Contracorriente

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Introducción a la Meditación de las tres Potencias sobre los Tres Pecados

17 miércoles Abr 2013

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La primera meditación de la primera semana de los Ejercicios Espirituales es la A-Mayor-Gloria-de-Dios-una-de-_54278646725_53389389549_600_396aplicación de la memoria, entendimiento y voluntad al pecado de los ángeles, de Adán y Eva al pecado particular. Contiene en sí, después de una oración preparatoria y dos preámbulos, tres puntos principales y un coloquio.

El pecado es la rebelión de la criatura contra su creador; la negación del dominio absoluto del Creador sobre la criatura, la desviación completa del camino del Cielo, el abuso irracional de las criaturas que Dios me ha dado para que me ayuden a salvarme. El pecado es la negación práctica del Principio y Fundamento.

La actividad del ejercitante en estas meditaciones sobre el pecado, que propone San Ignacio, ha de ir dirigida a conocer profundamente la malicia del pecado y el envilecimiento y vileza del pecador, conocida en lo más profundo del corazón.

Si el principio de todo pecado está en la soberbia (Ecles. 1015) es justo que el principio del perdón y la reparación del pecado sea la humillación. Si el ejercitante no llega a avergonzarse y confundirse, por los pecados cometidos, no está capacitado para adquirir el dolor de corazón necesario que le haga cambiar de rumbo en su vida hacia la perfección cristiana. Mil veces morir antes que pecar.

Si he merecido el infierno por mis pecados, jamás me pondré en ocasión de pecado. Si, por una gracia especial, no he cometido un pecado mortal en mi vida: “es mayor merced dar Dios la inocencia, no dejando caer en pecado, que al caído darle perdón. La Virgen Santísima ponía a cuenta de deuda propia y agradecía a Dios, como si los hubiera cometido y fuera perdonada, todos los pecados que pudiera haber cometido y que otros hacían” (San Juan de Ávila).

San Ignacio empieza todas sus meditaciones con la oración preparatoria, que es siempre la misma:”Pedir gracia, a Dios nuestro Señor, para que todas mis intenciones, acciones y operaciones sean puramente ordenadas en servicio y alabanza de Su Divina Majestad”. Para que todo mi querer, aspiraciones, intenciones y determinaciones; acciones, ocupaciones exteriores, sea todo ordenado a la mayor gloria de Dios.

El primer preámbulo es composición viendo lugares. Aquí es de notar, que en la contemplación o meditación visible, así como contemplar a Cristo nuestro Señor, el cual es visible, la composición será ver con la vista de la imaginación el lugar corpóreo, donde se halla la cosa que quiero contemplar. Digo el lugar corpóreo, así como un templo o monte, donde se halla Jesucristo o Nuestra Señora, según lo que quiero contemplar. Aquí será ver con la vista imaginativa y considerar mi alma que está encarcelada en este cuerpo corruptible en este valle, como desterrado entre brutos animales. Digo todo el compuesto de alma y cuerpo.

El segundo preámbulo es pedir a Dios nuestro Señor lo que quiero y deseo. Aquí será pedir vergüenza y confusión de mi mismo, viendo cuantos han sido condenados por un solo pecado mortal y cuantas veces yo merecía ser condenado para siempre por tantos pecados míos.

Los tres puntos del pecado de los ángeles, de Adán y Eva y el pecado particular los veremos las próximas semanas, Dios mediante.

San Ignacio termina siempre sus meditaciones con un coloquio entre el alma y su Creador, Jesucristo, el Espíritu Santo, la Virgen María, los santos. El coloquio es una conversación entre amigos, entre el hijo y el padre, entre un siervo y su señor, pidiendo alguna gracia, arrepintiéndose de sus pecados, pidiendo consejo sobre las cosas de su alma, etc.

