Contracorriente

~ Blog del P. Manuel Martínez Cano, mCR

Contracorriente

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Lo único importante

16 miércoles Oct 2013

Posted by manuelmartinezcano in P. Manuel Martínez Cano, Uncategorized

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amabilidad, ángel de la luz, conocimiento de Cristo, diablo, estudiar, Filipenses, formarnos, ganar a Cristo, humildad, Imitación de Cristo, jesús, la verdad y la vida, la vida es una mala noche en una mala posada, luz del mundo, meta del cristiano, sal de la tierra, san ignacio de loyola, san juan de la cruz, san pablo, santa teresa de jesús, santidad, Santo Padre Francisco, servir a Cristo, yo soy el camino

San Pablo dice a los Filipenses: “Todo lo tengo por pérdida a causa del sublime conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor; por cuyo amor todo lo sacrifiqué y lo tengo por basura, con tal de ganar a Cristo” (Fil. 3,8). Conocer, amar y Christus Vincit, Christus Regnat, Christus Imperat[15]servir a Cristo, esa es la meta del cristiano, la santidad. El mismo Señor lo dijo: “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida”. Es Verdad que debemos estudiar y saber nuestra fe, formarnos bien en el dogma, la moral, la historia de la Iglesia, etc. Pero teniendo muy presente lo que dice la Imitación de Cristo: “el día del juicio no nos preguntarán que leímos, sino qué hicimos; ni cuán bien hablamos, sino cuán honestamente  vivimos”. San Juan de la Cruz lo dice con estas palabras: “Al atardecer de la vida, seremos juzgados en el amor”.

Cristo nos dice que debemos ser sal de la tierra y luz del mundo. Y el Santo Padre Francisco, nos ha dicho que: “donde está Jesús hay humildad, amabilidad y amor”. Los discípulos del Señor tenemos que ser humildes y amables con el prójimo; tenemos que transmitir la luz de Cristo a este mundo donde reinan las tinieblas, ser testimonios vivos de Cristo. No basta con saber la doctrina evangélica, porque “se puede conocer todo, se puede tener ciencia de todo y de esta luz sobre las cosas. Pero la luz de Jesús es otra cosa” (Papa Francisco). Es la luz de la verdad, el amor, la misericordia… la luz divina.

El Papa nos advierte que “el diablo muchas veces viene disfrazado de ángel de la luz: a él le gusta imitar a Jesús y se simula bueno, nos habla tranquilamente como ha hablado a Jesús después del ayuno en el desierto”. Para no ser engañados por el diablo, viviremos siempre en compañía de la Virgen María. Ella aplasta la cabeza de Satanás y protege a sus hijos bajo su manto maternal.

San Ignacio de Loyola nos recuerda que hemos sido creados para alabar, hacer reverencia y servir a Dios nuestro Señor y mediante esto salvar el alma. Salvar eternamente nuestra alma y muchas más. Es lo único importante. A los setenta y dos discípulos que vuelven a Jesús llenos de alegría, diciéndole: “Hasta los demonios se nos sometían en Tu nombre” El Señor les dice: “No os alegréis de que los espíritus os estén sometidos; alegraos más bien de que vuestros nombres están escritos en los cielos”. Alegrémonos, porque esta vida temporal es “una mala noche en una mala posada”, como decía santa Teresa de Jesús. Lo único importante es la vida de eterna felicidad del Cielo.

                                                                                                              P. Manuel Martínez Cano, mCR

La Voz de los sin Voz XLIII

15 martes Oct 2013

Posted by manuelmartinezcano in Uncategorized

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adán, aficiones mundanas, beato juan pablo II, bien comun, ciudadanos, cobardía, comunismo, contracorriente, coraje, crímenes abominables, desidia, Dios, diosa mayoría, ecologismo, eva, feliz, Hitler, hombre democrático, iglesia catolica, inquisición española, leyenda negra, libre, madre naturaleza, moderantismo, mundo occidental, Patria, regenerar España, regenerar Hispanoamérica, religión pagana, salvación de las almas, santa teresa de jesús, seréis como dioses, soberanía del pueblo, Teresa con Jesús lo puede todo, Teresa sola no puede nada, tolerancia, tolerante

Pedro: Muchos hombres y mujeres han dejado de lado sus obligaciones ante Dios y la patria. Se han encerrado en sus intereses particulares y aficiones mundanas, sin preocuparse, lo más mínimo, por el bien común de sus países y la salvación de las almas.

