Padre Martínez Cano, m.C.R.
*Sangre de Cristo, consuelo del moribundo, ten misericordia de nosotros.
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No se puede pontificar sobre la misericordia Divina, sin tener en cuenta la justicia Divina. La justicia Divina exige arrepentimiento, confesión y reparación.
*Lo he dicho muchas veces: los partidos políticos, a más de ser estructuras de pecado, difunden el miedo por todos sus medios. Hoy he leído estas palabras de Dalmacio Negro: «Hobbes fundamentó su teoría de Estado Soberano, que sigue siendo la imperante, sobre el miedo».
*»San Ignacio es la personificación más viva del espíritu español en su edad de oro. Ningún caudillo, ningún sabio influyó tan portentosamente en el mundo. Si media Europa no es protestante, débelo en gran manera a la Compañía de Jesús» (Marcelino Menéndez Pelayo). Lo proponemos como copatrón de Europa.
Al renovar Copérnico la idea de inmovilidad del Sol en el espacio y doble movimiento de la Tierra, entre las primeras reacciones llamativas, por motivo religioso, está la de Lutero, proclamador de la libre interpretación de la Biblia, el loco -«Narr»-, que vino a trastornar la Sagrada Escritura. Esa ortodoxia luterana repercutió en astrónomos de Suecia, por presión de la Facultad de Teología de Upsala, hasta casi final del siglo XVII. Aún no mediado el XVI, en plena Contrarreforma, Paulo III recibió complacido la obra de Copérnico, en su primera edición latina de Nuremberg, impresa con dedicatoria al Sumo Pontífice, previamente autorizada. En la Universidad de Salamanca, entonces la primera del mundo en Teología, se enseñaba sin dificultad la nueva doctrina.