Contracorriente

~ Blog del P. Manuel Martínez Cano, mCR

Contracorriente

Archivos mensuales: junio 2013

Para la Historia: Respuesta a la Carta Colectiva del Episcopado Español XVII

12 miércoles Jun 2013

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10 de octubre de 1937, católica España, cáliz de la amargura, cerdeña, conmiseración, contra Dios, contra los poderes de la impiedad, cruzada, ejemplo sublime de heroísmo, Episcopado Español, episcopado sardo, España, heroicos hermanos nuestros, Iglesia Santa, indomable fortaleza, Italia, ofensas cometidas, para la historia, profanaciones, pueblo, respuesta a la carta colectiva del episcopado español, seminario regional de cuglieri, tierra bendita de María Santísima, vuestra fe

Episcopado Sardo

Al Excmo. Episcopado español.

Cerdeña (Italia).

Venerables Hermanos:

Hemos leído con grande conmiseración vuestra reciente Carta, y con profundo dolor condividimos con Vosotros el cáliz de amargura que apuráis, por tantas profanaciones y ofensas cometidas contra Dios y su Iglesia Santa y con tanto detrimento de las almas en esa tierra bendita de María Santísima, vuestra queridísima España.

Pero en medio a tanta desventura y a tan desastrosa devastación de la patria vuestra, un pensamiento nos consuela y nos conforta, cual es, Venerables Hermanos, el ver vuestra fe y la de vuestro pueblo, tan invenciblemente profesada a la faz del mundo y delante de todos los tribunales, tan ardientemente defendida contra todos los enemigos, aun con el sacrificio de la vida, dando así a la Iglesia de Dios y a las naciones cristianas un ejemplo sublime de heroísmo y de indomable fortaleza, digno del fervor de los primeros tiempos del Cristianismo.

Verdaderamente, el auténtico pueblo de la católica España ha sabido en la tórbida hora que corre mantener altísimo el lábaro de su fe con el heroísmo de sus hijos, encuadrados en una nueva Cruzada contra todos los poderes de la impiedad, conjurados contra Dios y la Patria. Nuestro pueblo, por cuyas venas corre aún antigua sangre española, fraternalmente os admira, Venerables Hermanos, y aplaude conmovido vuestra fe y vuestro heroísmo.

Unidos más que nunca a Vosotros, ¡oh heroicos Hermanos Nuestros!, os aseguramos para consuelo vuestro que nuestras poblaciones, nuestro amado Clero y Nosotros, no cesamos de rogar por vosotros al Señor y a su bendita Madre -que otra vez a través de las ondas del mar ha querido llegar a nuestras playas, desde vuestras remotas riberas, en una hermosa Imagen suya, profanada por el fuego bolchevique-, a fin de que pronto el arco iris de la paz dé otra vez a la grande España la inmarcesible gloria de católica, nuevamente templada en el fuego y en la sangre de la persecución y aureolada con la corona real de innumerables mártires.

Tales sentimientos, Venerables Hermanos, nos brotan ardentísimos del corazón precisamente en la vigilia de la canonización del ínclito taumaturgo y connacional vuestro, el Beato Salvador de Horta, del cual nos gloriamos de poseer el venerado cuerpo.

De nuevo os presentamos nuestros más devotos obsequios, y en el Corazón Sacratísimo de N. S. Jesucristo nos profesamos siempre vuestros, Veneradísimos Hermanos: †Ernesto M. Piovella, Arzobispo di Cagliari; † Frateangelo Mazzotts, Arclv. S. Sassan; † Francesco D. Errico, Vesc. di Alghero; † Giovanni Piraftru, Vescovo d’lglesias; † Nicolo Frazioli, Vescovo di Rosa; † Giorgio Debico, Arcv. di Oristarco; † Francesco Emanuelli, Vescovo di Ales; † Albino Morera, Vescovo di Tempio; † Giuseppe Cogoni, Vescovo di Nuorco; † Igino M. Serci, Vescovo d’Azieri; † Lorenzo Basoli, Vescovo dell’Ogliastra.

Del Seminario Regional de Cuglieri, el 10 de octubre de 1937.

