Contracorriente

~ Blog del P. Manuel Martínez Cano, mCR

Contracorriente

Publicaciones de la categoría: P. Manuel Martínez Cano

La creación

12 jueves Mar 2020

Posted by manuelmartinezcano in P. Manuel Martínez Cano

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Sagrado Corazón y el universo

Padre Manuel Martínez Cano mCR.

CREAR Y TRANSFORMAR

Todo lo que Dios obra fuera de sí mismo (creación, redención, santificación, etc.) lo obran en común las tres divinas personas. Pero la creación suele atribuirse al Padre, la redención la Hijo y la santificación al Espíritu Santo.

Crear es producir una cosa de la nada. Todo cuanto existe ha sido sacado de la nada por Dios, porque sólo Él tiene poder infinito para sacar algo de la nada. No existe nada que no deba su existencia a Dios.

Llamamos creación al conjunto de todos los seres creados. De estos seres creados unos son espirituales: los ángeles; otros materiales: minerales, plantas, animales; y otros son a la vez espirituales y materiales: las personas humanas.

El hombre no tiene poder para crear, sino sólo para inventar, construir, fabricar, transformar una cosa en otra.

DIOS CREADOR

Dios determinó, desde la eternidad, crear el universo para comunicar a otros seres su propia gloria. Las primeras palabras de la Sagrada Escritura son: «En el principio creó Dios los cielos y la tierra» (Gen 1, 1).

La fe del pueblo Elegido Israel, en la creación, basada en el libro del Génesis, se manifiesta claramente en el segundo libro de los Macabeos. La madre de los Macabeos, llena de sabiduría, anima al martirio a su hijo más pequeño, diciéndole: «Te suplico, hijo mío, que mires al Cielo y a la tierra, y veas cuanto hay en ellos, y entiendas que de la nada lo hizo Dios» (2ª Mac 7, 28).

La creación del mundo de la nada no sólo es una verdad revelada por Dios, sino que al mismo tiempo es una verdad de razón, porque el entendimiento humano tiene capacidad para conocer la existencia de Dios y su creación.

Ahora bien, como toda la filosofía ajena al cristianismo no llegó a formarse un concepto cabal de la creación, la revelación de esta verdad resulta moralmente necesaria al hombre para que éste llegue al conocimiento del concepto de creación.

Dios no sólo ha creado el mundo, sino que lo sigue conservando. Si Dios no conservara el mundo todos los seres dejarían de existir. La Providencia divina es el cuidado amoroso con que Dios conserva y gobierna las cosas, especialmente a las personas.

Darwin, teorizante de la evolución, dijo: «Jamás he negado la existencia de Dios. Pienso que la teoría de la evolución es totalmente compatible con la fe en Dios. El argumento máximo de la existencia de Dios me parece la imposibilidad de demostrar y comprender que el universo inmenso, sublime sobre toda medida, y el hombre, hayan sido fruto del azar».

FINALIDAD DE LA CREACIÓN

Dios creó el mundo para manifestar su gloria. En la creación se manifiestan las perfecciones divinas con la consiguiente glorificación de Dios. «Los cielos pregonan la gloria de Dios y el firmamento anuncia las obras de sus manos» (Sal 19, 2).

La gloria a Dios sólo se la dan las criaturas racionales porque solo ellas conocen y reconocen las perfecciones de Dios: «Alabad a Yahvé, porque es bueno, cantad salmos a nuestro Dios, porque es paciente, es digno de alabanza» (Sal 147, 1).

Otra finalidad de la creación es colmar de beneficios y hacer felices a las criaturas racionales. El Concilio Vaticano I enseña que Dios creó el mundo «para manifestar su perfección por los bienes que distribuye entre las criaturas”.

Glorificar a Dios, conociéndole y amándole, es la suprema felicidad de las criaturas racionales.

Secchi, célebre astrónomo, dijo: «De contemplar el Cielo a Dios hay un trecho corto».

Liberalismo Luciferino

05 jueves Mar 2020

Posted by manuelmartinezcano in P. Manuel Martínez Cano

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Interrogatorio de Pilato a Jesús

Padre Manuel Martínez Cano mCR.

Es doctrina católica que: «Todo poder viene de Dios». Prácticamente desconocida, hasta en el mundo eclesiástico: «Por Mí reinan los reyes», leemos en los Proverbios. Y Jesús dijo a Pilato: «No tendrías ningún poder sobre Mí si no te hubiera sido dado de lo alto». En nuestros días es dogma de fe democrático que «Todo poder viene del pueblo». Mentira universal, difundida por los medios de comunicación de las oligarquías liberales y ateas.

