Contracorriente

~ Blog del P. Manuel Martínez Cano, mCR

Contracorriente

Publicaciones de la categoría: P. Manuel Martínez Cano

¿Cómo es Dios?

22 jueves Abr 2021

Posted by manuelmartinezcano in P. Manuel Martínez Cano

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Dios es Nuestro Padre, creador y Señor de todas las cosas

Padre Manuel Martínez Cano, mCR.

En el Catecismo aprendimos que Dios es Nuestro Padre que está en el Cielo, creador y Señor de todas las cosas, que premia a los buenos y castiga a los malos. Nos costaba más aprender la pregunta ¿Cómo es Dios? Con los años la hemos aprendido: Dios es un espíritu eterno, inmenso, infinitamente perfecto, bueno, sabio, poderoso, justo, misericordioso, principio y fin de todas las cosas; Dios es Verdad y Amor...

Un espíritu es un ser que no necesita materia para existir. Decimos que es purísimo porque es más perfecto que las almas y los ángeles. «Dios es espíritu) (Jn 4, 24). La eternidad es duración sin principio ni fin, ni antes ni después, es una ahora permanente. La eternidad es posesión total, simultánea y perfecta de una vida interminable (Beocio). Dios es espíritu porque no tiene materia y es eterno porque no tiene principio ni fin. Dios ha existido siempre y siempre existirá. Inmensidad es infinitud de extensión espacial. Dios es inmenso porque está en el Cielo, en la tierra y en todas partes. Ante todo, creer que no existe más que un solo Dios que todo lo abarca mientras Él es inabarcable (Pastor de Hermas). Dios no está lejos de nosotros porque en Él vivimos, nos movemos y existimos (Heb. 17, 28). Dios está en todas partes por esencia, potencia y ciencia.

Dios es infinitamente bueno, santo, sabio, poderoso. Infinito es lo que no tiene fin ni límites. Dios tiene todas las perfecciones posibles en grado infinito, sin limitación alguna. Dios es infinitamente bueno porque es el supremo Bien y la misma Bondad infinita que no cesa de manifestarse su bondad y sus beneficios. «Nadie es bueno sino solo Dios» (Lc. 18, 19). La santidad de Dios no es carencia de pecado sino la imposibilidad intrínseca de pecar. «Yo soy Yahvé, vuestro Dios vosotros os santificareis y seréis santos porque Yo soy Santo (Lev 11, 4). Dios es Infinitamente sabio: Todas las cosas la hiciste con sabiduría. Está llena de la tierra de tu riqueza (Ester 14, 4). Dios es infinitamente poderoso: Nada hay imposible para Dios (Lc. 1, 37). Para Dios todo es posible (Mt. 19, 26).

Dios es infinitamente justo y misericordioso. Justo es quién tiene la voluntad constante y permanente de dar a cada uno lo que le corresponde: Justo es Yahvé y ama lo justo y los retos contemplarán su faz (Sal 11, 7). La misericordia de Dios se pone de manifiesto en la bondad de Dios que aparta a las personas de sus miserias, sobre todo de la miseria del pecado por medio de la compasión: Es benigno Yahvé para todos. La Sagrada Escritura llama la atención insistentemente sobre la misericordia divina: Es benigno Yahvé para todos y su misericordia está en todas las creaturas (Sal 103, 8).

Dios es una eterna comunicación de amor en Sí mismo. La Santísima Trinidad se ama eternamente: Dios es amor (Is 4, 8-16). El amor de Dios es eterno (Is 54, 8). Con amor eterno te he amado: Por eso he reservado gracias para ti (Is. 31, 3). A pesar de sus continuas infidelidades, Dios amó a Israel siempre. El amor de Dios es más fuerte que el de los pobres. Dios Padre por amor a los hombres entregó a su Hijo Jesús por la salvación de las almas: Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo Único (Jn 3, 16).

Dios y tú

15 jueves Abr 2021

Posted by manuelmartinezcano in P. Manuel Martínez Cano

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Dios creo al hombre a su imagen y semejanza

Padre Manuel Martínez Cano, mCR.

Hace unos diez meses un sacerdote fue a un colegio. La directora le pidió que fuera a darles unas charlas a los alumnos. El sacerdote empezó preguntando ¿Para qué nos ha creado Dios? Silencio sepulcral. Un niño se levanta y dice: «yo sí lo sé: Vamos dilo: Dios nos ha creado para comer y jugar».

