Mons. José Guerra Campos

D. José Guerra Campos
El octavo día
Editorial Nacional, Torrelara, Madrid, 1973

La fe pura comporta una adhesión total a Cristo y a su mensaje en la Iglesia, sin recortes arbitrarios. Sin embargo, es posible con distintos grados de comprensión del contenido de este mensaje. No es preciso que todos y cada uno posean un conocimiento desarrollado. En el pensamiento de los fieles no siempre han de estar presentes de modo expreso todas las facetas de la verdad. Hay fe purísima en personas de escasa cultura, como ya indicamos.

Se habla mucho contra la llamada fe del carbonero. No exageremos. Cierto que se ha de procurar, en el mayor grado posible, la ilustración en la fe; en este tiempo más que nunca. Con todo, siempre tendrá aplicación lo del catecismo: «Doctores tiene la Iglesia que os sabrán responder”. Todos, sin excluir a los más cultos, nos remitimos a expertos. Aunque hayamos estudiado la estructura científica de la radiofonía o la electrónica, muchos no sabríamos dar razón de los aparatos que manejamos cada día.

La ventaja del creyente es que dispone, en el magisterio, de una garantía infalible para saber que se guía por la palabra de Dios, y no la de los hombres. Y, además, por la vía de la fidelidad y del amor, aun el menos docto alcanzará en la visión de Dios la luz que excede a toda sabiduría humana.

(5 de junio de 1972).