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¿Quiénes son los idiotas?

13 miércoles Mar 2013

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CIENCIA, FE, ATEÍSMO

        Los idiotas somos los católicos. Lo dice todo el mundo universal todos los medios de medios-de-comunicacioncomunicación progresistas y democráticos lo proclaman ininterrumpidamente: ¡Los católicos son unos idiotas! Creen en auténticas aberraciones. La ciencia ha desplazado totalmente al oscurantismo religioso católico. Hace pocos días me decía un joven casado: No entiendo como mi mujer, que es súper inteligente, es tan católica. Vaya por delante, que la Sagrada Escritura, la Palabra de Dios, afirma que sólo un necio puede negar la existencia de Dios. Y san Pablo afirma rotundamente que los ateos no tienen razón alguna para no creer en Dios, son inexcusables, porque a través de las cosas creadas se llega al conocimiento del Creador de todas ellas.

¿Qué ciencia ha desplazado a la religión? ¿La física, la química, la biología? “No se da contradicción alguna entre la Religión y las ciencias Naturales; ambas son perfectamente compatibles entre si” (Max Planck, Premio Nobel de Física). “Contraponer la ciencia con la religión, es cosa de gente poco experta en uno u otro tema” (Paul Sabatier, Premio Nobel). El Beato Juan Pablo II, dijo en la Universidad de Madrid: “La Ciencia y la fe no son opuestas, sino convergentes en el descubrimiento de la realidad integral que tiene su origen en Dios”. Einsten dijo: “Si la religión sin ciencia es ciega, la ciencia sin religión cojea”. Y el P. Manuel Carreira S,I:, Doctor en Ciencias Físicas ha dicho: “No sólo no hay contradicción entre ciencia y fe, sino que mutuamente se ayudan y complementan”.

La historia de la Ciencia esta repleta de hombres de fe en Dios, de cristianos católicos, protestantes, anglicanos, ortodoxos… “Puedo, de mi parte, aseverar con toda decisión que la negación de la fe carece de todas base científica. A mi juicio jamás se encontrará una verdadera contradicción entre la fe y la ciencia”. (Millikan, gran físico, Premio Nobel). El inventor de la Telegrafía sin hilos. Marconi, Premio Nobel proclama: “Lo declaro con orgullo:  soy creyente. Creo en el poder de la oración y creo no sólo como católico sino también como científico”.

El genial físico astrónomo y matemático, fundador de la física teorética clásica, Newton, afirmó rotundamente: “Lo que no sabemos es una gota, lo que ignoramos un inmenso océano. La admirable disposición y armonía del Universo no han podido sino salir del plan de un Ser Omnisciente y Omnipotente”. Uno de los científicos que más bien ha hecho a la humanidad Louis Pasteur (1822-1895) que produjo la primera vacuna contra la rabia. Católico practicante dijo; “Para mí, la fe comienza con la comprensión de que una inteligencia suprema dio el ser al universo y creó al hombre. No me cuesta tener fe, porque el orden e inteligencia del cosmos dan testimonio de la más sublime declaración jamás hecha: “En el principio creó Dios”. Y en otra ocasión declaró; “Porque he estudiado mucho tengo la fe de un bretón, si hubiese estudiado más tendría la fe de una bretona” (Bretaña es una de las regiones más católicas de Francia)

Es verdad que hay científicos que no creen en la existencia de Dios, pero no tienen una razón científica ni filosófica para apoyar su ateísmo. Pero también es verdad que son mayoría los científicos que creen en Dios y viven religiosamente. El Premio Nobel de Física 1954, Max Born (1822-1970): dijo: “Solo la gente boba dice que el estudio de la ciencia lleva al ateísmo” Derek Barton (1918-1998) que compartió el premio Nobel de química en 1969, dijo: “No hay incompatibilidad alguna entre la ciencia y la religión… la ciencia demuestra la existencia de Dios”.

