Contracorriente

~ Blog del P. Manuel Martínez Cano, mCR

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La Voz de los sin Voz XLI

03 jueves Oct 2013

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América, Anticristo, Antonio Ribera, apostolado, ángel del Alcázar, ¡Vvia María Reina!, bien común de la Patria, Cardenal Newman, colombiano, convierta, cristiano, Cristo Rey, democracia, demonio, derechos humanos, disparad pero disparad sin odio, doctrina cristiana, enemigos de Cristo, España, estatismo ideológico, evangelizadora, Francisco, guerrras justas, historia de la economía, humano, Iglesia, independencia total de Dios, intolerancia, intransigentes, la virgen santísima nos hace fecundos, libertades democráticas, Luis corsi Otálora, luz de Trento, muerte del pecador, mundo, mundo salvaje, odio, palabra, partido político, políticas corruptas, políticas tiránicas, profesor, progresista, religión del Anticristo, religión del indiferentismo, religion, sangría económica, santo Tomás de Aquino, sin bien, sin principios, sin verdad, soberanía, sociedad, Sumo Pontífice, tolerancia, Viva Cristo Rey

Pedro: Cada vez más, oímos la palabra tolerancia aplicada a mil casos distintos. La tolerancia o intolerancia hace relación a la práctica. Santo Tomás de Aquino, decía que en algunas circunstancias se podía tolerar la prostitución. Lo que no debemos ceder nunca es en los sanos principios. Debemos ser intransigentes en la defensa de la doctrina cristiana.

Salomé: El Cardenal Newman, definió la religión del Anticristo como una religión y sociedad sin bien y sin verdad, sin principios. Es la religión del indiferentismo que desarrolla la democracia en todos los ámbitos humanos.

Santiago: España luz de Trento y evangelizadora de medio mundo, se arruinó en la evangelización de Hispanoamérica. Según el profesor colombiano Luis Corsi Otálora, especialista en historia de la economía, América fue para España una sangría económica. Los hechos históricos así lo indican.

Judit: Los enemigos de Cristo y Su Iglesia son innumerables, san Juan los engloba a todos con el término “mundo”. El mundo ha declarado su independencia total y absoluta de Dios. Nosotros defenderemos hasta la muerte, contra el mundo y su dios, el demonio, la soberanía de Cristo Rey en todas las realidades humanas. ¡Viva Cristo Rey!

Pablo: ¡Viva María Reina! Nuestro Sumo Pontífice, Francisco, nos ha dicho que “la Mamá, la Virgen Santísima, nos hace fecundos”. La Iglesia tiene muchos enemigos. Nosotros vivimos entre ellos. Lo que supone hacernos cargo de ellos porque Dios no quiere “la muerte del pecador, sino que se convierta y viva” (Ezq. 32,11). Debemos combatir hasta conseguir que este mundo salvaje se convierta en humano y cristiano.

Rut: Hoy, que tanto se habla de las libertades democráticas y de los nuevos derechos humanos, tenemos el deber de recordar a nuestros coetáneos que vivimos dominados por políticas corruptas y tiránicas; por el estatismo ideológico progresista que asesina millones de niños y niñas inocentes e indefensas.

María: No conozco a ningún partido político que tenga como fin de su política el bien común de su patria. Los partidos políticos sólo se preocupan de su interés particular. Que cada ciudadano aguante su vela; los seis millones de parados que se aguanten también, pueden y deben tomar las medidas necesarias para que acaben tantas injusticias.

Mateo: El “ángel del Alcázar”, Antonio Ribera decía a sus compañeros: Disparad pero disparad sin odio. Sí, pacifistas míos, hay guerras justas. La guerra no implica necesariamente odio. Por amor a la Patria se debe luchar con las armas hasta la muerte. Y con el apostolado hasta la denigración, la calumnia y la “muerte”, ante los medios de comunicación social democráticos.

Sara: Los pacifistas de nuestros días, tan amantes de la partitocracia y tan enemigos del ejército, deben saber que no son los militares, sino los políticos, los que declaran las guerras contras sus enemigos.

José: La Iglesia no tiene ningún partido político, pero los católicos tenemos el sagrado deber, recordado por el Concilio Vaticano II, de cristianizar la política en todas las naciones.

