
Virgen sin mancilla, Madre de piedad, llena de aflicción y de amargura. Os suplico que ilustréis mi entendimiento e inflaméis mi voluntad para que, con espíritu fervoroso, contemple los dolores que se proponen en esta Corona, y pueda obtener las gracias prometidas a los que practican este ejercicio. Amén.
Primer dolor
Me compadezco, Señora, de vos por el dolor que padecisteis al oír la profecía de Simeón, cuando os dijo que la pasión de vuestro Hijo sería espada de dolor que atravesaría vuestro Corazón. Haced, Madre mía, que sienta en mi interior la pasión de vuestro Hijo y vuestros dolores. En memoria de este dolor, os ofrezco un Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
Segundo dolor
Me compadezco, Señora, de vos por el dolor que padecisteis en el destierro a Egipto, pobre y necesitada, en aquel largo camino. Haced, Señora, que me vea libre de las persecuciones de mis enemigos. En memoria de este dolor, os ofrezco un Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
Tercer dolor
Me compadezco, Señora, de vos por el dolor que padecisteis al perder a vuestro Hijo en Jerusalén, por espacio de tres días. Concededme lágrimas de verdadero dolor para llorar mis culpas con las cuales he perdido a mi Dios, y haced que lo encuentre siempre. En memoria de este dolor, os ofrezco un Padrenuestro Avemaría y Gloria.
Cuarto dolor
Me compadezco, Señora, de vos por el dolor que padecisteis al encontrar a vuestro Hijo con la pesada cruz sobre sus espaldas, camino del Calvario, con escarnios, injurias y caídas. Haced, Señora, que lleve con paciencia la cruz de la mortificación y de los trabajos. En memoria de este dolor, os ofrezco un Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
Quinto dolor
Me compadezco, Señora, de vos por el dolor que padecisteis al ver agonizar y morir a vuestro Hijo clavado en la cruz, entre dos ladrones. Haced, Señora, que viva crucificado a mis vicios y pasiones. En memoria de este dolor, os ofrezco un Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
Sexto dolor
Me compadezco, Señora, de vos, por el dolor que padecisteis al recibir en vuestros brazos aquel santísimo cadáver desangrado, con tantas llagas y heridas. Haced, Señora, que mi corazón viva inflamado de amor de Dios y muerto a las vanidades del mundo. En memoria de este dolor, os ofrezco un Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
Séptimo dolor
Me compadezco, Señora, de vos, por el dolor que padecisteis en vuestra soledad, sepultado ya vuestro Hijo. Haced, Señora, que quede yo sepultado a todo lo de la tierra y que viva solamente para vos. En memoria de este dolor, os ofrezco un Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
En memoria y reverencia de las lágrimas que derramaron vuestros ojos durante la vida, pasión y muerte de vuestro Hijo, os ofrezco tres Avemarías y una Salve.