Íbamos caminando a Santiago de Compostela. El padre Alba se adelantó con la camioneta de vivires para prepararnos la comida. Al vernos llegar, saltaba de alegría diciendo «¡Ya no hay infierno!». Se lo dijeron los feligreses al párroco y el párroco se lo dijo al padre. Lo que San Juan Pablo II había dicho era que el infierno más que un lugar es un estado. Sí, el infierno es un estado de sufrimiento eterno.
Es dogma de fe que el infierno es un estado en el que las almas que han salido de este mundo en pecado mortal, inmediatamente después de la muerte son atormentadas con Sigue leyendo