asaltantes portaban banderas republicanas e insultaron a los profesores calificándolos de putos fascistas y pintaron frases groseras por el colegio. Los educados republicanos en los derechos democráticos laicistas, portaban teléfonos móviles para grabar las acciones y palabras de los profesores si intentaban echarlos: tú tócame, que te grabo y se te cae el pelo porque soy menor, decían con altanería. No creo que los colegios públicos eduquen de semejante manera a sus alumnos: prohibido prohibir, es suicida y demencial.
Más bien creo que estos adolescentes han sido adiestrados y deformados por medios de comunicación corruptos que difunden ideologías inhumanas y salvajes. Me imagino que sus padres son personas honradas y sencillas. También las ideologías políticas están haciendo estragos entre la juventud y los adultos. Caminando por las montañas hacia una ermita, un estudiante de segundo de bachillerato, me dijo: Franco fue un tirano que pisoteó los derechos humanos; los demócratas hemos conseguido el derecho al aborto y otros muchos más.
Estos jóvenes tienen toda la razón del mundo, son muy coherentes con las ideologías luciferinas que les han inculcado en sus mentes y en sus corazones. Si el aborto es un derecho humano democrático, todos los bien nacidos tienen el sagrado deber de luchar para desterrar de España y del mundo esos derechos humanos satánicos.
Vamos a quemar a los curas. Nada nuevo hay bajo el sol. En 1932, la logia masónica Perseverancia, en un escrito titulado la Compañía de Jesús decía: Guerra sin cuartel a esos perturbadores del orden público y de la paz universal; persigámosles hasta sus madrigueras para sacarlos después a la publicidad con toda la enormidad de sus vicios y crímenes sin cuentos, y el grito unánime de todos los pueblos, de todas las razas, sea una vez; ¡Abajo los jesuitas! Jesús Hernández, dirigente del Partido Comunista, dijo en 1934: para el triunfo revolucionario del pueblo habrá que destruir todo cuanto se refiere a la Iglesia, haciendo comprender a los obreros en general, la realidad de que la Iglesia es un Estado administrativo que se encarga de robar a los pobres para enriquecer a los ricos. El 26 de julio de 1936 la CNT anunciaba: no queda ninguna iglesia ni convento en pie, pero apenas han sido suprimidos de la circulación un dos por ciento de los curas y monjas. La hidra religiosa no ha muerto. Conviene tener esto en cuenta y no perderlo de vista para ulteriores objetos. El 15 de agosto de 1936, en unas páginas se escribía: La Iglesia ha de desaparecer para siempre (…) no existen covachuelas católicas. Las antorchas del pueblo las han pulverizado (…) hay que arrancar la Iglesia de cuajo (…) las órdenes religiosas han de ser disueltas. Los obispos y cardenales fusilados. Y los bienes eclesiásticos han de ser expropiados.
Ladrones, mentirosos y asesinos. Con tales maestros no debe sorprendernos la aventura de los adolescentes demócratas republicanos de Mérida.
P. Manuel Martínez Cano, mCR
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