Contracorriente

~ Blog del P. Manuel Martínez Cano, mCR

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Catecismo Social V

20 miércoles Mar 2013

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asequibles, catecismo, comparaciones, finalidad, hombre, social, V, vida

11 -¿Puede aclararse mejor la finalidad de la vida del hombre, con comparaciones asequibles?

Sí, nos serviremos de lo que bajo el título «El tres de septiembre», escribe Giovanni Papini, en su obra «Palabras la fotoy sangre». Dice Papini: «También el 3 de septiembre me senté en la hierba y, cuando un pescador llegó cerca de mí, preparó su red y se dispuso a engañar también aquel día a los ridículos peces, pensé que podía empezar mi obra. Me levanté para acercarme a aquel hombre. No llevaba en la mano absolutamente nada. En el bolsillo llevaba un libro, pero no tenía ningunas ganas de leer. El pescador no me miró. Era un joven bajo, de cara quemada y boca enorme. No parecía inteligente, pero no tenía derecho de preguntarle también esto. Se agachó y lanzó la red al agua. Empezaba la espera soñolienta del hombre que no piensa en la muerte. Todo estaba tranquilo: solamente las feas moscas, que adivinaban la tempestad, giraban a nuestro alrededor sin reposo. ¿Por qué esperar más? Hice la pregunta que tenía que repetir tantas veces: -¿Por qué hace esto? El joven me miró con la expresión que yo ya me había imaginado antes de hablar: entre el asombro y la compasión. Pero no respondió. Tuve que repetir la pregunta. En aquel momento, no podía soportar el silencio. Entonces el joven sonrió con su gran boca y repuso:

 

-Para coger peces.

-¿Y por qué quiere coger peces?

-Para venderlos.

-¿Y qué hace con el dinero que le dan?

-Compro pan, vino, aceite, vestidos, zapatos y todo lo demás.

-¿Y por qué compra todo esto?

 

El joven se quedó sin saber qué decir. También esta vez tuve que repetir la pregunta, mirándole fijamente. El se volvió a ambos lados, casi como si escuchara el silencio. Acaso empezaba a sospechar, pero contestó:

 

-Para vivir.

-¿Pero por qué –repliqué rápido- quiere vivir?

 

La maravilla y la alegría del pescador crecieron, a este punto, sin medida. Ahora creía saber quién era yo y, aunque no me consideraba peligroso, no sabía cómo terminaría todo aquello. Yo no tenía ninguna razón para interrumpir el coloquio. Por eso repetí con nueva obstinación la pregunta y miré con dureza al acusado. El joven intentó sonreír con desprecio:

 

-Vivo porque he nacido.

-Pero ¿para qué fin vive?

-¿Para qué fin? ¿Qué entiende por fin? –Quiero decir: ¿cuál es para usted la cosa más importante de la vida?

-Ya entiendo. Mi fin es éste: pescar.

 

Callé, y al cabo de unos minutos, me levanté. Era inútil seguir. Habíamos vuelto al principio. La simplicidad de aquel bruto había cerrado el anillo… Me alejé despechado

por la orilla, pisoteando las florecillas debilitadas y la hierba poco fresca. Detrás de las ramas salían gritos rabiosos de niños. En un cierto punto el espeso seto se interrumpía por una cancela de madera. La empujé y entré en el campo, adentrándome con la cabeza

baja por el sendero blando. Había visto ya, a la izquierda, a un campesino que cavaba y me dirigí directamente hacia él. El me había visto ya y, desde debajo del ala sucia de su sombrero de paja, me miraba con recelo. Se acercaba la vendimia y todos estaban armados contra los ladrones de uva. El silencio de la tarde estaba interrumpido bruscamente por los resonantes disparos tirados al desconocido. Cuando estuve cerca del campesino, le miré. A sus pies, la tierra húmeda y arenosa aparecía removida con calma, y se preparaba para otros regalos. La tierra abierta me conmueve como un dolor, pero no podía por menos de repetir mi pregunta:

 

-¿Por qué hace esto?

 

El campesino me miró con sus ojos inquietos y repuso:

 

-Para que nazca el trigo.

– ¿Y para qué quiere que nazca el trigo?

-Para hacer pan.

-¿Y por qué tiene necesidad de hacer pan?

-Para vivir.

-Pero, ¿para qué vivir?

