Hijo eterno de Dios y Redentor del mundo, Jesús bueno, tú que al hacerte hombre te has unido en cierto modo a todo hombre y nos has amado con un corazón humano, míranos postrados ante tu altar: tuyos somos y tuyos queremos ser; y, para vivir más estrechamente unidos a ti, todos y cada uno nos consagramos hoy a tu Sagrado Corazón.
De tu Corazón traspasado brota el amor de Dios, hecho allí visible para nosotros y revelado para suscitar nuestro amor. Ante la generación del nuevo milenio, tan esperanzada y tan temerosa al mismo tiempo, la Iglesia da testimonio de la misericordia encarnada de Dios dirigiéndose a tu Corazón.
Muchos, por desgracia, nunca te han conocido; muchos, despreciando tus mandamientos te han abandonado. Jesús misericordioso, compadécete de todos y atráelos a tu Corazón.
Señor, sé Rey no sólo de los hijos fieles, que jamás se han alejado de ti, sino también de los hijos pródigos que te han dejado; haz que vuelvan pronto a la casa paterna, para que no perezcan de hambre y de miseria. Sé Rey de aquéllos que, por seducción del error por espíritu de discordia, viven separados de ti; devuélvelos al puerto de la verdad y a la unidad de la fe, para, que pronto se forme un solo rebaño bajo un solo pastor.
Concede, Señor, libertad a tu Iglesia; otorga a todos los pueblos y, en particular, a España la paz y la justicia; que del uno al otro extremo de la tierra no resuene sino esta voz: ¡Bendito sea el Corazón divino, causa de nuestra salvación; a Él, la gloria y el honor por los siglos de los siglos! Amén.
Cerro de los Ángeles, 21 de Junio de 2009