El coloquio que propone san Ignacio en esta meditación, se hace: “imaginando a Cristo nuestro Señor delante y puesto en cruz, hacer un coloquio, cómo de Criador ha venido a hacerse hombre, y de vida eterna a muerte temporal, y  ha venido a morir por mis pecados. Hacer otro tanto, considerando lo que he hecho por Cristo, lo que hago por Cristo, lo que debo hacer por Cristo y por fin viéndole tal y colgado así en la cruz, ir expresando lo que espontáneamente se ofreciere”. Terminar con un Padrenuestro.

Sólo ante Cristo crucificado por nuestro amor puede entenderse la malicia del pecado: “Cada pecado renueva en cierto modo la pasión de Nuestro Señor, puesto que crucifican de nuevo en sí mismo al Hijo de Dios”(Pío XII).

Salvar el Alma

13 miércoles Mar 2013

Posted by manuelmartinezcano in P. Manuel Martínez Cano, Uncategorized

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San Ignacio de Loyola dice que el alma se salva mediante la alabanza, reverencia y servicio de Dios. passionhomeSalvar el alma es terminar esta vida terrena en gracia de Dios para empezar a gozar eternamente de la gloria y felicidad del Cielo. Dios quiere que todas las almas se salven. Su misericordia infinita está al alcance de todos los hombres y mujeres: “Hijitos míos, os escribo esto para que no pequéis. Si alguno peca, abogado tenemos ante el Padre, a Jesucristo, justo. El es la propiciación por nuestros pecados. Y no sólo por los nuestros, sino por los de todo el mundo” (1 Jn. 2,2).

Si Dios quiere que todos los hombres se salven, a todos le ofrece la gracia necesaria para salvarse. El medio ordinario del que Dios se vale para llamar a la salvación a todos los hombres es la Iglesia Católica, fundada por Nuestro Señor Jesucristo y vivificada por el Espíritu Santo. La Iglesia nos transmite la gracia divina por medio de los sacramentos.

Salvar el alma, se dice pronto, pero se entiende con dificultad y a medias. Para entenderlo bien, sería preciso llegar a conocer internamente lo que es poseer a Dios en una felicidad eterna y lo que es el alma ¿Qué vale el alma?: La sangre de Dios hecho hombre derramada, gota a gota, en la Pasión para la salvación de todas las almas. El alma tiene un valor divino. San Ignacio estaba dispuesto a poner en peligro su vida por la salvación de las almas; y Santa Catalina de Siena besaba las huellas de los que trabajaban por la salvación de las almas.

El alma y Dios. ¿Cómo es Dios?, preguntaba el niño  Tomás de Aquino a los ancianos. Sabemos muy poco de cómo es Dios. Sabemos, estamos seguros, que Dios es la suma perfección, la suma bondad que saciará todos nuestros deseos de felicidad en el cielo. Dios es infinito en Sus perfecciones, nosotros imperfectos y miserables. Nuestro único afán: ¡Salvar el alma!.

La hermana de Santo Tomás de Aquino, le escribió pidiéndole que debería hacer para ser santa. El doctor angélico, le contestó: “Hermana mía, para ser santa te basta y es necesario por tu parte una cosa: ‘querer’; Dios no te negará su gracia”. Nos salvaremos eternamente si queremos salvarnos, pero queriendo de verdad; que ese querer se convierta en obras concretas”. Se nos brinda la gracia, a nadie falta:  “el hombre es quien falta a la gracia” (San Buenaventura). Nuestra santa Madre Iglesia pone a nuestra disposición todos los medios que necesitamos para salvarnos. Estamos en buenas manos. San Agustín: “¿Por qué no he de poder lo que otros han logrado?”

“ Se le acercó uno y le preguntó: Maestro ¿Qué obra buena he de realizar para alcanzar la vida eterna?”. Él le dijo: si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos” (Mt. 19,17). Una vez más: si quieres te salvarás. Hay que querer de veras, nada de veleidades: “quiere y no quiere a un tiempo el perezoso.” (Pro. 13,4) Querer de verdad es poner nuestra voluntad en sintonía con la voluntad de Dios. Hacer siempre y en todo la voluntad de Dios. No retroceder ante ningún sacrificio, no detenernos ante ninguna dificultad.

