Marcelino Menéndez y Pelayo
Cultura Española, Madrid, 1941
Pero, no sólo por rasgos y efusiones poéticas se recomiendan estos escritos de Colón; no sólo se admiran en ellos la espontánea elocuencia de un alma inculta a quien grandes cosas dictan grandes palabras, levantándola por el poder de la emoción sincera a alturas superiores a toda retórica, sino que el hombre entero, con su mezcla de debilidad y soberbia, de amargura desalentada y de sobrenatural esperanza, con el presentimiento grandioso de su misión histórica, con la iluminación súbita de su gloria, con el terror religioso que le penetra y embarga al ver descorrido y patente el misterio de los mares; con sus fantasías místicas, en que el oro de Paria y la conquista de Jerusalén, las perlas y las especerías de Levante y la conversión de los súbditos del Gran Kan forman tan abigarrado y prestigioso conjunto, sólo en las letras de CoIón, está, y ninguno de sus historiadores, salvo acaso el Cura de los Palacios, que parece haberle conocido muy de cerca, nos da de ello idea ni trasunto aproximado. Sigue leyendo