Magdalena: Liberales, socialistas y toda clase de progresistas serán siempre enemigos de la Doctrina social y Política de la Iglesia. Porque la Iglesia enseña que el fin de la política es el bien común en el orden natural y sobrenatural. Y la partitocracia, es enemiga visceral del bien de los demás; sobre todo, del bien sobrenatural.

Magdalena, Presidenta

Cristo Rey: Quas Primas

18 miércoles Sep 2013

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Cristo Rey, pío XI, quas primas

En la primera encíclica de su pontificado, Pío XI analizaba las causas de los males que abrumaban angustiosamente la sociedad en su tiempo. Poco después, el 11 de diciembre de 1925, publicaba la encíclica “Quas Primas”, proponiendo como único remedio para la salvación de los pueblos y las naciones la instauración de la Realeza Social de Nuestro Señor Jesucristo. Esta encíclica debería ser de obligada lectura para todos los bautizados. Ofrecemos un extracto:

“Dos claras afirmaciones: El mundo ha sufrido y sufre este diluvio de males porque la inmensa mayoría de la humanidad ha rechazado a Jesucristo y su santísima ley en la vida privada, en la vida de familia y en la vida pública del Estado; y es imposible toda esperanza segura de una paz internacional verdadera mientras los individuos y los Estados nieguen obstinadamente el reinado de nuestro Salvador. Por esto, advertimos entonces que la paz de Cristo hay que buscarla en el reino de Cristo” (Quas Primas, nº 2).

“La realeza de Cristo está afirmada a cada paso en la Sagrada Escritura. Se le llama el dominador que ha de nacer de Jacob (Num 24, 19); se dice de Él que ha sido constituido por el Padre Rey sobre el monte santo de Sión y que recibirá las gentes como herencia y como posesión los confines de la tierra (Salm 2,6 y 8).

“Por otra parte, esta doctrina de la realeza de Cristo que hemos entresacado de los libros del Antiguo Testamento, no desaparece en los textos del Nuevo Testamento; todo lo contrario, se halla confirmada en éstos con una luminosa brillantez. En este punto, y mencionando de paso el mensaje del arcángel que advirtió a la Virgen que daría a luz un hijo, a quien Dios había de dar el trono de David, su padre, que reinaría en la casa de Jacob sin que su reino tuviera jamás fin” (Lc 1,32-33).

Es el mismo Cristo el que da testimonio personal de su reino en tres ocasiones, en su último discurso al pueblo, al hablar de las penas reservadas perpetuamente a los justos y a los condenados; en su respuesta al gobernador romano que públicamente le preguntaba si era rey; y, finalmente, después de su resurrección, al comunicar a los apóstoles la misión de enseñar y bautizar a todas las gentes.

¿Hay realidad más dulce y consoladora para el hombre que el pensamiento de que Cristo reina sobre nosotros, no sólo por un derecho de naturaleza, sino además por un derecho de conquista adquirido, esto es, el derecho de la Redención? Ojalá los hombres olvidadizos recordasen el gran precio con que nos ha rescatado nuestro Salvador: “Habéis sido rescatados… no con plata y oro corruptibles, sino con la sangre preciosa de Cristo, como de cordero sin defecto ni mancha” (1 Ped 1,18-19)” (Quas Primas, 6).

“Los textos citados de la Biblia demuestran con toda evidencia que este reino es principalmente espiritual y que su objetivo propio son las realidades del espíritu, conclusión confirmada personalmente por la manera de obrar del Salvador.

Este reino se opone solamente al reino de Satanás y a la potestad de las tinieblas, y exige de sus súbditos no sólo que, con el desprendimiento espiritual de las riquezas y de los bienes temporales, observen una moral pura y tengan hambre y sed de justicia, sino que exige además la abnegación de sí mismos y la aceptación de la cruz” (Quas Primas, 8).

“Por otra parte incurriría en grave error el que negase a la humanidad de Cristo el poder real sobre todas y cada una de las realidades sociales y políticas del hombre, ya que Cristo como hombre ha recibido de su Padre un derecho absoluto sobre toda la creación, de tal manera que toda ella esta sometida a su voluntad.

