
Publicado por manuelmartinezcano | Filed under Oraciones
27 martes Nov 2018
27 martes Nov 2018
Posted in Artículos - Contracorriente
El Comité de Redacción
Llevamos muchos años escuchando, de unos y otros, que las cosas en España y en el mundo en general, no van bien, que hay que hacer algo para dar la vuelta a la situación. Lograr que en España se vuelva a respirar más en católico y conseguir para nuestras familias, y para toda la sociedad, un ambiente que nos ayude, a chicos y mayores, a estar cerca de Dios y alejados de los peligros del mundo.
Dar vuelta a la situación es un reto para todos y nadie se tiene que sentir ajeno a esa tarea. Unos podrán estar en primera línea política o eclesial, otros estarán en sus casas, limitados por sus años o por enfermedades, pero nadie tiene que sentirse ajeno a la tarea de luchar por conseguir una España mejor, un ambiente familiar católico y que la práctica religiosa aumente en nuestro entorno.
Todos los que formamos parte de la gran Familia de EL PAN DE LOS POBRES estamos, gracias a Dios, a la Virgen María y a San Antonio de Padua, en primera línea del «frente», contribuyendo a ello y beneficiándonos de la lectura y de las campañas que lanzamos para ello, desde EL PAN DE LOS POBRES.
No nos cansaremos de repetir: lo que es bueno para la Iglesia es bueno para nosotros, para EL PAN DE LOS POBRES y viceversa: lo que es bueno para EL PAN DE LOS POBRES, para nosotros es bueno para la Iglesia. Es importante no perder de vista y recordar, machaconamente, lo que decía San Ignacio de Loyola: «El hombre ha sido creado para alabar, hacer reverencia y servir a Dios nuestro Señor». Cuando las personas, mayores o jóvenes, perdemos de vista esta idea, tenemos un riesgo grande de perder el «Norte» y alejarnos de los planes que Dios ha previsto para cada uno de nosotros, que somos únicos e irrepetibles a los ojos de Dios. No nos desanimemos, como dijo la Virgen María en Fátima, hace más de 100 años: «Por fin, Mi Inmaculado Corazón triunfará».
(EL PAN DE LOS POBRES)
27 martes Nov 2018
Posted in Artículos - Contracorriente
Juan Manuel de Prada
En esta hora trágica, escuchamos constantes invocaciones a la legalidad, a la Constitución, al Estado de Derecho. Ciertamente, no hay supervivencia de ninguna comunidad política sin sometimiento a las leyes; y así lo hemos defendido. Pero, como nos recordaba Gómez Dávila, no debemos olvidar que “las sociedades agonizantes luchan contra la historia a fuerza de leyes, como los náufragos contra las aguas a fuerza de gritos”. Quien piense que de este naufragio vamos a salir invocando leyes se equivoca. Sólo hay dos tipos de leyes: las que son concreción jurídica de costumbres arraigadas, que no necesitan invocarse porque son la savia que mantiene vivas las sociedades vigorosas; y las que las sociedades agonizantes elaboran artificialmente, que acaban siendo percibidas como una imposición (sobre todo si esas mismas sociedades agonizantes divinizan a la vez el sufragio universal, haciendo creer a la gente que echando unos papelitos en una urna sale siempre la Verdad).
En esta hora trágica, pretendemos salvarnos pírricamente del naufragio con leyes de urgencia que restauren la legalidad conculcada en Cataluña. Pero somos incapaces de reconocer que ha sido esa legalidad finalmente conculcada la que propició y fomentó el naufragio. Las leyes de urgencia que ahora se impongan tal vez impidan la independencia de Cataluña (pero será a costa de muchas lágrimas y no de forma “quirúrgica”, como pretenden los memos); en cambio, no harán sino enconar la enemistad de muchos catalanes. Y la dura realidad es que una unidad amasada de enemistades y antagonismos es al menos igual de mala que la división. Sólo quienes profesen la idolatría legalista pueden llegar a creer que se habrá solucionado el problema evitando que Cataluña se independice.
Un hombre puede conducir hasta el río un caballo; pero ni cien hombres pueden obligarlo a que beba de su agua. Tal vez una ley pueda evitar pírricamente la independencia de Cataluña; pero ni cien leyes podrán conseguir que los catalanes que hoy odian España vuelvan a amarla (tampoco, por cierto, que muchos españoles vuelvan a amar Cataluña). La recomposición de ese amor hecho añicos exige mucha piedad humilde y abnegada, casi tanta como el cuidado de un abuelo impedido o una madre con alzhéimer. Y es que no hay otro patriotismo sino el que se funda sobre la virtud de la piedad, que es la reverencia que se profesa a las cosas que consideramos especialmente valiosas, aunque sean defectuosas o frágiles. Nadie siente piedad hacia un texto legal, nadie ama reverencialmente las abstracciones jurídicas; por la sencilla razón de que sólo se veneran las cosas delicadas y valiosas a las que podemos servir con sacrificio y abnegación, las cosas que mantenemos vivas con nuestro amor y nuestro dolor, entregándoles nuestra vida. Con este patriotismo piadoso acabó la idolatría legalista propia de las sociedades agonizantes, considerándolo una antigualla vergonzante (un abuelo gagá que se hace pis en los pantalones, una madre paleta que nos avergüenza ante los amigos) y sustituyéndolo por un pálido e inane “patriotismo constitucional”.
Pero el problema catalán que ahora empieza exige patriotas llenos de amor piadoso. No hay “ley de dependencia” capaz de suplirlo. Me pregunto si en nuestra sociedad agonizante, tan acostumbrada a salvarse de todos los naufragios mediante leyes, sobrevive todavía este amor; o si, por el contrario, tal enjambre de leyes nos ha convertido a todos en egoístas y odiadores que en mitad del naufragio prefieren hundirse antes que extender sacrificadamente al prójimo una mano salvadora.
(ABC, 23 de octubre de 2017)
27 martes Nov 2018
Posted in Semillicas
Padre Cano, m.C.R.
* Cristo vino a la tierra no para abolir la ley, sino para perfeccionarla.
* Todas las ideologías parten de mentiras. La ideología de género ha salido del infierno.
* Muchos de los actos de pederastia han sido cometidos por homosexuales.
* La Iglesia Católica, Apostólica y Romana, es Santa. Son unos pocos homosexuales los que se han infiltrado.
* Muchos han olvidado los novísimos: muerte, juicio, purgatorio, Cielo, infierno. No los olvidemos nosotros.
* Lo que no puede ver la Virgen, no lo pueden ver ni los niños, ni los jóvenes, ni los hombres y mujeres, ni los ancianos.
* La fe católica es razonable. El ateísmo no da ninguna razón para negar la existencia de Dios. Es un dogmatismo irracional.