 

A esta pregunta el hombre bajó la cabeza y reanudó su paciente trabajo. El pie desnudo se apoyó de nuevo sobre el hierro, y la tierra se rompió y se hizo más oscura de repente. Repetí varias veces la pregunta, pero, como respuesta, sólo obtuve algunas malas miradas… El viento seguía riendo alrededor de mi cabeza. Me quité el sombrero y miré al cielo. Agucé el oído al sonido quejumbroso de la sirena de una fábrica. Tuve que volver a tomar el sendero y salir del campo. ¡Qué bella me pareció el agua en aquel momento! Anduve todavía un poco por la orilla, buscando con los ojos al tercer acusado. Los sauces, alineados en cuatro hileras, me acompañaban despacio e intentaban repetir las frases del viento. Había un prado cerca y, en el prado, una niña vestida de rojo estaba agachada cogiendo las últimas flores del verano. Yo deseaba solamente un ser,

pequeño o grande, que supiera hablar. ¿Qué me importaba todo lo demás? La niña era rubia, era pequeña, acaso era estúpida. Me bastaba que no fuera muda y no huyera. La llamé desde lejos, como se llama a los perros. Ella levantó su carita de las flores, me miró sonriendo y dio un paso o dos hacia mí. Apenas estuve a su lado, repetí la necesaria pregunta:

 

– ¿Por qué haces eso?

La niña no se hizo rogar y contestó en seguida:

– Para hacer un ramo a la Virgen.

– ¿Y por qué quieres hacer un ramo a la Virgen?

– Para que se acuerde de mí.

– Pero, ¿por qué quieres que se acuerde de ti?

– Para que me prepare un sitio en el Paraíso, cerca de Ella, para cuando yo esté muerta.

 

Bastaba traducir a lo absoluto las palabras de la niña rubia y eran una respuesta a lo que yo había preguntado. ¿Por qué actuaba de aquella manera la niña vestida de rojo? Para lograr el Paraíso. Vivía, pues, para prepararse a la muerte. Esta es una respuesta; una respuesta como no supieron darme los dos grandes ladrones del agua y de la tierra». O sea, el fin del hombre no son las cosas materiales, ni tampoco otra persona humana, ni siquiera la colectividad, la humanidad. Esas finalidades son tan chatas y pequeñas que no sacian el corazón humano. Venimos de Dios y sólo Dios puede darnos la felicidad. Y nos la da con la gracia santificante en esta vida que se convierte después en eternidad feliz.

Salvar el Alma

13 miércoles Mar 2013

Posted by manuelmartinezcano in P. Manuel Martínez Cano, Uncategorized

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San Ignacio de Loyola dice que el alma se salva mediante la alabanza, reverencia y servicio de Dios. passionhomeSalvar el alma es terminar esta vida terrena en gracia de Dios para empezar a gozar eternamente de la gloria y felicidad del Cielo. Dios quiere que todas las almas se salven. Su misericordia infinita está al alcance de todos los hombres y mujeres: “Hijitos míos, os escribo esto para que no pequéis. Si alguno peca, abogado tenemos ante el Padre, a Jesucristo, justo. El es la propiciación por nuestros pecados. Y no sólo por los nuestros, sino por los de todo el mundo” (1 Jn. 2,2).

Si Dios quiere que todos los hombres se salven, a todos le ofrece la gracia necesaria para salvarse. El medio ordinario del que Dios se vale para llamar a la salvación a todos los hombres es la Iglesia Católica, fundada por Nuestro Señor Jesucristo y vivificada por el Espíritu Santo. La Iglesia nos transmite la gracia divina por medio de los sacramentos.

Salvar el alma, se dice pronto, pero se entiende con dificultad y a medias. Para entenderlo bien, sería preciso llegar a conocer internamente lo que es poseer a Dios en una felicidad eterna y lo que es el alma ¿Qué vale el alma?: La sangre de Dios hecho hombre derramada, gota a gota, en la Pasión para la salvación de todas las almas. El alma tiene un valor divino. San Ignacio estaba dispuesto a poner en peligro su vida por la salvación de las almas; y Santa Catalina de Siena besaba las huellas de los que trabajaban por la salvación de las almas.

