cosicasIsabel

MATERNIDAD DE LOS ELEGIDOS

Esta maternidad de María en la economía de la gracia perdura sin cesar desde el momento del asentimiento que prestó fielmente en la Anunciación y que mantuvo sin vacilar al pie de la cruz hasta la consumación perpetua de todos los elegidos. Pues asunta a los cielos, no ha dejado esta misión salvadora, sino que con su múltiple intercesión continúa obteniéndonos los dones de la salvación eterna. (Lumen Gentium 62)

DE TIBERIADES AL EBRO

“Id y enseñad a todos los pueblos, bautizándoles en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo, y  enseñándoles a guardar todo lo que yo os he ensañado. Y mirad: yo estaré con vosotros todos los días hasta el fin de los siglos” (Mt. 28, 19-20)

Estas palabras me parecen particularmente vivas y apropiadas para este encuentro que tengo con vosotros, queridos Hermanos Obispos, amados hermanos y hermanas de España.

El mandato misionero de Jesús en las riberas del Tiberíades, resuena hoy con fuerza a orillas del Ebro, donde desde hace tantos siglos alienta un eco de los afanes apostólicos de Santiago y de Pablo.

“Id y enseñad a todos los pueblos”. Son esas palabras del Maestro las que me empujan hoy hacia tierras de América, en un viaje que tiene mucho que ver con su mandato misionero. (San Juan Pablo II)

LA MUJER: Edith Stein

En tales casos no se hablará de una profesión o vocación femenina. Si se quiere hablar de eso en el sentido preciso, entonces debe haber profesiones cuya tarea objetiva corresponda a la naturaleza propia de la mujer, es decir todas las profesiones, como el cuidado de alguien, la educación, la asistencia social, que necesitan de una inteligencia sensible; así la profesión de médico y de enfermera, de maestra, de educadora, de colaboradora doméstica, toda la lista de profesiones sociales modernas; en las ciencias las ramas que tienen que ver con lo concreto, lo vivo-personal, es decir las ciencias del espíritu y los trabajos que tienen carácter de ayuda o de servicio, traducciones y publicaciones, y eventualmente también la dirección inteligente de trabajos ajenos.

FRANCO, ESPAÑA Y LA IGLESIA

El caso de Franco es especial pues seguramente es el único personaje histórico de cierta significación que aparentemente nunca fracasó. Su línea de actuación a lo largo de los años parece condicionada únicamente por la defensa a ultranza de los intereses de España y de la Iglesia, manteniendo una trayectoria coherente pero de cierta flexibilidad, tanto en la política interior como en la exterior. (Antonio Mª Mendoza Casas. Razón Española)

NO PODEMOS CALLARNOS

Si nosotros calláramos frente a algo así, nosotros seríamos corresponsables de esta grave injusticia hacia los niños, que han sido transformados de sujetos de derecho como cada persona humana, en objetos de deseo de las personas adultas. Hemos vuelto al paganismo, donde el niño no tenía ningún derecho. Era solo objeto “a disposición de”. (Cardenal Carlo Caffarra)

ANGUSTIOSA PREOCUPACIÓN

Todos compartimos la misma angustiosa preocupación por la situación de la Iglesia y la sociedad. Enfrentados a estas realidades debemos reaccionar con la oración, el estudio, la reflexión y la acción. Hemos de comprender con seriedad las causas de esta crisis e inspirados por el Espíritu Santo buscar las soluciones conformes a la voluntad del Señor. En particular tenemos que rezar, para que la Iglesia recupere su espíritu misionero y sea efectivamente la luz salvadora de las naciones y para que nosotros de alguna manera podamos contribuir a la misión de la Iglesia. Debemos elaborar medios realistas de supervivencia en una sociedad que está amenazada nuestra supervivencia espiritual y quizás aun física. El objetivo de este artículo es tratar de contribuir a una reflexión equilibrada sobre este tema fundamental. (Ignacio Barreiro Carámbula. Verbo)

VIDA NATURAL Y SOBRENATURAL

Al hombre, además de haberse dado la vida natural, Dios le ha elevado a la vida sobrenatural. Esta maravilla se realiza en el sacramento del Bautismo. Aquí podemos recordar lo que nos dice el evangelista San Juan: “Mirad que amor más entrañable nos ha manifestado el Padre, pues ha querido que nos llamáramos hijos de Dios y lo somos en efecto” (1 Jn. 3, 1). Por eso el cristiano, al mismo tiempo que desarrolla los bienes naturales – la cultura, la técnica, el trabajo, las artes, el deporte, la investigación -, pone su acento en la evolución y plenitud de la vida sobrenatural. Esta no es un freno para el progreso humano, en su sentido verdadero, sino la que le da una trascendencia por encima de toda cortedad temporal y transitorio quehacer. Con la gracia santificante – participación de la vida divina – nos convertimos en hijos de Dios. Y el mundo es el taller en donde se lucha y se alcanza esta talla divina de nuestra existencia. (José Ricart Torrens, sacerdote)