La verdadera enemiga de la fe no es la ciencia, es la soberbia. Los científicos humildes han descubierto que la ciencia lleva a Dios. Arthur L. Schawlow (1921-1999), que compartió el premio Nobel de Física en 1981, confiesa: “Al encontrarse uno frente a frente con las maravillas de la vida y del Universo, inevitablemente se pregunta por qué las únicas respuestas posibles don de orden religioso… Tanto en el Universo como en mi propia vida tengo necesidad de Dios” Y el Premio Nobel de Física 1997 William D. Phillips (1948 – ) ha dicho: “Hay tantos colegas míos que son cristianos que no podría cruzar el salón parroquial de mi iglesia sin toparme con una docena de físicos”. El padre de la genética moderna Jerome Lejeune, fiel católico y defensor de la vida humana, está en proceso de beatificación y canonización.

Los últimos Papas nos han ido recordando que el hombre moderno vive como si Dios no existiera, que las naciones católicas se están paganizando, que dentro de la misma Iglesia se está produciendo una apostasía silenciosa. El concilio Vaticano II, nos recuerda que “Una dura contienda contra el poder de las tinieblas se extiende a través de la historia humana” (Gaudium et Spes 37,2) y que “con demasiada frecuencia los hombres han sido engañados por el Maligno” (Lumen Gentium, 16). Hombres de Iglesia también han sido engañados: “el huma de Satanás ha penetrado en la Iglesia” (Pablo VI). Si “el demonio está vivo y trabaja en el mundo… de su obra depende el mal y los desórdenes presentes en el hombre y en la sociedad” (Beato Juan Pablo II).

El exorcista P. Francisco de Paula Solá SJ, decía que la peor influencia del demonio en el hombre es la influencia en el entendimiento. Las ideologías políticas agnósticas, ateas y anticatólicas que seataduras están apoderando de las naciones con sus medios de comunicación, están esclavizando las mentes y los corazones: “Un Estado Moderno que posea el control de los medios de información y de propaganda, puede manipular los espíritus, deformar las conciencias y falsear criterios”. (Eduardo Coloma). Sí, “los medios de comunicación social ponen sutilmente en peligro la libertad y la capacidad de juzgar con objetividad” (Beato Juan Pablo II): “Temo el día  en que la tecnología sobrepase a la humanidad y el mundo tenga una generación de idiotas”. (Einsten). En esas estamos.

 

“Creo que solo un idiota es capaz de ser ateo” Christian B. Anfinsen (1916-1995), Premio Nobel de química 1972.

 

P. Manuel Martínez Cano, mCR

Imitación de Cristo XII

13 miércoles Mar 2013

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Capítulo 18

De los ejemplos de los santos padres

1. Considera bien los heroicos ejemplos de los santos padres, en los cuales resplandeció la verdadera perfección y religión, y verás cuán poco, o casi nada, es lo que hacemos.
¡Ay de nosotros! ¿Qué es nuestra vida comparada con la suya?
Los santos y amigos de Cristo sirvieron al Señor en hambre y en sed, en frío y desnudez, en trabajos y fatigas, en vigilias y ayunos, en oraciones y santas meditaciones, en persecuciones y muchos oprobios.

2. ¡Oh, cuán graves y cuántas tribulaciones padecieron los apóstoles, mártires, confesores, vírgenes y todos los demás que quisieron seguir las pisadas de Cristo!
”Pues en este mundo aborrecieron sus vidas para poseer sus almas en la vida eterna” (Jn 12,25).
¡Oh, cuán estrecha y retirada vida hicieron los santos padres en el yermo! ¡Cuán largas y graves tentaciones padecieron! ¡Cuán de ordinario fueron atormentados del enemigo! ¡Cuán continuas y fervientes oraciones ofrecieron a Dios! ¡Cuán rigurosas abstinencias cumplieron! ¡Cuán gran celo y fervor tuvieron en su aprovechamiento espiritual! ¡Cuán fuertes peleas pasaron para vencer los vicios! ¡Cuán pura y recta intención tuvieron con Dios!

