Contracorriente

~ Blog del P. Manuel Martínez Cano, mCR

Contracorriente

Publicaciones de la categoría: Hispanoamérica. La verdad

Hispanoamérica. La verdad 199

12 lunes Jul 2021

Posted by manuelmartinezcano in Hispanoamérica. La verdad

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Catedral Metropolitana de la Asunción de la Santísima Virgen María a los cielos de la Ciudad de México

Una Epopeya misionera

Padre Juan Terradas Soler C. P. C. R

 I

AMÉRICA ES LA OBRA CLASICA DE ESPAÑA (4)

Se ha acusado a España de codicia en la obra de la conquista: Auri rabida sitis—decía en frase exagerada Pedro Mártir— a cultura hispanos avertit. España, no; muchos españoles, sí, vinieron a las Américas tras el cebo del oro; como acá vinieron muchos extranjeros mezclados con las expediciones españolas; como muchos otros, piratas, para quienes era mucho más cómodo desvalijar los galeones que regresaban a España con el botín. Pero el oro vino más tarde; antes tuvieron que pasar los españoles por la dura prueba de la miseria y del clima tropical que los diezmaba.

¡Que los españoles fueron crueles! Muchos lo fueron, sin duda; pero ved que la dureza del soldado, lejos de su Patria y ante ingentes masas de indígenas, había de suplir el número y las armas de que carecía. Y ved que la primera sangre derramada sobre aquella tierra virgen es la de los treinta y nueve españoles de la Santa María, primeros colonos de América, sacrificados por los indios de la Española.

La obra de España en América está hoy por encima de las exageraciones domésticas de Las Casas y de las cicaterías de la envidia extranjera. Es inútil, ni cabe en un discurso, reducir a estadísticas lo que acá se hizo, en poco más de un siglo, en todos los órdenes de la civilización. Al esfuerzo español, surgieron, como por ensalmo, las ciudades, desde Méjico a Tierra del Fuego, con la típica plaza española y el templo, rematado en Cruz, que dominaba los poblados. Fundáronse universidades, que llegaron a ser famosas, en Méjico y Perú, en Santa Fe de Bogotá, en Lima y en Córdoba de Tucumán, que atraía a la juventud del Río de la Plata. Con la ciencia florecían las artes: la arquitectura reproduce la forma meridional de nuestras construcciones, pero recibe la impresión del genio de la raza nueva; y el gótico, el mudéjar, el plateresco y el barroco de Castilla, León y Extremadura, logran un aire indígena al trasplantarse a las florecientes ciudades del Nuevo Mundo. La pintura y la escultura florecen en Méjico y Quito, formando escuela; trabajan los pintores españoles para las iglesias de América, y particulares opulentos legan sus colecciones de cuadros a las ciudades americanas. Fomentan la expansión de la cultura la sabia administración de Virreyes y Obispos. las Audiencias, castillo roquero de la justicia cristiana, los Cabildos y encomiendas, que forman paulatinamente un pueblo que es un trasunto del pueblo colonizador.

Porque ésta es la característica de la obra de España en América: darse toda, y darlo todo, haciendo sacrificios inmensos que tal vez trunquen en los siglos futuros su propia historia, para que los pueblos aborígenes se den todos y lo den todo a España; resultando de este sacrificio mutuo una España nueva, con la misma alma de la vieja España, pero con distinto sello y matiz en cada una de las grandes demarcaciones territoriales. Yo no sé si os habéis fijado en esas rollizas matronas que nos legó el arte del Renacimiento y que representan la virtud de la caridad: al aire los senos opulentos, de los que cuelgan mofletudos rorros, mientras otros, a los pies de la madre o asomando por encima de sus hombros, aguardan su turno para chupar el dulce néctar. Es España, que hizo más que ninguna madre, porque engendró y nutrió, para la civilización y para Dios, a veinte naciones mellizas, que no la dejaron, ni las dejó hasta que ellas lograron vida opulenta y ella quedó exangüe.