Muy bien. Dios nos ha creado para que seamos felices. Y tú eres feliz cuando comes y juegas. Pero Dios nos ha creado para más cosas ¿Quién lo sabe? Silencio. Pues San Ignacio de Loyola sabe: “Dios nos ha creado para ser eternamente felices con Él en el Cielo. Palabra de San Ignacio: “El hombre es criado para alabar hacer reverencia y servir a Dios Nuestro Señor y mediante esto salvar ánimas”. De modo que esté resuelto a no cometer ningún pecado ni mortal ni venial.

¿Quién me puso en el mundo? La razón y la fe dice que fue Dios. El cuarto Concilio de Letrán declaró: “Dios creó de la nada en el principio del tiempo ambas criaturas la espiritual y corporal, la angélica y la terrena. Por último, creó la humana, al hombre y la mujer, constituida con la unión del espíritu y el cuerpo.

Al principio de la Sagrada Escritura leemos: “El creavit Deus haminen” (Génesis 1, 27) “Dios creó el hombre” ¡Qué contraste! Dios me creó de la nada. ¡Nada y Dios! Vengo de la nada, yo no existía. Dios me sacó de la nada. Dios es mí origen, mí dueño, dependo absolutamente de Él”.

Nada soy sin Dios. Soy de Dios; hijo de Dios por la gracia santificante. Vengo de Dios ¡Soy de Dios! Excelso. Podemos decir a Dios “Padre”. Jesucristo dice en el Evangelio 170 veces “Padre”.

San Gregorio Niceno enseña: “Que el alma fue creada a imagen de Dios en cuanto que, dotaba de razón puede conocer la verdad; fue creada a semejanza de Dios en cuanto que puede amar la virtud y conformar su creación con la voluntad de Dios. La imagen es indestructible; la semejanza con Dios puede desaparecer y desaparece de hecho por el pecado mortal.

San Agustín, recuerda que: “Dios me creó, luego todo cuanto soy, de Dios soy, ¡Dios me sacó de la nada! Y, mediante la gracia santificante me hace hijo Suyo. Mi cuerpo, mis sentidos, mi alma, mis facultades, mi tiempo hasta el último instante, todo es un don actual de Dios. ¿Cuántas veces en nuestra vida privada y pública hemos obrado con independencia de Dios? guiados por nuestros caprichos sensuales irracionales ¿Ha sido voluntad de Dios la regla única de mi conducta? O el capricho, la pasión.

Vivimos continuamente de la gracia de Dios. En cada momento me va dando el ser, cada segundo de nuestra vida. Somos como niños pequeños que solo en el regazo de su madre puede vivir. Dependemos dulcemente de Dios. Nuestro fin es Dios. El libro de los Proverbios afirma: “Todo lo hizo por sí el Señor” El diablo tentó a Jesús varias veces. Y Jesús le contestó: “Al Señor tu Dios adorarás y a Él solo darás oculto”.

¡Solo Dios decía San Rafael Arnaiz! ¡Sólo Dios basta! como decía Santa Teresa de Jesús: “Nada te turbe, nada te espante, todo se pasa, Dios no se muda. La paciencia Todo lo alcanza; Quien a Dios tiene nada le falta: Sólo Dios basta. ¡Dios es mi Padre! Qué feliz soy ¡Soy hijo de Dios!

¡Dios existe!

08 jueves Abr 2021

Posted by manuelmartinezcano in P. Manuel Martínez Cano

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SANTÍSIMA TRINIDAD

Padre Manuel Martínez Cano, mCR.

Por la Geología sabemos que la tierra estuvo sin vida durante el periodo azoico ¿Cómo empezó la vida en el periodo paleozoico? Por generación espontánea como dicen los materialistas o por Dios, que ha creado todo ser viviente.

 Pasteur, Tiudal Bourke Mauru, Premio nobel, ha dicho: “No hay de ninguna oposición entre la aceptación de la explicación científica de la vida y la creencia en Dios, pues Éste es el autor de las leyes que rigen el proceso biológico”.

Nadie acepta que el reloj que lleva en la muñeca se ha hecho solo y el universo tampoco se ha hecho solo de la nada. Millones de estrellas, bolas gigantescas de masas impresionantes van a enormes velocidades por el espacio. La tierra va a 10.000 kilómetros por hora, y el sol a 300 kilómetros por segundo. Y siempre guardando un orden. No puede ocurrir esta organización sin una inteligencia ordenada superior a todas las cosas. Es Dios.