3. De día trabajaban, y por la noche se ocupaban en larga oración; aunque trabajando, no cesaban de la oración mental.
Todo el tiempo lo gastaban bien; las horas les parecían cortas para darse a Dios, y por la gran dulzura de la contemplación, se olvidaban de la necesidad del mantenimiento corporal.
Renunciaban todas las riquezas, honras, dignidades, parientes y amigos; ninguna cosa querían en el mundo; apenas tomaban lo necesario para la vida, y les era pesado servir a su cuerpo aun en las cosas más necesarias.
De modo que eran pobres de lo temporal, pero riquísimos en gracia y virtudes.
En lo de fuera eran necesitados, pero en lo interior estaban con la gracia y divinas consolaciones recreados.
Ajenos eran al mundo, mas muy allegados a Dios, del cual eran familiares amigos.
Teníanse por nada en cuanto a sí mismos, y para nada con el mundo eran despreciados; mas en los ojos de Dios eran muy preciosos y amados.
Estaban en verdadera humildad; vivían en sencilla obediencia; andaban en caridad y paciencia, y por eso cada día crecían en espíritu y alcanzaban mucha gracia delante de Dios.
Fueron puestos por dechados a todos los religiosos, y más nos deben mover para aprovechar en el bien que no la muchedumbre de los tibios para aflojar y descaecer.

4. ¡Oh, cuán grande fue el fervor de todos los religiosos al principio de sus sagrados institutos!
¡Cuánta la devoción de la oración! ¡Cuánto el celo de la virtud! ¡Cuánta disciplina floreció! ¡Cuánta reverencia y obediencia al superior hubo en todas las cosas!
Aun hasta ahora dan testimonio de ello las señales que quedaron de que fueron verdaderamente varones santos y perfectos los que, peleando tan esforzadamente, vencieron al mundo.
Ahora ya se estima en mucho aquel que no quebranta la Regla, y con paciencia puede sufrir lo que aceptó por su voluntad.

5. ¡Oh tibieza y negligencia de nuestro estado, que tan presto declinamos del fervor primero, y nos es molesto el vivir por nuestra flojedad y tibieza!
¡Pluguiese a Dios que no durmiese en ti el aprovechamiento de las virtudes, pues viste muchas veces tantos ejemplos de devotos!

Minicrónicas X

05 martes Mar 2013

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Un antiguo alumno, ahora profesor, que espera su tercer hijo peregrinó con toda su familia a un santuario mariano de España. Allí, un sacerdote le dijo que le felicitaba por los hijos que tenía, le dio buenos consejos, pero el último fue endemoniado. Le dijo: “cuando tengáis el tercer hijo podéis usar los anticonceptivos, no se debe cargar sobre una madre muchos hijos”. Pero la Iglesia enseña lo contrario, le dijo el joven padre. ¡la Iglesia, la Iglesia! Exclamó el clérigo.

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Me acerco a un joven hispanoamericano que está descargando mercancía de un camión. Hablamos. Me dice que trabaja desde las tres y media de la noche hasta las tres de la tarde. En su anterior trabajo terminaba a las seis de la tarde, catorce o quince horas cada día. Quiere volver cuanto antes a su patria, se ha equivocado: “por unos cuantos euros más he dejado a mi familia que es lo más grande y hermoso que tenemos en la tierra.” Le regalé la biografía de García Moreno que fue el primer presidente de gobierno que consagró su patria –Ecuador- al Sagrado Corazón de Jesús. Me dio las gracias varias veces y se marchó muy contento.

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Los Jóvenes de San José aprovechan las noches del sábado al domingo para ayudar a los pobres que viven en las calles de Barcelona. Les ayudan materialmente con comida, ropa…y sobre todo les ayudan espiritualmente, de tal manera, que los jóvenes y los indigentes han llegado a una amistad auténtica. Una noche se presentó un joven voluntario de veinte años. No está bautizado. Ni sabe absolutamente nada de religión: ni cielo, ni infierno, ni sacramentos, ni mandamientos, ni Virgen María…nada de nada; es el más indigente de todos a quien los Jóvenes de San José están evangelizando.

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Salía de celebrar la Santa Misa en una iglesia de Barcelona y una joven se viene hacia mí y me da un beso. Es una antigua alumna de 26 años. Me dice que se acuerda de mí y, sobretodo, el verano pasado me tuvo muy presente porque pasó un mes en Honduras ayudando a unas misioneras que recogen a niños abandonados en las calles. Padre, me dijo, esos niños necesitan mucho cariño, mucho amor. Se fue muy contenta. Aprendió a ser cristiana en nuestro colegio.