Hispanoamérica. La verdad 198

05 lunes Jul 2021

Posted by manuelmartinezcano in Hispanoamérica. La verdad

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Basílica Catedral de Lima y Primada del Perú

Una Epopeya misionera

Padre Juan Terradas Soler C. P. C. R

 I

AMÉRICA ES LA OBRA CLÁSICA DE ESPAÑA (3)

América es la obra de España por derecho de invención. Colón, sin España, es genio sin alas. Sólo España pudo incubar y dar vida al pensamiento del gran navegante, que luchó con nosotros en Granada; a quien ampararon los Medinaceli, a quien alentó, en La Rábida, el Padre Marchena, a quien dispensó eficaz protección mi insigne predecesor el gran Cardenal Mendoza, que halló un corazón como el de Isabel y hombres bravos para saltar de Palos a San Salvador. Sin España no hubiese pasado de sueño de poeta o de remembranza de una vieja tradición la palabra de Séneca: “Algunos siglos más, y el Océano abrirá Sus barreras: una vasta comarca será descubierta, un mundo nuevo aparecerá al otro lado de los mares, y Tule no será el límite del universo”.

Al descubrimiento sigue la conquista. Cuando se funda—ha dicho alguien—no se sabe lo que se funda. Cuando España, el día del Pilar de 1492, aborda en las playas de San Salvador, no sabe que tiene a uno y otro lado de sus naves 10.000 kilómetros de costa y un continente con 40.000.000 de kilómetros cuadrados. Ignora que lo pueblan millones de seres humanos, partidos en cien castas, con una manigua de idiomas más distintos entre sí que los más diversos idiomas de Europa. No sabe que la antropofagia, la sodomía, los sacrificios humanos, son las grandes lacras de Aztecas y Pieles Rojas, Caribes y Guaraníes, quechuas, Araucanos y Diaguitas, No importa: España es pródiga, no cicatera; tiene el ideal a la altura de su pensamiento cristiano; no mide sus empresas por sus ventajas, y se lanzará, con toda su alma, a la conquista del Nuevo Mundo.

Imposible hablar de la conquista y colonización de América. Una epopeya de tres siglos no cabe en una frase; y la obra de España en América es más que una epopeya: es una creación inmensa, en la que no se sabe qué admirar más, si el genio militar de unos capitanes que, como Cortés, conquistan con un puñado de, irregulares un imperio como Europa, o el espíritu de abnegación con que Pizarro, el porquerizo extremeño, vencido por la calentura, traza con su puñal una línea y les dice a sus soldados, que quieren disuadirle de la conquista: “De esta raya para arriba están la comodidad y el Panamá; para abajo, están las hambres y los sufrimientos, pero al fin, el Perú”; o el valor invicto de aquellos pocos españoles que sojuzgan a los indios del Plata, “altos como jayanes—dice la historia—, tan ligeros que, yendo a pie, cogen un venado, que comen carne humana y viven ciento cincuenta años”, fundando la ciudad de Santa María del Buen Aire, hoy la Buenos Aires excelsa; o el celo de Obispos y misioneros que abren la dura alma de aquellos salvajes e inoculan en ella la santa suavidad del Evangelio; o el genio de la agricultura, que aclimata en estas tierras las plantas alimenticias de Europa, que llevarán la regeneración fisiológica a aquellas razas y que hoy son la mayor riqueza del mundo; o el afán de cultura que sembró de escuelas y universidades estos países y que hacía llenar de libros las bodegas de nuestros buques; o aquel profundo espíritu, saturado de humanidad y caridad cristiana, con que el Consejo de Indias, año tras año, elaboró ese código inmortal de las llamadas Leyes de Indias, de las que puede decirse que nunca, en ninguna legislación, rayó tan alto el sentido de justicia, ni se hermanó tan bellamente con el de la utilidad social del pueblo conquistado.

Hispanoamérica. La verdad 197

28 lunes Jun 2021

Posted by manuelmartinezcano in Hispanoamérica. La verdad

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«Y esta gloria de Colón es la gloria de España, porque España y Colón están como consustanciados en el momento inicial del hallazgo de las Américas»

Una Epopeya misionera

Padre Juan Terradas Soler C. P. C. R

 I

AMÉRICA ES LA OBRA CLÁSICA DE ESPAÑA (2)

Dejemos a los hermanos de Portugal sus legítimas glorias. A España le corresponde la mayor y la mejor, porque Colón fue el Adelantado de los mares, a quien siguió la pléyade de navegantes a él posteriores, y porque les arrancó el más rico de los mundos. Y esta gloria de Colón es la gloria de España, porque España y Colón están como consustanciados en el momento inicial del hallazgo de las Américas, y porque, cuando el genio del gran navegante terminó su misión de descubridor, España siguió, un siglo tras otro, la obra de la conquista material y moral del Nuevo Mundo.