Tratado de la Verdadera Devoción a la Santísima Virgen XXIII

12 miércoles Jun 2013

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a Jesús por María, alma, Bautismo, buena acción, buena accións, buenas obras, consagrados a Jesucristo, consagrarse a María, consiste en estar conformes, devoción, devoción a la santísima virgen, devoción más excelente, Dios, entrega el alma a María, entregarle, entregarse enteramente, impetratorio, maría, más conforme a Jesucristo, mérito, merece la gracia y la gloria eterna, modelo de toda santidad, nuestra alma, nuestra perfección, nuestro cuerpo, nuestro Redentor, Nuestro Señor, nuestros bienes exteriores, nuestros bienes interiores y espirituales, obtiene alguna nueva gracia, orden de la naturaleza, orden de la racia, Orden religiosa, perfecta consagración, perfecta consagración a Jesucristo, perfecta y entera consagración de sí mismo, por toda la eternidad, promesas, renovación de los votos, santísima virgen, satisfacción, satisface la pena debida al pecado, ser todo de Jesucristo, sin reserva ninguna, Su Santa Madre, unidos, valor meritorio, valor satisfactorio

Parte Segunda

DE LA DEVOCIÓN MÁS EXCELENTE
A LA SANTÍSIMA VIRGEN

En qué consiste la perfecta consagración a Jesús por María

120. Toda vez que nuestra perfección consiste en estar conformes, unidos y consagrados a Jesucristo, la más sagrados corazonesperfecta de todas las devociones es sin duda alguna la que nos conforma, une y consagra más perfectamente a este acabado modelo de toda santidad; y pues que María es entre todas las criaturas la más conforme a Jesucristo, es consiguiente que entre todas las devociones, la que consagra y conforma más un alma a Nuestro Señor, es la devoción a la Santísima Virgen, Su Santa Madre, y cuanto más se consagre un alma a María, más se unirá con Jesucristo, y, he aquí por qué la perfecta consagración a Jesucristo no es otra cosa que una perfecta y entera consagración de sí mismo a la Santísima Virgen, y ésta es la devoción que yo enseño; o con otras palabras, una perfecta renovación de los votos y promesas del santo Bautismo.

121. Consiste, pues, esta devoción en entregarse enteramente a la Santísima Virgen para ser todo de Jesucristo por medio de María. Es menester entregarle: 1.º, nuestro cuerpo con todos sus sentidos y sus miembros; 2.º, nuestra alma con todas sus potencias; 3.º, nuestros bienes exteriores, o sea nuestra fortuna presente y futura; 4.º, nuestros bienes interiores y espirituales, o sea nuestros méritos, nuestras virtudes y nuestras buenas obras pasadas, presentes y futuras; en una palabra: todo lo que tenemos en el orden de la naturaleza y en el orden de la gracia, y todo lo que lleguemos a tener en lo porvenir en el orden de la naturaleza, de la gracia y de la gloria, y esto sin reserva ninguna, ni de un céntimo, ni de un cabello, ni de la menor buena obra, y además por toda la eternidad, y sin pretender ni esperar ninguna otra recompensa de nuestra ofrenda y de nuestros servicios, que la honra de pertenecer a Jesucristo por María y en María, aun cuando esta amable Senora no fuere, como lo es siempre, la más liberal y reconocida de las criaturas.

122. Es preciso notar aquí que en todas las buenas obras que hacemos, hay dos cosas, a saber: la satisfacción y el mérito, o sea el valor satisfactorio o impetratorio, y el valor meritorio. El valor satisfactorio o impetratorio de una buena obra, es una buena acción en tanto en cuanto satisface la pena debida al pecado, o que obtiene alguna nueva gracia; el valor meritorio, o el mérito, es una buena acción en cuanto merece la gracia y la gloria eterna.
Así es que en esta consagración de nosotros mismos a la Santísima Virgen le damos todo el valor satisfactorio, impetratorio y meritorio, o sea las satisfacciones y los méritos de todas nuestras buenas obras; le damos nuestros méritos, nuestras gracias y nuestras virtudes, no para comunicarlas a otros (porque nuestros méritos, gracias y virtudes son, propiamente hablando, incomunicables, y no ha habido más que Jesucristo, que, haciéndose nuestro fiador para con su Padre, nos haya podido comunicar sus méritos), sino para que nos las conserve, aumente y embellezca, como diremos más adelante; le damos nuestras satisfacciones para que las comunique a quien más sea de su agrado, y para la mayor gloria de Dios.

