Contracorriente

~ Blog del P. Manuel Martínez Cano, mCR

Contracorriente

Archivos diarios: 10 junio, 2015

Humanum genus: la masonería 1

10 miércoles Jun 2015

Posted by manuelmartinezcano in Uncategorized

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240px-Leo_XIIIEl género humano, después de apartarse miserablemente de Dios, creador y dador de los bienes celestiales, «por envidia del demonio», quedó dividido en dos campos contrarios, de los cuales el uno combate sin descanso por la verdad y la virtud, y el otro lucha por todo cuanto es contrario a la virtud y a la verdad. -El primer campo es el reino de Dios en la tierra, es decir, la Iglesia verdadera de Jesucristo. Los que quieren adherirse a ésta de corazón y como conviene para su salvación, necesitan entregarse al servicio de Dios y de su unigénito Hijo con todo su entendimiento y toda su voluntad. El otro campo es el reino de Satanás. Bajo su jurisdicción y poder se encuentran todos los que, siguiendo los funestos ejemplos de su caudillo y de nuestros primeros padres, se niegan a obedecer a la ley divina y eterna y emprenden multitud de obras prescindiendo de Dios o combatiendo contra Dios. Con aguda visión ha descrito Agustín estos dos reinos como dos ciudades de contrarias leyes y deseos, y con sutil brevedad ha compendiado la causa eficiente de una y otra en estas palabras: «Dos amores edificaron dos ciudades: el amor de sí mismo hasta el desprecio de Dios edificó la ciudad terrena; el amor de Dios hasta el desprecio de sí mismo, la celestial». -Durante todos los siglos han estado luchando entre sí con diversas armas y múltiples tácticas, aunque no siempre con el mismo ímpetu y ardor. En nuestros días, todos los que favorecen el campo peor parecen conspirar a una y pelear con la mayor vehemencia bajo la guía y con el auxilio de la masonería, sociedad extensamente dilatada y firmemente constituida por todas partes. No disimulan ya sus propósitos. Se levantan con suma audacia contra la majestad de Dios. Maquinan abiertamente la ruina de la santa Iglesia con el propósito de despojar enteramente, si pudiesen a los pueblos Cristianos dejos beneficios que les ganó Jesucristo nuestro Salvador. Deplorando Nos estos males, la caridad nos urge y obliga a clamar repetidamente a Dios: «Mira que bravean tus enemigos y yerguen la cabeza los que te aborrecen. Tienden asechanzas a tu pueblo y se conjuran contra tus protegidos. Dicen: ‘Ea, borrémoslos del número de las naciones’.»

Ante un peligro tan inminente, en medio de una guerra tan despiadada y tenaz contra el cristianismo, es nuestro deber señalar este peligro, descubrir a los adversarios, resistir en lo posible sus tácticas y propósitos, para que no perezcan eternamente aquellos cuya salvación nos está confiada, y para que no sólo permanezca firme y entero el reino de Jesucristo, cuya defensa Nos hemos tomado, sino que se dilate todavía con nuevos aumentos por todo el orbe.

I. La Iglesia, frente a la masonería

Nuestros antecesores, los Romanos Pontífices, velando solícitamente por la salvación del pueblo cristiano, conocieron la personalidad y las intenciones de este capital enemigo tan pronto como comenzó a salir de las tinieblas de su oculta conjuración. Los Romanos pontífices, previendo el futuro, dieron la señal de alarma frente al peligro y advirtieron a los príncipes y a los pueblos para que no se dejaran sorprender por las artimañas y las asechanzas preparadas para engañarlos. El papa Clemente XII, en 1738, fue el primero en indicar el peligro. Benedicto XIV confirmó y renovó la constitución del anterior pontífice. Pío VII siguió las huellas de ambos. Y León XII, incluyendo en su constitución apostólica «Quo graviora» toda la legislación dada en esta materia por los papas anteriores, la ratificó y confirmó para siempre. Pío VIII, Gregorio XVI y reiteradamente Pío IX hablaron en el mismo sentido.

En efecto, tan pronto como una serie de indicios manifiestos -instrucción de procesos, publicación de las leyes, ritos y anales masónicos, el testimonio personal de muchos masones- evidenciaron la naturaleza y los propósitos de la masonería, esta Sede Apostólica denunció y proclamó abiertamente que la masonería, constituida contra todo derecho divino y humano, era tan perniciosa para el Estado como para la religión cristiana. Y amenazando con las penas más graves que suele emplear la Iglesia contra los delincuentes, prohibió terminantemente a todos inscribirse en esta sociedad. Los masones, encolerizados por esta prohibición, pensaron que podrían evitar, o debilitar al menos, en parte con el desprecio y en parte con las calumnias, la fuerza de estas sentencias, y acusaron a los Sumos Pontífices que las decretaron de haber procedido injustamente o de haberse excedido en su competencia. De esta manera procuraron eludir la grave autoridad de las constituciones apostólicas de Clemente XII, Benedicto XIV, Pío VII y Pío IX. No faltaron, sin embargo, dentro de la misma masonería quienes reconocieron, aun a pesar suyo, que las disposiciones tomadas por los Romanos Pontífices estaban de acuerdo con la doctrina y la disciplina de la Iglesia Católica. En este punto muchos príncipes y jefes de gobierno estuvieron de acuerdo con los papas, ya acusando a la masonería ante la Sede Apostólica, ya condenándola por sí mismos, promulgando leyes a este efecto. Así sucedió en Holanda, Austria, Suiza, España, Baviera, Saboya y otros Estados de Italia.