Y en esta extensión universal del poder de Cristo no hay diferencia alguna entre los individuos y el Estado, porque los hombres están bajo la autoridad de Cristo tanto considerados individualmente como efectivamente en sociedad. No nieguen, pues, los gobernantes de los Estados el culto debido de veneración y obediencia al poder de Cristo, tanto personalmente como públicamente, si quieren conservar incólume su autoridad y mantener la felicidad y grandeza de sus Patrias” (Quas Primas, 8).

“Por tanto, si los hombres reconocen pública y privadamente la regia potestad de Cristo, necesariamente recogerá toda la sociedad civil increíbles beneficios, como son los de una justa libertad, una disciplinada tranquilidad y una pacífica concordia. Porque la regia dignidad de Nuestro Señor, de la misma manera que consagra en cierto modo la autoridad humana de los jefes y gobernantes del Estado, así también ennoblece los deberes y la obediencia de los gobernados.

¡Qué felicidad tan grande podría gozar la humanidad si los individuos, las familias y los Estados se dejaran gobernar por Cristo!” (Quas Primas. 9).

“Y si ahora ordenamos a todos los católicos del mundo el culto universal de Cristo Rey, remediaremos las necesidades de la época actual y ofreceremos una eficaz medicina para la enfermedad que en nuestra época aqueja a la humanidad. Calificamos como enfermedad de nuestra época el llamado laicismo, sus errores y sus criminales propósitos.

Ha habido hombres que han afirmado como necesaria la sustitución de la religión cristiana por cierta religión natural y ciertos sentimientos naturales puramente humanos. Y no han faltado Estados que han juzgado posible prescindir de Dios, y han identificado su religión con la impiedad y el desprecio de Dios” (Quas Primas, 12).

“Nos albergamos una gran esperanza que la festividad anual de Cristo Rey, que en adelante se celebrará, acelerará felizmente el retorno de toda la humanidad a nuestro amantísimo Salvador. Sería, sin duda alguna, misión propia de los católicos la preparación y el aceleramiento de este retorno por medio de una activa colaboración.

Pero si los fieles, en general, comprenden que es su deber militar con infatigable esfuerzo bajo las banderas de Cristo Rey, entonces, inflamados ya en el fuego del apostolado, se consagrarán a llevar a Dios de nuevo a los rebeldes e ignorantes y trabajarán por mantener incólumes los derechos del Señor” (Quas Primas, 12).

Firma: Contracorriente

Cristo Rey

12 jueves Sep 2013

Posted by manuelmartinezcano in P. Manuel Martínez Cano, Uncategorized

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beato juan pablo II, benedicto XVI, Cristo Rey, Gaudiu, Juan Pablo I, Juan Pablo II, león XIII, Lumen Gentium, pablo VI, Pilato, realeza de Cristo, Reino de Cristo, San Pío X, VaticanO II

Su Santidad Benedicto XVI dijo: “ En la misma línea del concilio ecuménico Vaticano II, mis venerados predecesores los siervos de Dios Pablo VI, Juan Pablo I y Juan Pablo II fueron auténticos heraldos de la realeza de  Cristo en el mundo contemporáneo. Y es para mí, motivo de consuelo poder contar siempre con vosotros, sea colegialmente, sea de modo individual, para cumplir también yo esta misión fundamental del misterio petrino” ¡Cuenta con nosotros, Vicario de Cristo! (hoy SS Francisco)

Efectivamente, el Vaticano II, enseña la realeza de Cristo en varios documentos: “La Iglesia, enriquecida con los dones de su Fundador, observando fielmente sus preceptos de caridad, de humildad, de abnegación, recibe la misión de anunciar el Reino de Cristo, de Dios, de establecerlo en medio de todas las gentes, y constituye en la Tierra el germen y el principio de este Reino” (Lumen Gentium, 5) “ En cualquier asunto temporal, deben guiarse por la conciencia cristiana, ya que ninguna actividad humana, ni siquiera de orden temporal, puede sustraerse al imperio de Dios” (Gaudium et spes, 35) Es obligación de toda la Iglesia el trabajar para que los hombres se vuelvan capaces de restablecer rectamente el orden de los bienes temporales y ordenarlos hacia Dios por Jesucristo. Hay que establecer el orden temporal de forma que, observando íntegramente sus propias leyes, esté conforme con los últimos principio de la vida cristiana” (Apostolicam Actuositatem, 7)