123. De todo esto se deduce, que: 1.º, por esta devoción se da uno a Jesucristo de la manera más perfecta, por lo mismo que se da por manos de María, y entrega el alma a María, y todo lo que se le puede dar, y mucho más que por las demás devociones, por las que se da, o una parte del tiempo, o una parte de sus buenas obras, o una parte de sus satisfacciones y mortificaciones. Por esta devoción todo se da y se consagra, hasta el derecho de disponer de los bienes interiores y de las satisfacciones que se ganan por sus buenas obras diariamente, lo que no se hace en ninguna Orden religiosa. En las Ordenes religiosas se dan a Dios los bienes de fortuna por el voto de pobreza, los bienes del cuerpo por el voto de castidad, la propia voluntad por el voto de obediencia, y algunas veces la libertad del cuerpo por el voto de clausura; más no se le da la libertad o el derecho que se tiene de disponer del valor de las buenas obras, y no se despoja, en cuanto es posible, de lo que el cristiano tiene de más precioso y caro, que son sus méritos y satisfacciones.

124. 2.º Una persona que así se consagra y sacrifica voluntariamente a Jesucristo por María, no puede ya disponer del valor de ninguna de sus buenas acciones, todo lo que sufre, todo lo que piensa, dice y hace de bueno, pertenece a María, a fin de que de ello disponga María según la voluntad de su Hijo y a su mayor gloria, sin que esta dependencia perjudique, sin embargo, de ninguna manera a las obligaciones del estado en que setotus tuus esté actualmente, o en el que se pueda estar en adelante, v. gr., a las obligaciones de un sacerdote que por su oficio o de otra manera debe aplicar el valor satisfactorio e impetratorio de la Santa Misa a un particular, porque no se hace esta ofrenda sino según el orden de Dios y los deberes del propio estado.

125. 3.º Todo justo se consagrará a la Santísima Virgen y a Jesucristo: a la Santísima Virgen, como el medio más perfecto que Jesucristo ha escogido para unirse a nosotros y unirnos con El, y a Nuestro Señor, como a nuestro último fin, al que debemos todo lo que somos, como a nuestro Redentor y nuestro Dios.

 

Imitación de Cristo XXIII

12 miércoles Jun 2013

Posted by manuelmartinezcano in Uncategorized

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acción varonil, amigo de Cristo, apaciguar a los otros, aprovecha más, buen celo con el prójimo, buena paz, celo contigo, convierte el bien en mal, de ligero cree en lo malo, deja él sus obligaciones, descontento y alterado, después, disculpas ajenas, disimular tus faltas, duros, excusar, excusases a tu hermano, gracia, hacer lo que más convendría, heredero del Cielo, hombre apasioando, hombre bueno, hombre pacífico, loable, mal acondicionados, mayor paz, más justo, mejor padecer, miserable vida, muy letrado, pacífico, paz, paz con los otros, paz consigo, perversos, ponte, que te acusases a ti, se atormenta, señor del mundo, sufre al otro, sufrimiento humilde, vencedor de sí mismo, verdadera caridad, verdadera humildad, vivir en paz

Libro Segundo

EXHORTACIÓN A LA VIDA INTERIOR

Capítulo 3

Del hombre bueno y pacífico

1. Ponte primero a ti en paz, y después podrás apaciguar a los otros.
El hombre pacífico aprovecha más que el muy letrado.
El hombre apasionado, aun el bien convierte en mal, y de ligero cree lo malo.
El hombre bueno y pacífico todas las cosas echa a buena parte.
El que está en buena paz, de ninguno sospecha.
El descontento y alterado, con diversas sospechas se atormenta; ni él sosiega, ni deja descansar a los otros.
Dice muchas veces lo que no debiera, y deja de hacer lo que más le convendría.
Piensa lo que otros deben hacer, y deja él sus obligaciones.
Ten, pues, primero celo contigo, y después podrás tener buen celo con el prójimo.

