En la Constitución dogmática sobre la Iglesia “Lumen Gentium”, del Concilio Vaticano II, la Iglesia pretende y quiere que los católicos conozcamos nuestros deberes con nuestra Madre del Cielo. “Pero a la vez unida, en la estirpe de Adán, con todos los hombres que necesitan de la salvación; y no solo eso, sino que es verdadera madre de los miembros (de Cristo),…. por haber cooperado con su amor a que naciesen en la Iglesia los fieles, que son miembros de aquella Cabeza”. (53)
MISERICORDIA DIVINA
En la canonización de Santa Faustina Kowalska, la mensajera de la Divina Misericordia, San Juan Pablo II dijo, el 30 de Abril del 2000: “Quiero transmitir al nuevo milenio y a todo el mundo este mensaje de la Divina Misericordia, para que conozcan mejor el verdadero rostro de Dios Misericordioso”. Jesucristo le dijo a Santa Faustina: “Que los más grandes pecadores (pongan) su confianza en Mi misericordia. Ellos más que nadie tienen derecho a confiar en el abismo de Mi misericordia. Hija Mía, escribe sobre Mi misericordia para las almas afligidas. Me deleitan las almas que recurren a Mi misericordia. A estas almas les concedo gracias por encima de lo que piden. No puedo castigar aún al pecador más grande si él suplica Mi compasión, sino que lo justifico”.
DEFENDER A LA IGLESIA
Ramiro de Maeztu decía que “ser es defenderse”; Transigir es autodestruirse, ser tolerante con los errores y las herejías es autodemolerse. Ya el Beato Pablo VI, dijo que estamos en los tiempos de la “autodemolición de la Iglesia”. Y en nuestros días, el Santo Padre Francisco nos ha convocado a los católicos para que defendamos a la Iglesia de sus enemigos externos y los internos, porque “el demonio quiere que la Iglesia sea mundana, muy mundana”, que deje de ser la Iglesia de Cristo. Combatamos los nobles combates de la fe en defensa de nuestra santa madre Iglesia, bajo las banderas de Cristo Rey y María Reina.
HISPANIDAD
Daba los Ejercicios de San Ignacio de Loyola, en una casa de espiritualidad; había varias novicias hispanoamericanas y una me dijo: Padre yo no soy latinoamericana, yo soy hispana porque hablo en español no en latín. San Pío X se congratulaba, ante Monseñor Jara el 22 de noviembre de 1908, de que los países sudamericanos manifiestan la gratitud y el afecto que deben a España por haberles dado su fe, su lengua y cristiana civilización”. El Papa Pío XI, ante Alfonso XIII, dijo: “La maravillosa epopeya de aquellas navegaciones que tan vastos campos de benéficas y pacíficas conquistas abrían a la fe católica en el Nuevo Mundo y muchas partes del mundo viejo”. Los ladridos de la Leyenda Negra vienen de los necios sin corazón.
FRANCO
“A la hora de su muerte todos los Obispos diocesanos loaron la ejemplaridad de vida, el amor a la iglesia, la inspiración cristiana de su servicio a España: y lo publicaron en sus Boletines Oficiales. Al terminar la guerra en 1939, Pío XII había señalado como una garantía de esperanza para el rumbo católico de España “los cristianos sentimientos de que ha dado pruebas inequívocas el Jefe de Estado” y tantos colaboradores. El mismo Papa en 1953 inscribió a Franco entre los poquísimos miembros de la Suprema Orden de los Caballeros de la Milicia de Jesucristo, la cual –además del reconocimiento de servicios meritorios a la Iglesia- supone religiosidad probada y vida ejemplar, y exige la Profesión de fe. Su religiosidad era, pues, eclesial y católica. (Obispo, José Guerra Campos)
LEE LAS CONFESIONES
Dios ha creado todas las cosas para nosotros, para que usándolas bien, nos santifiquemos en la tierra y seamos felices eternamente con Él en el Cielo. Los ciudadanos del “mundo” usan las cosas porque les gustan, les divierte, se lucen, se enriquecen. A si lo hizo muchos años el africano Agustín, uno de los grandes Santos Padres de la Iglesia, que se convirtió en su madurez. Lee las “Confesiones” de San Agustín, obra escrita hacia el año 400, que ha convertido a multitud de hombres y mujeres, caídos en la corrupción y la esclavitud del pecado. El santo dice: “Yo, Señor, me confieso a ti para que lo oigan los hombres, a quienes no puedo demostrar que digo la verdad. Pero, aquellos a quienes la caridad abre los oídos, esos sí que me creerán”
CARIDAD
“Vuestra caridad sea sin fingimientos; detestando el mal, adhiriéndoos al bien; amándoos cordialmente los unos a los otros, estimando en más cada uno a los otros, con un celo sin negligencias, con espíritu fervoroso, sirviendo al Señor; con la alegría de la esperanza; constantes en la tribulación, perseverantes en la oración; compartiendo las necesidades de los santos practicando la hospitalidad. Bendecid a los que os persiguen, no maldigáis. Alegraos con los que se alegran; llorad con los que lloran. Tened un mismo sentir los unos para con los otros, sin complaceros en la altivez; atraídos más bien por lo humilde; no os complazcáis en vuestra propia sabiduría. Sin devolver a nadie mal por mal; procurando el bien ante todos los hombres”. (Rom. 12, 9-17)
Padre Cano m. C. R.