Salomé: Sobre todo, han aceptado el sistema político dominante, especialmente la dogmatización de esta democracia aberrante, que se niega a aceptar cualquier ley superior a la que promulgue la “soberanía” del pueblo en sus parlamentos. ¿Llegará la ley de la matanza de los menores de 18 años?

Santiago: Lo peor de nuestros tiempos en política es el miedo, generado por la falta de coraje para ir contracorriente. La tolerancia y el moderantismo, frena la lucha y el combate por la verdad y acaba en la desidia y la cobardía. Con nuestra Santa Teresa de Jesús os digo: “Teresa sola no puede nada, Teresa con Jesús lo puede todo”.

Judit: El ecologismo delirante que respiramos por todas partes, tiene como principio fundamental: “el mayor enemigo de la Madre Naturaleza es el hombre”. De ahí sus campañas de reducción drástica de la población humana, en nombre del “derecho” de otras especies, animales o vegetales.

Pablo: Es la hipocresía de eso que llamamos el “mundo occidental”. El aborto es una pena de muerte para niños y niñas inocentes.

Rut: El “seréis como dioses” que el diablo prometió a Adán y Eva, ha llegado a su culminación en nuestra época: lo bueno se convierte en malo y lo malo en bueno porque así lo dice la “diosa mayoría”.

Andrés: La democracia ha traído a las naciones todas las libertades habidas y por haber. Ahí está la libertad de enseñanza en la que los decretos oficiales detallan por lo menudo que objetivos, conocimientos y ¡actitudes! que han de alcanzar los alumnos cada año. Decretos que deben cumplir la educación estatal y la privada.

María: Siguen en su urna de marfil, en sus despachos políticos, elaborando el nuevo hombre democrático, tolerante, libre y feliz; y se preguntan desconcertados como cada día, los ciudadanos son más egoístas, violentos y neuróticos. Y es que, la buena educación, la enseña la Iglesia Católica.

Mateo: Para regenerar España e Hispanoamérica, es necesario que todos lleguemos al conocimiento cabal y auténtico de nuestra historia: “Una obra sin par”,  como ha dicho el beato Juan Pablo ll

Sara: ¿Quién no ha leído los “crímenes abominables” cometidos por la Inquisición Española?, lanzados a los medios de comunicación por los creadores de la “leyenda negra”. Nadie quiere enterarse de los brutales crímenes del ateísmo organizado que, en setenta años, sólo el comunismo, asesinó a cien millones de ciudadanos honrados.

José: Y el nazismo fue una religión pagana, que siempre vio en el cristianismo el enemigo a destruir. Los nazis propugnaban acabar con los judíos y los cristianos al mismo tiempo. Hitler odiaba a la Iglesia Católica. Durante sus 12 años de terror, la persiguió implacablemente.

Magdalena: Lo políticamente correcto está ahí, y no hay quien lo toque, aunque reviente España. España tiene una de las presiones fiscales más altas, un IVA a la cultura al 21%, mientras el de las revistas pornográficas es del 4%; los salarios medios y las pensiones públicas de jubilación entre los más bajos. Y 17 gobiernos.

                                                                                                                                                Magdalena Presidenta

El Infierno y la Eternidad

03 miércoles Jul 2013

Posted by manuelmartinezcano in Uncategorized

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apartaos de mi malditos al fuego eterno, autobiografía, causas de la tristeza, Cristo, Dante, desesperación de los condenados, Divina Comedia, duración sin termino, eternidad, meditación del infierno, Mensajera de la Divina Misericordia, pecado mortal, pena de sentido, pensar en la eternidad, presión de un mal presente, primera semana de ejercicios, recuerdo de un bien perdido, san agustín, San Antonio Mª Claret, San Bernardo, san ignacio, San Juan Crisóstomo, Santa Faustina Kowalska, santa teresa de jesús, temor de un mal futuro, vulgata de los ejercicios

En la primera semana de Ejercicios, san Ignacio propone cinco meditaciones que terminan con la meditación del san-ignacio-de-loyolainfierno. Pero ya, desde los primeros tiempos, los hijos de san Ignacio, añadían otras meditaciones en sus directorios. Así la Vulgata de los Ejercicios Espirituales dice: “Si le pareciese al que da los Ejercicios convenir al aprovechamiento de los que se ejercitan añadir a éstas otras meditaciones, como de la muerte y de otras penas del pecado, del juicio, etc., no piense que se le prohíbe, aunque no se ponga aquí”. Y bien sabemos cuánto estimaba y quería que se estimase la Vulgata, san Ignacio.

