historiaMarcelino Menéndez y Pelayo
Cultura Española, Madrid, 1941

c) La Universidad barcelonesa

El primer proyecto de fundar Universidad en Barcelona fue del rey D. Martín el Humano; y la Ciudad y el Consejo de Ciento le rechazaron en términos absolutos (de assi avant no sentracte), por temer que los peligros y escándalos ocasionados por la concurrencia de los estudiantes habían de ser más que los provechos (2). Así pensaban en 1408, y Si en 1450, después de la reforma municipal de Alfonso V (3), se modifica aquella disposición hostil y son los Conselleres los que gestionan la creación de la Universidad y envían a Italia comisionados para Impetrar el privilegio del Rey, que otorga al Estudio general de Barcelona las mismas prerrogativas que a los de Lérida y Perpiñán, únicos que hasta entonces existían en el Principado; y son ellos también los que traen de Roma la Bula del Papa Nicolás V que le concede todos los privilegios e inmunidades canónicas que a la muy vecina de Tolosa de Francia, no es menos cierto que tales concesiones se quedaron por de pronto en el papel, y todavía en tiempo de los Reyes Católicos los estudios continuaban reducidos a algunas lecciones sueltas de Gramática, Filosofía, Jurisprudencia y Medicina, lo mismo que en el siglo XIV.Sólo cuando el Rey D. Fernando en 1491 confirmó a un maestro llamado Alejo Bambaser el privilegio que le había concedido su padre D. Juan II para crear en Barcelona un Studi general, despertaron los Conselleres de su apatía, lograron invalidar la concesión y empezaron a tratar en serio del Establecimiento de la Universidad demostrando mayor celo a principios del siglo siguiente. En 1508 se asignó salario, aunque exiguo, a los maestros del Estudio doctores y bachilleres. En 1524, se anunciaba por voz de pregonero que se daría una lección de Política en-la Casa de la Ciudad. En 18 de octubre de 1536, se anunció con un enfático bando la inauguración del edificio de la escuela, pero la vitalidad del Estudio debía ser poquísima todavía cuando en 1540 pasó Boscán de esta vida.

(2) Resulta enteramente comprobado por los datos del Dr. Balart, la oposición del Municipio de Barcelona a la creación de la Universidad, tanto en 1398 como en 1408, a pesar de las insistentes proposiciones del. Rey D. Martin. La respuesta no pudo ser más seca: «E que plahía molt a la dita ciutat que dit senyor Rey faes fer lo ditstudi en qual part li plagues de sos regnes e terres fora Barchinona.» (A. M. Deliberaciones de 1399-1408, fol. 112 vuelto.) El principal fundamento de esta oposición, vagamente indicado al hablar de los perills e escandols que sen podien reportar», era el temor de que las exenciones y privilegios que traía consigo el fuero académico, perturbasen la tranquilidad pública, como en las ciudades universitarias solía acontecer.

El cambio de opinión que muestran los conselleres en 1450, se debió, principalmente, a la Crisis económica en que la ciudad había comenzado a entrar por la dilatada ausencia de Alfonso V, y por la decadencia del tráfico marítimo y de los oficios industriales: «De un temps encaes disminuida de poblacio e per la absencia del senyor rey e per la mercaderia, qui no ha lo exercici que deuria, los mercaders, artistes e menestrals e altres de la dita ciutat aprofitent fort poch.» A. M. Deliberaciones, 1449-50, fol. 101.) (Antología. Tomo XIII, página 474.)

(3) Según la reforma que en sentido democrático hizo en 1455 Alfonso V, destruyendo el monopolio de los cargos municipales que ejercían los «ciudadanos honrados», las cinco plazas de conselleres quedaron distribuidas en esta forma: las dos primeras para ciudadanos y doctores en Leyes o Medicina; la tercera, para mercaderes (incluyendo comerciantes, banqueros y navieros); la cuarta, para artistas (clase que comprendía los tenderos, notarios, boticanos, drogueros y cereros), la quinta, para los menestrales.. (Antología. Tomo XIII, pág. 2.)

Es muy digna de mencionarse, por lo que toca a la importancia social de los ciudadanos honrados (a cuya clase Boscán pertenecía), una carta de los conselleres barceloneses a los paheres ilerditanos en 25 de septiembre de 1447, quejándose de los hijos de caballeros que pretendían tener banco preferente: «Volent tenir per si banch separat e pus avancat, dels fills deIs ciutadans e homens de honor de ciutat e viles del Principat de Catalunya»… (Antología. Tomo XIII página 473.)

Barcelona es la primera ciudad descrita por Navajero, y contra lo que se pudiera esperar del súbdito de una República, aunque fuese aristocrática como la de Venecia, encuentra excesivos, y aun en parte injustos, los privilegios Y libertades municipales, que según él degeneraban en licencia y exorbitantes los derechos que se pagaban en el puerto. Pondera la hermosura de la ciudad, pero hace notar el descenso de su población y el abandono del arsenal, donde no quedaba ni una sola nave. En cambio, el Banco (Taula), que compara con los Montes de Venecia, atesoraba grandísima suma de dinero. «Barcelona la rica, Zaragoza la harta, valencia la hermosa» era proverbio español que Navajero recuerda, y con el cual se caracterizaba a las tres insignes metrópolis de la corona de Aragón. (Antología. Tomo XIII, Página 66.)