Contracorriente

~ Blog del P. Manuel Martínez Cano, mCR

Contracorriente

Publicaciones de la categoría: Guerra Campos

El octavo día 77 – SANTA MARÍA (I)

19 martes Oct 2021

Posted by manuelmartinezcano in Guerra Campos

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La Asunción de Santa María a los Cielos

D. José Guerra Campos
El octavo día
Editorial Nacional, Torrelara, Madrid, 1973

Mañana se celebra en todo el mundo la fiesta de la Asunción, la más antigua y universal en honor de nuestra Señora. De los cientos de miles de iglesias católicas, la mayor parte están dedicadas a Santa María; y casi todas festejan a su titular el día 15 de agosto.

Sería bueno que recobrásemos la admiración ante un hecho incomparable: hace veinte siglos una joven, modestamente situada en un rincón de Palestina, se atrevió a decir: «Me llamarán dichosa (me felicitarán) todas las generaciones» (1). Increíble: porque lo ordinario es que, precisamente al paso de las generaciones, se desvanezcan las aclamaciones entusiastas. Sin embargo, toda la trompetería de la fama mundana, todo el sensacionalismo artificial de las modas pasajeras, apenas son más que un charco de ranas al lado de la corriente -secular, honda, limpia- de amor y esperanza que María sigue suscitando en millones de personas de todas las edades.

A veces perdura en los pueblos el culto a los hombres del pasado; pero no es más que un culto recuerdo. El culto de María, en la órbita del culto a nuestro Señor Jesucristo, se dirige a alguien viviente, que nos acompaña sin barreras de tiempo: es un culto que importa una memoria de las manifestaciones históricas de esa persona y, a la vez, una adhesión a su presencia invisible, en la que tocamos la realización y como una prenda de la vida futura que esperamos.

La fiesta de la Asunción canta la plenitud feliz a la que ha llegado Santa María. Según palabras del Concilio Vaticano II, «terminado el curso de su vida terrena, fue asunta en cuerpo y alma a la gloria celeste, y ensalzada como reina del universo» (2). Es la única persona que está ya asociada del todo a la resurrección y al señorío universal de Cristo, por encima de todas las formas del dolor y de la muerte.

¿Qué significa esto para nosotros? Más que un objeto de admiración, más que un símbolo de aspiraciones irrealizables: ¡es nuestro ideal realizado y asequible! María es ya lo que nosotros queremos y podemos llegar a ser, aunque en grado inferior. Dice también el Concilio: «La Madre de Jesús…, glorificada en los cielos en cuerpo y alma, es imagen y principio de la Iglesia» del futuro; «así, en la tierra precede con su luz al pueblo de Dios, que aún peregrina, como signo de esperanza cierta y de consuelo, hasta que llegue el día del Señor» (3).

NOTAS:

(1) Lc. 1, 48.

(2) LG., 59.

(3) LG., 68. Cfr. Id., 65: «Mientras la Iglesia ha alcanzado en la santísima Virgen la perfección, en virtud de la cual no tiene mancha ni arruga, los fieles luchan todavía por crecer en santidad …»

El octavo día 76 – EL “HUMO DE SATANÁS”. TENTACIONES SEGUNDA Y TERCERA (III)

12 martes Oct 2021

Posted by manuelmartinezcano in Guerra Campos

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Pablo VI ha dicho hace poco: «La idolatría del humanismo contemporáneo… niega o desprecia la existencia del pecado, de lo que se deriva una ética loca».

D. José Guerra Campos
El octavo día
Editorial Nacional, Torrelara, Madrid, 1973

En seguida, pasa a la tentación definitiva: no sólo aplazar la predicación del reino de Dios, sino identificar a éste con la eficacia histórica. Termina por menospreciarse la religión (comunicación con Dios, culto, sacramentos…); se la quiere sustituir por la mera acción política, que para ciertos grupos sólo puede ser la revolución, anarquista o marxista.

