jesusEl templo del Santuario Nacional de la Gran Promesa, de Valladolid, fue primitivamente iglesia pública del Colegio de San Ambrosio, de la Compañía de Jesús, donde tuvo lugar la revelación privada al P. Hoyos, el 14 de mayo de 1733.

Expulsados los Jesuitas de España el año 1767, la iglesia de San Ambrosio pasó a ser iglesia parroquial de San Esteban.

Más tarde, con motivo del 200 aniversario de la Gran Promesa, el Arzobispo Dr. D. Remigio Gandásegui, comenzó a promover la idea de convertir esta iglesia de San Esteban en TEMPLO EXPIATORIO NACIONAL del Sagrado Corazón de Jesús. La aprobación fue concedida por Pío XI en un documento enviado al Prelado vallisoletano el 12 de agosto de 1933.

Su sucesor en la Sede vallisoletana, el Dr. D. Antonio García y García, llevó adelante este proyecto y tuvo la satisfacción de consagrar este Templo como SANTUARIO NACIONAL DE LA GRAN PROMESA el día 15 de junio de 1941. En esta fecha se recibió por medio de la Secretaría de Estado el siguiente mensaje de Pío XII:

“Gozoso de ver la inauguración del Templo Nacional Expiatorio que España entera ha erigido para el culto del Rey Divino, el Santo Padre, unido espiritualmente al católico pueblo español, implora del Sagrado Corazón dilate en España su amoroso Reinado”.

El día 12 de mayo de 1964 se firmó en Roma la Bula por la que el Templo del Santuario Nacional de la Gran Promesa quedaba erigido en Basílica Menor.

La obra – material y espiritual- del Santuario Nacional se ha llevado a cabo con la ferviente cooperación de España entera y América, con la fe y el empeño de los dos Prelados vallisoletanos antes citados, de los que fue Delegado por muchos años el recordado sacerdote D. Emilio Álvarez, y con la aprobación y bendición de varios Romanos Pontífices. Hay, pues, particular razón para afirmar que el Santuario es obra de toda la Iglesia.

Ornamentación del Santuario Nacional

El incendio de 1867 consumió los retablos, cuadros y objetos sagrados, pero no afectó a la estructura arquitectónica del templo. Aprovechando los elementos de que había sido dotada con posterioridad la iglesia parroquial de San Esteban, llevó a cabo la obra de ornamentación del Santuario Nacional el sacerdote y artista D. Félix Granda.

El retablo mayor, obra del siglo XVII, lleva en el centro la grandiosa estatua del Sagrado Corazón de Jesús, y en los encasamientos laterales cuatro grandes relieves: en la parte superior la Ultima Cena y la Invitación del Señor al apóstol Santo Tomás, en los dos tableros inferiores aparecen dos grupos de adoradores y propagadores del amor de Cristo presididos uno por la Virgen Santísima y el otro por San Juan Evangelista.

Al lado derecho, el Altar de Cristo Rey de los Mártires con la talla de Cristo Crucificado de Esteban Jordán.

A la izquierda, Santiago el Mayor y Pablo de Tarso escoltan el retablo de la Virgen del Pilar, y aparecen imágenes de santos y santas españoles, como confirmación de la promesa de María: “En este pueblo no faltará nunca la fe de mi Hijo”.

Destaca por su importancia histórica en ese mismo lateral el retablo del Inmaculado Corazón de María, presidido en tiempos del P. Hoyos por la imagen del Salvador. Esta capilla fue testigo de distintas revelaciones del Corazón de Jesús a su confidente.

Enfrente está la carroza de Cristo Rey, obra de Granda, que sale en la procesión del día del Sagrado Corazón de Jesús.

Las dos capillas siguientes a uno y otro lado están dedicadas a la Stma. Virgen de Guadalupe y a Ntra. Sra. de la Paz y Buen Viaje de Antipolo, que representan en este Santuario al mundo hispánico de Oriente y Occidente.

 

padre-bernardo-de-hoyosEl P. Bernardo Francisco de Hoyos, primer apóstol de la devoción

al Sagrado Corazón de Jesús en España

Nace el 21 de agosto de 1711 en Torrelobatón. Valladolid, y es bautizado el 5 de septiembre en su Parroquia de Santa María.

En 1726 entra en el Noviciado de la Compañía de Jesús en Villagarcía de Campos. Allí comienzan ya las comunicaciones extraordinarias y las pruebas espirituales, que continuarán durante su vida de estudiante y profeso en Valladolid.

En septiembre de 1731 llega Bernardo al Colegio de San Ambrosio de Valladolid para cursar la teología, después de haber estudiado la filosofía en el de Medina del Campo.

Durante estos años de estudiante se convierte en el gran apóstol de la devoción al Sagrado Corazón de Jesús en España y conquista para esta causa a los Jesuitas más eminentes de la Provincia de Castilla (PP. Loyola, Cardaveraz. Calatayud, etc.)