Este movimiento de las estrellas es tan exacto que se puede hacer el almanaque con muchísima anticipación, anunciando el día que ocurrirá un eclipse, la hora, cuánto durará, que parte de la Luna o del Sol se ocultará, desde que punto de la Tierra será visible, etc…

Ahora bien, si un coche no se pone en marcha por sí solo, ¿quién ha puesto en movimiento esos millones de estrellas de masas tan impresionantes? Es el motor inmóvil que ha puesto la fuerza motriz en todas las cosas. Ese motor inmóvil, origen de todo movimiento, es Dios.

James B. Irwin, que tomó parte en el primer vuelo espacial lunar del 26 de Julio de 1.971, confiesa que su descenso y su paseo por la Luna fueron más que una empresa científica; le devolvieron la fe perdida: »Mientras nuestros cuerpos subían hasta los cielos, nuestros espíritus también se elevaban. Cuando entramos en el espacio, tuvimos una visión nueva de nosotros mismos, de la Tierra y de la proximidad de Dios… el sentido de la presencia de Dios y el sentimiento aplastante de que Él estaba con nosotros es algo que solamente he podido comprobar algún tiempo después del vuelo».

Copérnico, eminentísimo astrónomo, dijo: «Si existe una ciencia que eleve el alma del hombre y la remonte a lo alto en medio de la pequeñez de la Tierra, es la Astronomía, pues no se puede contemplar el orden magnífico que gobierna el Universo sin mirar ante sí y en todas las cosas al Creador mismo, fuente de todo bien».

Observemos ahora al mundo creado. ¿Qué vemos en su conjunto? En el campo microscópico vemos el mundo fascinante de los átomos, las moléculas, los electrones, etc., con unas leyes y reglas que dan la sensación de una inteligente ordenación de todos estos elementos simples.

Si contemplamos la naturaleza, nos encontramos con uno de los fenómenos más sorprendentes de la creación: la vida, con una complejidad y unas realizaciones muchísimo más admirables que el cerebro electrónico más perfecto construido por el hombre.

San José, Santo oculto

04 jueves Mar 2021

Posted by manuelmartinezcano in Artículos, P. Manuel Martínez Cano

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San José

Padre Manuel Martínez Cano, mCR.

San José es el santo de la oscuridad. Poco nos dice la Sagrada Escritura de él. El evangelista San Mateo nos dice que era de novísima alcurnia. Entre sus antepasados están Zorobabel, David, Judá, Jacob, Isaac y Abraham. Vivía en la aldea de Nazaret ganándose el pan de cada día con su trabajo de artesano. San Mateo dice: «Era un hombre honrado, justo, religioso, Santo».

La hermosa hija de Joaquín y Ana, María Santísima, vivía en Jerusalén. Avatares de la vida le llevaron a Nazaret. Descendiente también de David, se dedicaba a trabajo sencillos como llenar el cántaro de agua en la fuente del pueblo. Más de una vez coincidían los dos jóvenes María y José en el mismo lugar. José se enamoró de aquella joven virginal, piadosa, honrada, de condición humilde. ¡María será mi esposa! María correspondió al afecto de aquel joven, humilde y sencillo.

Tanto fue el cántaro a la fuente que se comprometieron. El desposorio se veía próximo. Y el día llegó. Los desposados vivían en la casa de sus padres. María estaba desposada con José pero no casado. Llegó el día que la hermosa hija de Joaquín y Ana contrajo el santo matrimonio. A los pocos meses, María daba señales de su embarazo. San José quedó sorprendido ¿María adúltera? debe ser apedreada. El Señor le envió un Ángel que le dijo: «No temas recibir a tu esposa, porque lo que de ella ha nacido del Espíritu Santo». San José decidió dejar secretamente a María. El evangelio nos dice que no quiso descubrirla, sino que decidió abandonarla ocultamente. Vivian como hermanos, el joven José, casto y humilde y María Virgen perpetua.

Por aquellos días Augusto decidió que se empadronaran todos los que vivían en su imperio. José y María se pusieron en camino hacia Belén ¿Cómo harían el camino? como pobres, con privaciones de toda clase. San Ignacio de Loyola dice que: «San José iba a pie y la Virgen sentada en una asna. Trataban afablemente con todos los de la caravana en los cuatro o cinco días que dura la caminata.

Los santos esposos llegan a Belén ¡no había lugar para ellos! Don José Guerra Campos, al entrar en el colegio Corazón Inmaculado de María dijo: «Vine a los míos y los míos sí me recibieron». San José buscaba un lugar para refugio de su esposa y solo encontró una cueva abierta a todas las inclemencias del tiempo. San Lucas nos dice: «Estando allí se cumplieron los días de su parto, y dio a luz a su Hijo primogénito y le envolvió en pañales y le acostó en un pesebre -donde yo he celebrado la Santa Misa- por no haber sitio para ellos en el mesón. Me imagino que San José cogió al Niño Dios el sus brazos para que María Santísima descansara. Lo adoró con profundo respeto, lo estrechó contra su pecho, le besó con cariño. Que los hombres también sienten ternura y cariño.