En todo caso, se exalta y adora la potencia del hombre como «creador del futuro», desligado de todo vínculo permanente, tanto de la revelación como de la ley natural. Es significativo que la apelación obsesiva de algunos a determinados derechos y valores sociales coincida con el olvido, no sólo de lo religioso, sino de las normas morales que regulan el matrimonio, la vida familiar, la castidad propia de cada estado… Por este camino, quiérase o no, se acaba por fomentar un egoísmo que carcome las raíces de cualquier ordenación social verdaderamente humana. Pablo VI ha dicho hace poco: «La idolatría del humanismo contemporáneo… niega o desprecia la existencia del pecado, de lo que se deriva una ética loca: loca de optimismo, que aspira a hacer lícito todo lo que gusta y lo que es útil; loca de pesimismo, que quita a la vida el sentido profundo, que procede de la distinción trascendente del bien y del mal, y la desanima con una visión final de angustiosa y desesperada fatuidad» (4).

Mientras Cristo nos ha enseñado que son inseparables el amor a Dios Padre y el amor a los hermanos, pero que éste deriva de aquél, el demonio hace pensar que es una injuria estimar al hombre por relación con Dios; exige que se le tenga en mucho por sí solo; utiliza la solidaridad con los hombres como pretexto para no confesar a Cristo, mientras el Señor ha dicho: «A todo el que me negare delante de los hombres, Yo le negaré también delante de mi Padre» (5) y «el que ama al padre y a la madre, al hijo o a la hija, más que a Mí, no es digno de Mí» (6).

El tentador dijo a Jesús: «Todos los reinos del mundo y su gloria te daré, si postrado me adorares”. Jesús respondió: «Apártate, Satanás… Al Señor tu Dios adorarás y a Él solo servirás» (7).

Del mismo Señor es el aviso: «No os inquietéis por el mañana… Buscad primero el reino de Dios…» (8). Y la carta a los Hebreos nos conforta con estas palabras: «Jesucristo es el mismo ayer, hoy y por los siglos. No os dejéis llevar de doctrinas varias y extrañas…» (9).

(28 de agosto de 1972.)

Notas:

(4) Audiencia general del 8 de marzo de 1972.

(5) Mt. 10, 33.

(6) Mt. 10, 37. En su discurso del 29 de junio, el Papa condensó el problema en la ola de desacralización, que trata de disolver el sentido religioso borrando toda distinción entre ser cristiano y no serlo; cuando es verdad que el cristiano ha recibido la «capacidad de infundir algo nuevo» a la vida humana, y la misión de hacer sagradas «incluso las acciones profanas».

(7) Mt. 4, 9-10; Lc. 4, 6-8.

(8) Mt. 6, 34. 33.

(9) Heb. 13, 9.

El octavo día 75 – EL “HUMO DE SATANÁS”. TENTACIONES SEGUNDA Y TERCERA (II)

05 martes Oct 2021

Posted by manuelmartinezcano in Guerra Campos

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«La tentación importa el desprecio, y aun el odio, de la Iglesia del pasado».

D. José Guerra Campos
El octavo día
Editorial Nacional, Torrelara, Madrid, 1973

La tentación importa el desprecio, y aun el odio, de la Iglesia del pasado. Los grupos revolucionarios se exaltan a sí mismos y a la Iglesia que dicen van a construir en el futuro.

El desprecio del pasado incluye a la mejor parte de la Iglesia presente, que es la Iglesia triunfante: se desprecia la comunión con todos los que, en cualquier tiempo, han muerto fieles al Señor y viven con Cristo en la gloria del Padre; las muestras de devoción a los santos impacientan: se reacciona ante ellas como Judas ante el obsequio de María de Betania a Jesús.

