ciencia y feManuel Mª Domenech Izquierdo

Brujos con Patente de Corso

A primera vista, las frases que siguen, escritas en el siglo XIII por Santo Tomás, pueden parecer algo, no sólo inactual, sino premitológico.

«Es claro que los actos del hombre sobre los que se echan suertes y el resultado de las mismas, no están sometidos a la influencia de las estrellas. Por consiguiente, si alguien recurre a ellas pensando que su resultado depende de influencias astrales, cae en falsa y vana estimación y no se substrae, por tanto, a la acción de los demonios». (50)

«Los signos que se utilizan para la adivinación no son de institución divina, pues Dios jamás los ha ratificado con su autoridad. Son, más bien, fruto de la vanidad humana socorrida por la malicia de los demonios, que se esfuerzan en embrollar la mente de lo~ hombres con futilidades». (51)

Pero, si bien se mira, son más apropiadas para nuestro tiempo que para el suyo, pues hoy se cae en estos defectos sin que casi nadie se dé cuenta de ello, lo que es mucho más grave y alarmante. Hoy se ha perdido la conciencia de pecado, también en esto, como en tantas otras cosas. (52)

No se llevan medallas ni se quieren imágenes religiosas, pero cada vez se ven más amuletos y signos extraños. Recientemente se ha celebrado en Barcelona un congreso de magia internacional. Proliferan las tiendas en que se venden fármacos basados en experimentos orientales. Se han constituido centros de cálculo con ordenadores electrónicos, con la única finalidad de realizar horóscopos y con la pretensión de hacerlos con toda seriedad. En los carteles programables que el Ayuntamiento de Barcelona ha puesto en la vía pública se da puntual información del horóscopo. Se ven en los quioscos cada vez más revistas monográficas dedicadas a la adivinación y artes ocultas. “En los últimos años se asiste a un fenómeno doble y aparentemente contradictorio. Un interés creciente por la ciencia y, a la vez, por esa especie de lado oscuro de la ciencia que es la magia y todo tipo de saberes ocultos”. (53) Se ore a los amigos comentar que han aprendido a hacer bailar su mesita de noche con el pensamiento. Se busca el laicismo y proliferan las llamadas “religiones marginales”. Para qué seguir el dato está en la calle para quien lo quiera ver.

Es una constante de todas las civilizaciones que haya habido hombres conocedores de artes ocultas que practiquen la adivinación. Es de todos conocido el personaje llamado Brujo de la tribu que tiene la exclusiva de la receta de preparar el curare de las flechas envenenadas. Otra versión a mayor escala de ese mismo tipo es el Mago que se subía al Zigurat babilónico para mirar las estrellas y adivinar la fecha de un parto, o de un sabio egipcio que consultaba a los dioses para profetizar la siguiente avenida del Nilo, simplemente mirando la posición de la estrella Shotis (nuestra Sirio), al verla aparecer al mismo tiempo que el Sol pero sin explicar cómo lo hacía. Ninguno de estos daba a conocer el truco a sus embaucados, porque si lo hacía, se le terminaba su vida privilegiada y perdía la posición social de los de su casta. Sin embargo, para practicar sus artes, no tenia más que conocer algunas cosas, siempre sencillas, pero ignoradas por el resto de la comunidad. Su fama y sus poderes eran buena leña para el fuego de su soberbia, y, con frecuencia, muchos de estos personajes han tenido trato personal con los demonios. Recordemos los magos egipcios que reprodujeron algunos de los milagros de Moisés delante del Faraón.

Hace poco tiempo se hacía mucho incapié en distinciones sutiles entre medicina y curandería, química y alquimia, ciencia y magia; hoy se está perdiendo de nuevo el miedo a la brujería. En realidad podemos decir que un arte pasaba a ser considerado mágico a ser tenido por técnico y científico, simplemente cuando el truco era conocido por todos, era de dominio público. Pero el verdadero criterio es separar lo que es proceder por arte del demonio de lo que es proceder por el conocimiento de las causas, como ya enseñaba Santo Tomás de Aquino en el siglo XIII: (54).

«No pertenecen a la adivinación ciertas artes que se usan para conocer los sucesos futuros que dimanan de sus causas como efectos necesarios o frecuentes. Para las otras clases de eventos futuros no existe artificio ni método verdadero que pueda descubrirlos, sino las falacias y necedades introducidas en el mundo por los demonios para engañar a los hombres».

Pero al olvidar la filosofía perenne, queda el hombre desarmado para distinguir realmente magia y ciencia. La crisis de la filosofía tiene por causa, entre otras, el deslumbramiento que la apariencia de misterio, debida al sonambulismo de los científicos, ha ocasionado en las mentes filosóficas y las realizaciones conseguidas con los conocimientos secretos, diríamos vulgarmente brujerías, de unos pocos iniciados. Las inteligencias se han dejado seducir por fábulas y, esterilizadas, no han podido concebir más que vanas filosofías.

La hipocresía que siempre acompaña a toda mala conciencia, ha tenido en el caso de la Ciencia, el Cinismo de recriminar a la Iglesia una actitud contraria a los quehaceres científicos, ridiculizándola en lo posible y atribuyéndole yerros imaginarios. Las consecuencias del libertinaje ejercido durante varios siglos, que ha llevado al hombre a la crisis mayor de su historia, han venido a dar la razón a la Iglesia.

El ansia de infinito v el afán de misterio del alma humana, es el motor que impulsa para saltar la barrera de la ciencia mal sabida hasta el trato con los espíritus. Como la soberbia de la ciencia tantas veces ha buscado en ella el olvido de Dios, cuando el materialismo no satisface, se inquiere el poder del demonio y se busca el trato familiar con él. Se acaba mitificando la ciencia diciendo que se quiere desmitificar el dogma. El satanismo campea hoy con tal desfachatez e impunidad, que es hora ya de buscar «la paciencia y el consuelo que dan las Escrituras», (55) en la gran señal vista en el cielo: «Una Mujer vestida de Sol, con la luna bajo sus pies, por doce estrellas coronada». (56) La vencedora de todas la herejías en el universo mundo, es Ella, con su Linaje, la que ha de aplastar la cabeza de la serpiente antigua.

50 Suma Teológica II-2 q95 a8

51 Suma Teológica II-2 q96 a3

52 «El mayor drama de la sociedad actual es que ha perdido la conciencia de pecado» Pio XII. Radiomensaje al Congreso Catequístico Nacional en Boston, 26 de octubre de 1946

Pio XII. Discurso del domingo de Pasión, 26 de mayo de 1950

Juan Pablo II. Ángelus del 1 de abril de 1979

«El pecado del siglo es la pérdida del sentido del pecado»

Juan Pablo II. Exhortación Apostólica Reconciliatio et Paenitentia, nº 18

53 «Época». (revista de actualidad). Nº 155, febrero 1988 pág. 106.

54 Suma Teológica II-2 q95 al 52

55 SAN PABLO. Romanos 15, 4

56 Apocalipsis 12, 1