Se acercaba el día de mi Toma de Hábito, 18 de Noviembre de 1941, mi madre quiso regalarme el vestido de novia y un órgano, para acompañar el canto en el coro. Yo estaba contentísima, el convento se convirtió para mí en un trocito de Cielo.
Era muy consciente de que había venido al Convento a servir y no a ser servida, para eso me hubiera quedado en casa. Me gustaba trabajar, fatigarme cuanto más mejor, mi vida en el convento era como la de la Virgen en su casa de Nazaret: vida de unión con Dios, por medio del sacrificio y del amor. Todo, la oración, barrer, fregar, coser, zurcir, cantar, reír, hacer ornamentos para la Iglesia… lo hacía para tener contento a Jesús. ¿Sabes el nombre de los ornamentos y para qué sirven?
Uno de los ideales que integraban el plan misionero y colonizador de los reyes de España era el hacer germinar en sus dominios transatlánticos una verdadera vida cultural, que elevara a los pueblos indígenas al rango de naciones civilizadas. Así que fue posible, activaron los monarcas la creación de centros de cultura media y superior. Las Universidades, especialmente, florecieron de una manera asombrosa en todos los territorios americanos. Una de las primeras creadas en América fue la de Méjico. Por esta razón, de entre las numerosas Letras Pontificias de erección o concesión de privilegios a las nuevas Universidades, hemos elegido la Bula que el mismo Papa Clemente VIII dirigió a la famosa Universidad de Nueva España, concediéndole los mismos privilegios de qué gozaban las viejas Universidades europeas. El Soberano Pontífice reconoce en ella el interés que el Rey Católico alberga por la formación cultural de los nuevos pueblos convertidos. 
*Creer que la verdad y el bien los crean una mayoría, es de necios.