El alma y Dios. ¿Cómo es Dios?, preguntaba el niño  Tomás de Aquino a los ancianos. Sabemos muy poco de cómo es Dios. Sabemos, estamos seguros, que Dios es la suma perfección, la suma bondad que saciará todos nuestros deseos de felicidad en el cielo. Dios es infinito en Sus perfecciones, nosotros imperfectos y miserables. Nuestro único afán: ¡Salvar el alma!.

La hermana de Santo Tomás de Aquino, le escribió pidiéndole que debería hacer para ser santa. El doctor angélico, le contestó: “Hermana mía, para ser santa te basta y es necesario por tu parte una cosa: ‘querer’; Dios no te negará su gracia”. Nos salvaremos eternamente si queremos salvarnos, pero queriendo de verdad; que ese querer se convierta en obras concretas”. Se nos brinda la gracia, a nadie falta:  “el hombre es quien falta a la gracia” (San Buenaventura). Nuestra santa Madre Iglesia pone a nuestra disposición todos los medios que necesitamos para salvarnos. Estamos en buenas manos. San Agustín: “¿Por qué no he de poder lo que otros han logrado?”

“ Se le acercó uno y le preguntó: Maestro ¿Qué obra buena he de realizar para alcanzar la vida eterna?”. Él le dijo: si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos” (Mt. 19,17). Una vez más: si quieres te salvarás. Hay que querer de veras, nada de veleidades: “quiere y no quiere a un tiempo el perezoso.” (Pro. 13,4) Querer de verdad es poner nuestra voluntad en sintonía con la voluntad de Dios. Hacer siempre y en todo la voluntad de Dios. No retroceder ante ningún sacrificio, no detenernos ante ninguna dificultad.

Es nuestro peregrinar hacia la vida eterna, debemos confiar siempre en la infinita misericordia de nuestro Dios. Es verdad que somos débiles y miserables, pero con San Pablo podemos decir: “todo lo puedo en aquel que me conforta” (Fil. 4,13). Porque, aunque no podamos salvarnos con nuestras débiles fuerzas, estamos seguros que no nos faltará la gracia que San Pablo alcanzó de Cristo: “te basta mi gracia” (2Cor. 12,9). Seamos muy generosos en nuestra colaboración con la gracia de Dios.

Un día y otro, siempre fieles a las gracias actuales, perseverantes hasta la muerte: “Seréis aborrecidos de todos por mi nombre, el que persevere hasta el fin, se salvara” (Mt. 10,22). Ante lasfotograma_pasion tentaciones, tribulaciones y sacrificios que aparezcan en vuestras vidas, ensancha el alma la consideración de la felicidad eterna que el Señor nos tiene preparada: “Ni el ojo vio, ni el oído oyó, ni vino a la mente del hombre lo que Dios ha preparado para los que le aman” (1Cor. 2,9). “Dios espera ardientemente que se llene su casa. Es padre y le gusta vivir con todos sus hijos alrededor” (San Agustín).

San Juan Crisóstomo: “Si descuidamos el alma no podremos salvar ni el cuerpo: porque no ha sido hecha el alma para el cuerpo, si no el cuerpo para el alma” San Ignacio le decía al joven Javier en la Universidad  de Paris: “¿qué aprovecha al hombre ganar el mundo entero si pierde su alma?” (Mt. 16,26). ¿Quiero salvarme? Me salvaré. Para salvarme han de cooperar mi voluntad y la de Dios; y dios quiere salvarnos: “Dios quiere que todos los hombres se salven” (Tim. 2,3-4) Repetimos con San Agustín: “Dios que te creó sin ti, no te salvará sin ti”

 

¿Yo para qué nací? Para salvarme.
Que tengo que morir es infalible;
Dejar de ver a Dios y condenarme
Triste cosa será, pero posible.
¡Posible…! ¿y río y duermo
y quiero holgarme?
¡Posible…! ¿y tengo amor a lo visible?
¿Qué hago? ¿En qué me ocupo?
¿En qué me encanto?
¡Loco debo yo ser, pues no soy santo!

           

Pío XII: «Misterio verdaderamente tremendo, y que jamás se meditará bastante, el que la salvación de muchos dependa de las oraciones y voluntarias mortificaciones de los miembros del Cuerpo místico de Jesucristo, dirigidas a este objeto, y de la cooperación que Pastores y fieles  han de ofrecer a nuestro divino Salvador» (Mystici Corporis 1943,19).

