Contracorriente

~ Blog del P. Manuel Martínez Cano, mCR

Contracorriente

Archivos diarios: 3 julio, 2013

Vida de San José III: Su Edad

03 miércoles Jul 2013

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Sobre la edad que tenía San José al contraer matrimonio con la Virgen María, no nos dicen nada los Evangelios. Unos san-jose-de-nazaretsostienen que era joven hermoso y adornado de toda virtud, y otros lo presentan como si fuera ya viejo y hasta octogenario, y en esta opinión tal vez hayan influenciado los libros apócrifos que hablan exageradamente en este sentido; pero esto no puede sostenerse, porque no es conforme con los Evangelios que reflejan la personalidad de San José como el protector de la Sagrada Familia y padre nutricio de la misma, que exigía fortaleza en su misión, como era el acompañarles vg. en sus viajes penosos, de Belén a Egipto, de Egipto a Nazaret, de Nazaret a Jerusalén, etc., y el desempeño de oficio de carpintero. Su edad estaba sin duda alguna en relación con la de la Virgen María.

Una israelita solía casarse alrededor de los quince años, y un israelita alrededor de los dieciocho o veinte años, y esta (tal vez pocos años más) tuvo que ser la de San José, y es la que sostenemos, porque las costumbres de entonces como las de ahora tenían que reprobar una unión tan desigual como sería la de un anciano con una adolescente y sería algo injurioso a San José.

Los que sostienen que San José era de edad avanzada para afirmar mejor la virginidad perpetua de María, miran muy humanamente esta cuestión, pues tenemos que decir como enseña Santo Tomás que «cuando Dios elige a un hombre para determinado cargo, entonces derrama sobre él todas las gracias conducentes para adquirir idoneidad en aquel cargo», y éstas pudo concedérselas a San José en su plena juventud.

San Alfonso María de Ligorio nos dice que «al disponer Dios que José ejerciese el oficio de padre respecto de la persona del Verbo encarnado débese tener la certidumbre que le confirió todas las dotes de sabiduría y santidad que para tal cargo se requerían; ni cabe poner en duda que le enriqueció además con todos los privilegios y gracias a los demás santos concedidos.

En sentir de Gersón y de Suárez (y otros teólogos), tres fueron los privilegios especiales que caracterizaron a José:

1.° El ser santificado desde el vientre de su madre, como Jeremías y el Bautista.

2.° El de haber sido asimismo confirmado en gracia.

3.° El de estar exento de los apetitos de la concupiscencia; de cuyo privilegio suele San José, por los méritos de su pureza, hacer participantes a sus devotos, librándolos de los movimientos de la carne».

Catecismo Social XX: Democracia I

03 miércoles Jul 2013

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1 -La democracia, ¿no es el ideal político de todo hombre civilizado?

La palabra democracia es muy equívoca. La utilizan partidos y hombres visceralmente opuestos. Quizá nos sirvan para catecismo socialaclarar y enfocar el problema las distinciones que presenta Maritain en su obra «Primacía de lo espiritual», Dice el aludido filósofo francés: «La filosofía deberá, so pena de embrollarlo todo, distinguir tres sentidos en la palabra DEMOCRACIA:

1.º LA DEMOCRACIA COMO TENDENCIA SOCIAL, recomendada por los Papas (demofilia, democracia cristiana), y que no es otra cosa que el celo por dar a las clases laboriosas, más que nunca oprimidas en el mundo moderno, condiciones de vida humanas, exigidas, no solamente por la caridad, sino primeramente por la justicia.

2.° LA DEMOCRACIA POLITICA, entendida en el sentido de Aristóteles y Santo Tomás, y que la Iglesia como la filosofía consideran como una de las formas de gobierno posibles en derecho (e indicadas o contraindicadas, de hecho, según las condiciones y las formas históricas).

3.° EL DEMOCRATISMO, o la democracia en el sentido de Rousseau, digamos el mito religioso de la democracia, que es algo muy diferente del régimen democrático legítimo. La democracia así entendida se confunde con el dogma del pueblo soberano, que unido al dogma de la voluntad general y de la ley expresión del número, constituye, al límite, el error del panteísmo político (la multitud: Dios)». Son aceptables las definiciones primera y segunda de la democracia, aquí expuestas. Pero el católico no puede profesar la democracia rousseauníana, o sea la democracia que se basa en el sufragio universal inorgánico, que promulga una ley por la simple razón de la mayoría de votos y que proclama que la autoridad proviene de la soberanía popular.

 

2 –Es indudable que la Iglesia, por naturaleza, es democrática.