Es nuestro peregrinar hacia la vida eterna, debemos confiar siempre en la infinita misericordia de nuestro Dios. Es verdad que somos débiles y miserables, pero con San Pablo podemos decir: “todo lo puedo en aquel que me conforta” (Fil. 4,13). Porque, aunque no podamos salvarnos con nuestras débiles fuerzas, estamos seguros que no nos faltará la gracia que San Pablo alcanzó de Cristo: “te basta mi gracia” (2Cor. 12,9). Seamos muy generosos en nuestra colaboración con la gracia de Dios.

Un día y otro, siempre fieles a las gracias actuales, perseverantes hasta la muerte: “Seréis aborrecidos de todos por mi nombre, el que persevere hasta el fin, se salvara” (Mt. 10,22). Ante lasfotograma_pasion tentaciones, tribulaciones y sacrificios que aparezcan en vuestras vidas, ensancha el alma la consideración de la felicidad eterna que el Señor nos tiene preparada: “Ni el ojo vio, ni el oído oyó, ni vino a la mente del hombre lo que Dios ha preparado para los que le aman” (1Cor. 2,9). “Dios espera ardientemente que se llene su casa. Es padre y le gusta vivir con todos sus hijos alrededor” (San Agustín).

San Juan Crisóstomo: “Si descuidamos el alma no podremos salvar ni el cuerpo: porque no ha sido hecha el alma para el cuerpo, si no el cuerpo para el alma” San Ignacio le decía al joven Javier en la Universidad  de Paris: “¿qué aprovecha al hombre ganar el mundo entero si pierde su alma?” (Mt. 16,26). ¿Quiero salvarme? Me salvaré. Para salvarme han de cooperar mi voluntad y la de Dios; y dios quiere salvarnos: “Dios quiere que todos los hombres se salven” (Tim. 2,3-4) Repetimos con San Agustín: “Dios que te creó sin ti, no te salvará sin ti”

 

¿Yo para qué nací? Para salvarme.
Que tengo que morir es infalible;
Dejar de ver a Dios y condenarme
Triste cosa será, pero posible.
¡Posible…! ¿y río y duermo
y quiero holgarme?
¡Posible…! ¿y tengo amor a lo visible?
¿Qué hago? ¿En qué me ocupo?
¿En qué me encanto?
¡Loco debo yo ser, pues no soy santo!

           

Pío XII: «Misterio verdaderamente tremendo, y que jamás se meditará bastante, el que la salvación de muchos dependa de las oraciones y voluntarias mortificaciones de los miembros del Cuerpo místico de Jesucristo, dirigidas a este objeto, y de la cooperación que Pastores y fieles  han de ofrecer a nuestro divino Salvador» (Mystici Corporis 1943,19).

 