Pero lo más importante es ver cómo la prudente previsión de nuestros antecesores quedó confirmada con los sucesos posteriores. Porque sus providentes y paternales medidas no siempre, ni en todas partes, tuvieron el éxito deseado. Fracaso debido, unas veces, al fingimiento astuto de los afiliados a la masonería, y otras veces, a la inconsiderada ligereza de quienes tenían la grave obligación de velar con diligencia en este asunto. Por esto, en el espacio de siglo y medio la masonería ha alcanzado rápidamente un crecimiento superior a todo lo que se podía esperar, e infiltrándose de una manera audaz y dolosa en todos los órdenes del Estado, ha comenzado a tener tanto poder, que casi parece haberse convertido en dueña de los Estados. A este tan rápido y terrible progreso se ha seguido sobre la Iglesia, sobre el poder de los príncipes y sobre la misma salud pública la ruina prevista ya mucho antes por nuestros antecesores. Porque hemos llegado a tal situación, que con razón debemos temer grandemente por el futuro, no ciertamente por el futuro de la Iglesia, cuyo fundamento principal es demasiado fuerte para que pueda ser socavado por el solo esfuerzo humano, sino por el futuro de aquellas naciones en las que ha logrado una influencia excesiva la secta de que hablamos u otras semejantes que están unidas a ella como satélites auxiliares.

Por estas causas, tan pronto como llegamos al gobierno de la Iglesia, comprendimos claramente la gran necesidad de resistir todo lo posible a una calamidad tan grave, oponiéndole para ello nuestra autoridad. Aprovechando repelidas veces la ocasión que se nos presentaba, hemos expuesto algunos de los puntos doctrinales más importantes que habían sufrido un influjo mayor de los perversos errores masónicos. Así, en nuestra encíclica «Quod Apostolici muneris» hemos demostrado con razones convincentes las utópicas monstruosidades de los socialistas y de los comunistas. Más tarde, en otra encíclica, «Arcanum», hemos defendido y explicado la verdadera y genuina noción de la sociedad doméstica, cuya fuente y origen es el matrimonio. Por último, en la encíclica «Diuturnum» hemos desarrollado la estructura del poder político, configurado según los principios de la filosofía cristiana; estructura maravillosamente coherente con la naturaleza de las cosas y con la seguridad de los pueblos y de los gobernantes. Hoy, siguiendo el ejemplo de nuestros predecesores, hemos decidido consagrar directamente nuestra atención a la masonería en sí misma considerada, su sistema doctrinal, sus propósitos, su manera de sentir y de obrar, para iluminar con nueva y mayor luz su maléfica fuerza e impedir así el contagio de tan mortal epidemia.

Papa León XIII

Pensar es sano 6

10 miércoles Jun 2015

Posted by manuelmartinezcano in Pensar es sano

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pensar-657x360La democracia liberal, que no es en xxxxxxxxx más que timocracia, ha logrado convencer de que reinan la libertad y la objetividad informativa, así como la soberanía de los súbditos, siendo en buen romance el sistema político todo en todo.

Mario Soria Sigue leyendo →

La voz de los santos 4

10 miércoles Jun 2015

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mateo1«Felices los que tienen alma de pobres, porque a ellos les pertenece el Reino de los Cielos’
San Mateo 5,3.

«La ley de Cristo, que se cumple en el amor, nos obliga a procurar la salvación de las almas más que la del cuerpo».

San Francisco de Asís

«Sólo el amor crea»

San Maximiliano Kolbe

 «Dejad todas las cosas, os repito, pero no dejéis la oración: que ella sola os volverá a Dios, aunque os hayáis alejado mucho de Él. Entendedlo bien: ella sola».

San Pedro J. Eymard

«El buen lector [de la Sagrada Escritura] no se preocupa tanto de conocer lo que lee, cuanto de ponerlo en obra».

San Isidoro de Sevilla

 «Muéstrate siempre alegre, pero que tu sonrisa sea sincera».

 San Juan Bosco

 

Chispicas 20

10 miércoles Jun 2015

Posted by manuelmartinezcano in Uncategorized

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chispicasNo recuerdo concilio que haya hablado más y tan profundamente de la Virgen María que el Concilio Vaticano II: “Redimida de modo eminente, en previsión de los méritos de su Hijo, y unida a Él con un vínculo estrecho e indisoluble, está enriquecida con la suma prerrogativa y dignidad de ser la Madre de Dios Hijo, y por eso hija predilecta de Padre y sagrario del Espíritu Santo; con el don de una gracia tan extraordinaria aventaja con creces a todas las otras criaturas, celestiales y terrenas” (Lumen Gentium, 53).