En su primera homilía, el beato Juan Pablo II dijo: “Hermanos y hermanas, no tengáis miedo de acoger a Cristo y de aceptar su potestad, ayudad al Papa y a todos los que quieran servir a  Cristo. En nuestro conocimiento y, con la potestad de Cristo, servid al hombre  y a la humanidad entera. No temáis. Abrid más todavía, abrid de par en par las puertas a Cristo. Abrid a su potestad salvadora los confines de los Estados, tanto de los sistemas económicos como los políticos, los campos extensos de la cultura, de la civilización y del desarrollo. No temáis.”  No temamos. Combatamos los nobles combates de la fe, hasta que se establezca en España y ene l mundo entero el Reino Social de Nuestro Señor Jesucristo. ¡Nada sin Dios! Todo impregnado de la ley evangélica de Cristo Rey.

Pilato mandó colocar en la cruz de Cristo una tablilla con estas palabras: “Jesús Nazareno Rey de los Judíos” Se quedó corto. Porque Jesús es rey de todos los hombres, de todos los pueblos, de todas las naciones: “Se me ha dado todo poder en el cielo y en la tierra”. Los males que sufre hoy la humanidad tienen su origen en el rechazo de la realeza de Nuestro Señor Jesucristo y en las implantaciones del totalitarismo democrático.

San Pío X condenó el movimiento francés “Le sillón” abanderado de la democracia contemporánea, porque los demócratas llegan al grado de perversidad de atribuir la soberanía al pueblo. ¡El único soberano es Cristo! Por ello, el Papa dice: “No se levantará la ciudad si la Iglesia no pone los cimientos y dirige los trabajos, no; la civilización no está por inventar, ni la ciudad nueva por construir en las nubes. Ha existido, existe; es la civilización cristiana, es la ciudad católica. No se trata más que de instaurarla y restaurarla sin cesar sobre sus fundamentos naturales y divinos contra los ataques siempre nuevos de la utopía malsana de la revolución y de la impiedad: Omnia instaurare en Cristo” (Nostre charge apostolique, 11)

El Vicario de Cristo, León XIII ya lo había dicho: “Cristo es el Rey y Señor de todo el universo” Y el Papa que convocó el concilio ecuménico Vaticano II, beato Juan XXIII escribió en su encíclica Mater et Magister el 15 de mayo de 1961: “el aspecto más siniestramente típico de la época moderna consiste en una absoluta tentativa de querer reconstruir un orden temporal sólido y fecundo prescindiendo de Dios, único fundamento en que puede sostenerse “…”Sin embargo, la experiencia cotidiana, en medio de los desengaños más amargos y aúna veces entre formas sangrientas, sigue atestiguando lo que afirma el libro inspirado: “Si el Señor no construye la casa, en vano se afanan los que la edifican.”

El afán de España para edificar la casa de Dios, el Reinado Social de Jesucristo, es único y trascendental en la historia de la Iglesia. Hemos combatido contra los enemigos de Cristo y su Iglesia en la Reconquista contra el Islam, en Lepanto contra el truco, contra el protestantismo en Europa, contra la Revolución Francesa, contra el comunismo… Hoy casi la mayoría de los católicos rezan en español. “La evangelización del Nuevo Mundo, es una obra sin par” (beato Juan Pablo II) L’Office Internacional de París tiene como ideal la instauración del Reinado Social de Nuestro Señor Jesucristo. Disertaba uno de sus conferenciantes sobre el tema. Fue interpelado por un tontico que le dijo: “pretendéis una utopía. ¿Cuando ha reinado Jesucristo en la sociedad civil?” Contestación del orador francés: “Cristo reinó en la sociedad civil en la España imperial”.

Ideal que persiste hoy en hombres y mujeres españoles. Queremos que Cristo reine en España y en todo el mundo. Realeza social de Cristo que se conseguirá con el restablecimiento de la verdad en el orden natural y sobrenatural. Verdad que debe inspirar las leyes civiles de los estados, santificar las costumbres de los pueblos, iluminar las enseñanzas en los colegios, institutos y universidades. Verdad que podemos conocer todos los bautizados estudiando la Doctrina social y política de la Iglesia.

