Vigilín Vila Vives
*Políticos profesionales sentados en sus sillones contemplan lo que hacen sus pupilos en las calles. Comentan entre ellos: lo hacen bien esos tontorrones.
*Los acontecimientos pasados demuestran una vez más, que los políticos de profesión, se mueven al ritmo que les marcan los adoradores de los elefantes de oro.
*¿Por qué el presidente de la Generalitat de Catalunya cobra más que el presidente de España? ¿Por qué la alcaldesa de Barcelona cobra más que la alcaldesa de Madrid?
*La mentira gobierna al mundo. Los medios de comunicación social de los poderosos de este mundo, entontecen a quienes se van acomodando a una vida pagana y corrupta, planificada por el diablo. Después vendrá el juicio de Dios.
*No hemos estado nunca en Andorra. Dicen nuestros amigos que los andorranos son muy educados y atentos. Los bancos es otra historia; no hablan, no pueden hablar, hasta que los del legalismo democratista, den el disparo de salida.
La persistencia del carlismo fue consecuencia del vigor del sentimiento religioso y del monarquismo «ultra» y de la «solidez de las instituciones tradicionales» en las provincias vascas, Aragón y Cataluña. El carlismo supuso una reactivación de la idea española y «cualquier forma pronunciada de nacionalismo español tendía a confundirse con el carlismo reaccionario y con el clericalismo divorciándose así de las tendencias dominantes en los asuntos públicos» (Pedro Carlos González Cuevas – Razón Española)
La castidad virginal es la abstención voluntaria y perpetua del placer sexual. Jesús enseñó que la virginidad es superior al matrimonio. Y la Iglesia lo definió como verdad de fe en el Concilio de Trento. «Si alguno dijere que el Estado conyugal debe anteponerse al estado de virginidad o de celibato, y que no es mejor y más perfecto permanecer en virginidad o celibato que unirse en matrimonio (cf. Mt. 19, 11 s; 1ª Cor. 7, 25 s 38 y 40), sea anatema». (D. 980).