 

P. Manuel Martínez Cano mCR

Imitación de Cristo XII

13 miércoles Mar 2013

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25, aborrecieron sus vidas, abstinencias, aflojar, almas, amigos, amigos de Cristo, Apóstoles, aprovechamiento espiritual, atormentados, ayunos, capítulo 18, caridad, celo de virtud, confesores, consolaciones, contemplación, continuas, darse a Dios, día, de los ejemplos de los santos padres, decaer, desnudez, dignidades, Dios, disciplina, divinas, enemigo, estrecha retirada, fatigas, fervientes, fervor, frío, gran celo, gran dulzura, graves, hambre, heroicos, honras, horas cortas, Imitación de Cristo, intención, Jn 12, larga oración, largas, mantenimiento corporal, mártires, muchedumbre, mundo, negligencia, noche, obediencia, ojos de Dios, oprobios, oraciones, paciencia, padecieron, parientes, peleas, persecuciones, pisadas de Cristo, pobres en lo temporal, pura, recta, Regla, religion, religiosos, renuncia, reverencia, rigurosas, riquísimos en gracia, riquezas, santas meditaciones, Santos, sed, seguir, sencilla obediencia, superior, tentaciones, tibios, trabajaban, trabajos, tribulaciones, vírgenes, vencer, vencieron al mundo, verdadera humildad, verdadera perfección, vicios, vida, vida eterna, vigiilias, virtudes, yermo

Capítulo 18

De los ejemplos de los santos padres

1. Considera bien los heroicos ejemplos de los santos padres, en los cuales resplandeció la verdadera perfección y religión, y verás cuán poco, o casi nada, es lo que hacemos.
¡Ay de nosotros! ¿Qué es nuestra vida comparada con la suya?
Los santos y amigos de Cristo sirvieron al Señor en hambre y en sed, en frío y desnudez, en trabajos y fatigas, en vigilias y ayunos, en oraciones y santas meditaciones, en persecuciones y muchos oprobios.

2. ¡Oh, cuán graves y cuántas tribulaciones padecieron los apóstoles, mártires, confesores, vírgenes y todos los demás que quisieron seguir las pisadas de Cristo!
”Pues en este mundo aborrecieron sus vidas para poseer sus almas en la vida eterna” (Jn 12,25).
¡Oh, cuán estrecha y retirada vida hicieron los santos padres en el yermo! ¡Cuán largas y graves tentaciones padecieron! ¡Cuán de ordinario fueron atormentados del enemigo! ¡Cuán continuas y fervientes oraciones ofrecieron a Dios! ¡Cuán rigurosas abstinencias cumplieron! ¡Cuán gran celo y fervor tuvieron en su aprovechamiento espiritual! ¡Cuán fuertes peleas pasaron para vencer los vicios! ¡Cuán pura y recta intención tuvieron con Dios!

3. De día trabajaban, y por la noche se ocupaban en larga oración; aunque trabajando, no cesaban de la oración mental.
Todo el tiempo lo gastaban bien; las horas les parecían cortas para darse a Dios, y por la gran dulzura de la contemplación, se olvidaban de la necesidad del mantenimiento corporal.
Renunciaban todas las riquezas, honras, dignidades, parientes y amigos; ninguna cosa querían en el mundo; apenas tomaban lo necesario para la vida, y les era pesado servir a su cuerpo aun en las cosas más necesarias.
De modo que eran pobres de lo temporal, pero riquísimos en gracia y virtudes.
En lo de fuera eran necesitados, pero en lo interior estaban con la gracia y divinas consolaciones recreados.
Ajenos eran al mundo, mas muy allegados a Dios, del cual eran familiares amigos.
Teníanse por nada en cuanto a sí mismos, y para nada con el mundo eran despreciados; mas en los ojos de Dios eran muy preciosos y amados.
Estaban en verdadera humildad; vivían en sencilla obediencia; andaban en caridad y paciencia, y por eso cada día crecían en espíritu y alcanzaban mucha gracia delante de Dios.
Fueron puestos por dechados a todos los religiosos, y más nos deben mover para aprovechar en el bien que no la muchedumbre de los tibios para aflojar y descaecer.