P. Manuel Martínez Cano mCR

Catecismo Social IV

13 miércoles Mar 2013

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1, 1 Juan, 10, 17, 19, 26, 28, 3, 43, abstracción, adorar, alma, amor, apasionado, aristóteles, artes, ateísmo, atracción, avalado, último término, única, ¿Cómo es Dios?, ¿Cómo es el alma?, ¿Cómo somos los hombres?, ¿Qué aprovecha el hombre ganar el mundo entero, ¿Qué entendemos por alma?, Bautismo, bienes naturales, blasfemia, bueno, captar, castigo, catecismo social, comer, compuesta, con, conceptos inmateriales, concupisciente, consecuencias del pecado original, consentimiento de todos los tiempos, convicción irrefutable, cosas, cristiano, cultura, cumplir perfectamente nuestros deberes, del hombre, deporte, desdichados, desgracia del hombre, Dios, divertirse, divinizarse, En verdad te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso, encarnación, entendemos, espiritual, espiritualidad, evangelista, evolución y plenitud de la vida sobrenatural, existir, felicidad, felicidad inmortal del alma, fin de la vida humana, freno para el progreso humano, gracia, gracia santificante, guarda los Mandamientos, hijos de Dios, hombre, hombre libre, ignorante, indeferentismo, infaliblemente, inmortalidad, intelectual, inteligencia humana, interior, investigación, investigar, jesucristo, justicia, justo, liberalismo, libertad, libertad perfectible, lo que se divide, lo que se mide, lo que se pesa, loq ue se toca, Lucas 23, Lutero, Mateo, MAteo 16, materia, meritoriamente, migajas, MIrad qué amor más entrañable nos ha manifestado el Padre, miserias, movemos, Mt.X, muerte del cuerpo, mundo, naturaleza, no somos buenos, no somos malos, no temáis a los que matan el cuerpo, nos, nosotros mismos, nuestras luchas, obrar racionalmente, omnipotente, participación de la vida divina, pensar, pero el alma no la pueden matar, pesimistas, pide, planos, por encima de todo, por la gracia, postulados, prójimos, premio, pues ha querido que nos llamáramos hijos de Dios y lo somos en efecto, pura, querer, razón recta, realidad, Redención, Rousseau, sabio, sacramento, san Juan, secreto radical, sensible, sentimos, sentir, separación de alma y cuerpo, si pierde su alma?, si quieres entrar en la vida, simplicidad, simplicidad del alma, sinrazón, soporte de todo el hombre, superior a cualquier tentación, sustancialidad, talla divina, taller donde se lucha y se alcanza, te´cnica, textos evangélicos, todos, todos los pueblos, trabajar, trabajo, unicidad, unida al cuerpo, unidad de operación, unidad de ser, universo, víctima, vicios, vida natural, vida sobrenatural, vida vegetal, vivimos

7 -¿Qué entendemos por alma? El alma es, según Aristóteles «aquello por lo cual en último término, la fotovivimos, sentimos, nos movemos y entendemos». O sea, el alma es lo que nos hace obrar racionalmente, así como sentir, pensar, querer y querer con libertad. El alma es lo que da unidad de ser y de operación. El secreto radical del pensar y del existir. Y el alma está unida al cuerpo en todos los planos de la naturaleza y de la gracia. Por esto el hombre necesita comer y trabajar, divertirse e investigar, pero también pensar, y mediante todo este conjunto divinizarse por la gracia que nos alcanzó Jesucristo con su Redención.

8 ¿Cómo es el alma?

El alma goza de unicidad, sustancialidad, espiritualidad, simplicidad e inmortalidad. Es única porque rige toda la vida vegetal, sensible, intelectual del hombre. Es sustancial porque es el soporte de todo el hombre. La separación de alma y cuerpo, produce la muerte del cuerpo. Y el alma es espiritual, o sea, es capaz de la abstracción, de captar conceptos inmateriales, de sentir la atracción por lo que está por encima de todo el universo. Esto reclama la simplicidad del alma, que no puede estar compuesta de lo que se pesa, de lo que se mide, de lo que se toca, de lo que se divide. Y explica que el alma debe ser inmortal. El fondo más profundo del hombre reclama la felicidad, el premio, el castigo, la justicia. Estos postulados exigen la inmortalidad del alma. De otra suerte Dios no sería ni bueno, ni omnipotente, ni sabio, ni justo. Imaginar esto, es pura blasfemia. Y lo que la inteligencia humana toca como infaliblemente reclamado por su propio ser, y esto avalado por el consentimiento de todos los tiempos y de todos los pueblos con una convicción irrefutable, maravillosamente responde a la realidad. Jesucristo, en su Encarnación, vino para que los hombres se hicieran dignos de la felicidad inmortal del alma. Recordemos estos textos evangélicos: «No temáis a los que matan el cuerpo, pero el alma no la pueden matar> (Mt. X, 28). «Si quieres entrar en la vida, guarda los Mandamientos» (Mt. XIX, 17). «¿Qué aprovecha al hombre ganar el mundo entero, si pierde su alma?» (Mt. XVI, 26). «En verdad te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso» (Lc, XXIII, 43).

