Contracorriente

~ Blog del P. Manuel Martínez Cano, mCR

Contracorriente

Archivos diarios: 28 septiembre, 2015

Patrocinio universal de san José

28 lunes Sep 2015

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A) «Tomé por abogado y señor al glorioso San José». «Pues como me vi tan tullida y en tan poca edad, y cuál me habían parado los médicos de la tierra, determiné acudir a los del cielo para que me sanasen, que todavía deseaba la salud, aunque con mucha alegría lo llevaba; y pensaba algunas veces, que, si estando buena me había de condenar, que mejor estaba así; mas todavía pensaba que serviría mucho más a Dios con la salud. Este es nuestro engaño, no dejarnos del todo a lo que el Señor hace, que sabe mejor lo que nos conviene.san jose

Comencé a hacer devociones de misas y cosas muy aprobadas de oraciones, que nunca fui amiga de otras devociones que hacen algunas personas, en especial mujeres, con ceremonias que yo no podía sufrir, y a ellas les hacia devoción (después se ha dado a entender no convenían, que eran supersticiosas); y tomé por abogado y señor al glorioso San José, y encomendeme mucho a él. Vi claro que así de esta necesidad, como de otras mayores de honra y pérdida de alma, este padre y señor mío me sacó con más bien que yo le sabía pedir. No me acuerdo, hasta ahora, haberle suplicado cosa que la haya dejado de hacer. Es cosa que espanta las grandes mercedes que me ha hecho Dios por medio de este bienaventurado Santo, de los peligros que me ha librado, así de cuerpo como de alma; que a otros santos parece les dio el Señor gracia para socorrer en una necesidad; a este glorioso Santo tengo experiencia que socorre en todas, y que quiere el Señor darnos a entender que así como le fue sujeto en la tierra, que como tenía nombre de padre siendo ayo, le podía mandar, así en el cielo hace cuanto le pide. Esto han visto otras algunas personas, a quien yo decía se encomendasen a él, también por experiencia, y aun hay muchas que le son devotas de nuevo experimentando esta verdad».

B) Bienes de la devoción a San José. Procuraba yo hacer su fiesta con toda la solemnidad que podía, más llena de vanidad que de espíritu, queriendo se hiciese muy curiosamente y bien, aunque con buen intento. Mas esto tenía malo —si algún bien el Señor me daba gracia que hiciese—, que era lleno de imperfecciones y con muchas faltas. Para el mal y curiosidad y vanidad tenía gran maña y diligencia; el Señor me perdone. Querría yo persuadir a todos fuesen devotos de este glorioso Santo, por la gran experiencia que tengo de los bienes que alcanza de Dios. No he conocido persona que de veras le sea devota y haga particulares servicios, que no la vea más aprovechada en la virtud; porque aprovecha en gran manera a las almas que a él se encomiendan. Paréceme ha algunos años que cada año en su día le pido una cosa, y siempre la veo cumplida; si va algo torcida la petición, él la endereza para más bien mío.

Si fuera persona que tuviera autoridad de escribir, de buena gana me alargara en decir muy por menudo las mercedes que ha hecho este glorioso Santo a mí y a otras personas; mas por no hacer más de lo que me mandaron, en muchas cosas seré corta, más de lo que quisiera, en otras más larga que era menester; en fin, como quien en todo lo bueno tiene poca discreción. Sólo pido, por amor de Dios, que lo pruebe quien no me creyere, y verá por experiencia el gran bien que es encomendarse a este glorioso Patriarca y tenerle devoción. En especial personas de oración siempre le habían de ser aficionadas; que no sé cómo se puede pensar en la Reina de los ángeles, en el tiempo que tanto pasó con el Niño Jesús, que no den gracias a San José por lo bien que les ayudó en ellos. Quien no hallare maestro que le enseñe oración, tome este glorioso Santo por maestro, y no errará en el camino.

Plegué al Señor no haya yo errado en atreverme a hablar en él; porque, aunque publico serle devota en los servicios y en imitarle siempre he faltado. Pues él hizo, como quien es, en hacer de manera que pudiese levantarme, y andar, y no estar tullida; y yo, como quien soy, en usar mal de esta merced».

La voz de los santos 13

28 lunes Sep 2015

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santos-catolicos«La misericordia de Dios es ese amor capaz de extraer de cualquier situación de mal un bien”.

 Mons. Carlos Osoro

“¡Oh Señor que eres tan adorable y me has mandado amarte, ¿por qué me diste un solo corazón y tan pequeño?