4. ¡Oh, cuán grande fue el fervor de todos los religiosos al principio de sus sagrados institutos!
¡Cuánta la devoción de la oración! ¡Cuánto el celo de la virtud! ¡Cuánta disciplina floreció! ¡Cuánta reverencia y obediencia al superior hubo en todas las cosas!
Aun hasta ahora dan testimonio de ello las señales que quedaron de que fueron verdaderamente varones santos y perfectos los que, peleando tan esforzadamente, vencieron al mundo.
Ahora ya se estima en mucho aquel que no quebranta la Regla, y con paciencia puede sufrir lo que aceptó por su voluntad.

5. ¡Oh tibieza y negligencia de nuestro estado, que tan presto declinamos del fervor primero, y nos es molesto el vivir por nuestra flojedad y tibieza!
¡Pluguiese a Dios que no durmiese en ti el aprovechamiento de las virtudes, pues viste muchas veces tantos ejemplos de devotos!

Tratado de la Verdadera Devoción a la Santísima Virgen X

05 martes Mar 2013

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Parte Primera

DE LA DEVOCIÓN A LA SANTÍSIMA VIRGEN
EN GENERAL

Modo de discernir la verdadera devoción a la Santísima Virgen,
de la falsa y aparente

60. Habiendo expuesto hasta aquí algo acerca de la necesidad que tenemos de la devoción a la Santísima Virgen, menester es ahora decir en qué consiste esta devoción. Pero antes conviene consignar algunas verdades fundamentales que ilustrarán más y más cuanto conviene saber acerca de esta materia.

PRIMERA VERDAD

61. Jesucristo Nuestro Señor, verdadero Dios y verdadero hombre, debe ser el fin último de nuestras devociones; a no ser así, serían falsas y engañosas. Jesucristo es el alfa y el omega, el comienzo y fin de todas las cosas (Apoc. 1,8; 21,6; 22,13).
No trabajamos, como dice el Apóstol, más que por hacer perfecto a todo hombre madre de talaveraen Jesucristo (Col. 2,9), porque sólo en El reside toda plenitud de la Divinidad y todas las demás plenitudes de gracia, de virtudes y de perfecciones; porque sólo en El estamos bendecidos con toda bendición espiritual; porque El es el único Maestro que debe enseñarnos, es nuestro único Señor de quien debemos depender, nuestro único Jefe a quien debemos pertenecer, nuestro único Modelo a que debemos conformarnos, nuestro único Médico que nos debe sanar, nuestro único Pastor que debe alimentarnos, nuestro único Camino por donde debemos andar, nuestra única Verdad que debemos creer, nuestra única Vida que debe vivificarnos, y nuestro único Todo en todas las cosas que debe bastarnos (Eph. 1,3; Mt. 23,10; Jn. 14,6).
No se ha pronunciado bajo el cielo otro nombre que el de Jesús por el cual debamos ser salvos (Act. 4,12). Dios no ha puesto otro fundamento de nuestra salvación, de nuestra perfección y de nuestra gloria, más que a Jesucristo; todo edificio que no está construido sobre esta piedra firme, está levantado sobre movediza arena, y más o menos tarde caerá infaliblemente. Todo fiel que no esté unido a El, como el sarmiento a la vid, caerá, se secará y no servirá más que para el fuego (Jn. 15,5-6). Si estamos en Jesucristo, y Jesucristo está en nosotros, no hemos de abrigar temor alguno de condenación; ni los ángeles de los cielos, ni los hombres de la tierra, ni los demonios de los infiernos, ni otra criatura alguna nos puede dañar, porque nadie nos puede separar, si no queremos, de la caridad de Jesucristo (Rom. 8,38); con Jesucristo y en Jesucristo lo podemos todo: podemos dar toda honra y gloria al Padre en unidad del Espíritu Santo, hacernos perfectos y ser para el prójimo buen olor de vida eterna.

62. Si, pues, nos entregamos a la hermosa devoción hacia la Virgen Santísima, es sólo para establecer más perfectamente el amor de Jesucristo, y de hallar un medio fácil y seguro de hallar a Jesucristo. Si la devoción a la Santísima Virgen separase de su Hijo, sería preciso desecharla como una ilusión del demonio; pero precisamente hemos menester de María para lo contrario, como ya lo he demostrado, y aún demostraré más adelante, pues esta devoción nos es necesaria para hallar a Jesucristo perfectamente, para amarle tiernamente y para servirle fielmente.