P. Manuel Martínez Cano mCR

Carta Colectiva del Episcopado Español IV

09 miércoles Ene 2013

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Orientaciones Episcopales

Carta Colectiva del Episcopado Español 1-7-1937 (IV)            Ave María- Abril 2007

5.- EL ALZAMIENTO QUE PRECEDIÓ A LA GUERRA

El 18 de julio del año pasado se realizó el alzamiento militar y estalló la guerra que aún dura. Pero nótese, primero, que la sublevación militar no se produjo, ya desde sus comienzos, sin colaboración con el pueblo sano, que se incorporó en grandes masas al movimiento, que por ello debe calificarse de cívico-militar; y segundo, que este movimiento y la revolución comunista son dos hechos que no pueden separarse si se quiere enjuiciar debidamente la naturaleza de la guerra. Coincidentes en el mismo momento inicial del choque, marcan desde el principio la división profunda de las dos Españas que se batirán en los campos de batalla.

CMB1-013-03

Aún hay más: el movimiento no se produjo sin que los que lo iniciaron intimaran previamente a los poderes públicos a oponerse por los recursos legales a la revolución marxista inminente. La tentativa fue ineficaz y estalló el conflicto, chocando las fuerzas cívico-militares, desde el primer instante, no tanto con las fuerzas gubernamentales que intentaron reducirlo como con la furia desencadenada de unas milicias populares que, al amparo, por lo menos, de la pasividad gubernamental, encuadrándose en los mandos oficiales del ejército y utilizando, además del que ilegalmente poseían, el armamento de los parques del Estado, se arrojaron como avalancha destructora contra todo lo que constituye un sostén en la sociedad,

Esta es la característica de la reacción obrada en el campo gubernamental contra el alzamiento cívico-militar. Es, ciertamente, un contraataque por parte de las fuerzas fieles al Gobierno; pero es, ante todo, una lucha en comandita con las fuerzas anárquicas que se sumaron a ellas y que con ellas pelearán juntas hasta el final de la guerra. Rusia, lo sabe el mundo, se injertó en el ejército gubernamental tomando parte en sus mandos, y fue a fondo, aunque conservándose la apariencia del Gobierno del Frente Popular, a la implantación del régimen comunista por la subversión del orden popular establecido. Al juzgar de la legitimidad del movimiento nacional, no podrá prescindirse de la intervención, por la parte contraria, de estas milicias anárquicas incontrolables -es palabra de un ministro de gobierno de Madrid-, cuyo poder hubiese prevalecido sobre la nación.

Y porque Dios es el más profundo cimiento de una sociedad bien ordenada -lo era de la nación española-, la revolución comunista, aliada de los ejércitos del Gobierno, fue, sobre todo, antidivina.

Se cerraba así el ciclo de la legislación laica de la Constitución de 1931 con la destrucción de cuanto era cosa de Dios. Salvamos toda intervención personal de quienes no han militado conscientemente bajo este signo; sólo trazamos la trayectoria general de los hechos.

Quema de iglesias Mayo 1931

Por esto se produjo en el alma nacional una reacción de tipo religioso, correspondiente a la acción nihilista y destructora de los sin-Dios. Y España quedó dividida en dos grandes bandos militantes; cada uno de ellos fue como el aglutinante de cada una de las dos tendencias profundamente populares y a su alrededor, y colaborando con ellos, polarizaron, en forma de milicias voluntarias y de asistencias y servicios de retaguardia las fuerzas opuestas que tenían dividida la nación.

La guerra es, pues, como un plebiscito armado. La lucha blanca de los comicios de febrero de 1936, en que la falta de conciencia política del gobierno nacional dio arbitrariamente a las fuerzas revolucionarias un triunfo que no habían logrado en las urnas, se transformó, por la contienda cívico-militar, en la lucha cruenta de un pueblo partido en dos tendencias: la espiritual, del lado de los sublevados, que salió a la defensa del orden, la paz social, la civilización tradicional y la patria, y muy ostensiblemente, en un gran sector, para la defensa de la religión; y de la otra parte, la materialista, llámese marxista, comunista, o anarquista, que quiso sustituir la vieja civilización de España, con todos sus factores, por la novísima “civilización” de los soviets rusos.