Este lenguaje es una aplicación mimética del aspecto político, o sea, es medir la Iglesia, Cuerpo Místico de Cristo, con categorías humanas. La Iglesia no es una democracia. La Iglesia es la Iglesia, o sea, el pueblo de Dios vivificado por el Espíritu Santo, regido por el Papa y los sucesores de los Apóstoles, sociedad visible y místicamente divinizada por la Revelación, la Santa Misa, los Sacramentos, y todo el depósito de la fe. La Iglesia no es una democracia ni una monarquía absoluta. La antinomia mayoría-minoría no tiene ningún sentido dentro de la Iglesia. ¿Algo es válido porque lo dice la mayoría o porque una minoría lo sostiene? Ni una cosa ni otra. Sobre esto el Evangelio, como en todo, es definitivo. Cuando Jesús promete y anuncia la Eucaristía, la mayoría se escandaliza. Pedro proclama y profesa su fe en Jesús. «Desde entonces muchos de sus discípulos se retiraron y ya no le seguían, y dijo Jesús a los doce: ¿Queréis iros vosotros también? Respondióle Simón Pedro: Señor, ¿a quién iríamos? Tú tienes palabras de vida eterna, y nosotros hemos creído y sabemos que tú eres el Santo de Dios» (Jn. VI, 66-67). Y Pedro acierta no porque sea minoría, sino porque es fiel al Espíritu Santo. Jesús añade: «¿No he elegido yo a los doce? Y uno de vosotros es un diablo. Hablaba de Judas Iscariote, porque éste, uno de los doce, había de entregarle» (Jn. VI, 70-71). Aquí resplandece la verdad que exponemos. Hay una mayoría que se equivoca, Pedro -minoría- que es iluminado sobrenaturalmente, y Judas -minoría- que entregará a Jesús y será el traidor. La Iglesia no funciona con la dialéctica de las mayorías y minorías, con las encuestas, con los movimientos de opinión formados de la manera que sea. La Iglesia no está fundada sobre la cantidad, sobre el número, sobre el materialismo, sobre los sufragios. La Iglesia no es democrática, según el idioma utilizado en la jerga política. Vive y se identifica con la Iglesia aquel que realmente está atento a las «palabras de vida eterna». Toda otra aplicación es profanar el misterio divino de la Iglesia.

 

Para la Historia XX: Respuesta de los Obispos Rumanos a la Carta Colectiva del Episcopado Español

03 miércoles Jul 2013

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Eminentísimo Príncipe Primado:

Desde que estalló en el catolicísimo Reino de España la horrible guerra civil hemos seguido, tristes y condolidos, la valiente lucha de los fieles españoles contra las hordas diabólicamente organizadas del comunismo ateo internacional, empeñado con tesón satánico y artero en desgarrar del seno de la Santa Madre Iglesia un Reino célebre por su catolicismo y en destruir en el corazón de los fieles el Reinado de Cristo Rey. Ni un día hemos cesado de implorar la divina clemencia por nuestros hermanos de España, en la atroz prueba que padecen en defensa de la fe heredada y de sus patrias libertades; asimismo hemos exhortado a nuestros niños inocentes a hacerlo también con instancia, a la vez que por medio de nuestra prensa católica poníamos ante los ojos de nuestros diocesanos la verdad de lo que en España acaecía y el grave peligro que se cierne sobre la civilización cristiana entera.

Pero desde que recibimos la Carta Colectiva de Vuestra Eminencia y de los demás Excelentísimos Prelados españoles, fecha de 1° de Julio, vemos aún con más claridad lo que de antes nos decía nuestro instinto católico: los horrendos crímenes y atrocidades en España cometidos; los millares de templos venerados por su antigüedad, incendiados y asolados; los nuevos mártires españoles, diez Obispos, innumerables sacerdotes, religiosos y vírgenes consagradas a Dios; los cientos de miles de héroes, conocidos o no, que han dado su vida intrépidamente por defender la religión de sus padres. Al recordarlo y meditarlo no es posible ni contener la admiración ante tamaño heroísmo ni dejar de llorar con Vosotros tanta ruina, fruto del odio satánico.

Con estos sentimientos de fraterna caridad, los Obispos rumanos del Rito Latino, al juntarnos en la Conferencia Episcopal, deseamos de lo íntimo del alma manifestar a V. Emma. la compasión fraterna y el dolor al ver tan cruelmente desgarrado en vuestra patria el Cuerpo de Cristo, y al propio tiempo aseguraros que no hemos de cesar en nuestras asiduas oraciones, para que la Divina Misericordia se digne poner fin cuanto antes a la guerra fratricida de España. Mientras tanto, confiamos firmemente en que la Divina Clemencia, que suscitó en la nobilísima nación española tantos y tan grandes santos: Ignacio, Juan de la Cruz, José de Calasanz, Santa Teresa; y por el celo español trajo a la fe toda la América española, también en nuestros días, por las súplicas y heroicos ejemplos de los católicos españoles, y principalmente por la sangre de los nuevos mártires, derramada en honra de Cristo, traerá el triunfo católico en el mundo entero cristiano.