A santa Teresa de Jesús y san Antonio Mª Claret, desde muy niños, les impresionaba pensar en la eternidad. El santo nos dice, en su autobiografía: “Las primeras ideas de que tengo memoria son que cuando tenía unos cinco años, estando en la cama, en lugar de dormir, yo siempre he sido muy poco dormilón, pensaba en la eternidad, pensaba siempre, siempre, siempre; me figuraba unas distancias enormes, a éstas añadía otras y otras, y al ver que no alcanzaba el fin, me estremecía y pensaba: los que tengan la desgracia de ir a la eternidad de penas, ¿jamás acabarán de penar?- ¡Sí, siempre, siempre tendrán que penar! (nº8).

Es de fe que hay cielo para los buenos e infierno para los malos, es de fe que las penas del infierno son eternas… Al ver la multitud que están continuamente en pecado mortal, y que van así caminando a la muerte y al infierno, no puedo tener reposo, tengo que correr y gritar y me digo: Si yo viera que uno se cae en un pozo, en una hoguera, seguro que correría y gritaría para avisarle y preservarle de caer; ¿Por qué no haré otro tanto para preservarle de caer en el pozo y en la hoguera del infierno? (nº12). “Los otros sacerdotes ¿por qué no han de gritar el fuego del infierno para despertar a tantos que están aletargados en el sueño del pecado, que cuando se despertarán se hallarán ardiendo en las llamas del fuego eterno?”(nº14).

“Esa idea de la eternidad desgraciada que empezó en mí desde los cinco años con muchísima viveza, y que siempre más la he tenido muy presente, no se me olvidará jamás, es el resorte y aguijón de mi cielo para la salvación de las almas”(nº15).

Además de la pena de sentido, el condenado sufre un remordimiento continuo que le produce una tristeza horrible, insufrible. La tristeza es una amargura, un desaliento y un desasosiego continuo. San Juan Crisóstomo nos dice: “La tristeza es la más perniciosa de todas las emboscadas del demonio; porque aquellos a quienes el demonio domine, serán dominados por la tristeza”.  “Lo que más odia Dios después del pecado es la tristeza” (san Agustín). San Francisco de Asís: “La tristeza sienta bien al diablo y a sus miembros; a nosotros nos cuadra la alegría en el Señor”.

Son tres las causas de la tristeza en esta vida:

1)    El recuerdo de un bien perdido: la salud, familia… que se va llevando pedazos del alma que destrozan nuestra presente vida.

2)    La presión de un mal presente: un dolor que nos atormenta, una deshonra que nos hunde, una persecución que nos perturba y no nos deja sosegar ni encontrar la paz en nada.

3)    El temor de un mal futuro: malas noticias que prevemos, los negocios que, con la crisis, van mal, unos bultitos en nuestro cuerpo, prenuncio de un cáncer…

El condenado en el infierno no puede rehacer su pasado ¡Todo lo ha perdido para siempre! No puede volver a iniciar el camino del cielo que inició en el Santísimo; rechazó todas las gracias actuales que Dios le concedió día a día, minuto a minuto. En el presente eterno del infierno experimenta todos los males y sufrimientos, sin gozar de bien alguno; no experimenta ni el más pequeño alivio, ni descanso. El futuro lo ve claro el condenado: ¿sufrir, sin alivio y sin fin!

Más terrible que la tristeza que sufren los condenados es su desesperación: “Los hombres buscarán en aquellos días la muerte, y no la hallarán, y desearán morir. Y la muerte huira de ellos” (Apoc. 9,6). En la tierra, junto al sufrimiento, Dios nos da algún alivio que conforta y alienta y, con ese sufrimiento, ofrecido a Dios puedo ganarme el Cielo. Nunca perdamos la esperanza, Dios nos da todos los medios que necesitamos para salvarnos. Dante, en la Divina Comedia, pone en las puertas del infierno: “Dejad toda esperanza los que aquí entráis”. Pero más terrible aún es que en el infierno se pierde la caridad, allí ni se espera, ni se ama ¡Todo es desesperación y odio!

