Montserrat
Lecciones de la historia
Algunos, con el fin de desechar el valor de la historia, tratan de demostrar que el pasado es demasiado complejo, demasiado expuesto a distorsiones ideológicas y anacronismos y demasiado remoto para poder servir de herramienta con vistas a tratar de resolver nuestros problemas contemporáneos. Al respecto debemos hacer notar que la historia no es utilizada para resolver problemas contemporáneos sino para entender la raíz de dichos problemas. Esto debería llevarnos a comprenderlos con mayor claridad y, de esta manera, lograr mejores soluciones acordes con la perenne naturaleza del hombre. (Mons. Ignacio Barreiro Carámbula – Verbo)
Pasolini
El caso de Pasolini es ejemplar por los cuatro costados. Militante del vicio nefando, murió por así decir en acto de servicio, y la sociedad permisiva le rindió honores fúnebres de héroe y de mártir. Las honras fúnebres de Pasolini fueron, si mal no recuerdo, una de las últimas actuaciones oficiales del presidente Giovanni Leone antes de verse obligado a dimitir por vehementes sospechas de corrupción en el asunto Lockheed. (Aquilino Duque – Razón Española)
Las cuatro bases fundamentales
Cuatro bases fundamentales en que las Cortes se apoyan, y que son: primera, representación por las clases; segunda, incompatibilidad entre el cargo de diputado y toda merced, honor y empleo, exceptuando los que son obtenidos por rigurosa oposición; tercera, el mandato imperativo como vínculo entre el elector y el elegido, y cuarta, aquellas dos atribuciones de las Cortes que consistían en no poder establecerse ningún impuesto nuevo, ni ser variada o modificada ninguna ley fundamental, sin el consentimiento expreso de las Cortes. (Juan Vázquez de Mella – El Verbo de la Tradición)
Mi miseria
Salida de Vilna a Cracovia para los ejercicios espirituales de ocho días. El viernes por la noche durante el rosario cuando pensaba en el viaje del día siguiente y en la importancia de la cuestión que iba a presentar al Padre Andrasz, me invadió el miedo viendo claramente mi miseria y mi inaptitud frente a la grandeza de la obra de Dios. Aplastada por ese sufrimiento, me sometí a la voluntad de Dios. (Santa María Faustina Kowalska – Diario – La Divina Misericordia en mi alma)
Vida humana verdadera
Se impone pues la recuperación del bien común que, como se ha dicho, es el bien mismo del hombre y el bien propio de la comunidad política. Es cierto que para que la recuperación se lleve a cabo se requiere una indagación filosófica del ser humano y de la naturaleza de la ciudad. Como lo primero se ha hecho y lo segundo se hará en el capítulo entrante, podemos insistir en que no hay vida humana verdadera sin el bien que corresponde a su ser y, consiguientemente, que no hay comunidad política digna y justa si no se establece en conformidad con el ser del hombre que es su bien. (Juan Fernando Segovia – Verbo)
Intimidad privada
La formación humana consiste en evitar todo tipo de vértigo y asumir creadoramente las riendas de la actividad personal. La reducción ilegítima del amor a mera sexualidad hace posible la grotesca manipulación comercial del sexo, que pone al hombre en manos de los mercaderes. En cuanto el amor, como proyección instintiva-sexual hacia el otro ser, adquiere el valor de amistad y ésta se abre del ámbito de la intimidad privada al campo del compromiso comunitario, la unidad interpersonal de quienes se aman presenta una complejidad y riqueza tales que desborda felizmente el radio de acción de cada uno de quienes lo fundan. (Alfonso López Quintás – Manipulación del hombre en la defensa del divorcio)
El bien de todos los bienes
El bien de todos los bienes es la divina gloria, como el prójimo de todos los prójimos es para el hombre su Dios. De consiguiente, el amor que se debe a los hombres, como prójimos, debe entenderse siempre subordinado al que debemos todos a nuestro común Señor. Por su amor y servicio, pues, se debe (si es necesario) disgustar a los hombres; se debe (si es necesario) herirlos y matarlos. Adviértase la fuerza de los paréntesis (si es necesario), lo cual dice claramente el caso único en que exige tales sacrificios el servicio de Dios. (Sardá y Salvany – El liberalismo es pecado)
Sucede frecuentemente que hay que disgustar a uno, no en bien propio suyo, sino para librar de un mal a otro a quien el primero se lo procura causar. En este caso es ley de caridad defender al agredido de la violencia injusta del agresor, y se puede hacer mal a éste cuanto sea preciso o conveniente para la defensa de aquél. Así sucede cuando en defensa del pasajero, a quien acomete el ladrón, se mata a éste. Y entonces matar o dañar, o de otra cualquier manera ofender al injusto agresor, es acto de verdadera caridad. (Sardá y Salvany – El liberalismo es pecado)
A lo que debemos agregar la inquietud muy contemporánea de querer resolver los problemas del futuro a través de una buena planificación de la ingeniería genética de los seres humanos del mañana, con el fin de evitar la transmisión hereditaria de rasgos que en muchos casos son considerados ideológicamente negativos y favorecer los positivos. Aquí estamos frente a una eugenesia de grandes dimensiones que busca el cambio de la naturaleza humana. Esa ingeniería genética acompañada de una apropiada ingeniería social llevaría también a la eliminación de las angustias de orden religioso, que algunos de los más notorios representantes de este enfoque intelectual consideran una verdadera alienación patológica. (Mons. Ignacio Barreiro Carámbula – Verbo)
Síguese, pues, de ahí, que se puede amar y querer bien al prójimo (y mucho) disgustándole, y contrariándole, y perjudicándole materialmente, y aun privándole de la vida en alguna ocasión. Todo estriba en examinar si, en aquello que se le disgusta o contraría o mortifica, se obra o no en bien suyo, o de otro que tenga más derecho que él a este bien, o simplemente en mayor servicio de Dios. (Sardá y Salvany – El liberalismo es pecado)
El hombre que no está arraigado en la tierra sufre la forma más aguda del desamparo y la alienación, y por lo tanto se inclina a dejarse llevar constantemente por experiencias pasajeras superficiales que en definitiva lo dejan más angustiado y vacío que antes. El estar arraigados en la tradición nos preserva de volvernos prisioneros de las referencias de las presentaciones contemporáneas sobre lo que es real y lo que no lo es. Esto es así porque el arraigo en la experiencia histórica nos brinda los elementos interpretativos necesarios para permitirnos discernir lo que es real de lo que en definitiva no lo es. La virtud de la prudencia está anclada en la experiencia histórica y personal y debe llevarnos en forma sabia a adoptar las adecuadas disposiciones para el futuro. (Mons. Ignacio Barreiro Carámbula – Verbo)