Dígnese Vuestra Eminencia aceptar grato esta prueba de cordial compasión, en nombre nuestro y de nuestros fieles, y hacerla llegar a los Venerables Hermanos los Obispos y a todo el cristiano pueblo español.

Bucarest, en las Conferencias Episcopales del 30 de noviembre y 1° de diciembre de 1937. De V. Emma. Rvdma., devotísimo hermano y servidor en Cristo.-Alejandro T. Cisar, Arzobispo y Metropolitano de Bucarest; Miguel Robu, Obispo de Jasi; Leopoldo Fiedber, Obispo de Satumare y Oradea; Agustín Pacha, Obispo de Tiurisoara; Adolfo Vorbnchuc, Obispo Auxiliar de Alba Julia.

Imitación de Cristo XXVI

03 miércoles Jul 2013

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Libro Segundo

EXHORTACIÓN A LA VIDA INTERIOR

Capítulo 6

De la alegría de la buena conciencia

1. «La gloria del hombre bueno es el testimonio de la buena conciencia» (2Cor 1,12).
Ten buena conciencia, y siempre tendrás alegría.
La buena conciencia muchas cosas puede sufrir, y muy alegre está en las adversidades.
La mala conciencia siempre está con inquietud y temor.
Suavemente descansarás si tu corazón no te reprende.
No te alegres sino cuando obrares bien.
Los malos nunca tienen alegría verdadera ni sienten paz interior; porque: «No tienen paz los malos» (Is 48,22), dice el Señor.
Y si dijeren: «En paz estamos; no vendrá mal sobre nosotros, ¿y quién se atreverá a ofendernos?», no los creas, porque de repente se levantará la ira de Dios y pararán en nada sus obras, y perecerán sus pensamientos.

2. No es dificultoso al que ama gloriarse en la tribulación; porque gloriarse de esta suerte es gloriarse en la cruz del Señor.
Breve es la gloria que se da y recibe de los hombres. La gloria del mundo siempre va acompañada de tristeza.
La gloria de los buenos está en sus conciencias, y no en la boca de los hombres.
La alegría de los justos es de Dios y en Dios, y su gozo es de la verdad.
El que desea la verdadera y eterna gloria, no hace caso de la temporal.
Y el que busca la gloria temporal, o no la desprecia de corazón, señal es que ama menos la celestial.
Gran quietud de corazón tiene el que no se le da nada de las alabanzas ni de las afrentas.

3. Fácilmente estará contento y sosegado el que tiene la conciencia limpia.
No eres más santo porque te alaben ni más vil porque te desprecien.
Lo que eres, eso eres; y no puedes ser más grande de lo que Dios sabe que eres.
Si miras lo que eres dentro de ti, no tendrás cuidado de lo que de ti hablen los hombres.
«El hombre ve lo de fuera, mas Dios el corazón» (1Re 16,7). El hombre considera las obras, pero Dios pesa las intenciones.
Hacer siempre bien, y tenerse en poco, señal es de un alma humilde.
No querer consolación de criatura alguna, señal es de gran pureza y de cordial confianza.

4. El que no busca la aprobación de los hombres, claramente muestra que se entregó del todo a Dios.
Porque dice san Pablo: «No el que se alaba a sí mismo es aprobado, sino el que es de Dios alabado» (2Cor 10,18).
Andar en lo interior con Dios, y no embarazarse de fuera con alguna afición, estado es de varón espiritual.

Tratado de la Verdadera Devoción a la Santísima Virgen XXVI

03 miércoles Jul 2013

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Parte Segunda

DE LA DEVOCIÓN MÁS EXCELENTE
A LA SANTÍSIMA VIRGEN

Motivos de esta perfecta consagración

135. Primer motivo, que nos muestra la excelencia de esta consagración de sí mismo a Jesucristo por medio de María.
santisima-virgen-mariaSi no es posible concebir empleo más relevante en la tierra que el servicio de Dios; si el menor servidor de Dios es más rico, más poderoso y más noble que todos los reyes y los emperadores de la tierra, a menos que éstos sirvan fielmente a Dios, ¿cuáles no serán las riquezas, el poder y la dignidad del fiel y perfecto cristiano que se sacrifica al servicio de Dios enteramente y sin reserva en cuanto le es posible? Tal es un fiel y amoroso esclavo de Jesús y de María que se ha entregado todo entero, sin reservarse nada para sí, por medio de su Santa Madre, al servicio de este Rey de reyes; todo el oro de la tierra y las bellezas de los cielos no valen nada en comparación suya.

