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Ildefonso Rodríguez Villar

Puntos breves de meditación
sobre la vida, virtudes y advocaciones litúrgica
de la Santísima Virgen María
26ª edición, Valladolid, 1965

Excelencia de esta devoción. -Penetremos más en particular en los motivos que deben movernos a tener esta devoción tierna y encendida al Purísimo Corazón de la Santísima Virgen… y sea el primero lo excelente que es en sí misma esta devoción preciosa.-En cuanto a su objeto material…, ¡el Corazón mismo de la Virgen!…, salta a la vista cuán digno es de Ella…; es el instrumento del que se valió el Espíritu Santo principalmente para la obra de la Encarnación… De aquel Purísimo e Inmaculado Corazón, brotó la sangre preciosísima de la que se formó el cuerpo sacrosanto y hasta ¡el mismo Corazón Sacratísimo de Cristo!… De allí tomó el Señor aquella sangre que había de ofrecer en la cruz por la salvación de la humanidad.

Era aquel Corazón el centro y el foco de la vida de la Santísima Virgen…; todos sus latidos y pulsaciones.., todos sus más mínimos movimientos, participaron de los méritos incalculables que, en cada instante de su vida, mereció Ma­ría.

Recorre los pasos principales de esta vida y contempla a la vez al Corazón de la Virgen acusando todas sus impresiones… ¡Cómo se estremecería en la Anunciación cuando lanzó la sangre a colorear aquellas mejillas que se turbaron ante la presencia del Ángel y al escuchar sus palabras!… ¡Qué emoción en la Noche -Buena, cuando contempló el rostro de Jesús por primera vez!… ¡Qué encogimiento y ahogo en los sobresaltos de la huída a Egipto!…

Y cuando el anciano Simeón la clavó aquella espada de dolor, ¡qué latidos tan apresurados no daría aquel corazón!… Y ¡cómo aún hubieron de acrecentarse estos latidos en la pérdida del Niño… y sobre todo, en la Pasión y muerte de su Hijo!…

Es claro que no podemos concebir ningún misterio de la vida de la Virgen, sin que a la vez veamos cómo repercuten y cómo corresponden en este corazón nuevos latidos…, nuevos movimientos… ¡ Ah! y ¡cuántas veces se hubiera parado y hubiera dejado de sostener a aquella preciosísima vida contraído y apretado por la fuerza de la alegría unas veces… o por la violencia del dolor otras… si Dios no la hubiera sostenido y a veces hasta llegando a echar mano milagrosamente de su omnipotencia para conservar una vida que, naturalmente, no se podía sostener!… -¿No te parece que todo esto es más que suficiente para hacer amable y excelente a esta devoción?…

Y, sin embargo, sube de punto este razonamiento, si contemplas al Corazón de la Virgen, como al órgano sensible de su amor…, como al Instrumento que recibía todas las Impresiones de su cuerpo y de su alma para convertirlas en amor…, para encenderse y abrasarse más y más en el fuego del amor. -Esto sí que es difícil que lo puedas conocer…, mejor será sentirlo… penetra en aquel abrasado Corazón y suplica a la Virgen te encienda en él y abrase también el tuyo…, que tu corazón participe, algo al menos, de aquel amor en que el Purísimo Corazón de María rebosa…

La voluntad de Dios. -No hay una expresión explícita de esta voluntad de Dios que nos mande o nos invite a honrar al Corazón de la Virgen… De todos modos, es evidente que Dios así lo quiere y ardientemente lo desea… ¿No sabemos que su voluntad es de que vayamos a Él por medio de Ma­ría?… ¿No es, por otra parte, cierto, que nos invita a entrar y a fijar nuestra morada en su divino Corazón?… Y ¿cómo hemos de Ir a ese Corazón?… ¿Quién nos abrirá la Puerta y nos Introducirá en él sino la Santísima Virgen?…

La devoción al Corazón Inmaculado de Ma­ría, es el mejor camino…, la mejor preparación para llegar a practicar la devoción al Corazón de Jesús. – Pues bien, la voluntad de Dios de que honremos a su divino Corazón, es clara…, terminante…; luego también es clara, aunque implícitamente contenida en aquélla, la voluntad divina de que honremos al Corazón Inmaculado de su Madre.–«He aquí este Corazón que tanto ha amado a los hombres»…, dice Jesús, para lanzarnos a su amor…. Idénticas palabras podemos decir de la Virgen. Después del de Jesús, ningún Corazón nos ha amado como el de Ma­ría…, ningún corazón nos ha enseñado a amar a Jesús como el de la Virgen…, ningún corazón puede servirnos de modelo como el suyo.