El hombre que ha sido creado para alabar, hacer reverencia y servir a Dios nuestro Señor y mediante esto salvar su alma, para vivir eternamente feliz en el Cielo, si muere en pecado mortal no verá jamás a Dios cara a cara y vivirá sufriendo eternamente en el infierno: “Apartaos de mi malditos al fuego eterno” (Mt. 25,41). Ansia de ver a Dios jamás satisfecha, el más horrible de los tormentos; pena de daño de la que san Agustín dice: “es tan grande cuán grande es Dios”. ¡Rechazado por Dios por toda la eternidad! “Qué cosa más horrible que estar siempre queriendo lo que nunca se ha de lograr y rechazando lo que nunca se ha de tener” (san Bernardo).

Cristo dice que el infierno es eterno. ¿Qué es la eternidad? Fácil de definir, “es duración sin término”, imposible de comprender. Es un día que no tiene tarde, una noche que no tiene aurora. Sin la eternidad, los justos y los pecadores serían iguales, Judas y santa Teresita del Niño Jesús lograrían la misma felicidad. Si el infierno no fuera eterno, como lo es, los hombres despreciarían la ley divina y Dios no sería Soberano y Señor. El condenado no se arrepiente nunca de su pecado y por eso sufre eternamente. San Agustín: “Me estremece el fuego eterno, tiemblo de temor, os daría seguridadinfierno si la tuviese para mí”. San Juan Crisóstomo: “Ninguno de los que tienen ante sus ojos el infierno, caerá en él; y ninguno de los que lo desprecian escaparán de él”. Santa Faustina Kowalska, Mensajera de la Divina Misericordia, que vio lo que sufren los condenados en el infierno, dice que muchos de los que están en el infierno es porque no creyeron en la existencia del infierno.

Si un condenado lograra salir del infierno ¿Cómo ordenaría su vida? Cumplamos los Mandamientos de la Ley de Dios y de la Santa Madre Iglesia; fidelidad a las Reglas y Constituciones; cumplimiento fiel de los votos de pobreza, castidad y obediencia. Huir de las ocasiones de pecado ¡A cumplir con el deber y abrazarnos con el sufrimiento! Jesús murió en la Cruz para salvarme, que no sea vana en mi la pasión y muerte en Cristo en el Calvario.

El Infierno en los Ejercicios Espirituales

26 miércoles Jun 2013

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autobiografía, condenados, conocimiento interno, cosas pútridas, desesperada muchedumbre, estado cadavérico, hedor, parábola del rico Epulón, pena de sentido, pobre Lázaro, posos fétidos, réprobos, san alfonso maría de liborio, San Buenaventura, san ignacio de loyola, santa teresa de jesús, sentimiento de pena

En sus Ejercicios Espirituales, en la meditación del infierno, san Ignacio de Loyola, opta por dar los puntos sobre la pena infiernode sentido. Después de la oración preparatoria y la composición de lugar, el santo inicia la meditación con la petición: “demandar lo que quiero. Será aquí pedir interno sentimiento de la pena que padecen los dañados (condenados), para que si del amor eterno del Señor eterno me olvidare por mis faltas, a lo menos el temor de las penas me ayude para no venir (caer) en pecado”.

En esta meditación no nos hace pedir el santo “conocimiento interno”, como suele hacerlo, sino interno sentimiento. El Señor se lo concedió a Santa Teresa de Jesús: “En esta visión del infierno quiso el Señor que verdaderamente yo sintiese aquellos tormentos y aflicción en el espíritu, como si el cuerpo lo estuviera padeciendo”. Y confiesa que entendió “ser gran merced”; una de las mayores mercedes” que el Señor le había hecho.

