Los enemigos del alma son el mundo, el demonio y la carne. Los enemigos de la Iglesia son los mismos. «El humo de Satanás -sus errores y perversiones- ha entrado en la Iglesia».
Miguicas 49
23 viernes Sep 2016
Posted in P. Manuel Martínez Cano
23 viernes Sep 2016
Posted in P. Manuel Martínez Cano
Los enemigos del alma son el mundo, el demonio y la carne. Los enemigos de la Iglesia son los mismos. «El humo de Satanás -sus errores y perversiones- ha entrado en la Iglesia».
23 viernes Sep 2016
Posted in Guerra Campos
Pero la fe, es decir, la revelación acerca de esa significación profunda de Cristo revivido, se inserta en la Historia. Primero, las apariciones sensibles de Cristo: sensiblemente vieron ya indicios de ese nuevo modo de vida, de esa capacidad de comparecer en lugar cerrado atravesando paredes, etc., y sobre ese hecho incide entonces la Palabra del Señor y la luz interior del Espíritu Santo, y entendemos el significado profundo: la fe. Pero, ¿no es evidente que esta fe se refiere al hecho y que es el hecho el que queda iluminado por la fe? Y, al mismo tiempo es Él, Cristo, y esta convicción que llamamos nuestra fe. Es absolutamente inseparable la fe del hecho iluminador, porque la fe cristiana es eso: algo fundado en un hecho tangible e iluminador, cuyo sentido profundo se penetra gracias a la Palabra del Señor y a la luz interior del Espíritu Santo. Hablar, pues, y sobre todo con suficiencia, de que no conocemos la Resurrección como hecho, sino únicamente como fe de los cristianos primitivos, o que lo importante es la fe y no el hecho, es jugar con las palabras. Y es cosa demasiado seria para jugar así. Sigue leyendo
23 viernes Sep 2016
Posted in Vida religiosa ayer, hoy y mañana
Padre Jesús González-Quevedo, S.I.
Salamanca, 1971
Si para terminar preguntamos por el manantial de donde brotan males tan graves, la respuesta es bien fácil. El gran absurdo de la vida religiosa contemporánea es que constando, como consta, de dos elementos, uno divino e inmutable, y otro humano y mudable, se ha volcado el cuidado y la atención en el segundo, y de hecho, se ha olvidado y menospreciado el primero. ¡Dejar a Dios por el hombre, dejar lo inmutable por lo mudable, ese es el gran absurdo de la vida religiosa contemporánea! Sigue leyendo