En su encíclica, Inmortale Dei, León XIII enseña que: «Los estados no pueden obrar, sin incurrir en pecado, como si Dios no existiese, ni rechazar la religión como cosa extraña o inútil, ni pueden, por último, elegir indiferentemente una región entre tantas». Las democracias modernas, nacidas de la diabólica Revolución Francesa desprecian en especial la Ley de Dios y la religión católica. El Estado moderno es el dios democrático. El que da las libertades de perdición a sus ciudadanos. El aborto provocado es un derecho democrático.

El liberalismo penetra en todas partes. La Iglesia lo ha condenado. Pero muchos bautizados no se han enterado ni quieren entenderlo. En su encíclica Libertas el Papa León XIII afirma que: «Son muchos los que, imitando a Lucifer, del cual es aquella criminal expresión: “No serviré”, entienden por libertad lo que es pura y absurda licencia. Tales son los partidarios de ese sistema tan extendido y poderoso, y que, tomando el nombre de la misma libertad, se llaman a sí mismos «liberales». Está claro. Los liberales son luciferinos.

Dice el Papa que: «El naturalismo o racionalismo en la filosofía coinciden con el liberalismo en la moral y la política. La razón está por encima de la fe y contra la religión. Dios no existe. Lo ha pulverizado la «diosa razón». La soberbia humana, revolcándose en el estiércol. No hay autoridad alguna a la que el hombre deba someterse. ¡Viva el pueblo soberano y libre! Como las bestias y los demonios.

Hay liberales «razonables». Dicen que la libertad no debe ser perversa sino dirigida por la razón y sometida a la Ley eterna de Dios. La razón y nada más que la razón. Error luciferino. Porque esos liberales desprecian las verdades reveladas por Dios en la Sagrada Escritura y la Tradición divina que debemos creer por la fe. A estos liberales, les dice León XIII: «La fe cristiana, apoyándose en la autoridad de Dios, es maestra infalible de la verdad, siguiendo la cual ninguno cae en los lazos del error, ni es agitado por las olas de inciertas opiniones». La razón por encima de la fe. El liberal puede votar y pertenecer a un partido político que le dé la gana a su razón.

Muchos liberales dicen que la religión es una cuestión privada. Quieren ser católicos y liberales en política. Servir a dos señores. Imposible. Quieren ser fieles a la Iglesia pero no lo son, cuando votan leyes antihumanas y antidivinas. Creen que estar en un partido político es más importante que ser fiel hijo de la Iglesia. Porque hay que respetar la libertad de los demás. No importa que sea diabólica. Dicen que la sociedad tiene sus propios fines. La verdadera doctrina de la Iglesia católica es buena para el católico pero no para otros. Esta actitud liberal ha descristianizado a las antiguas naciones cristianas.

El liberalismo es ateísmo político, luciferino. Es pecado. León XIII enseña que: “Los gobernantes tienen respecto de la sociedad, la obligación estricta de procurarle por medio de una prudente acción legislativa no sólo la prosperidad y los bienes exteriores, sino también y principalmente los bienes del espíritu». El Reinado Social de nuestro Señor Jesucristo es una utopía para estos «católicos liberales».

¡Viva Cristo Rey! ¡Viva María Reina!

La Biblia

27 jueves Feb 2020

Posted by manuelmartinezcano in P. Manuel Martínez Cano

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Jesús predicando al descubierto

Padre Manuel Martínez Cano mCR.

INSPIRACIÓN DIVINA DE LA BIBLIA

El autor principal de la Biblia es Dios, y el autor secundario el hombre.

Inspiración, en sentido bíblico estricto, es una acción divina o influjo sobrenatural por el cual Dios ilumina el entendimiento del autor sagrado para escribir un libro, y mueve eficazmente su voluntad para que exprese la verdad que Él mismo quiere expresar.

La Sagrada Escritura es la palabra de Dios, y por lo mismo, libre de todo error. La palabra de Dios, que no puede engañarse ni engañar a otros, excluye todo error y contradicción.

Dios, suma verdad, no puede ser autor del error. «La Sagrada Escritura no puede mentir» (San Jerónimo).