San Felipe Neri

Nada nos asemeja tanto a Dios como estar siempre dispuestos a perdonar.

San Juan Crisóstomo

«Un sólo rayo de sol es suficiente para borrar millones de sombras».

San Francisco de Asís

«Quien ama con caridad a los demás es ante todo justo con ellos»

Benedicto XVI

¿Es una fe sincera la fe que no actúa?

Jean Racine

La grandeza de un alma se mide por lo que ama.

San Bernardo de Claraval

Mensajes de je 53: siete preguntas sobre la confesión ante las nuevas normas

28 lunes Sep 2015

Posted by manuelmartinezcano in Mensajes de fe, Uncategorized

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  1. ¿VAN A DESAPARECER LOS CONFESONARIOS? Las recientes normas litúrgicas sobre la confesión dicen claramente que «el Sacramento de la Penitencia debe administrarse en el lugar y la sede que el Derecho establece». Y lo que establece el Derecho de la Iglesia, o sea, el Código de Derecho Canónico, es que «el lugar propio de la confesión sacramental es una iglesia u oratorio » (Canon 964). Manda también que «por los que se refiere a la sede para oír confesiones, la Conferencia Episcopal dé normas, asegurando en todo caso que existan siempre en lugar patente confesionarios previstos de rejillas entre el penitente y el confesor que pueden utilizar libremente los fieles que así lo deseen.confesión No se deben oír confesiones fuera del confesionario, si no es por justa causa.» Y el magisterio de la Iglesia ha recordado con insistencia que «nadie, aunque sea sacerdote, añada, quite o cambie cosa alguna por iniciativa propia en la liturgia». Naturalmente, si algún sacerdote, por su cuenta y riesgo, desobedeciera esta orden y se manifestara partidario de eliminar los confesonarios, estaría burlándose de la ley y de la autoridad de la Iglesia, lo cual sería grave. Ignorar lo que el Derecho establece o permitir prácticas contrarias a las disposiciones del magisterio de la Iglesia nunca sería precisar más. Se dice “la Conferencia Episcopal dé normas.” Determinar con mayor precisión sería, por ejemplo, indicar cómo hacer más funcionales los confesonarios, cómo deben situarse para que sean bien visibles, determinar cómo deben ser las rejillas con agujeros pequeños o concretar qué situaciones de «verdadera necesidad» permiten al sacerdote confesar a mujeres fuera del confesonario. No sería precisar más autorizar prácticas antijurídicas o cerrar los ojos a los casos en que algún sacerdote confesase a mujeres en el despacho parroquial, dando un paseo o en la mesa de un bar.
  2. ¿POR QUÉ TANTAS PRECAUCIONES PARA LAS CONFESIONES DE MUJERES? La experiencia de siglos y de casos lamentables, la sabiduría de la Iglesia y su veteranía en el conocimiento de las personas, aconseja que se tenga cuidado y no se sea ingenuo o imprudente en este tema. Por otra parte, la rejilla del confesonario es una delicadeza más de la Iglesia para con las mujeres. La natural vergüenza al confesar los pecados, ya es de por sí parte de la penitencia, y no sería nada «pastoral» aumentar el peso de la vergüenza y hacer así más gravoso el cumplimiento de este precepto divino. La penitente tiene, además, el derecho a no ser reconocida por el confesor.
  3. ¿AHORA TENDRÉ QUE DECIR LOS PECADOS DELANTE DE TODOS? En ningún caso. El ritual afirma con toda claridad: «La confesión y absolución individual o íntegra sigue siendo el único modo ordinario por el que los fieles se reconcilian con Dios y con la Iglesia». Es decir, la confesión oral y secreta es el único modo normal de recibir este sacramento. El ritual recoge, recopila lo que ya mandaba nuestra Santa Madre Iglesia sobre este sacramento. Nada sustancial ha cambiado.
  4. ¿HACE FALTA CONFESARSE CON FRECUENCIA? El ritual dice que «los que caen en pecados veniales, experimentando a diario su debilidad, por la repetida práctica de la confesión reciben fuerzas para llegar a la plena libertad de los hijos de Dios». Y a continuación aconseja «el uso frecuente y diligente de este sacramento» para recibir así la ayuda de la gracia sacramental al acusarse de las culpas veniales. La Iglesia nos enseña también que la confesión frecuente o «de devoción», por ser un encuentro personal con Cristo, nos perfecciona, nos comunica su gracia y robustece nuestra alma. Sería un grave desamor despreciar un encuentro con Cristo. Y asimismo nos enseña que la confesión frecuente, al