José Guerra Campos
Obispo de Cuenca
Separata del “Boletín Oficial del Obispado de Cuenca”
septiembre de 1974
– El Papa Pablo VI testimonia en 1968 al Jefe del Estado: «el debido aprecio por la gran obra que ha llevado a cabo en favor de la prosperidad material y moral die la Nación Española y por su interés eficaz en el resurgimiento de las instituciones católicas».
– Cardenal Pla y Deniel, Arzobispo Primado, 1948, en la Misa de la Fiesta de Santiago: «A Vuestra Excelencia cupo llevar a la España nacional a la victoria, y como siempre habéis reconocido que la victoria no se consigue sin el auxilio divino, en el cual siempre tuvisteis fe y
confianza, ofrendasteis vuestra espada victoriosa en 1939 ante la imagen del Santísimo Cristo de Lepanto».
El mismo, en 1958: «La Iglesia no hubiera bendecido un mero pronunciamiento militar ni a un bando de una guerra civil. Bendijo, sí, una Cruzada».
El mismo, 1945, al término de la guerra mundial, frente a acusaciones extranjeras: «Ni ha habido ni hay servidumbre a nadie por parte die la Jerarquía eclesiástica española, ni menos ha defendido ni defiende una concepción estatista ni totalitaria (…). En nuestros cinco lustros largos de pontificado, durante los cuales ha habido toda suerte de regímenes en España, ha sido casi una obsesión nuestra el sostener siempre ante las situaciones políticas más diversas los mismos principios doctrinales (…). Una Iglesia sujeta al Poder civil, de él dependiente, no puede ser la verdadera Iglesia fundada por Cristo (…). La Iglesia que apoya eficazmente al Estado (aquí el Cardenal remitía a la enseñanza de León XIII) es una Iglesia libre (…), que aparezca ante los pueblos no como un ministro más del César, sino como un legado de Dios. Hemos die reconocer que, en general, desde muchos siglos no se había reconocido tanto teórica y prácticamente la independencia de la Iglesia como por el actual Gobierno».
– En el contexto de las ideas políticas predominantes en Europa todavía en 1943, lo más probable hubiera sido ceder a la tentación de imponer restricciones a la Acción Católica. En aquel momento la libertad de la Acción Católica es, en verdad, el índice más revelador del respeto a la libertad de la Iglesia. Pues bien, en ese año el Cardenal Pla, en un acto en que se reunían «todas las juventudes toledanas» (Jóvenes de Acción Católica, Congregación Mariana, Frente de Juventudes), declara: «Mi mayor consuelo es la unidad y fraternidad aquí lograda (…). No hay incompatibilidad, como vemos en Toledo, entre las juventudes políticas que profesan también la fe católica y las juventudes de Acción Católica; ni estas últimas dejan de tener su misión y apostolado especial, aun en un Estado católico de organización política única, pudiéndose pertenecer a la vez a entrambas las juventudes».