En la Sagrada Escritura encuentra la Iglesia su alimento y su fuerza porque en ella recibe la palabra de Dios en toda su pureza. El Padre que está en los cielos sale amorosamente al encuentro de sus hijos para conversar con ellos por medio de su Palabra.

El oficio de interpretar auténticamente la palabra de Dios, oral o escrita, ha sido encomendado sólo al Magisterio vivo de la Iglesia Católica el cual lo ejercita en nombre de Jesucristo.

«El desconocimiento de las Escrituras es desconocimiento de Cristo» (San Jerónimo).

GÉNEROS LITERARIOS DE LA BIBLIA

Dios al inspirar al autor sagrado respeta las cualidades personales y literarias de cada hombre y se acomoda a las circunstancias y ambientes de su época, pero hace que el autor conciba rectamente lo que debe expresar y lo exprese fácilmente.

En la Biblia hay distintos géneros literarios. Libros históricos, didácticos y proféticos; y en cada caso hay que precisar lo que ha querido decir el autor sagrado.

Pero no puede admitirse de ningún modo la libre interpretación de los hechos bíblicos, basándose en unos supuestos géneros literarios, como hacen algunos, como si el autor sagrado, al explicarnos los hechos, pretendiera engañarnos o contarnos fábulas.

La intención del autor es explicarnos la verdad revelada por Dios objetivamente. Por tanto, si algunos hechos de la Biblia se encuentran en tradiciones populares o en alguna narración mitológica de algunos pueblos de la antigüedad, no se puede concluir que hay cosas en la Sagrada Escritura que son un mero ornato poético y simbólico (los árboles del Paraíso, la serpiente tentadora, etc.) como si fueran sólo puras imágenes bíblicas, sin verdadera realidad objetiva. Los autores sagrados narran y explican la realidad.

No se puede admitir, sin ninguna razón sólida, ningún género literario que se aparte del sentido literal histórico de los libros inspirados por Dios.

AUTORIDAD HISTÓRICA Y CIENTÍFICA DE LA BIBLIA

La Sagrada Escritura goza de una autoridad singular y única entre todos los libros del mundo. No hay libro de la Antigüedad que ofrezca las garantías de historicidad y autenticidad que ofrece la Sagrada Escritura. El autor clásico de quien se conservan mejores documentos es Virgilio. Y de Virgilio sólo conocemos tres códigos unciales. En cambio del Evangelio tenemos doscientos diez. ¡Superioridad aplastante!

De Aristóteles, que vivió trescientos años antes de Cristo, cuyo Tratado de Lógica sigue siendo la base de todo el razonamiento filosófico, el manuscrito más antiguo que conservamos de sus obras es de 1.400 años posterior a él. En cambio, de los Evangelios, existen manuscritos muy próximos a su redacción. El Evangelio de San Juan se escribió en el año 95. Pues bien, el papiro Reylnad que se conserva en Manchester, es una copia del Evangelio de San Juan que, según los científicos, se escribió en el año 130, tan sólo treinta y cinco años después.

De los tres siglos posteriores a Jesucristo han llegado hasta nosotros treinta papiros evangélicos. Es un caso único en toda la Historiografía grecorromana.

El crítico inglés de Literatura Clásica B.H. Streeter ha manifestado que los Evangelios en cuanto a su autenticidad tienen la posición más privilegiada que existe entre todas las obras de la Antigüedad.

Quien no admita lo que dicen los Evangelios, no puede admitir nada de la Historia Antigua, pues los hechos que narran los Evangelios constan con mucho más rigor histórico que todos los demás acontecimientos antiguos que la Historia reconoce como auténticos.

RECUERDA

La Revelación divina es la comunicación que Dios ha hecho de Sí mismo y de sus planes de salvación en favor de todos los hombres. Cuando Dios se revela el hombre debe prestarle obediencia de fe.

Dios se reveló a los hombres por etapas o periodos, según las necesidades de la humanidad. Dios habló a Adán, Eva, Noé, Abrahán, Isaac, Jacob, Moisés, a los Profetas y, en la plenitud de los tiempos, Dios se hizo hombre y vivió entre los hombres. Jesucristo.

La Tradición divina es la palabra de Dios (no escrita) que fue transmitida por Nuestro Señor Jesucristo a los Apóstoles y por éstos a la Iglesia.

La Tradición divina está ahora contenida en los escritos de los Santos Padres de la Iglesia, en las enseñanzas de los Concilios y en el magisterio oficial de la Iglesia.