 

En una de sus visitas a España, el beato Juan Pablo II, nos dijo: “es necesario que los católicos españoles sepáis recobrar el vigor pleno del espíritu, la valentía de una fe vivida, la lucidez evangélica”. Somos hijos de una raza de héroes, santos y mártires. Miles de nuestros compatriotas murieron defendiendo el Reinado Social de Cristo en España. Murieron gritando la jaculatoria “¡Viva Cristo Rey!”. Ya el 1 de Julio de 1937 nuestros obispos escribían en su carta colectiva: “contamos los mártires por millones”. Sea ese grito sagrado nuestra consigna en esta guerra de Dios que estamos viviendo: ¡VIVA CRISTO REY! ¡VIVA CRISTO REY! ¡VIVA CRISTO REY! ¡VIVA MARÍA REINA!

 

 

P.Manuel Martínez Cano mCR

El Rey Eternal

03 martes Sep 2013

Posted by manuelmartinezcano in P. Manuel Martínez Cano, Uncategorized

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amor carnal, amor desordenado, bienestar corporal, Cristo Rey, Manuel Martínez Cano, P.Cano, rey, Rey Eternal, san ignacio, slaud

La segunda parte de la meditación “del rey temporal ayuda a contemplar la vida del rey eternal… consiste, en aplicar el sobredicho ejemplo del rey temporal, a Cristo nuestro Señor, conforme a los punto dichos”

Y en cuanto al primer punto, Si tal vocación consideramos del rey temporal a sus súbditos, cuánto es más digna de consideración ver a Cristo nuestro Señor, rey eterno, y delante de Él todo el universo mundo, al cual y a cada uno llama y dice: “ mi voluntad es de conquistar todo el mundo y todos los enemigos, y así entrar en la gloria de mi Padre; por tanto, quien quisiere venir conmigo, ha de trabajar conmigo, porque siguiéndome en la pena, también me siga en la gloria.

En la primera parte de la meditación, San Ignacio dice que todos los buenos súbditos debían de seguirle, con cuánta más razón debemos seguir a este Rey eterno que nos llama a la empresa más excelente: la santificación propia y la salvación de las almas. El salmo 2,8 dice: “te daré como herencia las gentes todas y como posesión los confines de la tierra” y nuestro Rey y Señor, Jesucristo, afirma: “Me ha sido dado Todo poder en el cielo y en la tierra”. San Juan dice que Cristo: “seducía a las turbas”. Sigamos también nosotros a Cristo Rey.

Cristo Rey nos dice hoy: “Mi voluntad es de conquistar todo el mundo y todos los enemigos y así entrar en la gloria del Padre”. Sí, porque Dios Padre: “quiere que todos los hombres se salven y vengan  al conocimiento de la verdad” (1 Tim 2,4). Para ser fieles a Cristo, debemos “ser perfectos como vuestro Padre es perfecto” (Mt. 5,8). Cristo nos llama al vencimiento propio, a la conquista de uno mismo, a la santidad. Debemos, pues, luchar contra el mundo, el demonio y nuestra propia carne. La empresa a que nos llama el Rey eternal no puede ser más noble y trascendental: la eterna felicidad en el cielo y el Reinado Social de Cristo en la tierra “venid conmigo”, nos dice nuestro Rey y Señor. Si vamos solos a conquistar el mundo, no haremos nada; pero con Cristo lo podemos todo. Él venció primero a sus enemigos con su muerte y resurrección ¡con Cristo seremos santos y salvaremos muchas almas! “Trabajar conmigo! Nos dice. Si, con su gracia, todo lo podemos, como san Pablo y todos los santos. “prometiste reinar en España, fiel promesa que tú cumplirás”. Sí, aunque nosotros en el combate muramos mártires ¡Cristo triunfará!