“El primer punto será ver, con la vista de la imaginación, los grandes fuegos y las almas como en cuerpos ígneos” (incandescentes). Grandes fuegos que aterrorizaron a las tres videntes de Fátima. Dice santo Tomás de Aquino que: “no habrá allí más claridad que la precisa para acrecentar los tormentos”. Santa Teresa de Jesús lo explica en su autobiografía: “No hay luz en el infierno todo tinieblas oscurísimas. Yo no entiendo como puede ser esto, que con no haber luz, lo que a la vista ha de dar pena, todo se ve”. San Buenaventura afirma: “La desesperada muchedumbre de condenados, viven en estado cadavérico exhalando un hedor insoportable”.

Hay que hacer un pacto con los ojos para no mirar lo que no puede ver la Virgen Santísima. Quien guarde bien la modestia de la vista se salvará (Job 22,29).

El segundo punto es oír con las orejas llantos, alaridos, voces, blasfemias contra Cristo Nuestro Señor y contra todos sus santos. “Allí será el llanto y el rechinar de dientes” (Mt, 18,12). Unos condenados maldecirán a otros. La hija a la madre que le consintió todos los caprichos; el hijo al padre que no lo educó; los fieles a los sacerdotes que cayeron disimulando… A san Ignacio, le parecía insoportable oír blasfemias contra su Rey y Señor.

Otro pacto con nuestros oídos de no ir nunca lo que no puede oír el Señor: “Haz para tus palabras balanza y pesas y para tu boca puerta y cerrojo” (Job 28,29).

El tercer punto es oler con el olfato humo, piedra azufre (azufre quemado), sentina (posos fétidos), y cosas pútridas (en putrefacción). Dice san Alfono María de Ligorio: “El condenado ha de estar siempre entre millones de réprobos, vivos para la pena y cadáveres hediondos por la pestilencia que arrojarán de si”.

Un pacto con nuestra voluntad para no mundanizarnos y degradándonos.

El cuarto punto es gustar con el gusto cosas amargas, así como lágrimas, tristeza y el verme de la conciencia. San Alfonso María de Ligorio, afirma: “Serán atormentados los condenados con tan abrasadora sed, que toda el agua de la tierra no la apagará. La gula será igualmente castigada con un hambre devoradora” recodemos la parábola del rico Epulón y el pobre Lázaro.

Propósito firme mantenernos sobrios en este mundo para no condenarnos en el infierno. La Imitación de Cristo nos dice que si frenamos nuestra gula, refrenaremos más fácilmente toda inclinación desordenada de la carne.

El quinto punto es tocar con el tacto, es a saber, como los fuegos tocan y abrasan las almas. Nuestro Señor Jesucristo dice que en el infierno hay: “fuego eterno, suplicio eterno” (Mc. 9,43). El tacto es el sentido que más sufrirá porque es el más extendido en nuestro cuerpo; el alma del condenado también sufre el fuego del infierno.

Propósito firme de no darle al cuerpo gustos viles y momentáneos que pueden llevarme al infierno. La Virgen dijo en Fátima que la mayoría de los que se condenan son por los pecados de la carne: “¿Cuánto duran los placeres, puesto que la misma vida dura tan poco?” (San Agustín).

En el coloquio final de la meditación con Cristo Nuestro Señor, san Ignacio dice que recordemos las almas de los que están condenados y como nosotros aún estamos vivos. Como el Señor ha tenido siempre tanta piedad y misericordia con nosotros, acabando con un Pater Noster.

Quizás he merecido el infierno por mis pecados. Soy un condenado escapado del infierno, gracias la infinita misericordia de Dios. Tengo que aprovechar los días de mi vida para ganarme el Cielo.

Meditación de los Pecados

15 miércoles May 2013

Posted by manuelmartinezcano in Uncategorized

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19, 23, beato juan pablo II, composición de lugar, Concilio de Trento, enemigos de Dios, Gloria de Dios, hijos de la ira, infierno hay para siempre, Job 13, meditación de los pecados, muerte de la conciencia, Nuestro Señor, realidad de la malicia del pecado, Salmo 39, san agustín, san ignacio, san juan de ávila, Santa Maravillas de Jesús, santa teresa de jesús, sentido del pecado

Dice san Ignacio que el segundo ejercicio es la meditación de los pecados, y contiene en sí, padremisericordioso-hijo2después de la oración preparatoria y dos preámbulos, cinco puntos y un coloquio. La oración preparatoria es siempre la misma: que todas nuestras oraciones, acciones y operaciones vayan dirigidas a la mayor gloria de Dios. El primer preámbulo es la composición de lugar: ver mi alma encarcelada entre brutos animales. El segundo preámbulo es la petición propia de cada meditación, pedir lo que quiero: será aquí pedir crecido e intenso dolor y lágrimas de mis pecados.