Las ulteriores complicaciones de la guerra no han variado más que accidentalmente su carácter: el internacionalismo comunista ha corrido al territorio español en ayuda del ejército y pueblo marxista como, por la natural exigencia de la defensa y por consideraciones de carácter internacional, han venido en ayuda de la España tradicional armas y hombres de otros países extranjeros.

Pero los núcleos nacionales siguen igual aunque la contienda, siendo profundamente popular, haya llegado a revestir caracteres de lucha internacional.

Por esto, observadores perspicaces han podido escribir estas palabras sobre nuestra guerra: Es una carrera de velocidad entre el bolchevismo y la civilización cristiana, Una etapa nueva y tal vez decisiva en la lucha entablada entre la Revolución y el Orden, Una lucha internacional en un campo de batalla nacional; el comunismo libra en la Península una formidable batalla, de la que depende la suerte de Europa.

Revolución-y-contrarrevolución

No hemos hecho más que un esbozo histórico del que deriva esta afirmación: El alzamiento cívico-militar fue en su origen un movimiento nacional de defensa de los principios fundamentales de toda sociedad civilizada; en su desarrollo lo ha sido contra la anarquía coaligada con las fuerzas al servicio de un gobierno que no supo o no quiso tutelar aquellos principios.

Consecuencia de esta afirmación son las conclusiones siguientes:

Primera: Que la Iglesia, a pesar de su espíritu de paz y de no haber querido la guerra ni haber colaborado en ella, no podía ser indiferente en la lucha; se lo impedían su doctrina y su espíritu, el sentido de conservación y la experiencia de Rusia. De una parte se suprimía a Dios, cuya obra ha de realizar la Iglesia en el mundo y se causaba a la misma un daño inmenso en personas, cosas y derechos, como tal vez no lo haya sufrido institución alguna en la historia; de la otra, cualesquiera que fuesen los humanos defectos, estaba el esfuerzo por la conservación del viejo espíritu español y cristiano.

Segunda: La Iglesia, con ello, no ha podido hacerse solidaria de conductas, tendencias o intenciones que, en el presente o en el porvenir, pudiesen desnaturalizar la noble fisonomía del movimiento nacional en su origen, manifestaciones y fines.

Tercera: Afirmamos que el levantamiento cívico-militar ha tenido en el fondo de la conciencia popular un doble arraigo: el del sentido patriótico, que ha visto en él la única manera de levantar a España y evitar su ruina definitiva, y el sentido religioso, que lo consideró como la fuerza que debía reducir a la impotencia a los enemigos de Dios, y como la garantía de la continuidad de su fe y de la práctica de su religión.

Cuarta: Hoy por hoy, no hay en España más esperanza para reconquistar la justicia y la paz y los bienes que de ella derivan que el triunfo del movimiento nacional. Tal vez hoy menos que en los comienzos de la guerra, porque el bando contrario, a pesar de todos los esfuerzos de sus hombres de gobierno, no ofrece garantías de estabilidad política y social.

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** CADA MIÉRCOLES, DÍA DE SAN JOSÉ, SON PUBLICADOS NUEVOS ARTÍCULOS **

Carta Colectiva del Episcopado Español 1-7-1937 (III)

02 miércoles Ene 2013

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bien comun, comunismo, España, guerra, iglesias, justicia, octubre, octubre de 1934, paz, quema, religion, revolucion, rusia, sacerdotes

Orientaciones Episcopales

Carta Colectiva del Episcopado Español 1-7-1937 (III)          Ave María- Marzo 2007

 

4.- EL QUINQUENIO QUE PRECEDIÓ A LA GUERRA

Afirmamos, ante todo, que esta guerra la han acarreado la temeridad, los errores, tal vez la malicia o la cobardía de quienes hubiesen podido evitarla gobernando la nación según justicia.

Dejando otras causas de menor eficiencia, fueron los legisladores de 1931 y luego el poder ejecutivo del Estado con sus prácticas de gobierno los que se empeñaron en torcer bruscamente la ruta de nuestra historia en un sentido totalmente contrario a la naturaleza y exigencias del espíritu nacional, y especialmente opuesto al sentido religioso predominante en el país. La Constitución y las leyes laicas que desarrollaron su espíritu fueron un ataque violento y continuado a la conciencia nacional.

