Marcelino Menéndez y Pelayo
Cultura Española, Madrid, 1941
Al frente de este pueblo se encontró colocada por derecho de herencia una dinastía extranjera de origen, y en cierto modo poco simpática, guardadora no muy fiel de las costumbres y libertades de la tierra (aunque harto más que la dinastía francesa que le sucedió) (1), sobrado atenta a intereses, pretensiones, guerras y derechos de familia, que andaban muy fuera del círculo de la nacionalidad española; pero dinastía que tuvo la habilidad o la fortuna de asimilarse la idea madre de nuestra cultura y seguirla en su pujante desarrollo, y convertirse en gonfaloniera de la Iglesia, como ninguna otra casa real de Europa.
Y, sin embargo, se ha dudado del catolicismo de algunos de sus príncipes, y libros hay en que con mengua de la crítica se habla de Sigue leyendo