Rvdo. P. José María Alba Cereceda, S.I.
Meridiano Católico Nº 220, septiembre de 1997
Puesta la causa, se sigue el efecto.
Se dice ligeramente que “tal cosa una vez al año, no hace daño”. Pero lo que pasa es que primero se pide una vez al año, luego dos al año, y tres, y así indefinidamente todos los días hasta que la tal cosa queda arraigada en la naturaleza. Nadie nació vicioso, ni ladrón. Por pocas cesiones, por pequeños incrementos se fue haciendo dueño de la persona aquella pasión, el vicio más dominante. De haber seguido el consejo de Kempis, que insiste en la enseñanza del Sagrado Evangelio, no se hubiera producido el desastre final de la corrupción y del vicio. Desde el principio, lucha y no consientas al principio, porque luego la medicina no es posible. Si no rompes con la primera causa que origina la cadena que seguirá después, es imposible impedir la aparición del vicio que esclavizará todas las facultades del hombre, por nobles y elevadas que sean. Sigue leyendo


