canoP. Manuel Martínez Cano mCR.

El Bautismo, la Confirmación y el Orden imprimen carácter sacramental en el alma. Es un signo espiritual e indeleble por lo que estos tres sacramentos se reciben una sola vez, no se repiten: “Entre estos sacramentos hay tres: Bautismo, Confirmación y Orden, que imprimen carácter en el alma, esto es, ciertas señal indeleble que los distingue de los demás (Concilio de Florencia).

San Agustín enseñaba contra los Donatistas que el bautismo administrado por un hereje era válido. Los sacramentos producen dos efectos, la gracia santificante y el carácter sacramental. La gracia santificante se pierde por el pecado mortal. El carácter sacramental, como es una señal indeleble no se puede perder. Por tanto, si alguien ha sido bautizado en una secta herética, si quiere volver a la Iglesia Católica no debe ser bautizado de nuevo.

Los protestantes niegan la existencia del carácter sacramental porque no puede probarse ni por la Sagrada Escritura ni por la tradición. San Agustín afirma que el carácter sacramental es doctrina que pertenece a la fe de la Iglesia: “Y creo que esta costumbre viene de la tradición apostólica, así como otras muchas cosas que no se encuentran en las Sagradas Letras ni en los concilios posteriores, y, sin embargo, porque son observadas por la Iglesia universal, las creemos derivadas de ellas y por ellos recomendadas”.

En el siglo III surgió la controversia acerca de la repetición del Bautismo. Varios Santos Padres citaron textos de las cartas de San Pablo que parecen insinuar la existencia del carácter sacramental. Otros Padres, los usaron para otras interpretaciones. San Pablo dice a los Efesios: “Fuisteis marcados con el sello del Espíritu Santo prometido”. (Efesios 1, 13); “En el cual habéis sido sellados para el día de la liberación final”. (Efesios 4, 30)

“Es Dios quien nos confirma en Cristo a nosotros junto con vosotros; además nos ungió, nos selló y ha puesto su Espíritu como prenda en nuestros corazones”. (2 Corintios 1, 21-22)

Bautismo, Confirmación y Orden confieren un poder especial sobre las cosas sagradas. El Bautismo nos da el poder de recibir los otros sacramentos y los sacramentales. Por medio de la confirmación, recibimos el poder de defender la fe de Cristo y a su Iglesia. Por el Orden sacerdotal, se recibe el poder de administrar los sacramentos y las cosas sagradas.

El Catecismo de la Iglesia Católica enseña que: “En los sacramentos de Cristo, la Iglesia recibe ya las arras de su herencia, participar ya en la vida eterna, aunque aguardando la feliz esperanza y la manifestación de la gloria del gran Dios y Salvador nuestro Jesucristo”. (Tr 2, 13) “El Espíritu y la Esposa dicen: ¡Ven…! ¡Ven, Señor Jesús!”. (Apocalipsis 22, 17-20).