padre canoPadre Manuel Martínez Cano, mCR

En varias revistas, he visto artículos titulados la «Iglesia en salida». Me han recordado un trabajo extraordinario de Monseñor José Guerra Campos del que conservó unos apuntes, quizá literales, en que Don José preguntaba: “¿La Iglesia en sí misma es algo diferente de la Iglesia hacia fuera? ¿Lo que el mundo espera o puede recibir de la Iglesia es distinto de lo que la Iglesia es en sí misma? Esto es lo que piensan muchos. Dicen que la Iglesia ha de colaborar a la realización del orden temporal mediante la aportación de valores espirituales prácticos: ‘paz, justicia, relaciones fraternas, comunidad social, comunes a toda la humanidad.’»

Pues bien, la Iglesia no es solo portadora de valores espirituales. Lo es también y, sobre todo, de valores religiosos fundamentados en Dios. Porque si, los llamados valores espirituales se aíslan de su fuente divina, son palabras vacías, carentes de auténtica fuerza vital. Son propaganda política, demagogia.

La Iglesia es portadora de la Revelación Divina histórica de Dios en Cristo Jesús. Es la portadora de la Palabra de Dios personal, o sea de Cristo. La Iglesia aporta a la humanidad la persona divina de Cristo. La Iglesia aporta la religión verdadera y enseña a los hombres sus relaciones con Dios. La Iglesia, como el catolicismo, tienen el deber de iluminar los problemas humanos a la luz del Evangelio, llevar a las personas a Cristo y al Cielo.

El hombre sin Dios no es plenamente hombre porque no desarrolla su vida espiritual sobrenatural. Es imposible el humanismo ateo. El Vaticano II, dice: «la razón más alta de la dignidad humana consiste en la vocación del hombre a la unión con Dios. Desde el mismo nacimiento el hombre es invitado al diálogo con Dios.»

La Iglesia Católica es la sociedad de los fieles cristianos fundada por Jesucristo que tiene como fin la salvación eterna de las almas. Es la sociedad necesaria para el auténtico desarrollo del hombre y la sociedad. Cristo sigue presente en la historia de la humanidad, “yo estaré con vosotros hasta el fin del mundo.”

La función específica de la Iglesia en el mundo es su misión religiosa y sobrenatural: unir los hombres a Dios para que sean eternamente felices con él en el Cielo: “el misterio del hombre se esclarece en el misterio del Verbo Encarnado” (Vaticano II).

“Istas» de todas las ideologías: Cristo es Dios. Y es el Camino, la Verdad y la Vida. Dios nos ha dado la vida para que vivamos en la verdad, sigamos el camino del Cielo que nos ha señalado Cristo Rey. María Reina nos acompaña. ¡Veremos a Dios! Lo veremos tal cual es.