Rvdo. P. José María Alba Cereceda, S.I.
Meridiano Católico Nº 256, diciembre de 2000
Al concluir este mes de diciembre el Año Jubilar, con el que el Papa ha querido introducir a la Iglesia en el nuevo siglo, debemos abrir nuestro corazón a la esperanza, puesto que estamos ya al final de la época de la impiedad anticristiana y se aproxima el reinado de los Sagrados Corazones de Jesús y de María. Son tantos los motivos para la esperanza, que nos abruman con su abundancia. Enumeraremos los más patentes a la vista de todos: El mismo año jubilar. Roma se ha convertido en la capital del mundo. A Roma la cristiana han acudido millones y millones de fieles de todo el mundo. Millones de jóvenes. Miles de obispos. Miles de sacerdotes. Sigue leyendo
El progresismo eclesiástico destruye, no construye; fanfarronea.
Más tarde, el mismo tipo de ecumenismo estuvo a la raíz de la Ostpolitik vaticana que, en vez de apoyar a los católicos de los países del Este, en plena era de la persecución comunista, trataba de complacer a sus gobiernos, ilegítimos y asesinos. Eso causó muchísimas dificultades al cardenal Wyszynski, el santo pastor de la Iglesia Polaca, para no mencionar el caso del cardenal Mindszenty de Hungría. (María Virginia Olivera de Gristelli – AVE MARÍA)