No, sólo hay cuatro textos evangélicos escritos por San Mateo, San Marcos, San Lucas y San Juan. Pero aparte de estos Evangelios, históricos, científicamente indiscutibles, tenemos una prueba humana de la Pasión de Cristo, inimaginable cuando entonces ocurrió, pero hoy auténticamente formidable y extraordinaria. Se trata de un negativo de la fotografía de la Sábana Santa con que Cristo fue envuelto para enterrarlo, en la tarde del Viernes Santo.
Un médico forense encontraría los siguientes datos: Una réplica de la Sábana Santa aplicada sobre un hombre normal de 1’81 m le cuadra exactamente. La precisión anatómica de la figura es innegable. Decir que aquello lo pudo pintar un artista medieval es ridículo. No era una estatua la que estaba envuelta en la Sábana. Las huellas de la tortura son impresionantemente realísticas. Las magulladuras y las heridas son reales. La mancha de sangre en forma de un 3 invertido que se ve en la frente fue causada por una espina en una vena frontal. Su forma caprichosa ha sido ocasionada por una arruga en el músculo frontal, una contracción causada por el dolor, o, tal vez, una espina que se le cruzo. Es como el Sello de la Verdad sobre la Sábana Santa (Dr. Zoara). La sangre: ha fluido, naturalmente, tal como solía fluir aun antes del descubrimiento de la circulación de la sangre por Harvey en 1628. Al Hombre de la Sábana le han azotado según el estilo romano y le han coronado con espinas… una usanza bien insólita, por cierto. Por lo que se ve se habla proclamado rey. El rostro es majestuoso, calmo, hinchado a golpes. Algún peso enorme ha aplastado su hombro derecho. Le han traspasado las manos, pero no por las palmas, sino por las muñecas. También le han clavado los pies, el uno sobre el otro. Después de su muerte, le han atravesado el costado derecho hasta alcanzar el corazón. El cadáver ha evadido la descomposición. Por lo visto permaneció en el lienzo durante corto espacio de tiempo. Es un semita típico. Contra la usanza corriente no le han quebrado las piernas.
¿QUIÉN ES ESE HOMBRE? SÓLO CONOCEMOS UNO A QUIEN CUADRAN TODOS ESOS DETALLES: JESUCRISTO. PERO…
- – ¿No podría tratarse del cadáver de un criminal vulgar condenado. a muerte de cruz?
- – «Sí, pero entonces -contesta preguntando el racionalista Ivon Delage, de la Sorbona -¿cómo explicar aquella majestuosa y divina serenidad?»
- – ¿Y no podría ser esa Sábana una falsificación lograda por algún eminente piadoso falsario?
- – Uno que en la Edad Media sabía tanta física, química y fisiología? ¿Uno que conocía la diferencia entre sangre venosa Y sangre arterial? ¿Uno que logró encontrar una sábana de mil años.de edad, tejida al modo del siglo I? ¿Uno que estaba al tanto de.la circulación de la sangre siglos antes de Harvey? ¿Uno que prescindió de toda tradición pictórica y sacudió rudamente el sentir de las almas piadosas que quería embaucar, entre otros modos, clavando sus clavos a través de las muñecas? ¿Uno que estaba perfectamente enterado de lo que eran negativos fotográficos muchos siglos antes de Daguerre? ¿Uno que tuvo la fortuna de encontrarse un hermoso, tipo semítico con toda la majestad y armonía de Cristo? ¿Uno que logro persuadir a su modelovíctima que se dejase azotar, coronar con espinas, clavarse manos Y pies, pasar por la agonía de la tetanización? ¿Y todo ello sin ofrecer; resistencia alguna, sino, al contrario, en una majestuosa serenidad? Uno que calculó tan precisamente el tiempo. de exposición, tan exactamente la colocación de contusiones Y heridas, tan equilibradamente la distribución de luz y sombra, hasta el punto de que hoy, después de un siglo de experiencia fotográfica, no hay nadie capaz de superarle?
¿CABEN MAS ABSURDOS EN TAN POCO ESPACIO? PERO…
- – ¿No podría haber sucedido que se tratase del cuerpo de algún mártir desconocido?
- -¿De veras? ¿Uno que llevó una cruz a cuestas, que fue azotado, coronado de espinas, crucificado con clavos, atravesado su corazón después de muerto, envuelto en una sábana con mirra y áloe, enterrado precipitadamente, preservado de la corrupción? Sí conocemos uno: JESUCRISTO.
¿QUÉ OPINA UN INGENIERO ÓPTICO SOBRE LA SÁBANA SANTA?