El segundo punto es: “considerar que todos los que tuvieren juicio y razón ofrecerán todas sus personas al trabajo”

¿He procedido siempre en mi vida sobrenatural con sentido común? ¡Me ha movido el juicio y la razón o la pasión desordenada? De hoy en adelante ofreceré toda mi persona al trabajo de mi santificación y la salvación de las almas. San Juan de Ávila nos dice: “No huyáis de la guerra, que sin falta veréis venir sobre vosotros el socorro del cielo. No os espanten los muchos enemigos que tenéis, más consuelos da un solo amigo que os ama que todos los enemigos os aborrecen y Él sólo puede más que todos juntos.

Los que tienen algo más que juicio y razón se entregarán en cuerpo y alma al apostolado. Si Cristo hubiera sido mezquino con nosotros ¿qué sería de nosotros? Fuera mezquindad, a Cristo hemos de darle todo, toda la vida. Cuanto mayor entusiasmo tengamos al divino llamamiento, más frutos de santidad y gloria de Dios daremos. No se trata de resistir a los enemigos del alma y de la Iglesia, sino de  combatirlos “agere de contra”, nos dice san Ignacio. El santo vivía “deseando más morir con Cristo que vivir con otro”.

Los sordos que no quieren oír el llamamiento del Rey eternal a la santidad y a la salvación de las almas, son unos locos, porque ponen en peligro su propia salvación y no quieren colaborar con Cristo para establecer su Reinado Social en la tierra.

El tercer punto es: Los que más se querrán afectar y señalar en todo servicio de su rey eterno y Señor universal, no solamente ofrecerán sus personas al trabajo, más aun haciendo contra su propia sensualidad y contra su amor carnal y mundano, harán oblaciones de mayor estima y mayor momento, diciendo…

San Ignacio nos dice que el verdadero soldado de Cristo debe ejercitarse “contra su propia sensualidad, y contra su amor carnal y mundano”. La propia sensualidad es nuestra desordenada inclinación al placer de los sentidos exteriores o interiores. A la libertad en cosas no prohibidas en el uso de la vista, el oído, el tacto; el juicio temerario, la imaginación deshonesta.

El amor carnal es buscar la comodidad del cuerpo; especialmente el amor desordenado a la salud, buscando siempre el bienestar corporal, huyendo de todo esfuerzo; que no soporta las molestias del hambre y la sed, el frio o el calor. También se ha de purificar el amor a los parientes y amigos, cuando no es puramente espiritual.

El amor mundano que hemos de combatir es el amor o lo que el mundo ama: riquezas, honores, vanagloria, lujo, diversiones… Amor mundano que siente vivamente las humillaciones, las injurias, los desprecios: “¡que cuesta! – ya lo sé. Pero ¡adelante!: “nadie será premiado –y ¡qué premio! – sino el que padece con bravura.” (San José María Escrivá)

“Pues tenemos Rey poderoso y tan gran Señor que todo lo puede y a todos sujeta, no hay que temer, andando… en verdad delante de su Majestad, no hay quien sea contra nosotros” (Santa Teresa de Jesús).

San  Ignacio termina la meditación, diciendo que los que le siguen han de hacer “oblaciones de mayor estima y mayor momento, diciendo: Eterno Señor de todas las cosas, yo hago mi oblación, con vuestro favor y ayuda, delante vuestra infinita bondad, y delante vuestra Madre gloriosa, y de todos los santos y santas de la corte celestial, que yo quiero y deseo y es mi determinación deliberada, sólo que sea vuestro mayor servicio y alabanza, de imitaros en pasar todas injurias y todo vituperio y toda pobreza, así actual como espiritual, queriéndome vuestra santísima majestad elegir y recibir en tal vida y estado.

Esta entrega a Cristo Rey consiste, además del trabajo personal en la propia santificación y en el apostolado, la entrega de los bienes de fortuna y la propia honra. El Concilio Vaticano ll dice: “todos los fieles, de cualquier estado o condición, están llamados a la plenitud de la vida cristiana y a la perfección de la caridad, santidad con la cual, en la sociedad terrena, se promueve un modo de vivir más humano” (Lumen gentium, 40,2) y en el decreto Apostolicam actuositatem, el concilio nos dice: “Siendo Cristo, enviado por el Padre, fuente y origen de todo apostolado de la Iglesia, es evidente que la fecundidad del apostolado de los seglares depende de su unión vital con Cristo, porque dice el Señor: “El que permanece en Mí y yo en él, ése da mucho fruto, porque sin Mí nada podéis hacer” (Jn 15,5; AA, 4,1)