2. Tú sabes excusar y disimular muy bien tus faltas, y no quieres oír las disculpas ajenas.
Más justo sería que te acusases a ti y excusases a tu hermano.
Sufre al otro, si quieres que te sufran.
Mira cuán lejos estás aún de la verdadera caridad y humildad, la cual no sabe desdeñar y airarse sino contra sí.
No es mucho conversar con los buenos y mansos, pues esto a todos da gusto naturalmente, y cada uno de buena gana tiene paz y ama a los que concuerdan con él.
Pero poder vivir en paz con los duros, perversos y mal acondicionados, y con quien nos contradice, grande gracia es y acción varonil y loable.

3. Hay algunos que tienen paz consigo y también con los otros.
Otros hay que ni la tienen consigo ni la dejan tener a los demás; molestos para los otros, lo son más para sí mismos.
Y hay otros que tienen paz consigo, y trabajan en reducir a la paz a los otros.
Pues toda nuestra paz en esta miserable vida está puesta más en el sufrimiento humilde que en dejar de sentir contrariedades.
El que sabe mejor padecer, tendrá mayor paz. Este es el vencedor de sí mismo y señor del mundo, amigo de Cristo y heredero del cielo.

Página para Meditar

05 miércoles Jun 2013

Posted by manuelmartinezcano in Padre Alba, Uncategorized

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Corazón Inmaculado de MAría, nada podemos sin María, página para meditar, san juan de ávila, Santa Catalina

Dios nos ha manifestado claramente su voluntad. Pudo redimirnos sin María y no quiso. Tampoco quiere salvarnos y santificarnos sin María. Dios creó a María para hacerla nuestra madre y santificó a María para hacerla causa de nuestra santificación. Nada podemos sin María. Todo lo podemos en los brazos de María.

Toda la vida cristiana pasa por María, como pasa por María el único camino que lleva al cielo. San Juan de Ávila decía que prefería perder toda la piel a perder la devoción a la Virgen María. Decía Santa Catalina que si una gota del amor de Dios pudiera caer en el infierno, lo convertiría en el Cielo, y a todos los demonios los convertiría otra vez en ángeles. El Corazón Inmaculado de María recoge todo el amor de Dios a los hombres. Por eso quien vive en el Corazón de la Virgen María, vive ya en el Cielo y por muy pecador que sea, se transformará en un ángel de santidad y pureza.

Mayo ha de ser para nosotros mes de María, para María, con María, y de vida en María. Nuestra vocación es la de ser santos. Santos ahora que somos jóvenes. Si como decía San Juan Berchmans, no nos santificamos de jóvenes, ¿seremos santos después?

Tomemos la obra de nuestra santificación como la obra primera, la obra única que debemos realizar en la tierra. Empecemos esa obra de la mano de María y llamando a María a todas horas. Las santidad será fácil para todos nosotros si vivimos así el amor a María. Hoy el mundo necesita santos a todos los niveles. Es lo mismo que decir que necesita salvarse por jóvenes que se entreguen a María. Ella les hará grandes santos.

 

Rvdo. P. José María Alba Cereceda, S.I.
Meridiano Católico Nº 38,mayo de 1980

 

 

Niñas y niños,
 venid con nosotros
a las Colonias del Padre Alba.
Sana diversión, santa formación.
Del 4 al 14 de julio.

 

Chicas y chicos,
venid con nosotros
a los Campamentos del Padre Alba.
Sana diversión y santa formación.
Del 29 de julio al 11 de agosto.

Mundanidad y Caridad

05 miércoles Jun 2013

Posted by manuelmartinezcano in P. Manuel Martínez Cano, Uncategorized

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antiguo testamento, apóstol de la caridad, ayuno, beata teresa de calcuta, combatir la mundanidad, diablo, el amor al dinero es la raíz de todos los males, el sudario no tiene bolsillos, hombre moderno, iglesia mundana, limosna, mundo, nuestro rey y señor, nuestro señor Jesucristo, oración, príncipe de este mundo, San León Magno, san pablo, santo padre franisco, Timoteo

El Santo padre Francisco pide que defendamos a la Iglesia con valentía: “protegerla del príncipe de este mundo (el diablo) y lo que el diablo quiere, es que la Iglesia se convierta en más mundana ¡Este es el mayor peligro! Cuando la Iglesia se vuelve mundana, cuando tiene dentro de sí el espíritu del mundo”. He predicado y escrito muchas veces que el peor enemigo del alma es “el mundo”. En todos los catecismos que he leído aparece siempre como el primero de los tres enemigos del alma: el mundo, el demonio y la carne.