En esa queja amorosísima del Corazón de Jesús, en la que manifiesta lo que le hace sufrir el desamor y la ingratitud de los hombres…, en esa queja, repito, entramos todos sin excepción.– Al pronunciar esas palabras el Corazón de Jesús pensaba en todos nosotros…, a todos nos las aplicaba a la conducta de todos se refería… ¿no es verdad?… ¿no te dice tu corazón que, efectivamente, así es por lo que respecta a ti?… Pero mira, el Corazón de Ma­ría no es así…, es el único en el que no pensaba Jesús al lanzar esa queja de amor… Jesús no tiene ninguna queja del Corazón de su Madre… ¡Qué gusto!… ¡Qué satisfacción para nosotros mirar…, estudiar…, aprender ese modelo, para aprender con ese Corazón y por su medio, a amar al Corazón de Cristo!… ¿No ha de querer Dios esto…, no nos lo ha mandado?… ¿Pero es que hacía falta mandar una cosa como ésta?…

Tu corazón debe encerrarse en el de Jesús…; luego debes encerrarle antes en el de tu Madre. La devoción, por tanto, al Corazón de Jesús, te exige una devoción tierna al Corazón de la Santísima Virgen… Ésta es la voluntad de Dios. Pero hay más, y es que esta voluntad del Señor se ha manifestado especialmente y precisamente en estos tiempos actuales…; la vida de estos tiempos se caracteriza por el egoísmo…; el corazón humano ha ido cada vez más reconcentrándose en sí mismo…, buscándose a sí mismo…, olvidándose de Dios y del prójimo… ¿Quién se santifica hoy día por amor de Dios y de las almas?… ¿Qué ideales persigue el mundo moderno?… Aun las almas que practican la vida de devoción y que se creen quizá, muy buenas y muy santas, ¿qué amor de caridad tienen?… ¿No las ves como buscan su provecho…, su utilidad…, en fin, su egoísmo en todo?… ¡Qué asco!… ¡Qué repugnancia tiene que causar esto al Corazón sacratísimo de Jesús!

Él busca el corazón del hombre…, le pide su corazón y su amor y… no encuentra más que egoísmos por doquier. -Por eso ha esperado a estos tiempos… para curar al mundo de esta falta de amor…; por eso rasga su pecho…, le muestra su Corazón y le invita al amor con el ejemplo de ese mismo Corazón.

La devoción al Corazón de Jesús, es la solución…, el remedio que Dios tenía reservado para curar las enfermedades actuales del corazón humano. Pues bien, convéncete: la devoción al Corazón de Ma­ría, es de una actualidad urgente…, es de una necesidad perentoria…; no podemos ni debemos desperdiciar estos momentos…, ni desperdiciar este llamamiento que al corazón del hombre hace el Señor, por medio de su corazón y el de su Santísima Madre…

Hasta el egoísmo.-Bien entendido, el egoísmo, es una excelente virtud… ¿No decimos que la caridad bien ordenada debe empezar por uno mismo?… ¿No es Cierto que en el terreno de la salvación y santificación, hemos de mirar antes por nuestra propia alma que por las de los demás?

Pues eso es egoísmo…, pero egoísmo santo…, egoísmo, además, completamente necesario… -y ese egoísmo santo debe moverte a esta devoción preciosa de los Corazones de Jesús y Ma­ría. -Porque al fin, el fruto de ella, ¿para quién será?… Y ¡qué frutos!

Recuerda las palabras del Corazón de Jesús a Santa Margarita: «Te prometo, le dice, que mi Corazón se ensanchar para repartir abundantemente las riquezas de su divino amor entre aquellos que le honran y procuran que le honren los demás»… Y piensa que esos tesoros y riquezas, son infinitos y que, como añadía la misma Santa…, «son tan grandes, que no sé cómo ponderarlos».

Claro es, que el mayor premio es el amor mismo…, que el Corazón de Jesús te admita a amarle… y te dé entrada en Él, es lo que más puedes apetecer… ¡Qué mayor premio que amarle y saber que le amas! -Y, no obstante, rodea a este amor de tales promesas, que efectivamente, hasta por negocio…, hasta por egoísmo debías lanzarte a ÉL… ¿Por qué no te has lanzado ya?… ¿Quién tendrá empeño y trabajará para que no te lances?… ¿No será el demonio tu enemigo que tiene puesto todo su interés en ello?… Examina bien las causas de esa tu apatía y cobardía en asunto tan importante… y mira si no será quizá, porque no has sabido ir antes al Corazón de la Santísima Virgen. -Recuerda que todo eso que promete el Corazón de Jesús, te lo dará por medio del Corazón de su Madre… Vete, pues, a Ella…, enciérrate en su Corazón…, lánzate y piérdete allí…, que quien se pierde en el Corazón de Ma­ría, se encuentra en el Corazón Sacratísimo de Jesús.