El desprecio se extiende a la mayoría de los creyentes contemporáneos, los que componen lo que se denomina la masa, los extraños a los grupos que a sí mismos se consideran selectos. No podemos olvidar que quien selecciona es Dios. Por medio de su Iglesia Él desparrama la semilla en todos los campos, echa la red en todas las aguas: los selectos son los que responden con fidelidad a la llamada. Y estos se encuentran donde Dios quiere, en cualquier zona del pueblo creyente, dentro o fuera de clases y grupos particulares. Dios sabe quiénes y cuántos son; nosotros sólo sabemos que no lo son los que presumen de serlo.

Las desviaciones sobre la constitución de la Iglesia suponen una desviación en cuanto a su finalidad (2). La misión propia de la Iglesia es de orden religioso (3). A ella se subordinan, como algo derivado, sus proyecciones de orden temporal; y aun a través de éstas la Iglesia ha de levantar los ojos de los hombres, como hizo Jesús al multiplicar los panes, hacia la alegre perspectiva del amor de Dios y de la vida eterna.

En vez de respetar esta prioridad, el demonio (escalonando sus tentaciones, como hizo ante Jesús) sugiere en primer lugar invertir el orden: que la Iglesia se dedique por entero a la solución de los problemas temporales, como condición previa, necesaria, para que más tarde puedan los hombres apreciar el Evangelio. Exactamente lo contrario de lo que hizo el Señor y de lo que mandó hacer a sus Apóstoles.

Notas:

(2) Lo propio de la Iglesia (comunidad de todos los llamados por Dios) es integrar en unidad, con el vínculo religioso, a todas las diversidades humanas (ver Concilio Vaticano, II, decreto Apost. Act., 10). La tendencia de ciertos grupos a rehuir esa unidad integradora nace de la primacía que otorga a un programa temporal. Han pervertido la finalidad de la Iglesia.

(3) «La misión de la Iglesia es religiosa y, por lo mismo, plenamente humana» (GS., 11). «Todo el bien que… puede dar a la familia humana… deriva del hecho de que… manifiesta y, al mismo tiempo, realiza el misterio del amor de Dios al hombre (GS., 45). «La misión propia que Cristo confió a su Iglesia no es de orden político, económico o social. El fin que le asignó es de orden religioso, pero precisamente de esta misión religiosa derivan… luces y energías» (GS., 42) que pueden servir para “curar y elevar la dignidad de la persona, consolidar la firmeza de la sociedad y dotar a la actividad diaria de la humanidad de un sentido y de una significación mucho más profundos» (GS., 40). Ver también: Credo de Pablo VI; homilía del mismo en el Domund de 1971, etc.             

El octavo día 74 – EL “HUMO DE SATANÁS”. TENTACIONES SEGUNDA Y TERCERA (I)

28 martes Sep 2021

Posted by manuelmartinezcano in Guerra Campos

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«Lo que ha dicho el Papa sobre la infiltración diabólica en la Iglesia, como un ataque desde el interior a las raíces de la misma».

D. José Guerra Campos
El octavo día
Editorial Nacional, Torrelara, Madrid, 1973

Venimos comentando lo que ha dicho el Papa sobre la infiltración diabólica en la Iglesia, como un ataque desde el interior a las raíces de la misma. El lunes último explicamos una forma de la tentación: la que intenta vaciar la fe de su contenido revelado y confundirla con una corriente de opiniones y deseos del tiempo actual.

Otra forma, reflejo lógico de la anterior, es la que induce a prescindir de la constitución divina de la Iglesia, reinventando una nueva y (tercera tentación) reduciendo su misión a una acción temporal, que muchos vinculan a una política revolucionaria Insistamos hoy en esta doble tentación.

