Obra Cultural
- Grande importancia en el sacramento de la Penitencia
Los fieles que confiesan sus pecados a un sacerdote autorizado para oír confesiones, y están arrepentidos de ellos y con propósito de enmendarse, alcanzan de Dios, por medio de la absolución que les da ese sacerdote, el perdón de los pecados cometidos después del bautismo, y obtienen, a la vez, la reconciliación con la Iglesia, a la que hirieron pecando.
- Único modo ordinario
El único modo ordinario, del fiel que se sabe en pecado grave, para reconciliarse con Dios y con la Iglesia es la Sigue leyendo


Que la religión católica ha vertebrado, desde sus orígenes, la vida de Cataluña es algo indudable. Desde la obra del Abat Oliba hasta el pensamiento político y jurídico catalán, profundamente deudor de la obra de Santo Tomás de Aquino, y en el que destacan San Ramón de Penyafort, Ramón Llull, Francesc Eiximenis o el cardenal Margarit, todo da testimonio de este hecho. La influencia en Cataluña de las órdenes religiosas fue también muy intensa: desde los mercedarios, fundados en Barcelona, hasta los benedictinos, claves para comprender la evolución de la cultura en Cataluña, desde los carmelitas hasta las órdenes mendicantes, tanto de la familia franciscana (con mención especial para los populares capuchinos) como de los dominicos y, más tarde, los jesuitas. Da testimonio de esta extendida religiosidad lo ocurrido durante el asedio de Barcelona en 1714, cuando ante la disyuntiva de pedir la rendición o continuar la defensa hasta el último hombre, se realizó un curioso “referéndum» (muy alejado de otros intentos recientes igualmente pintorescos) pidiendo a la población dar su opinión en confesión y luego, reunidos todos los sacerdotes y frailes de la ciudad, consultarles acerca de la opinión mayoritaria entre los barceloneses. También contemplamos esa religiosidad popular como elemento movilizador durante la Guerra de independencia y, anteriormente, durante la Guerra Gran contra la Convención jacobina, vividas ambas por la inmensa mayoría de los catalanes como guerras en defensa de la religión contra la Revolución que venía de Francia. Esa presencia de la religiosidad católica, que informaba profundamente todos los aspectos de la vida, está muy presente también en la Cataluña decimonónica y las guerras carlistas no podrían entenderse sin este sustrato.
*Todos tenemos grabado en nuestro corazón la tendencia a ser felices. Lo seremos si amamos a Dios, al prójimo y a las cosas, por amor de Dios.
La vida política de las naciones es una continua renovación, un constante progreso, que no puede estancarse si no quiere ir a remolque de los acontecimientos. Por ello, el Movimiento Nacional, siempre fiel a sus raíces esenciales, no se detiene mirando atrás, sino que encara decididamente el futuro y acentuará la participación de todos los españoles en las tareas políticas, abriendo cauces cada vez más anchos para la incorporación de cuantos sienten inquietudes por la