El fin de la contemplación del Rey eternal es “hacernos prestos y diligentes para cumplir la divina voluntad” (San Ignacio)

P. Manuel Martínez Cano mCR

Página para Meditar

22 miércoles May 2013

Posted by manuelmartinezcano in Padre Alba, Uncategorized

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bandera, Cristo Rey, héroe, hombres, honor, jóvenes con honor, mujeres, vivir peligorsamente

Hombres de honor, mujeres de honor, jóvenes con honor; una Asociación

P.Alba, SJ

P.Alba, SJ

formada por jóvenes que tienen como divisa el honor. Ese es el ideal de nuestra Asociación juvenil.

Sin honor nada vale una vida. Sin honor nada vale una Asociación. Un gran estadista proponía a sus seguidores que habían sido convocados para vivir peligrosamente. Vivir peligrosamente puede ser una situación circunstancial. Vivir con honor ha de ser nuestra situación constante: vivir y morir con honor.

El honor es aquella cualidad que impulsa a proceder constantemente de conformidad con un ideal excelso de vida y de acuerdo con unas normas, las más perfectas posibles, de moralidad y de conducta. Por eso el honor no solamente nos hace hombres de bien, hombres fieles a la palabra empeñada,  comprometidos en una noble y elevada empresa, sino que nos obliga en las ocasiones que se nos presentan a ser héroes. Un héroe no es más que quien ha llevado hasta el fin las exigencias de su honor.

La manera burguesa y mundana de vivir envenena las almas, hasta hacerlas incapaces de todo heroísmo, porque las vacía del sentido del honor. Pero, vosotros habéis sido llamados por Dios bajo la bandera de Cristo Rey para que le sirváis con honor, y para que vuestro proceder le honre a Él.

Ese significado tiene vuestra promesa. El joven de la Asociación se compromete con ella a una vida de honor y servicio, tras la bandera de Jesucristo, Rey y Señor de hombres, de naciones y de todo el universo.

Todos debéis aspirar a poder emitir un día la promesa que os constituye verdaderos miembros efectivos de nuestra Asociación. Y los que ya la habéis hecho debéis poner delante de vuestros ojos que remar y caminar contra corriente ha de ser lo normal de vuestra vida. Porque no habéis sido llamados a constituir un grupo de burguesitos y burguesitas complacientes, sino a vivir con honor hasta el heroísmo final.

Que el 1 de julio, fiesta de nuestra promesa en el Tibidabo, todos nos animemos a abrazarnos con una vida en la que el único peligro es vivir y morir sin honor.

Rvdo. P. José María Alba Cereceda, S.I.
Meridiano Católico Nº 29, junio de 1979

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Ejercicios Espirituales predicados por el P. Cano

Meditaciones y Pláticas del P. José María Alba Cereceda, S.I.

Varios volumenes de apóx. 370 páginas. Precio volumen: 10 €. Pedidos: hnopablolibros@gmail.com

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“Espíritu Santo, infúndenos la fuerza para anunciar la novedad del Evangelio con audacia, en voz alta y en todo tiempo y lugar, incluso a contracorriente”. Padre Santo Francisco.

"Si el Señor no edifica la casa, en vano trabajan los que la construyen. (Salmo 127, 1)"

Nuestro ideal: Salvar almas

Van al Cielo los que mueren en gracia de Dios; van al infierno los que mueren en pecado mortal

"Id al mundo entro y proclamad el Evangelio a toda la creación. El que crea y sea bautizado se salvará; el que no crea será condenado" Marcos 16, 15-16.

"Es necesario que los católicos españoles sepáis recobrar el vigor pleno del espíritu, la valentía de una fe vivida, la lucidez evangélica iluminada por el amor profundo al hombre hermano." San Juan Pablo II.

"No seguirás en el mal a la mayoría." Éxodo 23, 2.

"Odiad el mal los que amáis al Señor." Salmo 97, 10.

"Jamás cerraré mi boca ante una sociedad que rechaza el terrorismo y reclama el derecho de matar niños." Monseñor José Guerra Campos.

¡Por Cristo, por María y por España: más, más y más!

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