63. Al llegar aquí, vuélvome un momento hacia Vos, oh amable Jesús, para quejarme amorosamente a Vuestra Majestad de que la mayor parte de los cristianos, aun los más instruidos, ignoran el enlace necesario que existe entre Vos y vuestra Santísima Madre. Vos estáis, Señor, siempre con María, y María siempre está con Vos y no puede estar sin Vos: de otro modo dejaría Ella de ser lo que es; de tal modo está Ella transformada en Vos por la gracia, que no vive, no existe, sino que sólo Vos, mi Jesús, vivís y reináis en Ella con más perfección que en todos los ángeles y bienaventurados. ¡Oh! si fuere conocida la gloria y el amor que recibisteis, Señor, en esta admirable criatura, se tendrían para con Vos y para con Ella sentimientos bien diferentes de los que se tienen. María os está tan íntimamente unida, que más fácil sería separar a la luz del sol, al calor del fuego; digo mal, más facil sería separar de Vos a todos los ángeles y santos, que a vuestra bienaventurada Madre; porque Ella os ama más ardientemente y os glorifica más perfectamente que todas vuestras criaturas juntas.

64. Después de esto, ¿no es, mi amable Dueño, una cosa sorprendente y lastimosa ver la ignorancia y tinieblas de todos los hombres acá abajo respecto de vuestra Santísima Madre? No hablo tanto de los idólatras y paganos, que no os conocen ni se cuidan de conoceros; no hablo de los herejes y cismáticos, que después de separarse de Vos y de vuestra Iglesia, no muestran empeño en ser devotos de la Virgen María: hablo de los católicos, y aun de los que entre católicos, haciendo profesión de enseñar a los demás las verdades de la fe, no os conocen, ni conocen a vuestra Madre, sino de una manera especulativa, seca, estéril e indiferente. Doctores que no hablan sino rara vez de vuestra Madre y de la devoción que se le debe tener porque temen, así lo dicen ellos, que haya en ello abuso y se os haga injuria al honrar a vuestra Madre Santísima. Si ven u oyen a algún devoto de la Virgen hablar con frecuencia de la devoción a esta buena Madre de un modo tierno, firme y persuasivo, como de un medio exento de toda ilusión, de un camino corto y sin peligros, de una vía inmaculada y sin imperfección, y de un secreto maravilloso para hallaros y amaros perfectamente, claman contra él y dan mil falsas razones para probarle que no es menester que se hable tanto de la Virgen, que hay grandes abusos en esta devoción, y que es menester procurar destruirlos, y más bien hablar de Vos que conducir a los pueblos a la devoción a María, a quien ya aman suficientemente.

Se les oye alguna vez hablar de la devoción a vuestra Madre, no para establecerla y confirmarla, sino para destruir los abusos de ella, mientras carecen de piedad y de tierna devoción hacia Vos, porque no se la tienen a María. Miran el rosario, el escapulario y la corona como devociones propias de espíritu débiles e ignorantes, sin las cuales se puede uno salvar; si en sus manos cae algún devoto a la Virgen que recita su rosario, o tiene alguna práctica de devoción a María, procuran bien pronto trocar su espíritu y su corazón, y en lugar del rosario, le aconsejarán que recite los siete salmos; en lugar de la devoción a la Santísima Virgen, le aconsejarán la devoción a Jesucristo.
Amable Jesús, ¿tienen vuestro espíritu estas gentes? ¿Os es agradable ese modo
santisima-virgen-mariade pensar? ¿Os agrada que no se haga esfuerzo alguno para agradar a vuestra
Madre por temor de desagradaros? La devoción de vuestra Santa Madre, ¿es impedimento de la vuestra? ¿Se arroga Ella la honra que a Vos se os da? ¿Forma, acaso, Ella un bando aparte? ¿Es una persona extraña que nada tiene que ver con Vos? ¿Es desagradaros el querer agradarla? ¿Es separarse o alejarse de vuestro amor el entregarse a Ella para amarla?