No olvidemos que Nuestro Señor Jesucristo, le pide al Padre eterno que nos libre del mundo. “El mundo”, es todo aquello que se puede comprar con dinero, usándolo desordenadamente. Y se caracteriza por una mentalidad particularmente sensible a las tentaciones del egoísmo, la vanidad, hedonismo y la tibieza. Muchos medios de comunicación social difunden constantemente un estilo de vida mundano, inspirado por el príncipe de este mundo, el diablo.

El hombre moderno, que ha sido creado para amar a Dios y al prójimo, incluso al enemigo, se deja arrastrar por el mundo: gastos superfluos, espectáculos obscenos, modas inmorales, leyes antihumanas, drogas…. Nada mundano puede llevar un corazón cristiano. Nada puede suplir el amor de Dios. Es verdad que todo lo que Dios ha creado es bueno; que hemos de divertirnos, vestirnos, comer y beber… pero siempre según la ley divina, resumida en los diez mandamientos de la ley de Dios y los cinco de la santa madre Iglesia.

Las cosas mundanas, nos apartan de Dios. No es posible la amistad íntima con nuestro Padre del Cielo sin la lucha constante contra el “hombre viejo”, que nos dice san Pablo. Quien se obsesiona con las cosas mundanas, se inutiliza para la vida de perfección cristiana. No goza de la libertad necesaria para amar a Dios y al prójimo de todo corazón. Las cosas mundanas, cosifican al hombre que se convierte en una cosa más. Sin la necesaria, mortificación y penitencia es imposible la vida amorosa entre las almas y Dios.

Para combatir la mundanidad la Iglesia nos propone la práctica de la oración, el ayuno y la limosna. La limosna cristiana por amor a Cristo en los pobres, no debe reducirse a la entrega de unas monedas a un indigente. La madre de los pobres más pobres, beata Teresa de Calcuta, decía que hemos de dar hasta que nos duela. La práctica de la caridad cristiana exige mucho más que dar limosna. Obliga al católico a amar al prójimo, escucharle, darle afecto, un consejo, compañía…..

San Pablo advertía a Timoteo de que “el amor al dinero es la raíz de todos los males” (Tim 3, 10). Ya el Antiguo Testamento exhortaba a dar limosna: “Haz limosna y no se te vayan los ojos tras lo que das. No apartes el rostro de ningún pobre. Y Dios no los apartara de ti. Si abundares en bienes, haz de ellos limosna, y si estos fueran escasos, según tu escasez, no temas hacer limosna” (Tob. 4,7). Amemos a Dios y al prójimo no al dinero y no caeremos en la “mundanidad”.

Nuestro Rey y Señor, dice: “Venid benditos de mi Padre, tomad posesión del reino preparado para vosotros desde la creación del mundo. Porque tuve hambre y me distéis de comer” (Mt. 35-40). A los que no dan de comer a los pobres, Cristo les dice: “id malditos al fuego eterno”. También nos dijo el Señor: “bienaventurados los pobres”. Seamos pobres de espíritu y repartamos nuestros bienes a los necesitados que es, cabalmente, todo lo contrario de lo que hacen los que se dejan arrastrar por las cosas mundanas y vanas.

El apóstol de la caridad nos dice: “El que tuviere bienes de este mundo y viendo a su hermano pasar necesidad le cierra las entrañas ¿Cómo mora en él la caridad? Hijitos, no amemos de palabra ni de lengua, sino de obra y de verdad”. San León Magno dice: “La devoción que más agrada a Dios es la de preocuparse de sus pobres”. Un apotegma de los Padres del desierto afirma: “poseer sólo lo que no se pierde al morir”. Con estas palabras lo decía la abuela del Santo Padre Francisco: “El sudario no tiene bolsillos”.

 

P. Manuel Martínez Cano, mCR

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