Anulados los derechos de Dios y vejada la Iglesia, quedaba nuestra sociedad enervada, en el orden legal, en lo que tiene de más sustantivo la vida social, que es la religión. El pueblo español, que en su mayor parte mantenía viva la fe de sus mayores, recibió con paciencia invicta los reiterados agravios hechos a su conciencia por leyes inicuas; pero la temeridad de sus gobernantes había puesto en el alma nacional, junto con el agravio, un factor de repudio y de protesta contra un poder social que había faltado a la justicia más fundamental, que es la que se debe a Dios y a la conciencia de los ciudadanos.

Junto con ello, la autoridad, en múltiples y graves ocasiones, resignaba en la plebe sus poderes. Los incendios de los templos de Madrid y provincias en mayo de 1931, las revueltas de octubre de 1934, especialmente en Cataluña y Asturias, donde reinó la anarquía durante dos semanas; el período turbulento que corre de febrero a julio de 1936, durante el cual fueron destruidas o profanadas 411 iglesias y se cometieron cerca de 3000 atentados graves de carácter político y social, presagiaban la ruina total de la autoridad pública, que se vio sucumbir con frecuencia a la fuerza de poderes ocultos que mediatizaban sus funciones.

Nuestro régimen político de libertad democrática se desquició, por arbitrariedades de la autoridad del Estado y por coacción gubernamental que trastocó la voluntad popular, constituyendo una máquina política en pugna con la mayoría de la nación, dándose el caso, en las últimas elecciones parlamentarias, febrero de 1936, de que, con más de medio millón de votos de exceso sobre las izquierdas, obtuviesen las derechas 118 diputados menos que el Frente Popular, por haberse anulado caprichosamente las actas de provincias enteras, viciándose así en su origen la legitimidad del Parlamento.

Y a medida que se descomponía nuestro pueblo por la relajación de los vínculos sociales y se desangraba nuestra economía y se alteraba sin tino el ritmo del trabajo y se debilitaba maliciosamente la fuerza de las instituciones de defensa social, otro pueblo poderoso, Rusia, empalmando con los comunistas de aquí, por medio del teatro y del cine, con ritos y costumbres exóticas, por la fascinación intelectual y el soborno material, preparaba el espíritu popular para el estallido de la revolución, que se señalaba casi a plazo fijo.

Inseparables

El 27 de febrero de 1936, a raíz del triunfo del Frente Popular, el Komintern ruso decretaba la revolución española y la financiaba con exorbitantes cantidades. El 1 de mayo siguiente, centenares de jóvenes postulaban públicamente en Madrid “para bombas y pistolas, pólvora y dinamita para la próxima revolución”. El 16 del mismo mes se reunían en la Casa del Pueblo de Valencia representantes de la URSS con delegados españoles de la III Internacional, resolviendo, en el noveno de sus acuerdos: “Encargar a uno de los radios de Madrid, el designado con el número 25, integrado por agentes de policía en activo, la eliminación de los personajes políticos y militares destinados a jugar un papel de interés en la contrarrevolución”. Entre tanto, desde Madrid a las aldeas más remotas, aprendían las milicias revolucionarias la instrucción militar y se las armaba copiosamente, hasta el punto de que al estallar la guerra contaban con 150.000 soldados de asalto y 100.000 de resistencia.

Os parecerá, Venerables Hermanos, impropia de un Documento episcopal la enumeración de estos hechos. Hemos querido sustituirlos a las razones de derecho político que pudiesen justificar un movimiento nacional de resistencia. Sin Dios, que debe estar en el fundamento y en la cima de la vida social; sin autoridad, a la que nada puede sustituir en sus funciones de creadora del orden y mantenedora del derecho ciudadano; con la fuerza material al servicio de los sin-Dios y sin conciencia, manejados por agentes poderosos de orden internacional, España debía deslizarse hacia la anarquía, que es lo contrario del bien común y de la justicia y orden social. Aquí han venido a parar las regiones españolas en que la revolución marxista ha seguido su curso inicial.