La Voz de los Sin Voz III

18 viernes Ene 2013

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1973, andré´s, armonía del universo, astrónomo, católico, ciencia, ciencia de Dios, ciencias naturales, científico, colegio, creador, creer, demostrar, Dios, Dios no existe, dios si existe, Dostoyesvski, estudio, física teórica clásica, física teórica clásicao, gota, imposible, inmenso océano, introducción a la cosmología, inventor, jean meidman, judith, libro, madre preocupada, magdalena, maría, marconi, materia, mecánica cuántica, mecánica ondulatoria, newton, ninguna ciencia ha demostrado que Dios no existe, novelista ruso, objeto, objeto de investigación, obra maestra, observatorio de parís, origen de la materia, pedro, plataforma culutral, poder de la oración, premio nobel, principios, Schrödinger, Ser, Ser omnisciente y omnipotente, seres espirituales, soy creyente, telegrafía sin hilos, teodicea, teología, testimonio de newton, todo está permitido, vida

universoHabla nuestra Presidenta Magdalena: Nos ha visitado una madre muy preocupada porque a sus hijos también les han dicho en el colegio que Dios no existe, que la ciencia ha demostrado que Dios no existe y nos pide material para contrarrestar esta mentira demoniaca.

Mire usted, querida lectora, ninguna ciencia ha demostrado que Dios no existe, ni jamás lo demostrará, porque las ciencias naturales no tienen como objeto de investigación la existencia de seres espirituales. Su objeto de estudio es la materia, lo que se puede medir, pesar, cuantificar. Solo la teología, que es la ciencia de Dios, nos puede hablar de la existencia de Dios; también la teodicea.

**

Hice una llamada urgente a los contertulios de nuestra plataforma cultural y me han enviado estas citas:

Pedro nos envía esta de Marconi, inventor de la telegrafía sin hilos, Premio Nobel: Lo declaro con orgullo: soy creyente. Creo en el poder de la oración y creo no sólo como católico sino también como científico.

María nos manda el testimonio de Newton, genial físico, astrónomo y matemático, fundador de la física teórica clásica: Lo que  sabemos es una gota, lo que ignoramos es un inmenso océano. La admirable disposición y armonía del universo no han podido sino salir del plan de un Ser omnisciente y omnipotente.

Andrés nos dice que el creador de la mecánica ondulatoria, Premio Nobel, Schrödinger, afirmó rotundamente: La obra maestra más fina es la hecha por Dios, según los principios de la mecánica cuántica.

Judith, a quien le encanta contemplar el universo, nos envía su aportación. Es una gran admiradora de Jean Meidman, que fue astrónomo titular del observatorio de París quien en su libro Introducción a la Cosmología, publicado en 1973, después de analizar el origen de la materia afirma: Esto es en toda su sencillez el fiat lux, expresión bíblica de la creación.

El gran novelista ruso Dostoyevsky, dice: Si Dios no existe todo está permitido; y si todo está permitido la vida es imposible. Y en esas estamos. Es mi aportación.

 Magdalena Presidenta

** CADA MIÉRCOLES, DÍA DE SAN JOSÉ, DIOS MEDIANTE, SON PUBLICADOS NUEVOS ARTÍCULOS **

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Ejercicios Espirituales predicados por el P. Cano

Meditaciones y Pláticas del P. José María Alba Cereceda, S.I.

Varios volumenes de apóx. 370 páginas. Precio volumen: 10 €. Pedidos: hnopablolibros@gmail.com

Twitter Papa Francisco

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Twitter P. Cano

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“Espíritu Santo, infúndenos la fuerza para anunciar la novedad del Evangelio con audacia, en voz alta y en todo tiempo y lugar, incluso a contracorriente”. Padre Santo Francisco.

"Si el Señor no edifica la casa, en vano trabajan los que la construyen. (Salmo 127, 1)"

Nuestro ideal: Salvar almas

Van al Cielo los que mueren en gracia de Dios; van al infierno los que mueren en pecado mortal

"Id al mundo entro y proclamad el Evangelio a toda la creación. El que crea y sea bautizado se salvará; el que no crea será condenado" Marcos 16, 15-16.

"Es necesario que los católicos españoles sepáis recobrar el vigor pleno del espíritu, la valentía de una fe vivida, la lucidez evangélica iluminada por el amor profundo al hombre hermano." San Juan Pablo II.

"No seguirás en el mal a la mayoría." Éxodo 23, 2.

"Odiad el mal los que amáis al Señor." Salmo 97, 10.

"Jamás cerraré mi boca ante una sociedad que rechaza el terrorismo y reclama el derecho de matar niños." Monseñor José Guerra Campos.

¡Por Cristo, por María y por España: más, más y más!

www.holyart.es

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