canoEn otro artículo afirmábamos que la fe católica es razonable, que los católicos no somos irracionales o imbéciles, como afirman muchos ilustrados de nuestro tiempo. Somos racionales, el acto de fe es un acto del entendimiento y de la voluntad del hombre, iluminado por una gracia actual de Dios, que no puede engañarse ni engañarnos. “Cuando Dios revela estamos obligados por la fe plena obediencia de entendimiento y voluntad” (D. 1789).

La revelación de Dios a los hombres es un hecho histórico que se conoce por la razón natural, revelación divina que ha llegado hasta nosotros por medio de la Iglesia Católica, fundada por Cristo hace veinte siglos.

Los motivos de credibilidad preparan al hombre para la fe, pero no la produce. Son argumentos históricos que prueban que Dios se ha revelado a los hombres en el pueblo Escogido, Israel. Y Cristo fundó la Iglesia Católica, infalible en materia de fe y costumbres. Por tanto, debo creer lo que la Iglesia infalible me propone como verdad revelada por Dios. El entendimiento humano queda en completa libertad para asentir o disentir. Porque la fe es un acto sobrenatural del entendimiento bajo el imperio de la voluntad, con la ayuda de la gracia de Dios.

La historia de la Revelación divina es, ante la investigación y la crítica una historia verdadera, bien fundada y documentada. Dios habló a Israel, su pueblo Elegido por etapas, según las necesidades y disposición de la Humanidad. Primero habló a Adán y Eva, luego a Noé, después a los Patriarcas Abraham, Israel y Jacob. Dios habló a Moisés y al mismo pueblo Escogido, especialmente en la revelación del monte Sinaí, donde entregó a Moisés los diez Mandamientos.

Por medio de los Profetas, Dios mantuvo la esperanza mesiánica del Redentor prometido a Israel. Por último, “cuando vino la plenitud de los tiempos” (Gal. 4,4) llegó la plenitud de la Revelación Divina al encarnarse el Hijo de Dios en las purísimas entrañas de la Virgen María y nacer en Belén para ser un hombre entre los hombres, sin dejar de ser Dios.

La vida de Jesús, la historia de la Iglesia y la tradición divina, son motivos de credibilidad que, si Dios quiere, trataremos en otra ocasión.

Hemos oído muchas veces que la ciencia ha desautorizado la religión. Muchos científicos dicen lo contrario. Max Born (1882-1970), Premio Nobel de física (1954) por sus investigaciones en torno a la mecánica cuántica, ha dicho: “Solo la gente boba dice que el estudio de la ciencia lleva al ateísmo”. Derek Barton (1918-1998) compartió el premio Nobel de química en 1969, dijo “No hay incompatibilidad entre la ciencia y la religión… La ciencia demuestra la existencia de Dios”

P. Manuel Martínez Cano, mCR