ramon-llullMarcelino Menéndez y Pelayo
Cultura Española, Madrid, 1941

  1. b) Ramón Lull

Ramón Lull, hombre en quien se hizo carne y sangre el espíritu aventurero, teosófico y visionario del siglo XIV, juntamente con el saber enciclopédico del siglo XIU. En el beato mallorquín, artista de vocación ingenua y nativa, la teología, la filosofía, la contemplación y la vida activa se confunden e unimisman, y todas las especulaciones y ensueños armónicos de su mente toman forma plástica y viva y se traducen en viajes, en peregrinaciones, en proyectos de cruzada, en novelas ascéticas, en himnos fervorosos, en símbolo§ y alegorías, en combinaciones cabalísticas, en árboles y círculos concéntricos y representaciones gráficas de su doctrina para que penetrara por los ojos de las muchedumbres, al mismo tiempo que por su s oídos, en la monótona cantinela de la Lógica metrificada y de la Aplicació de l’art general. Es el escolástico popular, el primero que hace servir la lengua del vulgo para las ideas puras y las abstracciones, el que separa de la lengua provenzal la catalana y la bautiza desde sus orígenes, haciéndola grave, austera y religiosa, casi inmune de las eróticas liviandades y de las desolladas sátiras de su hermana mayor, ahogada ya para entonces en la sangre de los albigenses. Ramón Lull fue místico teórico y práctico, asceta y contemplativo, desde que en medio de los devaneos de su juventud le circundó de improviso, como al antiguo Saulo, la luz del cielo; pero la luz de su misticismo no hemos de buscarla en sus Obras rimadas, que, fuera de algunas de índole elegíaca, como el Plant de nostra dona Santa María, son casi todas (incluso la mayor parte del Desconort) exposiciones populares de aquella su teodicea racional, objeto de tan encontrados pareceres y censuras, exaltada por unos como revelación de lo alto, y tachada por otros punto menos que de herética, por el empeño de demostrar con razones naturales todos los dogmas cristianos, hasta la Trinidad y la Encarnación, todo con el santo propósito de resolver la antinomia de fe y razón, bandera de la impiedad averroísta, y de preparar la conversión de judíos y musulmanes; empresa santa que toda la vida halagó las esperanzas del bienaventurado mártir (1).

La biografía de Lulio es una novela: pocas ofrecen más · variedad y peripecias. Nacido en Palma de Mallorca el 25 de enero de 1235, hijo de uno de los caballeros catalanes que siguieron a Don Jaime en la conquista de la mayor de las Baleares, entró desde muy joven en palacio, adonde le llamaba lo ilustre de su cuna. Liviana fue su juventud, pasada entre risas y devaneos, cuando no en torpes amoríos. Ni el alto cargo de Senescal que tenía en la corte del Rey de Mallorca, ni el matrimonio que por orden del monarca contrajo, fueron parte a traerle al buen camino. La tradición (inspiradora de muchos poetas) ha conservado el recuerdo de los amores de Raimundo con la hermosa genovesa Ambrosía del Castello (otros la llaman Leonor), en cuyo seguimiento penetró una vez a caballo por la iglesia de Santa Eulalia, con escándalo y horror de los fieles que asistían a los Divinos Oficios. Y añade la tradición que sólo pudo la dama contenerlo mostrándole su seno devorado por un cáncer. Entonces comprendió él la vanidad de los deleites y de la hermosura mundana; abandonó su casa, mujer e hijos; entregóse a las duras penitencias, y sólo tuvo desde entonces dos amores: la Religión y la Ciencia, que en su entendimiento venían a hacerse una cosa misma. En el Desconort, su poema más notable, recuerda melancólicamente los extravíos de su juventud:

Quant fui grans, e sentí del mon sa vanitat,
Comencey á far mal: é entrey en peccat;
Oblidam lo ver Deus: seguent carnalitat,
etc.

(1) Estudios de crítica literaria, páginas 29 y 30, primera serie.