Hoy el Señor los sigue llamando, los sigue convocando, al igual que lo hizo con el indio Juan Diego. Los invita a construir un santuario. Un santuario que no es un lugar físico, sino una comunidad, un santuario llamado parroquia, un santuario llamado Nación. La comunidad, la familia, el sentirnos ciudadanos, es uno de los principales antídotos contra todo lo que nos amenaza, porque nos hace sentir parte de esta gran familia de Dios. No para refugiarnos, para encerrarnos, para escaparnos de las amenazas de la vida o de los desafíos, al contrario, para salir a invitar a otros.
Cardenal Müller
En tal sentido no es suficiente la denuncia y la comunicación a las instancias superiores, sino que es necesario con valentía y audacia rectificar los errores y usar los medios de comunicación para que resulte patente a todos la verdad, que siempre debe resplandecer. En todas las épocas la teología es importante para que la Iglesia pueda responder al designio de Dios que quiere que: “todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad” (1 Tm 2, 4). En los momentos de grandes cambios espirituales y culturales es todavía más importante, pero está también expuesta a riesgos, porque debe esforzarse en «permanecer» en la verdad (cf. Jn 8, 31) y tener en cuenta, al mismo tiempo, los nuevos problemas que se presentan al espíritu humano. En nuestro siglo, particularmente durante la preparación y celebración del Concilio Vaticano II, la teología ha contribuido mucho a una más profunda “comprensión de las cosas y de las palabras transmitidas”, pero ha conocido también y conoce todavía momentos de crisis y de tensión. (Instr. Donum veritatis, 1)
Cardenal Cañizares
La fuerza de la evangelización no será posible si no hay adoración.
Cardenal Mauro Piacenza
El encuentro con Cristo determina el volverse a despertar un sentido religioso dormido, el despertarse de la humanidad; por tanto, con otro tanto realismo, es posible afirmar que: el Acontecimiento del encuentro con Cristo es el primer factor educativo, precisamente porque educa a estar en aquella posición de grato estupor, típica del sentido religioso, que constituye la esencia del hombre frente a Dios. Lo que Cristo vive por naturaleza, nosotros podemos vivirlo por gracia.
Arzobispo Juan José Omella
Impresiona ver cómo muchos hermanos nuestros mueren desnutridos, carentes de atenciones sanitarias, abandonados a su suerte. Algunos de ellos tratan de huir de su realidad y emigran a los países desarrollados, pero no siempre encuentran una acogida fraterna y muchos de ellos mueren en el intento de llegar a ese paraíso que imaginan hermoso y que les sacará de su extrema miseria.
Cristianos de a pie, que tratamos de hacer siempre el bien tal como nos enseñó nuestro Maestro y Señor, en este Año Santo de la Misericordia estamos llamados a construir un mundo nuevo en el que nos sintamos todos hermanos y nos ayudemos unos a otros a vivir con dignidad y teniendo cubiertas las necesidades básicas. Es el valor de la colaboración y la coordinación, es el sacramento de la comunidad y la comunión. Trabajando juntos es cómo podemos abrirnos a los sueños y la esperanza, que “en esperanza fuimos salvados”. (Rm 8, 24)