llevar consigo un reiterado examen de conciencia, repetidos actos de contrición y de amor de Dios, y al escuchar con asiduidad los consejos del sacerdote, resulta un medio insustituible para formar rectamente la conciencia y para evitar la deformación de conciencia en la que caen los que no se confiesan o sólo lo hacen muy de tarde en tarde. Incluso para los niños pequeños es muy conveniente la confesión frecuente. Son encuentros con Ia bondad de Jesucristo y medio para ir formando en ellos una conciencia recta. Nadie tiene derecho a privarles de eso. La Iglesia pide a los sacerdotes que «se muestren siempre dispuestos a oír en confesión cuando lo pidan razonablemente los fieles» (Canon 986). Y añade: «Se ha de evitar absolutamente que la confesión individual quede limitada a los pecados graves solamente, lo cual privaría a los fieles del gran fruto de la confesión y perjudicaría la buena fama de los que se acercan individualmente al sacramento» (Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe, 17 de junio de 1972).
  5. ¿QUÉ SON Y EN QUÉ CONSISTEN LAS CELEBRACIONES PENITENCIALES? En el «Ordo Poenitentiae» se explica que las «celebraciones penitenciales» no son la confesión. «Téngase cuidado -dice el ritual- de que los fieles no confundan estas celebraciones con el Sacramento de la Penitencia». Se trata de actos con mucha o poca gente, en los que el sacerdote o quien dirija la función lee los textos, predica; en los que se canta, se reza, para fomentar el espíritu de penitencia y el arrepentimiento en los asistentes. Sirve para inclinar a los fieles a una posterior confesión individual, auricular y secreta. Quien quiera se confesará después u otro día por su cuenta. Debe, pues, quedar muy claro que las llamadas «celebraciones penitenciales» son una cosa completamente distinta de la confesión sacramental. No sirven para perdonar los pecados mortales, no sirven para volver al estado de gracia, y, por tanto, si se está en pecado mortal, no se podrá comulgar sin antes confesarse de modo personal.
  6. ¿HABRÁ CONFESIONES COLECTIVAS? No. En todas partes y en todos los casos, la confesión es siempre privada, uno a uno, y secreta. El nuevo «Ordo» da reglas para un especial tipo de celebración del Sacramento de la Penitencia, en el que los reunidos oyen juntos la palabra de Dios, cantan, rezan, hacen todos juntos un examen de conciencia personal, expresan juntos actos de verdadera contrición y propósitos de enmienda, y luego, los sacerdotes se trasladan a sentarse en sus respectivos confesonarios para que los reunidos pasen a confesarse como siempre, uno a uno secretamente, con el confesor que prefieran.
  7. ¿Y LAS ABSOLUCIONES GENERALES? -El capítulo del ritual que trata de la confesión y absolución generales empieza determinando que la confesión y absolución individual o íntegra sigue siendo el único modo ordinario -normal- por el que los fieles se reconcilian con Dios y con la Iglesia. Entonces, ¿cuándo se puede recurrir al modo extraordinario -anormal- de la absolución colectiva? Además de los casos de peligro de muerte (naufragio, catástrofe, bombardeo, etc.), se podría recurrir a la absolución general si ocurriese «una grave necesidad», es decir, cuando no hubiese suficientes confesores para la cantidad de penitentes, y, por tanto, estos penitentes se verían forzados, sin culpa suya, a quedar privados por largo tiempo de la gracia sacramental o de la Sagrada Comunión. El «Ordo» dice, además, que no es lícito dar la absolución general con motivo de una gran festividad o peregrinación sólo porque haya mucha concurrencia, si puede haber confesores bastantes. Y en España, si se quiere, puede haberlos… Por otra parte, el «Ordo» recuerda que es imprescindible que quienes reciban una absolución general se hayan arrepentido de cada uno de sus pecados mortales, hagan propósito de no pecar más, decidan reparar los escándalos y daños causados y se hayan propuesto sinceramente confesar cuanto antes los pecados mortales en confesión privada y auricular. Añade: «Y deben, de una manera absoluta, acercarse a un confesor dentro del año, a no ser que obste imposibilidad moral, pues rige también para ellos el precepto por el que todo fiel cristiano debe confesar al sacerdote individualmente por lo menos una vez al año sus pecados mortales que aún no haya confesado particularmente.»