¡Excelsos destinos los de España en la Historia, señores! Dios quiso probarla con el hierro y el fuego de la invasión sarracena; ocho siglos fue el baluarte cuya resistencia salvó la cristiandad de Europa; y Dios premió el esfuerzo gigante dando a nuestro pueblo un alma recia, fortalecida en la lucha, fundida en el troquel de un ideal único, con el temple que da al espíritu el sobrenaturalismo cristiano profesado como ley de la vida y de la Historia patria. El mismo año en que terminaba en Granada la reconquista del solar patrio, daba España el gran salto tras

oceánico y empalmaba la más heroica de las reconquistas con la conquista más trascendental de la historia.

Ningún pueblo mejor preparado que el español. La convivencia con árabes y judíos había llevado las ciencias geodésica y náutica a un esplendor extraordinario, hasta el punto de que las naciones del Norte de Europa mandaban sus navegantes a España para aprender en instituciones como el Colegio de Cómitres y la Universidad de los Mareantes, de Sevilla. Libre España de la pesadilla del sarraceno, sabia en el arte de correr mares, situada en la punta occidental de Europa, con una Reina que encarnaba todas las virtudes de la raza: fe, valor, espíritu de proselitismo cristiano, recibe la visita de Colón, desahuciado en Génova y Portugal. Y España, que podía haber dedicado su esfuerzo a restañar sus heridas y a reconstruir su rota hacienda y a reorganizar los cuadros de sus instituciones civiles y políticas, oye a Colón, cree en sus ensueños, que otra cosa no eran cuando emprendió su primera ruta, fleta sus famosas carabelas y envía sus hombres a que rasguen, con su pecho de bronce, las tinieblas del Atlántico. Y hoy se cumplen cuatrocientos cuarenta y dos años desde que las proas de las naves españolas besaban, en nombre de España, esta tierra virgen de América. Tendido quedaba el puente entre ambos continentes.

Hispanoamérica. La verdad 196

21 lunes Jun 2021

Posted by manuelmartinezcano in Hispanoamérica. La verdad

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La gran Reina Isabel la Católica, en su lecho de muerte, cuando dictaba al escribano real su testamento: “Atraer los pueblos de Indias y convertirlos a la Santa Fe Católica”

Una Epopeya misionera

Padre Juan Terradas Soler C. P. C. R

( I )

AMÉRICA ES LA OBRA CLASICA DE ESPAÑA (1)

América es de ayer: pero ayer es, para la historia, el lapso de cuatro siglos y medio que nos separan de su descubrimiento. Y, no obstante, la emoción histórica de este momento en que un continente vastísimo surge de entre mares inmensos, cabeza y pies adentrados en los polos opuestos de la tierra, poblado por razas desconocidas, con sus mil lenguas y sus dioses incontables, con climas que corren desde la zona tórrida a los hielos polares; esta emoción, digo, y el ideal que de ella pudo nacer, ya no hace vibrar el alma del mundo. Es que el mundo, egoísta, ha preferido echarse sobre las Américas con ansia de mercader—iba a decir con hambre de Sancho—y no a sopesar y encauzar, con alma hidalga, los valores espirituales del magno acontecimiento.

Este es el fondo único de todos los problemas del americanismo: el concepto materialista o espiritualista de la vida y de la historia. Tal vez la humanidad hubiese cantado con mejor plectro el hecho inmortal, si no hubiera sido España, la entonces envidiada y temida, hoy la cenicienta de Europa, la que arrancó al Atlántico sus seculares secretos. Quizá hubiera sido mayor la gloria, para las Américas y para la historia, si no se hubiese torcido el movimiento inicial de la conquista, espiritualista, ante todo.