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Ciencia y fe 2

10 miércoles Jun 2015

Posted by manuelmartinezcano in Uncategorized

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Hola, lector. ¡Qué rápido ha pasado una semana!

Te hablaba, hace unos días, de curas católicos a los que conocía y que  eran representantes más que relevantes del mundo de la ciencia actual, y a partir de aquí, esbozaba unas conclusiones.

Me dirás, lector; “¡pero esos curas que citabas son cuatro casos en un entorno casi doméstico!…Pocas conclusiones se pueden sacar de ello”.

Sí, tienes razón, pero fue precisamente eso lo que me chocó y me llevó a reflexionar sobre la Ciencia y su relación con la Iglesia Católica y con la fe;  a veces, lo menos nos impacta más si lo vivimos de cerca. Y eso me pasó a mí, que unos pocos casos cercanos me dieron en pensar…, y pensé; “si yo, en mi pequeño entorno, conozco a tantas “eminencias”, será porque hay muchas más,  pues no va a dar la casualidad de que conozca a los únicos curas sabios que existen”.

En fin, que me puse a estudiar el asunto y voy a compartir contigo lo que encontré, pues creo que te interesará seas creyente o no, cristiano o musulmán o, incluso, ateo; porque lo que te voy a dar son exclusivamente, datos objetivos y sin ideología y te voy a dejar a ti las conclusiones, aunque te daré la mía, pero al final, para no mezclar información objetiva con opinión, lo que desvirtuaría el carácter “científico” que quiero dar a estas líneas.

Al documentarme un poco, llegué a la conclusión de que mi conocimiento de curas científicos católicos no es casualidad ni rareza. Es más, no podía ser menos porque, como descubrí luego,  la historia de la Ciencia está salpicada, no, mejor, saturada, de hombres de ciencia católicos, de cristianos y, en general,  de creyentes; es más, en la perspectiva histórica mundial no conozco científico relevante que se haya declarado ateo (algunos han pretendido hacer pasar a Einstein por escéptico o ateo,  cuando él mismo se reiteró creyente, aunque sin afiliación a una fe concreta.). No  hubieran  podido hacer lo mismo con Lemaitre, astrofísico creador de la teoría del Big Bang, en la que se basa una buena parte de la concepción actual de la formación del universo… Lemaitre era un cura católico que impartía sus clases en la Universidad de Lovaina, vestido con sotana.

Hay más sabios católicos y cristianos, ¡y de qué envergadura!; cuando todavía no existía la ciencia paleontológica (sobre los fósiles) y personas como el genial Leonardo da Vinci divagaban sobre el  origen de estos restos pétreos, un obispo católico,  el beato Nicolás Steno, sentaba las bases de la Ciencia Paleontológica y las de la actual Geología…, como antes el monje agustino  Mendel, había puesto los cimientos de la Genética…, o el matrimonio Curie había descubierto la radioactividad, con todo lo que ello ha supuesto para la Ciencia.newton-exp

Y qué no decir de Newton, o Kepler o Marconi (premio Nobel de Física y fundador de la Radio Vaticana), o el mismo Darwin.., o incluso Copérnico a quién su polémica con la Iglesia no descalifica como católico (es este un asunto que requiere una monografía, como el de Darwin).

No hay que olvidar a Fermat, a Volta,… podría seguir hasta la semana que viene citándote científicos católicos, cristianos y creyentes. Pero no es mi intención aburrirte ni agotarme. Basta para cumplir mi intención de hoy, el remitirte a internet para que, basándote en una ingente nube de científicos cristianos, veas que no sería posible hablar de la Ciencia moderna, sin una referencia obligada al cristianismo.

A la vista de los datos, de la evidencia histórica (puedes, lector, documentarte en internet sobre estas personas y encontrarás detalles de sus vidas, fundamentalmente cristianas) la Ciencia actual es lo que es gracias a científicos cristianos. Y si esto es así, ¿no es consecuencia inmediata deducir que es Dios quien ha inspirado e inspira la Ciencia?  ¿Que conviven la destructiva bomba atómica con los beneficiosos aparatos de resonancia magnética?, sí, es  cierto. Creo que Dios inspira la Ciencia  pero es la libertad de los hombres la que desarrolla esa inspiración.

Por eso me desconcierta oír a personas, creyentes o no, que hablan con displicencia de la Iglesia Católica cuando sale a colación la Ciencia, como si la Iglesia Católica fuera poco menos que una aldeana en lo que a conocimientos científicos se refiere . No, la Iglesia Católica bien podría añadir, – con plena autoridad – a su “Una” y “Santa”, el adjetivo de “Sabia”. El que no lo haga es coherente con su naturaleza; nadie realmente sabio se  vanagloria de ello.

Concluyo por hoy. Por tales evidencias, te decía en su día, lector, que tengo la certeza de que la Ciencia es un don de Dios, otro camino que nos ha abierto para llegar a Él.

Esto genera compromisos y responsabilidades académicas y morales muy serias para los científicos y los divulgadores de la ciencia. Pero de eso hablaremos la semana que viene, si Dios quiere.

José Cepero

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