Oh Cruz de Cristo, aún hoy te seguimos viendo en los beatos y en los santos que saben atravesar la oscuridad de la noche de la fe sin perder la confianza en ti y sin pretender entender tu silencio misterioso. Oh Cruz de Cristo, aún hoy te seguimos viendo en las familias que viven con fidelidad y fecundidad su vocación matrimonial. Oh Cruz de Cristo, aún hoy te seguimos viendo en los voluntarios que socorren generosamente a los necesitados y maltratados.
Cardenal Velasio de Paolis
En segundo lugar las crisis que tocan en profundidad a la Iglesia sea in creciendo sea in agenda, dogmática y moral, no son causadas por las dificultades externas que las personas y las instituciones a ella hostiles le procuran sino por aquellas internas, que provienen de aquello que pertenece a ella, en cuanto se trata de una pesadez en la vida de fe y de un contra testimonio en la praxis cotidiana. Es lo que la Iglesia está sufriendo hoy: una crisis de fe, que ha impulsado desde algún tiempo la exigencia de la nueva evangelización, y que ha empujado primero con el Beato Pablo VI y después con Benedicto XVI , a dedicar un año a la fe y a erigir una congregación para la nueva evangelización.
Cardenal Caffarra
El jesuita alemán Padre Klaus Mertes acaba de decir en una entrevista con un periódico alemán que la Iglesia Católica “ahora debe ayudar a establecer un derecho humano a la homosexualidad”. ¿Cuál debe ser la respuesta apropiada de la Iglesia a una propuesta de este tipo? Incluyendo la sanción disciplinaria apropiada, así como la doctrina moral.
Sinceramente, no puedo entender cómo un teólogo católico puede pensar y escribir sobre un derecho humano a la homosexualidad.
En el sentido preciso, un derecho (individual) es una facultad moralmente legítima y jurídicamente protegida para realizar una acción. El ejercicio de la homosexualidad es inherentemente irracional y por lo tanto deshonesto. Un teólogo católico no puede – no debe – pensar que la Iglesia debe esforzarse por “establecer un derecho humano a la homosexualidad”.
Cardenal Raymond Leo Burke
Esta maravilla del misterio eucarístico, misterio de nuestra Fe, está íntimamente unido al acceso periódico al sacramento de la Penitencia, disponiéndonos siempre cada vez mejor a recibir a Nuestro Señor, el Pan del Cielo. Maravillándome totalmente de la presencia real del Señor, he acrecentado mi amor por Él y mi deseo de permanecer siempre cerca de Él y de gustarle en todas las cosas. Una ocasión particular de esta intimidad eucarística se me presentó a los diez años, cuando llegué a ser monaguillo, asistiendo al sacerdote en la celebración de la santa Misa y en los demás ritos sagrados. La oportunidad de ver más de cerca toda la exquisita belleza de la celebración de la Misa y en particular, el ministerio irreemplazable del sacerdote que ofrece el Sacrificio, fue una gracia de la que aún hoy estoy muy agradecido.
Cardenal Robert Sarah
La historia nos muestra que el deísmo ha desencadenado un proceso que ha conducido a la civilización occidental, es decir judeocristiana, a un proceso que va de la muerte de Dios en el siglo XIX a la muerte del propio hombre en el siglo XX para finalmente llegar a un hundimiento sin precedentes de la institución familiar, vector de la persona humana, en la segunda mitad del siglo XX. Friedrich Nietzsche, con su teoría del superhombre, se presenta como el remedio para la desesperación causada por la muerte de Dios. Y también Sigmund Freud con su nueva antropología basada en los impulsos primarios, como motivación exclusiva de la acción humana, o como Jean-Paul Sartre y su nihilismo libertario, que aparentemente era algo genial. Éstos tres pensadores han terminado de inocular en la conciencia colectiva y por tanto también en la individual, la idea de que la “liberación” del individuo pasa por el asesinato del padre, y han llevado a término su malvado plan a través de los famosos eventos de mayo de 1968, un movimiento libertario cuyas ideas se han propagado más allá del Telón de Acero, a partir la caída del Muro de Berlín en 1989.
Cardenal Juan Luis Cipriani
Por el bautismo me incorporo al amor de Dios, al pensamiento de Dios, a la alegría de Dios. La fe es un embarcarse porque creo que Dios no me engaña y nunca me abandona. Esa fe me lleva a grandes desafíos.