“DIOS TE SALVE MARÍA, LLENA DE GRACIA», se lee en el Evangelio de San Lucas, 1, 28, ponderando la santidad de nuestra Madre. Por esto son tan eficaces las TRES AVEMARÍAS, cada mañana y cada noche, suplicándole la salvación eterna.

Obra Cultural
Laura, 4 – Barcelona-10

Pensar es sano 20

28 lunes Sep 2015

Posted by manuelmartinezcano in Pensar es sano

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pensar-657x360La experiencia demuestra que a la mujer embarazada que se le informa, se le apoya y se le ofrecen alternativas distintas al aborto, decide seguir adelante con el embarazo. Y ninguna se ha arrepentido de tener el hijo.

Esperanza Puente

El pluralismo que propugna la Iglesia como legítimo presupone la verdad y el bien, tanto en el orden natural como sobrenatural, y sobre ellos se basa la moral y la convivencia.

Estanislao Cantero

La soberanía ya no  reside en el pueblo, sino que ha pasado a los partidos políticos, o mejor dicho a la oligarquía de los mismos. El diputado vota lo que ordena el partido. Ya no es un “parlamentario”, sino un portavoz, un mandado.

Álvaro Rodríguez Núñez

La democracia es considerada por  Platón como un régimen político degenerado.

Felipe Giménez Pérez

Habríamos de subrayar que la exaltación de la criatura por encima de la autoridad de Dios es el espíritu del Anticristo. Pocos y tal vez ninguno de los devotos del ego se pararían a pensar que sirven a ese diabólico espíritu.

Michael O’Brien

En el humanismo la fe en el hombre sustituye a la fe en Dios. La fe en el hombre nuevo sustituye a la fe en Cristo, y el Reino del Hombre sustituye al Reino de Dios.

Dalmacio Negro

No hay partido sin una minoría que lo promueva, dirija y utilice. El partido es algo así como la razón social de sus directivos; éstos son sus gerentes y portavoces, y no los funcionarios que desempeñan tareas administrativas y que, sólo excepcionalmente, juegan un papel  político. En el momento originario el partido se identifica con su oligarquía. Todo partido se identifica con su oligarquía.

Los afiliados al partido político carecen de todo valor en el proceso de toma de decisiones.

Gonzalo Fdez. de la Mora

Dice el Señor: “Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios”. Por tanto, al poder político se le debe dar el denario (los impuestos justos) y a Dios se le debe dar todo el corazón, toda  el alma, toda la mente, como enseña Nuestro Señor Jesucristo.  Al  César o partido político no se le puede dar el poder  -el voto- para que haga leyes anticristianas como el aborto, divorcio…

José Martínez Pérez

Meditación 65: en la calle de la amargura

28 lunes Sep 2015

Posted by manuelmartinezcano in Meditaciones de la Virgen, Uncategorized

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1º Jesús cargado con la Cruz. -Jesús vuelve de nuevo a tomar sus vestidos, deja la púrpura y la caña, pero no la corona. -Es Rey y como Rey va a morir, por eso su corona no cae de su cabeza. -Ya tomó, abrazándose a ella, la Cruz…, y el cortejo se puso en marcha. -Rodeado de soldados y verdugos que le insultan… y maltratan sin cesar…, de una muchedumbre inmensa que le maldice… y se goza en verle sufrir… y de dos ladrones criminales, camina Jesús.03

Contémplale…: esa respiración fatigosa que oyes es la suya…, no puede más… Él reguero de sangre que deja en el camino, dice cómo lleva su cuerpo todo hecho una llaga por los azotes… La Cruz es muy pesada…; no es el peso material de ella…, si no todo lo que con ella ha cargado sobre sí…, ¡es el peso de todos los pecados de los hombres!… ¡Qué peso más espantoso! -También tus pecados van en aquella cruz oprimiendo a Jesús… y no puede con ese peso… ¡qué extraño, si es tan grande!

No obstante, nadie le alivia… Mira a todas partes y no encuentra una sola persona que le alivie su Cruz. -Te mira a ti, a ver qué haces ante este cuadro, y a lo más, encuentra palabras bonitas…, hermosos deseos…, pero prácticamente, ¿cuánto haces por aliviar el peso de la cruz de Cristo? -¿Te acuerdas de esto en tus caídas… en tus faltas frecuentes? Mira a la Santísima Virgen; Ella sola…, Ella, ¡la única!, que no arrojo el peso de sus pecados, que nunca tuvo, sobre la Cruz de su Hijo. -Ella, ¡la única! que puede y sabe consolarle…, aliviarle y ayudarle. -Ponte junto a Ella…, imítala y pídela que te ensene a consolar y a aliviar a Jesús.