9 ¿ Cómo somos los hombres y cómo es Dios?

Los hombres no somos buenos, como enseñan Rousseau y el liberalismo. Los hombres no somos malos, como afirman Lutero y todos los pesimistas. El hombre es libre, víctima de consecuencias del pecado original que le hacen ignorante, apasionado, concupiscente, pero que con la razón recta y, sobre todo, con la gracia, es superior a cualquier tentación. Ni esencialmente bueno, ni fatalmente malo. Sino dotado de una libertad perfectible y guiada para liberarnos meritoriamente de nuestras luchas y así cumplir perfectamente nuestros deberes con Dios, el prójimo y nosotros mismos. Y Dios, ¿cómo es? Dios es infinitamente Amor. Lo más cierto y claro que podemos decir de Dios es esto: ¡Qué bueno es Dios! Dios me ama. Cuando nos convencemos de esto, dichosamente nos enamoramos de Dios. Y ya en esta vida participamos de migajas de verdadera felicidad. Y el que ama a Dios le adora, le da gracias, le pide, se arrepiente de sus pecados. La desgracia del hombre es enamorarse de sus vicios, de sus miserias, de las cosas, de la materia. Entonces nos convertimos en unos desdichados que vamos vagabundeando por el laberinto de la sinrazón. No basta saber que existe Dios. Hay que enterarse de que Dios nos ama a cada uno personalmente con amor infinito. Y, oportunamente, tenemos la clave de todos los problemas. Porque amar a Dios alegra y pacifica nuestro interior. Así como el ateísmo y el indiferentismo sólo producen oscuridades, mala conciencia y amarguras.

10 En definitiva, ¿cuál es el fin de la vida humana?

Al hombre, además de haberle dado la vida natural, Dios le ha elevado a la vida sobrenatural. Esta maravilla se realiza en el sacramento del Bautismo. Aquí podemos recordar lo que nos dice el evangelista San Juan: «Mirad qué amor más entrañable nos ha manifestado el Padre, pues ha querido que nos llamáramos hijos de Dios y lo somos en efecto» (1 Jn., III, 1). Por eso el cristiano, al mismo tiempo que desarrolla los bienes naturales -la cultura, la técnica, el trabajo, las artes, el deporte, la investigación-, pone su acento en la evolución y plenitud de la vida sobrenatural. Esta no es un freno para el progreso humano, en su sentido verdadero, sino la que le da una trascendencia por encima de toda cortedad temporal y transitorio quehacer. Con la gracia santificante -participación de la vida divina- nos convertimos en hijos de Dios. Y el mundo es el taller en donde se lucha y se alcanza esta talla divina de nuestra existencia.

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“Espíritu Santo, infúndenos la fuerza para anunciar la novedad del Evangelio con audacia, en voz alta y en todo tiempo y lugar, incluso a contracorriente”. Padre Santo Francisco.

"Si el Señor no edifica la casa, en vano trabajan los que la construyen. (Salmo 127, 1)"

Nuestro ideal: Salvar almas

Van al Cielo los que mueren en gracia de Dios; van al infierno los que mueren en pecado mortal

"Id al mundo entro y proclamad el Evangelio a toda la creación. El que crea y sea bautizado se salvará; el que no crea será condenado" Marcos 16, 15-16.

"Es necesario que los católicos españoles sepáis recobrar el vigor pleno del espíritu, la valentía de una fe vivida, la lucidez evangélica iluminada por el amor profundo al hombre hermano." San Juan Pablo II.

"No seguirás en el mal a la mayoría." Éxodo 23, 2.

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"Jamás cerraré mi boca ante una sociedad que rechaza el terrorismo y reclama el derecho de matar niños." Monseñor José Guerra Campos.

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