El célebre ingeniero G. Cardonnier afirma: «La Sábana Santa, después de una larga vida en el secreto, escondida bajo unas apariencias crudas y casi vulgares, s~ nos. ha revelado por fin como una imagen maravillosa, una prodigiosa síntesis. Estamos ahora en posición de descifrar las grandes líneas de esta película de su Pasión. Pero este documento es inagotable. Muchos especialistas lograrán aún leerlo mejor.»
HABLA UN ANTIGUO INCRÉDULO, CONVERTIDO AL CATOLICISMO Y POETA EXCELSO DE FRANCIA: PAUL CLAUDEL.
Este gran literato, después de estudiar la Sábana, exclama: «He con templado esa impresionante imagen por largos ratos. Yo espero que trascienda al gran público y que impela a los cristianos a darse cuenta de la importancia de este acontecimiento religioso… El descubrimiento fotográfico de la. Sábana. Santa… Estamos en posesión de la fotografía de Jesucristo. Ni más ni menos. Los fariseos le decían: ¡Si eres Hijo de, Dios, baja de la cruz! Y ellos no hacen más que encabezar la procesión interminable de los escépticos, los políticos, los orgullosos, los mofadores que, hasta el día de hoy, no han dejado de desfilar todavía… Y, sin embargo, delante de esa turba de incrédulos existe un texto escrito -los Evangelios-, y un retrato: la Sábana del Señor. Aquí esta Su Majestad. Aquí está el Dios-Hombre. Aquí están la corona de espinas, las magulladuras y las huellas de los azotes… Una fotografía como esas que pegamos en los pasaportes… ¿Qué tenéis que decir, Renán, Loisy, Couchaud, los, escépticos todos y los negadores? ¿No exigíais un documento auténtico, vosotros malhumorados policías? Pues ahí tenéis uno, ¿Vale? Un intervalo de diecinueve siglos ha que dado aniquilado de un solo golpe; el pasado de repente se ha convertido en presente. Ahora nosotros mismos podemos exclamar lo que decía San Juan: Lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que contemplamos y palparon nuestras, manos tocante al Verbo de Vida… Así, pues, Jesús Señor, eres Tu ese… Permite que te diga que has escogido el momento muy bien. ¡Nunca te habíamos necesitado tanto!»
La Sábana Santa es la reliquia que lleva consigo su propia autenticidad. Existe una extensa bibliografía sobre ella: quien lo desee puede estudiarla por sí mismo. Pero no hay incrédulo que resista a un serio análisis de la Sabana Santa. Allí una mente moderna puede ir valuando los sufrimientos de aquella víctima divina que se inmoló por nuestra redención; puede contar los golpes y poner sus dedos en las heridas, como el incrédulo apóstol Santo Tomás. La Santa Sábana, a la que podemos considerar un quinto Evangelio gráfico, te contará la tremenda realidad del sacrificio de la cruz por nuestra redención, y la incomprensible fineza de Nuestro Señor al ofrecernos a nosotros los hombres modernos del siglo XX, tan aficionados a la ciencia, esa fotografía de su humanidad y esa gráfica de su sufrimiento por nuestro amor. La Santa Sábana no es ningún dogma de la Iglesia. La Iglesia no apoya la identificación. Pero podemos retar a las ciencias modernas que demuestren si allí hay un fraude. Las modernas técnicas de análisis espectroscópico, neutrónico y holográfico, así como el carbono 14, han venido a confirmar el testimonio de este documento verdaderamente avasallador. Desconocer a Jesucristo es desconocer a Dios. Y, tú, ¿vives sin saber de Jesucristo? ¿Has leído sus Evangelios? ¿Te has preocupado de resolver tus dudas, fruto del desconcierto y de la despreocupación? Y, ¿no sabes que sin Jesucristo no puedes salvarte? Por ello, Él murió en la Cruz. Incluso con razones meramente fotográficas se demuestra toda la verdad de Cristo.
En el Hospital de Santa María de la Scala, en Siena, Italia, una ciega recuperó la vista. Al día siguiente, un gran ramo de flores había llegado al Hospital. El médico que había cuidado aquella enferma, rendido ante el prodigio, firmaba la tarjeta que acompañaba las flores, con esta frase: «Recobrar la fe es más que recobrar la vista». Por esto, quien quiera tener fe y asegurar su salvación eterna, cada mañana y cada noche reza a la Santísima Virgen las TRES AVEMARÍAS.
Obra Cultural
Laura, 4 – Barcelona-10