136. Las demás Congregaciones, Asociaciones y Cofradías erigidas en honor de Nuestro Señor y de su Santísima Madre, que tan grandes bienes producen en el Cristianismo, no obligan a darlo todo sin reserva; no prescriben a sus asociados para cumplir sus obligaciones, más que ciertas obras y prácticas, dejándoles libres para todas las demás acciones y para todo el resto de su tiempo; pero esta devoción hace que el esclavo fiel dé sin reserva a Jesús y a María todos sus pensamientos, palabras, acciones y padecimientos de toda la vida; de modo que ya sea que vele o que duerma, ya sea que beba o que coma, o que haga las acciones más grandes o las más pequeñas, siempre se dirá en verdad que lo que hace, aun sin pensar en ello, es para Jesús y para María, en virtud de su ofrenda absoluta, a menos que no se haya expresamente retractado. ¡Qué consuelo!

137. No hay ninguna otra práctica por la que se desprenda uno más fácilmente de este espíritu de amor propio que se desliza en las mejores acciones imperceptiblemente, y nuestro buen Jesús concede esta inmensa gracia en recompensa del acto heroico y desinteresado que se ha llevado a efecto, entregándole, por medio de su Santísima Madre, todo el valor de las buenas obras. Si da el céntuplo en este mundo a los que por su amor dejan los bienes exteriores temporales y perecederos, ¿qué céntuplo no dará al que le sacrifique también sus bienes interiores y espirituales?

138. Jesús, nuestro gran amigo, se nos ha dado sin reserva, en cuerpo y alma, con sus virtudes, gracias y méritos. Se dispuso totalmente para mí, dice San Bernardo: Me ha ganado enteramente dándose enteramente a mí. ¿No es, pues, acto de justicia y reconocimiento que nosotros le demos todo lo que podamos darle? El ha sido primeramente liberal con nosotros: seámoslo nosotros con El, en justa correspondencia, y Jesucristo será para nosotros durante nuestra vida, en nuestra muerte y por toda la eternidad más generoso aún. Será generoso con los generosos, dice San Germán.

139. Segundo motivo, que nos muestra que es justo en sí mismo y ventajoso para los cristianos el consagrarse por entero a la Santísima Virgen, para entregarse así con más perfección a Jesucristo.
Este buen Señor no se ha desdeñado de encerrarse en el seno de la Santísima Virgen como un esclavo de amor, y de vivir sometido y obediente a Ella durante treinta años. En esto es en lo que, repito, se pierde el espíritu humano al reflexionar seriamente en esta conducta de la Sabiduría encarnada, que no ha querido, por más que pudiera hacerlo, darse directamente a los hombres, sino por medio de la Santísima Virgen; que no ha querido venir al mundo en la edad de un hombre perfecto e independiente de otro, sino como débil y pequeño niño, dependiente de los cuidados y de la asistencia de su Santísima Madre.
Esta sabiduría infinita, que tenía un deseo inmenso de glorificar a Dios, su Padre, y de salvar a los hombres, no ha hallado medio más perfecto y más corto para hacerlo que someterse en todo a la Santísima Virgen, no sólo durante los ocho, diez o quince primeros años de su vida, como los demás niños, sino durante treinta afios, y ha dado más gloria a Dios, su Padre, en este espacio de tiempo de sumisión y de dependencia de la Santísima Virgen, que le hubiese dado empleando estos treinta años en hacer prodigios, en predicar por toda la tierra, en convertir a todos los hombres: que, si hubiese creído lo otro más perfecto, lo hubiese realizado. ¡Oh, cuán grandemente se glorifica a Dios sometiéndose a María, a ejemplo de Jesús!
Teniendo a nuestra vista un modelo tan visible y tan conocido de todo el mundo, ¿no seríamos unos insensatos en esperar hallar un medio más perfecto y más corto de glorificar a Dios que el de someternos a María, a imitación de su hijo?

140. Recuérdese ahora, en prueba de la dependencia que debemos tener de la Santísima Virgen, lo que más arriba he dicho al referir el ejemplo que de esa dependencia nos da el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.
El Padre no nos ha dado ni nos da a su Hijo sino por medio de María, ni adquiere hijos adoptivos sino por María, y no comunica sus gracias sino por María; Dios-Hijo no ha sido formado para todo el mundo en general sino por Ella, ni se forma diariamente ni nace en las almas sino por Ella, en unión del Espíritu Santo, ni comunica sus méritos y sus virtudes sino por Ella; el Espíritu Santo no ha formado a Jesucristo sino por María, ni forma los miembros de su cuerpo místico sino por Ella, y no dispone de sus dones y sus favores sino por su medio. Tras de tantos y de tan poderosos ejemplos de la Santísima Trinidad, ¿podríamos, sin una extrema ceguera, desviarnos de María, y no consagrarnos a Ella, y no depender de Ella para ir a Dios y para sacrificarnos a Dios?

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