Los sacramentos (continuación). Penitencia
Cristo confirió a su Iglesia, a sus sacerdotes, el poder de perdonar los pecados cuando vean que el pecador es digno del perdón. Para conocer si merece o no el perdón, es claro que necesitan conocer los pecados y disposiciones del penitente, es decir si merece o no el perdón. Todo lo cual, como es evidente, sólo puede saberlo por la manifestación del propio penitente. Para hacer una buena confesión, el penitente debe ante todo recordar sus pecados: examen de conciencia, arrepentirse de ellos por temor a Dios (atrición), o por amor a Dios (contrición perfecta); proponer seriamente la enmienda: propósito; decir los pecados al confesor con toda sinceridad y verdad, y cumplir la penitencia u obra que el confesor le mande. Basta un examen de conciencia diligente, pero no tiene que ser excesivo.
La contrición perfecta -por amor a Dios- pone al alma en gracia antes de confesarse, pero con propósito sincero de hacerlo y sin que esto la autorice a comulgar si los pecados se han cometido después de la última confesión. Esto puede tener una importancia práctica enorme, porque Sigue leyendo