El primer punto es el proceso de  los pecados es traer a la memoria todos los pecados de la vida, mirando de año en año o de tiempo en tiempo; para lo cual aprovechan tres cosas: La 1ª, mirar el lugar y la casa donde he habitado. La 2ª, la conversación que he tenido con otros. La 3ª, el oficio que he tenido.

No debemos cansarnos de pedir el crecido e intenso dolor de nuestros pecados. la conciencia se ha podrido de tal manera que ya nada es pecado: “El hombre contemporáneo experimenta la amenaza de una imposibilidad espiritual y hasta la muerte de la conciencia; y esta muerte es algo más profundo que el pecado; es la eliminación del sentido del pecado” (Beato Juan Pablo II). “Cuantas ofensas a Dios y qué pena ver que pocas almas le sirven de veras, de las que parecen suyas” (Santa Maravillas de Jesús). San Juan de Ávila: “Para todo tienes seso, y no lo tienes para esto que tanto te va, aunque te digan “infierno hay para siempre”, no obra en ti más que si no te lo dijesen… ¡Oh pecado! ¿Por qué no nos decís el mal que nos has de hacer? ” Todos los pecados mortales, aun  los de pensamiento, hacen a los hombres hijos de la ira y enemigos de Dios” (Concilio de Trento).

Hagamos el proceso de los pecados propios, con sinceridad y seriedad, sin disimularnos y mentirnos a nosotros mismos. No es un examen de conciencia para confesarme, sino para que, viendo los muchos pecados de mi vida pasada, alcance horror y arrepentimiento de mis pecados. Asumir la realidad de la malicia del pecado en mi propia alma. San Agustín decía: “¡Niño ya tan pequeñuelo y ya tan grande pecador! ¿Dónde, Dios mío, dónde y cuando fui inocente?” Y, en nuestra juventud, cuando las pasiones desordenadas se despiertan y quieren abrirse camino en nuestra vida ¿qué camino seguimos, el ancho que lleva a la perdición eterna o el estrecho que lleva a la felicidad eterna? En la edad madura ¿He tenido siempre ante mis ojos el fin eterno? ¿He procurado en todo mi salvación y la gloria de Dios? ¿Cómo he aprovechado las gracias actuales que Dios me ha concedido? “Mis iniquidades se multiplicaron más que los cabellos de mi cabeza” (Salmo 39, 19). “¿Cuántos son mis delitos y pecados? dame a conocer mi transgresión y mi ofensa” (Job 13,23). Recorramos nuestra vida sin prisas, despacio, pidiéndole al Señor la gracia de reconocer nuestros pecados y el aborrecimiento de todos y cada uno de ellos.

El segundo punto es ponderar los pecados, mirando la fealdad y la maldad que cada pecado mortal cometido tiene en sí, prescindiendo de la ofensa contra Dios que lo prohíbe. Al cometer un pecado el hombre y la mujer obran contra el justo juicio de su entendimiento, discurren siguiendo sus afectos desordenados y sus sentidos, abdican de su  razón; se rebajan al nivel de brutos animales, haciéndose semejante a ellos.

Santa Teresa de Jesús dice: “Yo sé de una persona a quien quiso Nuestro Señor mostrar cómo quedaba un alma cuando peca mortalmente; dice aquella persona que le parece que si los hombres lo entendiesen, no sería posible ninguno pecar, aunque se pusiese a mayores trabajos que se puedan pensar para huir de las ocasiones… Por  subida que esté el alma en la cumbre de la perfección, si torna atrás y a hacerse ofensas a Dios todo lo pierde. En pecando uno mortalmente todo lo pierde. Cuando el alma cae en pecado mortal, no hay tinieblas más tenebrosas, ni cosa tan obscura y negra, que no lo esté mucho más”. El Salmo 48,1 dice: “El hombre constituido en honor no ha tenido discernimiento; se ha igualado a los insensatos jumentos y se ha hecho como uno de ellos”.

