palabraMaría

Porque si de hecho se apoderan de nosotros, caerá todo Judea; nuestro santuario será saqueado y nosotros tendremos que responder de esta profanación con nuestra propia sangre. La muerte de nuestros hermanos, la deportación de esta tierra y la devastación de nuestra heredad, caerá sobre nuestras cabezas, en medio de las naciones en que estemos como esclavos y seremos para nuestros amos escarnio y mofa, ya que nuestra esclavitud no concluiría en benevolencia, sino que el Señor nuestro Dios la convertiría en deshonra. (Judit 8, 21-23)

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La caridad no hace mal al prójimo. La caridad es, por tanto, la ley en su plenitud. (Romanos 13, 10)

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Así que, no juzguéis nada antes de tiempo hasta que venga el Señor. Él iluminará los secretos de las tinieblas y pondrá de manifiesto los designios de los corazones. Entonces recibirá cada cual del Señor la alabanza que le corresponda. (1 Corintios 4, 5)

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Sed, pues, santos para mí, porque yo, Yahveh Dios, soy santo, y os he separado de entre los pueblos, para que seáis míos. (Levítico 20, 26)

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Mas tú, Dios nuestro, eres bueno y verdadero, paciente y que con misericordia gobiernas el universo. Aunque pequemos, tuyos somos, porque conocemos tu poder; pero no pecaremos, porque sabemos que somos contados por tuyos. Pues el conocerte a ti es la perfecta justicia y conocer tu poder, la raíz de la inmortalidad. (Sabiduría 15, 1-3)

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En cuanto a vosotros, que el Señor os haga progresar y sobreabundar en el amor de unos con otros, y en el amor para con todos, como es nuestro amor para con vosotros, para que se consoliden vuestros corazones con santidad irreprochable ante Dios, nuestro Padre, en la Venida de nuestro Señor Jesucristo, con todos sus santos. (1 Tesalonicenses 3, 12-13)

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Que nos consuela en toda tribulación nuestra, para poder nosotros consolar a los que están en toda tribulación, mediante el consuelo con que nosotros somos consolados por Dios. (2 Corintios 1, 4)

La ira de Dios

En efecto, la cólera de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres que aprisionan la verdad en la injusticia; pues lo que de Dios se puede conocer, está en ellos manifiesto: Dios se lo manifestó. Porque lo invisible de Dios, desde la creación del mundo, se deja ver a la inteligencia a través de sus obras: su poder eterno y su divinidad, de forma que son inexcusables; porque, habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios ni le dieron gracias, antes bien se ofuscaron en sus razonamientos y su insensato corazón se entenebreció: jactándose de sabios se volvieron estúpidos, y cambiaron la gloria del Dios incorruptible por una representación en forma de hombre corruptible, de aves, de cuadrúpedos, de reptiles. Por eso Dios los entregó a las apetencias de su corazón hasta una impureza tal que deshonraron entre sí sus cuerpos; a ellos que cambiaron la verdad de Dios por la mentira, y adoraron y sirvieron a la criatura en vez del Creador, que es bendito por los siglos. Amén. (Romanos 1, 18-25)