2º El acompañamiento que lleva Cristo. -A) Unos le cargan la cruz: los judíos, los fariseos, los soldados y verdugos. -También ellos llevan su cruz…, la cruz de sus pecados. -No hay remedio o se lleva la Cruz de Cristo o la cruz de Satanás; que es más afrentosa y más pesada. -B) Otros llevan la cruz con Cristo, y son los ladrones, pero no la llevan por Cristo, ni por amor a Cristo; sino a la fuerza con rabia y con desesperación. -C) En tercer lugar, está el Cirineo, quien lleva la Cruz de Cristo y carga con ella… ¡Qué dicha la de ese hombre!… No la conoció al principio…, por eso tampoco acepta su carga voluntariamente…, mas poco a poco fue conformándose, y terminó por llevarla con gusto y alegría, y esto se santifico. -Así la cruz, aunque sea involuntaria e impuesta a la fuerza puede servir para santIfIcarnos.

  1. D) Otro grupo es el de las piadosas mujeres… Éstas acompañan a Cristo, se compadecen de Él…, quisieran aliviarle y quitarle aquella carga si pudieran…, pero su compasión es incompleta por ser puramente humana… Ven en Cristo al hombre desgraciado…, no ven en Él al Dios que sufre…; por eso no comprenden ni penetran en la causa por la que padece. -Jesús se la dice: son vuestros pecados, llorad por ellos…, así me consolaréis…, solo así.
  2. E) Por último, mira el grupo que acompaña a su Madre. -Ésta sí que sabe llevar la Cruz con Cristo y como Cristo… ¡Qué parte toma Ma­ría en su pena y dolor!… ¡Qué sufrimiento más igual el de los dos corazones!… Igual en todo…, en la intensidad que ya no puede ser más…, en el motivo, que son nuestros pecados, que a ambos tanto afligen y tanto cuestan…; en el mudo, que es por puro amor…, divino e infinito amor del Hijo que se refleja todo lo que puede en la Madre.

Elige: Tienes que llevar la Cruz…, tienes que acompañar a Cristo en el camino del Calvario…, no puedes eludir esta obligación…, sólo tienes libertad para elegir la forma y el modo de llevar la cruz… ¿En qué grupo quieres figurar? -Pide a la Virgen te admita en el suyo, en compañía de aquellas santas mujeres. -Ponte junto a Ella…, muy cerca de Ella… y ahora, a sufrir…, a llevar la cruz que Dios te dé. -Nunca la lleves a solas…; no acertarías a llevarla y sería sumamente penosa… A su lado todas las cruces son pequeñas…. todos los dolores se endulzan.

3º Él encuentro. -Contempla en silencio este devotísimo paso. -No es posible expresarlo con palabras…; deja a «tu corazón que hable y sienta todo lo que pueda y sea capaz de sentir. -Mira el sentimiento de aquella Madre que anhela acercarse a su Hijo…, quiere verlo más de cerca…, cambiar con Él una mirada…, una palabra…, una muestra de afecto y de cariño maternal. -Y, efectivamente, en medio de la calle de la Amargura, le sale al encuentro… le tiende sus brazos… le quisiera arrancar si fuera posible y llevarle consigo: -Jesús levanta sus ojos y ve a su Madre…; se encuentran las dos miradas… ¡Cuántas cosas se dirían con ellas!… ¡Qué bien se entenderían! -Los Corazones se compenetraron y cada uno aumentó más su dolor con la vista del otro. -Bien lo sabía Ma­ría y, no obstante, no rehúye el encuentro. Quizá no creyera ver tan desfigurado a su Hijo… ¡Cuán grande sería su dolor al contemplar aquel rostro divino tan asquerosamente tratado y tan horriblemente desfigurado! -Sólo Ella, con su mirada de Madre, lo pudo conocer. -Aprende generosidad ante el hecho de ver a Ma­ría salir al encuentro de Jesús, que tanto dolor la había de causar. -No dudes…, no vaciles…, sal generosamente al encuentro del dolor…, del sufrimiento…, que allí te espera Jesús…, allí encontrarás indefectiblemente a Jesús.

Ildefonso Rodríguez Villar
Puntos breves de meditación
sobre la vida, virtudes y advocaciones litúrgica
de la Santísima Virgen María
26ª edición, Valladolid, 1965

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