Fealdad y malicia: “Reconoce y advierte cuan malo y amargo e apartarte de Yahve” (Jer 2,19). Nuestro Señor nos dice: “Muchos bienes os he hecho ¿por cuál de ellos me apedreáis?” (Jn 10,32). Dios me ha sacado de la nada y me ha colmado de bienes y yo, al pecar, me rebelo contra Él, ofendiéndole gravísimamente. “Dos maldades ha cometido mi pueblo: ¡me ha abandonado a mí, que soy fuente de agua viva, y han ido a fabricarse aljibes, que no pueden contener las aguas!” (Jer. 2, 12-13)

Además de mi Creador, Dios es mi Padre y un Padre infinitamente misericordioso y cariñoso: “ofender a tal padre, hacer algo contra su voluntad es gran crueldad” (San Agustín). Dios nos ama con entrañas de madre. Dios no está muy lejos de nosotros, sin preocuparse de nosotros. Dios nos ama infinitamente: “¡Oíd cielos! ¡Apresta el oído tierra! Que habla Yahve: Yo he criado hijos y los he engrandecido, pero ellos se han rebelado contra mí”. Y todo por un vil deleite. Crece la maldad del pecado al considerar que el Dios que me ha creado y me ha cuidado, y me cuida como Padre, además es mi Redentor, mi salvador. Al pie de la cruz, junto con María santísima, se comprende lo que es el pecado. La Justicia divina para reparar los pecados de los hombres exigió la pasión y muerte de su divino Hijo. Pecar es pisotear la sangre de Cristo, el Hijo de Dios hecho hombre. Y pecamos en la presencia de Dios. Solo un hijo que ha perdido la razón, un desnaturalizado se puede atrever a ofender a su Creador, Padre y Redentor. Jesús, para justificarnos no encontró otra excusa: “Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen”.

San Enrique de Ossó: “¿Has reflexionado alguna vez, hija mía, que cosa es el pecado? Pecado es una deliberada transgresión de la ley de Dios; un insulto hecho a Dios en su misma presencia, un acto irracional más vil que de bestia; es hacerse esclavo de las pasiones; del mismo demonio; es renunciar al cielo, y escoger el infierno por morada sempiterna. ¿Sabes tú lo que has hecho pecando? Has ofendido a una Majestad infinita; has cometido una infinita injusticia; has querido destruir una bondad infinita. Cuando pecas, llenas de amargura el Corazón bondadoso de Dios Padre, traspasas el Corazón de Cristo, crucificas a Jesucristo, tu más insigne bienhechor. ¡Cuánta malicia! ¡Cuánta indignidad y vileza! ¿Has cometido en tu vida algún pecado mortal, hija mía? ¡Qué crueldad! ¡Qué horrible fiereza! Sábete que cuantas veces pecaste, tomaste en tus manos los beneficios de Dios para con ellos golpearle, maltratarle, darle muerte si te hubiera sido posible. ¿Cuándo se ha visto tan horrible crimen y monstruosa ingratitud? ¡Dios mío!  ¡Y tantas veces como he pecado! ¡Oh Dios de bondad! ¡Perdón, Dios mío! Apiadaos de mí según vuestra gran misericordia”.

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Ejercicios Espirituales predicados por el P. Cano

Meditaciones y Pláticas del P. José María Alba Cereceda, S.I.

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“Espíritu Santo, infúndenos la fuerza para anunciar la novedad del Evangelio con audacia, en voz alta y en todo tiempo y lugar, incluso a contracorriente”. Padre Santo Francisco.

"Si el Señor no edifica la casa, en vano trabajan los que la construyen. (Salmo 127, 1)"

Nuestro ideal: Salvar almas

Van al Cielo los que mueren en gracia de Dios; van al infierno los que mueren en pecado mortal

"Id al mundo entro y proclamad el Evangelio a toda la creación. El que crea y sea bautizado se salvará; el que no crea será condenado" Marcos 16, 15-16.

"Es necesario que los católicos españoles sepáis recobrar el vigor pleno del espíritu, la valentía de una fe vivida, la lucidez evangélica iluminada por el amor profundo al hombre hermano." San Juan Pablo II.

"No seguirás en el mal a la mayoría." Éxodo 23, 2.

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¡Por Cristo, por María y por España: más, más y más!

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