Y, no obstante, el hecho está ahí, el más trascendental de la historia; y ésta pide una interpretación y una aplicación legítima del hecho. Porque “la mayor cosa después de la creación del mundo—le decía Gómara a Carlos V—, sacando la encarnación y muerte del que lo crio, es el descubrimiento de las Indias”. Colón, descubriendo las de Occidente, y Vasco de Gama, las de Oriente, son los dos brazos que tendió Iberia sobre el mar, con los que ciñó toda la redondez del globo. “El mundo es mío, pudo decir el hombre, con todas sus tierras, sus tesoros y sus misterios; y este mundo que Dios crio y redimió, yo lo he de devolver a Dios”. Este fue el hecho, y éste debió ser el ideal. La grandeza del hecho la cantaba Camones, cuando decía:

Del Tajo a China el portugués impera,

De un polo a otro el castellano, boga,

Y ambos extremos de la terrestre esfera

Dependen de Sevilla o de Lisboa.

El ideal lo proclamaba la gran Isabel la Católica, en su lecho de muerte, cuando dictaba al escribano real su testamento: “Atraer los pueblos de Indias y convertirlos a la Santa Fe Católica”. Nuestro gran Lope pondrá más tarde este doble ideal en boca del conquistador de Méjico:

Al Rey, infinitas tierras;

A Dios, infinitas almas.

Hispanoamérica. La verdad 195

14 lunes Jun 2021

Posted by manuelmartinezcano in Hispanoamérica. La verdad

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Una Epopeya misionera

Padre Juan Terradas Soler C. P. C. R

 Introducción. —El tema: La Hispanidad, la Raza, el Americanismo. (3)

¿Qué denominación es la más adecuada, en esta solidaridad, la de pueblos latinoamericanos o hispanoamericanos? ¿Es la historia, es la etnografía, es el espíritu, donde hemos de buscar la convergencia de los hechos y su empuje a un ideal?

Ramiro de Maeztu acaba de publicar un libro en Defensa de la Hispanidad, palabra que dice haber tomado del gran patriota señor Vizcarra, y que ha merecido el placet del académico don Julio Casares; pero ¿podemos levantar bandera de hispanidad a la faz de Europa, del mundo entero, enamorado, lleno de codicias, como está, de todas estas Américas opulentas? Para los mismos españoles, ¿cuál deberá ser lo que diríamos forma sustancial de la hispanidad? ¿Qué dosis de religión o de laicismo, fie autoridad o libertad, de sangre o pacto, de pensamiento social o político debe entrar en el concepto de hispanidad para que nos dé una fórmula eficaz de utilidad y progreso, de elevación solidaria a las alturas del espíritu, que debe tener la supremacía en toda civilización digna de tal nombre, y que debe ser el alma de todo progreso y bienestar material?

Ya veis que no oculto nada en el vasto panorama, ni hurto el cuerpo a ninguna de las cuestiones gravísimas que suscita el problema americanista. Inútil, por otra parte, empeñarse en echar a vuelo todo el enjambre de ideas que en ellas se encierran. Mejor será tomar un concepto de línea simple y clara, agrupar a su rededor por afinidad, las ideas de orden secundario que pueden robustecerlo y desechar aquellas otras que no tengan valor lógico o histórico.

Y esto sí que, en esta Fiesta de la Raza, quiero hacerlo con lealtad de caballero español y con celo de Obispo, que en todo debe procurar el esplendor de la Cruz que lleva sobre, el pecho y la glorificación de Jesucristo, de quien es Apóstol. Mi tesis, para la que quiero la máxima diafanidad, es ésta:

América es la obra de España. Esta obra de España lo es esencialmente de catolicismo. Luego hay relación de igualdad entre hispanidad y catolicismo, y es locura todo intento de hispanización que lo repudie.

Creo que ésta es la pura verdad. Si no lo creyera, no rompería por ella una lanza. Ahora sí: cuantas estén a mi alcance. Y, Quijote o no, a su conquista voy, alta la visera, montado en la pobre cabalgadura de mis escasos conocimientos y de mi lógica, pero sin miedo a los duendes del laicismo naturalista, a los malandrines de la falsa historia, o a los vestigios envidiosos de la grandeza de mi Patria.

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