hitosIsabel

El secreto de María

Hay que escoger un día señalado para entregarse, consagrarse y sacrificarse; y esto ha de ser voluntariamente y por amor, sin encogimiento, por entero y sin reserva alguna; cuerpo y alma, bienes exteriores y fortuna, como casa, familia, rentas; bienes interiores del alma, a saber: sus méritos, gracias, virtudes y satisfacciones. (San Luis Mª Grignion de Montfort)

La mujer

Edith Stein

Con la corrupción producida por el pecado aparece, por· una parte, la inclinación a despreocuparse de los deberes de la paternidad: en las formas más bajas abusando de las facultades generativas reduciéndolas a una simple satisfacción sexual, sin pensar en los hijos; en la forma más alta se da la preocupación material sin preocuparse para nada de la formación o educación. Por otro lado, existe el peligro de un ejercicio brutal de la paternidad que reduce la preocupación maternal a una simple cura corporal y la priva de sus deberes más nobles; también las nuevas generaciones son sometidas a la voluntad personal.

Hombres libres

A través de las Ordenanzas y de su aplicación práctica, se comprende hasta qué punto era Castilla, en los siglos XVI y XVII, una tierra mayoritariamente de hombres libres y profundamente religiosos, a pesar de existir una exigua minoría de esclavos y libertos que en ningún momento llegó al 5%, y ello en contraste con la Cataluña de pequeños señores feudales y no digamos con la mayoría del resto de Europa en la que el feudalismo había estado fuertemente implantado. (Antonio de Mendoza – VERBO)

La ciudad católica

En este aspecto, creo que puede y debe considerarse a la Contrarrevolución como una respuesta correcta, no voy a decir que la única correcta de las posibles, pero si la más correcta, a las exigencias que los tiempos modernos plantean a los católicos en la naciones de cultura católica en su tarea evangelizadora. Porque comprende toda la dimensión de lo· que se opone a la Realeza Social de Cristo Rey y porque aspira a restaurar e instaurar en su integridad la Ciudad Católica. (Estanislao Cantero – Verbo)

Huid del pecado

De muchas novelas, revistas se podría decir estas frases escritas por un muchacho: «Al principio busqué el placer sensual en las novelas, más tarde lo busqué en la realidad.» Hoy en día, el cristiano que quiere de verdad permanecer en pureza debe olvidarse de la televisión, del cine, del teatro, de las playas, de muchos periódicos y libros y abstenerse del uso del Internet. ¿Es un programa utópico? No, es un programa heroico. Hoy vivimos, pensamos, sentimos en base a los Medios de Comunicación trasmisores de lujuria más o menos encubierta. ¿Qué les decía san Pablo a los cristianos de Corinto que era la capital de la lujuria? «Huid de la fornicación», es decir de toda clase de impureza, de tal forma que su sentencia es que el cristiano rompa las relaciones con el deshonesto (aunque rece por él). (Jaime Solá Grané – La castidad, ayer y hoy)

Homosexualidad y esperanza

Jeffrey Satinover, Doctor en Medicina y Filosofía ha escrito de su amplia experiencia con pacientes que sufren de atracción homosexual» «He tenido la gran suerte de haber encontrado a mucha gente que ha logrado salir del ambiente homosexual de vida. Cuando veo las dificultades que han encontrado, el coraje que han demostrado, no solo al encontrar esas dificultades, sino al confrontar una cultura que usa todos los medios para negarle la validez de sus valores, metas y experiencias, me muevo a la admiración … Son estas personas -previamente homosexuales, y todos aquellos que están luchando en este momento en América y en el extranjero- que me parecen un modelo de todo lo que hay de bueno y posible en un mundo que toma el corazón humano, y al Dios de ese corazón’, muy en serio. En mis exploraciones en el mundo del psicoanálisis, la psicoterapia y la psiquiatría, nunca antes he visto curaciones tan profundas.» (Satinover 1996) (Asociación Médica Católica – AMCA)

Virtudes naturales

Con monseñor Pie -autor preferido de Juan XXIII- afirmamos: «Nunca enseñaréis que las virtudes naturales son virtudes falsas, que la luz natural es una luz falsa. ¡No! No emplearéis una argumentación rigurosa contra la razón para probarle, con razones perentorias, que no puede nada sin la fe. Si, por desgracia, se nos ocurriese enseñar tales proposiciones, caeríamos bajo las censuras de la Iglesia depositaria de toda verdad, que no se preocupa menos en mantener los atributos innegables de la naturaleza y de la razón, que en vindicar los derechos de la fe y de la gracia… Enseñaréis, pues, que la razón humana tiene su poder propio y sus atribuciones esenciales; enseñaréis que la virtud filosófica posee una bondad moral e intrínseca que Dios no desdeña en remunerar, a los individuos y a los pueblos, con ciertos premios naturales y temporales, y aun con más altos favores a veces. (Mn. José Ricart Torrens – Catecismo Social)