La Sagrada Escritura, o Biblia, es el conjunto de libros escritos bajo la inspiración del Espíritu Santo que tienen a Dios como autor principal y al hombre como autor secundario, que han sido entregados como tales a la Iglesia.

La Sagrada Escritura se divide en dos partes: Antiguo Testamento y Nuevo Testamento. El Antiguo Testamento comprende los libros inspirados por Dios, escritos antes de la venida de Nuestro Señor Jesucristo. Son 46. El Nuevo Testamento comprende los libros inspirados por Dios, escritos después de Jesucristo por los Apóstoles y discípulos del Señor. Son 27.

En los libros de la Biblia no puede haber error porque están inspirados por Dios, y Dios no puede engañarse ni engañarnos.

La encargada de guardar e interpretar auténticamente la Sagrada Escritura y la Tradición divina es la Iglesia Católica, que a través de los siglos la conserva con fidelidad en su doctrina, en su culto y en su vida.

Ley inmutable

20 jueves Feb 2020

Posted by manuelmartinezcano in P. Manuel Martínez Cano

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Moises y las Tablas de los diez Mandamientos

Padre Manuel Martínez Cano mCR.

Alguien ha dicho que la verdad cambia con el paso del tiempo. No es verdad. Santo Tomás de Aquino, el doctor Angélico, dice: «Que lo que ha sido verdad en un tiempo siempre será verdad”.

También dicen algunos que la Ley debe ir adaptándose a los tiempos. Pues no. La Ley de Dios siempre es la misma. Las Tablas de la Ley, los Diez Mandamientos, que Dios entregó a Moisés en el Monte Sinaí, es inmutable. Siempre la misma. La Ley eterna de Dios. Hoy, como siempre, debemos ordenar nuestra vida según la Ley de Dios.

Algunos coétanos dicen que el hombre es dios. Que hoy no se necesita a Dios. Que los Mandamientos de la Ley de Dios están anticuados que el último fin del hombre es el poder, el hedonismo… egocentrismo ateo. Ya no hay que honrar ni al padre ni a la madre. Preferimos ser Esclavos del Estado.

La Ley de Dios es inmutable para todos los tiempos. El hombre de hoy tiene la misma naturaleza que el de hace  siglos. Hoy como ayer y siempre, no se debe mentir, robar, matar inocentes… Estamos ordenados a vivir en sociedad, que sería imposible sin justicia. Esto que hoy llaman política y Estado de Derecho, están cometiendo la mayor injusticia de toda la historia de la Humanidad. El aborto provocado millones de niños asesinados. Protegido por la ley humana.

No es lo mismo ley humana que Ley natural. La ley natural es la participación de la Ley eterna en la criatura racional. Dios ha grabado en todos los corazones los Principios de la Ley natural. La Ley natural obliga a todas las personas de todo los tiempos.

Cuando el hombre alcanza, el uso de la razón, empieza a conocer los principios de la Ley natural: «Haz el bien y evita el mal», «No hagas a otros lo que no quieras que te hagan a ti».

Nadie puede cambiar nada de la Ley natural. No puede cambiar con los tiempos, ni con las condiciones históricas o culturales, porque la naturaleza humana no cambia con el paso de los años, siempre es la misma. El  llamado posthumanismo es diabólico.

Ninguna ley política puede dispensar de la Ley natural porque es una participación de la Ley eterna que está enraizada en la misma naturaleza de las cosas. A las leyes antinaturales no se les debe obedecer. Repetimos que el aborto provocado legalizado es diabólico.

Ninguna ley es justa ni racional sino se ajusta a la Ley de Dios. San Pablo se lo dijo a los Romanos: «Toda potestad viene de Dios». Y en el Antiguo Testamento, leemos: «Por Mí reinan los reyes y los jueces administran justicia. Por Mí mandan los príncipes y gobiernan los soberanos de la tierra» (Proverbios 8, 15-16).

Santo Tomás de Aquino dice que la Ley eterna de Dios: «Es el plan de la Divina Sabiduría por el que dirige todas las acciones y movimientos de las criaturas en orden al bien común». Está prohibido desobedecer el orden establecido por Dios. Debemos usar bien la libertad. Obedeciendo siempre a Dios.

Si queremos ser santos, debemos cumplir siempre la Ley de Dios.

Pecados y peligros contra la fe

13 jueves Feb 2020

Posted by manuelmartinezcano in P. Manuel Martínez Cano

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Padre Manuel Martínez Cano mCR.