Según la fe, la Iglesia es mucho más que una asociación humana. En ella está presente y actúa Cristo resucitado. Cristo nos libera del poder del diablo, del pecado, de la muerte, incorporando a los hombres a su propia vida. Nos libera de nuestro propio egoísmo. Nos da la libertad real, aquella por la cual, según el viejo himno de la Iglesia, «servir a Dios es reinar», y que coincide con la sumisión filial a los mandatos del Señor. Todos somos miembros de la Iglesia, llamados a una participación activa, pero subordinados a lo que el Señor ha instituido bajo la dirección de sus vicarios. Esta sumisión filial es condición de vida, como lo es para un niño el seno de su madre.

La tentación del diablo, desde el principio de la historia, es proponer con engaño una libertad sin obediencia (1). Apoyándose en la verdad de que nosotros somos miembros con participación activa en la Iglesia, empuja, con más o menos disimulo, hacia unas actitudes que suponen que la Iglesia no es más que nosotros mismos y no es de verdad nuestra madre. Todo lo que en ella se produce resultaría, según eso, de la participación de sus miembros, como iguales: no hay más norma que la que acuerde cada grupo o federación de grupos. Incomoda y se rechaza una autoridad que promulgue para todos, en nombre de Cristo, la norma y la verdad de validez universal. La finalidad de muchas reacciones negativas que se dan en la Iglesia actual -dijo el Papa el 23 de junio- es «la disolución del magisterio eclesiástico».

Notas:

(1) Ver Génesis 3, 1-13.

El octavo día 73 – EL “HUMO DE SATANÁS”. TENTACIÓN PRIMERA (III)

21 martes Sep 2021

Posted by manuelmartinezcano in Guerra Campos

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SAN PABLO VI

D. José Guerra Campos
El octavo día
Editorial Nacional, Torrelara, Madrid, 1973

El Padre Santo, en su discurso del 23 de junio, dijo: «Algunos piensan que la Iglesia debería renunciar incluso a las certezas adquiridas para dedicarse únicamente a escuchar las aspiraciones del mundo.» Y el 29 de junio: «Ya no se confía en la Iglesia; se confía en el primer profeta profano que nos viene a hablar desde algún periódico o desde algún movimiento social.» He aquí una ilustración pintoresca de las palabras del Papa: si vamos mundo adelante y entramos en las habitaciones de algunos, pocos, sacerdotes y religiosos, comprobaremos que han desaparecido las imágenes de Jesús, de María y de los santos, y ocupan su puesto las de Che Guevara o de Mao Tse-Tung.

Hemos de vigilar, porque podemos vaciarnos de la fe por rendijas a las que no damos importancia, pero que dan entrada -como diría el Papa- al «humo de Satanás». Señales inconfundibles de que se está produciendo ese escape interior son la desgana misionera, la falta de aprecio de la fe y la vida religiosa por sí misma (no sólo por sus derivaciones temporales), el descuido y abandono de la comunicación personal con Dios (oración, sacramentos), la pérdida del sentido del pecado, que equivale al desprecio de la presencia y del amor de Dios.

Para terminar, recojamos otras dos notas señaladas por el Papa en el discurso antes citado: «Una falsa y abusiva interpretación del Concilio, que querría una ruptura con la tradición, incluso doctrinal»; un «pluralismo, concebido como libre interpretación de las doctrinas y coexistencia tranquila de afirmaciones opuestas…, prescindiendo de la doctrina sancionada por las definiciones pontificias y conciliares». (La marca del diablo aparece en que se reclama pluralismo en lo dogmático, que es palabra y verdad recibida de Dios, y en cambio se trata de imponer uniformidad en lo opinable: lo que son tácticas y planes humanos).

Reafirmemos nuestra fidelidad. Y que nos conforten las palabras de Jesús: «Confiad, Yo he vencido al mundo» (5); las palabras de San Juan: «Esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe» (6); las palabras de San Pablo: «Fiel es el Señor, que os confirmará y guardará del maligno” (7).

(21 de agosto de 1972).

Notas:

(5) Jn. 16, 33.

(6) 1ª Jn. 5, 4.

(7) 2ª Tbes. 3, 3.

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