Formas y motivos del ateísmo (siglos XIX-XX). Una clasificación.

guerra camposEs mi intención exponer algunas de las formas de ateísmo, y por tanto algunos de los motivos o motivaciones que llevan al ateísmo -más o menos teórico, más o menos práctico-en la época contemporánea. Pero, como ya hemos dicho que la aportación original en los últimos decenios es escasa (excepto algún punto que ya señalaremos), vamos a considerar como’ época contemporánea todo el proceso de despliegue de las actuales ideas y actitudes, tomándolo al menos desde el siglo XIX.

Al intentar una clasificación, porque de alguna manera hay que poner orden y trazar líneas sistemáticas, partimos siempre de la convicción de que las actitudes de las personas concretas no se pueden encasillar con exactitud. Quede esto dicho de una vez por todas. En una persona pueden coincidir distintas formas, mezclándose en dosis variables, puede haber oscilaciones, evolución de unas a otras. No tratamos, pues, de encasillar personas; no se trata de fijar la postura exacta de un ateo determinado. Así como en el orden físico-matemático -campo de las leyes o de fenómenos mensurables las clasificaciones son muy hacederas, cuando andan por medio las personas ya sabemos que no: las intenciones, las inquietudes, los motivos son siempre muy intrincados; y no digamos si a esa complejidad añadimos el juego de lo consciente, lo subconsciente y lo inconsciente: entonces fácilmente nos perdemos y no hacemos pie. Pero lo dicho no suprime la utilidad de los esquemas y los tipos, que incluso contribuyen a esclarecer las posturas personales ante la vida, siempre que se tengan en cuenta las modalidades diferenciales y los matices de cada uno.

Prescindiendo de una clasificación por personas, conviene que hagamos una clasificación por líneas directrices o posturas dominantes. En esta clasificación hablamos de formas y de motivos. Son cosas inseparables. Quizá necesite una brevísima aclaración -para no tener que hacerla más tarde-la división que se hace de motivos. A lo largo de este guión de lecciones se mencionan primeramente unos motivos internos y después unos motivos externos. ¿Qué entendemos por motivos internos y por motivos externos? La terminología se presta a la confusión: alguien podría decir por ejemplo, que «motivo interno» es 10 que piensa uno acerca del tema de Dios, y «motivo externo» la propaganda que desde afuera le presiona y condiciona. Yo no lo entiendo así. Naturalmente estamos ante un lenguaje convencional; por lo mismo, debo explicar en qué sentido lo tomaremos ahora.

Entiendo por motivos internos los que son interiores al proceso mental del ateo: las razones, las interpretaciones de hechos, las actitudes que conducen el pensamiento ° la voluntad de una persona a excluir a Dios -por exclusión radical o por desentendimiento-con una cierta lógica. (Aunque no será inútil precisar que la lógica en este campo sólo conduce a posturas de agnosticismo, y que las posturas de negación siempre son ilógicas, porque no hay ningún indicio o interpretación de hechos o razonamiento que lleve de modo razonable a una conclusión negativa; aunque sí a una desorientación o a la duda). Ejemplos de motivos internos: el de quien piensa que Dios no existe porque, si existiera, no sería conciliable con el «mal» que padecemos; o más sencillamente, el que piensa que Dios no puede existir porque a él le da la gana de ser independiente y estima que su propia independencia es inconciliable con el reconocimiento de Dios. Estas son en cierto modo razones internas al proceso mental del que se dice ateo. La «propaganda» es externa, sin duda; pero lo que hace la propaganda es suministrar, alimentar, avivar esas mismas razones internas; es un fuego que nutre el fuego interior del ateo. Por tanto, computo la propaganda entre los ingredientes del proceso de motivaciones internas; a no ser cuando está organizada para engañar.

Por motivos externos -esto se verá más claro cuando hablemos de los mismos-entiendo aquellas situaciones exteriores al ateo, por ejemplo el mal ejemplo de los creyentes, etc., que hacen que ciertas aspiraciones o movimientos legítimos del ateo, encaminados hacia un bien, y que todos compartimos, se desvíen contra Dios. La intención que mueve el proceso interior no sería ir contra Dios, sino suprimir un mal en este mundo; mas por una extraña interferencia de conductas ajenas el proceso se desviaría, quizá semiinconscientemente, y terminaría ex-presándose en forma de oposición a Dios, sin que en el fondo lo sea. A tales motivaciones externas dan ahora algunos mucha importancia. Le dedicaremos la atención necesaria en su momento.

Ateísmo-Hoy
José Guerra Campos
Obispo de Cuenca
Fe Católica-Ediciones, Madrid, 1978