Estos son los hechos. Cotéjese con la doctrina de Santo Tomás sobre el derecho a la resistencia defensiva por la fuerza y falle cada cual en su justo juicio. Nadie podrá negar que al tiempo de estallar el conflicto, la misma existencia del bien común -la religión, la justicia, la paz- estaba gravemente comprometida y que el conjunto de las autoridades sociales y de los hombres prudentes que constituyen el pueblo en su organización natural y en sus mejores elementos, reconocían el público peligro. Cuanto a la tercera condición que requiere el Angélico, de la convicción de los hombres prudentes sobre la probabilidad del éxito, la dejamos al juicio de la historia: los hechos, hasta ahora, no le son contrarios.

Respondemos a un reparo, que una revista extranjera concreta al hecho de los sacerdotes asesinados y que podría extenderse a todos los que constituyen este inmenso trastorno social que ha sufrido España. Se refiere a la posibilidad de que, de no haberse producido el alzamiento, no se hubiese alterado la paz pública:

A pesar de los desmanes de los rojos –leemos-, queda en pie la verdad de que si Franco no se hubiese alzado, los centenares o millares de sacerdotes que han sido asesinados hubiesen conservado la vida y hubiesen continuado haciendo en las almas la obra de Dios. No podemos suscribir esta afirmación, testigos como somos de la situación de España al estallar el conflicto. La verdad es lo contrario; porque es cosa documentalmente probada que en el minucioso proyecto de la revolución marxista que se gestaba y que habría estallado en todo el país si en gran parte de él no lo hubiese impedido el movimiento cívico-militar, estaba ordenado el exterminio del clero católico como el de los derechistas calificados, como la sovietización de las industrias y la implantación del comunismo. Era por enero último cuando un dirigente anarquista decía al mundo por radio: Hay que decir las cosas tal y como son, y la verdad no es otra que la de que los militares se nos adelantaron para evitar que llegáramos a desencadenar la revolución.

Quede, pues, asentado, como primera afirmación de este escrito, que un quinquenio de continuos atropellos de los súbditos españoles en el orden religioso y social puso en gravísimo peligro la existencia misma del bien público y produjo enorme tensión en el espíritu del pueblo español; que estaba en la conciencia nacional que, agotados ya los medios legales, no había más recurso que el de la fuerza para sostener el orden y la paz; que poderes extraños a la autoridad tenida por legítima decidieron subvertir el orden constituido e implantar violentamente el comunismo; y por fin, que por lógica fatal de los hechos no le quedaba a España más que esta alternativa: o sucumbir en la embestida definitiva del comunismo destructor, ya planeada y decretada, como ha ocurrido en la regiones donde no triunfó el movimiento nacional, o intentar, en esfuerzo titánico de resistencia, librarse del terrible enemigo y salvar los principios fundamentales de su vida social y de sus características nacionales.

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Ejercicios Espirituales predicados por el P. Cano

Meditaciones y Pláticas del P. José María Alba Cereceda, S.I.

Varios volumenes de apóx. 370 páginas. Precio volumen: 10 €. Pedidos: hnopablolibros@gmail.com

Twitter Papa Francisco

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Twitter P. Cano

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“Espíritu Santo, infúndenos la fuerza para anunciar la novedad del Evangelio con audacia, en voz alta y en todo tiempo y lugar, incluso a contracorriente”. Padre Santo Francisco.

"Si el Señor no edifica la casa, en vano trabajan los que la construyen. (Salmo 127, 1)"

Nuestro ideal: Salvar almas

Van al Cielo los que mueren en gracia de Dios; van al infierno los que mueren en pecado mortal

"Id al mundo entro y proclamad el Evangelio a toda la creación. El que crea y sea bautizado se salvará; el que no crea será condenado" Marcos 16, 15-16.

"Es necesario que los católicos españoles sepáis recobrar el vigor pleno del espíritu, la valentía de una fe vivida, la lucidez evangélica iluminada por el amor profundo al hombre hermano." San Juan Pablo II.

"No seguirás en el mal a la mayoría." Éxodo 23, 2.

"Odiad el mal los que amáis al Señor." Salmo 97, 10.

"Jamás cerraré mi boca ante una sociedad que rechaza el terrorismo y reclama el derecho de matar niños." Monseñor José Guerra Campos.

¡Por Cristo, por María y por España: más, más y más!

www.holyart.es

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