¡Un establo, una cueva, es el palacio del Hijo de David! ¡Un pesebre, el trono del Hijo de Dios! ¡Y los brazos de José que lo protegían de cualquier inclemencia! Contemplemos la cueva. El Niño Jesús reunió en Belén dos cosas que el mundo tiene como inconciliables, pobreza y felicidad. ¡Qué felicidad, si hubiéramos podido estar en la cueva de Jesús María y José.

Los Ángeles cantan «Paz a los hombres de buena voluntad o amados de Dios». La paz de Cristo, el gozo sobrenatural de vivir con Él. Paz que se pierde por el pecado mortal. San José siguió todas las inspiraciones del Espíritu Santo. Nosotros también hagamos siempre lo que Dios inspira. La humildad, la humildad la humildad. San José nos protege y la Virgen María nos acompaña. ¡Niño Jesús te queremos!

Vivir para Dios

02 jueves Jul 2020

Posted by manuelmartinezcano in P. Manuel Martínez Cano

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Dios nos ha dado la vida humana y eterna

Padre Manuel Martínez Cano mCR.

San Agustín vivió gran parte de su vida alejado de Dios. Su conversión a la fe cristiana ha hecho un bien inmenso a la Iglesia. Ateos y católicos deberíamos leer su autografía, «Las confesiones». El santo dice: «Nos hiciste Señor ante Tí y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en Tí». San Agustín experimentó que, lejos de Dios, vivía angustiado. Cuando se convirtió vivió en paz y feliz.

San Ignacio de Loyola nos recuerda que: «El hombre ha sido creado para alabar, hacer reverencia y servir a Dios Nuestro Señor y mediante esto salvar almas».

Y nuestro Señor Jesucristo: «Al Señor tu Dios, adorarás y a Él solo darás culto» (Mateo 4, 10). Dios es nuestro Padre. Dios es nuestro fin. Aquí, en la tierra, conocido, servido, amado. En el Cielo, lo veremos cara a cara, gozaremos eternamente, felicidad sin fin.

Casiano dice que alabar a Dios es narrar sus maravillas. El Salmo 136 es un cántico de acción de gracias al Señor:

“Dad gracias al Señor porque es bueno: porque es eterna su misericordia.

Dad gracias al Dios de los dioses: porque es eterna su misericordia.

Dad gracias al Señor de los señores: porque es eterna su misericordia.

Solo él hizo grandes maravillas: porque es eterna su misericordia.

Él hizo sabiamente los cielos: porque es eterna su misericordia”.

Demos continuas gracias a Dios, alabándolo por todos los dones y gracias que nos ha concedido.

Con la reverencia interior y exterior a Dios reconocemos su grandeza infinita y nuestra pequeñez. Sentirse anonadados ante el Señor que nos ama como hijos suyos que somos. Rendirle culto como nos enseña nuestra Santa Madre Iglesia.

Servimos a Dios haciendo su santísima voluntad en todas las circunstancias de nuestra vida. Servir a Dios es reinar. Vivir como hijos de Dios. Hacer lo que Él quiere, como quiere que lo hagamos y porque Dios quiere: «Hágase tu voluntad así en la tierra como en el Cielo». Servir a Dios rezando, trabajando, estudiando, descansando… que nuestra voluntad sea cumplir siempre la voluntad de Dios.

El Papa Benedicto XV dijo: «La santidad consiste propia y exclusivamente en la conformidad con el divino querer, manifestada en el constante y exacto cumplimiento de los deberes del propio Estado».

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“Espíritu Santo, infúndenos la fuerza para anunciar la novedad del Evangelio con audacia, en voz alta y en todo tiempo y lugar, incluso a contracorriente”. Padre Santo Francisco.

"Si el Señor no edifica la casa, en vano trabajan los que la construyen. (Salmo 127, 1)"

Nuestro ideal: Salvar almas

Van al Cielo los que mueren en gracia de Dios; van al infierno los que mueren en pecado mortal

"Id al mundo entro y proclamad el Evangelio a toda la creación. El que crea y sea bautizado se salvará; el que no crea será condenado" Marcos 16, 15-16.

"Es necesario que los católicos españoles sepáis recobrar el vigor pleno del espíritu, la valentía de una fe vivida, la lucidez evangélica iluminada por el amor profundo al hombre hermano." San Juan Pablo II.

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