Es ordenado sacerdote el 2 de enero de 1735 en el Palacio Episcopal de Fabio Nelli, y el 6, festividad de la Epifanía, celebra la primera Misa en la iglesia de San Ignacio (hoy parroquia de San Miguel).

El carácter sacerdotal aviva sus ansias de propagar la devoción al Corazón de Jesús y promueve la celebración de la primera Novena pública en la Capilla de la Congregación, contigua a la iglesia de San Ambrosio (hoy del Real Colegio de Escoceses) del 8 al 17 de junio de 1735.

A primeros de septiembre de 1735 se traslada el P. Hoyos al Colegio de San Ignacio, en el mismo Valladolid, para hacer la tercera y última probación, según la costumbre de la Compañía de Jesús. Pronto se cumplió el término de su vida terrena. Muere el 29 de noviembre de 1735.

El P. Loyola resume así su vida: “La vida de Bernardo fue uno de aquellos prodigios que la gracia produce de cuando en cuando en el mundo para alumbrarle y encenderle”.

Sus sentimientos interiores los dejó reflejados el Siervo de Dios en estas palabras: “Yo sólo pienso y quiero lo que el Sagrado Corazón quisiere”.

jesusRevelación de la Gran Promesa

El día 14 de mayo de 1733 estaba Bernardo haciendo oración en esta iglesia de San Ambrosio y, según se refiere en el manuscrito de su vida, pedía al Señor “la celebración de la fiesta del Corazón de Jesús”, cuando tuvo lugar una revelación y oyó las palabras de la promesa:

“REINARE EN ESPAÑA Y CON MAS VENERACION QUE EN OTRAS PARTES”.

El 25 de septiembre de ese mismo año, poco antes de su muerte, recibe del Señor como una ratificación de la GRAN PROMESA, que recoge el P. Loyola:

“Aquí -después de comulgar- oí una voz suavísima que me dijo: Pídeme lo que quieras por el Corazón Santísimo de mi Hijo, y te oiré y te concederé lo que me pidas, y, sin libertad pedí la extensión del reino del mismo Corazón Sagrado en España, y entendí se me otorgaba. Deseos de “extender hasta en el Nuevo Mundo el amor de su amado Corazón de Jesús”.

Valor de la Gran Promesa

Es una revelación privada, pero hay numerosos documentos pontificios con su reconocimiento explícito.

San Juan Pablo II interpreta el verdadero sentido de esta Promesa:

 “Cientos de monumentos rubrican en toda España la realización de esa promesa. Pero es en nuestros corazones donde Cristo quiere estar presente. Tened siempre la mirada fija en el Sagrado Corazón de Jesús. Rey y centro de todos los corazones”.

Los deseos y las promesas de Dios exigen siempre una respuesta de fidelidad a los pactos, a los mandamientos, al amor. Así lo expresa esta confidencia del Señor a Bernardo de Hoyos: “Cuídate tú de mi honra y de mis cosas, que mi corazón cuidará de ti y de las tuyas”.

 

jesusActo de desagravio y consagración

al Corazón de Jesús

¡Corazón amantísimo de Jesús, poderoso intercesor ante el Padre de las misericordias!, reconozco mis culpas y miserias, mi pobreza y mezquindad; por eso me uno a Ti para ofrecer al Eterno Padre este acto de desagravio:

Quisiera compensar con mi amor las ingratitudes con que todos hemos pagado tu sacrificio de la Cruz. Junto mi dolor con aquella angustia mortal que os hizo su dar sangre en el huerto, ante el espectáculo de nuestros pecados.

Ofrecédselo a vuestro Padre Eterno, unido a los méritos infinitos de vuestra sagrada Pasión. Dadle incesantes gracias por los beneficios que nos hace continuamente, y supla vuestro amor nuestra ingratitud y olvido.

Concededme la gracia de presentarme siempre con gran veneración en vuestra presencia para resarcir de algún modo mis culpas; que os ame con todas mis fuerzas; y que en adelante procure con toda mi alma daros a conocer a cuantos me rodean, para que descubran y lleguen a conocer las delicias de vuestro encendido Corazón.

 

Invocaciones

(A cada una se responde: Ten misericordia de nosotros.)

– Corazón de Jesús, Rey y centro de todos los corazones.

– Corazón de Jesús, paciente y rico en misericordia.

– Corazón de Jesús, hecho obediente hasta la muerte.

– Corazón de Jesús, traspasado por una lanza.

– Corazón de Jesús, victima por nuestros pecados.

– Jesús, manso y humilde de corazón.

– Haz nuestro corazón semejante al tuyo.

 

 

Promesa de los Primeros Viernes

“Yo prometo en la excesiva misericordia de mi Corazón, que mi amor todopoderoso concederá a todos los que comulguen los nueve primeros viernes de mes consecutivos la gracia de la perseverancia final: no morirán en mi desgracia ni sin recibir los Sacramentos, haciéndose mi Corazón su asilo seguro en aquella última hora”.