Jesús escribe en el sueloLa fe impone al cristiano tres deberes fundamentales: el deber de conocerla, el de manifestarla y el de preservarla de cualquier peligro.

El cristiano adulto tiene la obligación ineludible de conocer las verdades fundamentales de la fe, de tal manera que esté preparado para saber explicar su fe a cualquiera que se lo pida.

El católico tiene la obligación de manifestar su fe con palabras y obras, viviendo coherentemente con su fe una vida cada vez más cristiana.

La Iglesia nos manda profesar externamente la fe, aun con peligro de la vida, cuando lo exige el honor de Dios o la Religión, o el bien espiritual del prójimo. Nunca es lícito negar la fe.

Ser conscientes del gran don de la fe impulsa al cristiano a querer que otros participen plenamente de la fe.

Siendo la fe un don de Dios, es obligatorio preservarla y evitar todo lo que pueda ponerla en peligro, (ciertas lecturas, espectáculos obscenos e inmorales, T.V. etc.).

La fe puede y debe crecer en nosotros hasta llegar a ser intensísima, como la que tuvieron los santos que vivían de ella: «el justo vive de la fe» (Rom. 1, 17).

PECADOS CONTRA LA FE

Los pecados más graves contra la fe son: la infidelidad, la apostasía y la herejía.

La infidelidad es la carencia de fe en la persona no bautizada porque la rechaza positivamente o la desprecia después de haber sido suficientemente instruida en las principales verdades cristianas.

La infidelidad es siempre pecado, porque se trata de un asunto gravísimo, relacionado directamente con el honor de Dios y la propia salvación del hombre.

La apostasía es el abandono total de la fe cristiana recibida en el Bautismo. Es un gravísimo pecado, que lleva consigo la excomunión o separación de la Iglesia, porque nunca puede haber un motivo justo para abandonar la verdadera fe revelada por Dios.

La herejía es el error voluntario y pertinaz de un bautizado contra alguna verdad de fe definida (dogma).

En realidad, la herejía coincide en el fondo con la apostasía total de la fe. Porque, rechazada una verdad cualquiera de fe, se rechaza el motivo principal de la misma, que es la autoridad de Dios que revela.

El que no acepta las verdades doctrinales que enseña la Iglesia por su magisterio ordinario no infalible, no es propiamente hereje, pero peca contra la autoridad de la Iglesia.

El que duda voluntaria y positivamente de algún dogma definido por la Iglesia, cae en herejía formal y peca.

Si se trata únicamente de dudas o asaltos reiterados contra la fe, pero sin admitirlos y rechazándolos enseguida al advertirlos, no hay pecado alguno, por muy fuerte y persistente que sean las dudas, pues no pasan de ser tentaciones contra la fe.

Si las dudas se rechazan con firmeza, haciendo actos explícitos de fe no es pecado sino fuente de méritos para la vida eterna.

PELIGROS CONTRA LA FE

Los principales peligros contra la fe son: el trato con acatólicos, la lectura contraria a la fe, los medios de comunicación anticatólicos, las escuelas acatólicas…

El indiferentismo religioso (es lo mismo una religión que otra, o no tener ninguna) es la causa de la pérdida de la fe.

El trato con incrédulos, herejes o indiferentes en cosas meramente civiles, que tienen como finalidad el bien común, no está prohibido.

Una de las armas preferidas por los enemigos de la Iglesia para combatir la fe son los medios de comunicación social y la literatura anticatólica.

Lo que se llamó «el gran escándalo del siglo XIX» (la apostasía de las masas obreras y su alejamiento de la Iglesia) se debió en grandísima parte a la propaganda de la prensa y la literatura anticatólica.

Las ideas leídas o escuchadas a través de los medios de comunicación se transforman en alimento de nuestra mente y van determinando nuestro modo de pensar y de juzgar las cosas.

La escuela anticatólica es la que enseña la infidelidad, la herejía y la lucha contra la Iglesia.

La escuela neutra es la que en teoría prescinde de toda enseñanza religiosa, pero en realidad también deforma la conciencia religiosa de los alumnos, porque enseña una visión pagana del mundo.

Los padres católicos que envían a sus hijos a escuelas anticatólicas, aunque sea con el pretexto que enseñan muy bien otras materias profanas, pecan por el grave peligro a que exponen a sus hijos.

La escuela neutra también es un verdadero peligro para la fe de los niños católicos.

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